Las hermanas Gaylord

24/10/2015


               Título original: The Gay Sisters                                      Género: Drama
               País: EE. UU.                                                                     Año de estreno: 1942
               Productora: Warner Bros. Pictures                                   Duración: 110' aprox.



¿De qué va?:

     Siendo aún niñas, Fiona, Evelyn y Susanna pierden a su madre en el desastre del Lusitania y a su padre en la guerra. Sin embargo, antes de morir, el padre hace prometer a Fiona que, pase lo que pase, jamás venderá sus propiedades. 

     Un conflicto originado por la existencia de dos testamentos contradictorios sumerge a las hermanas en un proceso legal que se prolonga durante años y que las obliga a invertir buena parte de su dinero. En el centro del litigio se encuentra Charles Barclay, quien pretende quedarse con la mansión de los Gaylord para construir un complejo de apartamentos. No obstante, Barclay tiene una intención oculta.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Las hermanas Gaylord es una película que me ha dejado un tanto desconcertada, porque aunque en realidad me ha gustado, plantea varias cuestiones que o bien no encajan en mi esquema moral o bien son sorprendentes en una cinta rodada en plena vigencia del código Hays. Además, según avanzaba, no me quedaba claro si era un drama, un drama judicial o una comedia romántica. Digamos que tiene un poco de las tres opciones. 


     No es un filme famoso y nunca había oído a nadie hablar de él, pero eso no implica no merezca la pena. De hecho, me hizo pasar una buena tarde, aunque no sea una obra maestra.

     La principal virtud de la cinta radica en una de sus protagonistas, Fiona, la hermana mayor. Sobre sus hombros recae toda la responsabilidad cuando fallecen sus progenitores. Fiona tiene un carácter duro, inflexible, incluso frío. Al principio parece una mujer con una firmeza digna de elogio. Sin embargo, lo más interesante de la historia es que casi ningún personaje es especialmente virtuoso. No podemos identificarnos con ellos, podemos detestar algunos de sus actos al mismo tiempo que somos capaces de comprender otros.

     El tono de esta producción es amable. Con el sarcasmo y la ironía se quita hierro a algunos asuntos, pero estos están ahí, llamando la atención. Por ejemplo, no me ha resultado grato que un esposo tome por la fuerza a su mujer (aunque estemos en los años 40). Con nuestra mirada actual esto es escandaloso e intolerable. En la película trae consecuencias, pero no como nosotros esperaríamos.

     Se plantean también las relaciones extramatrimoniales e, incluso, se llega a hablar de sexo, aunque escasamente. Aun así, es raro que el puritano Hollywood del código Hays no aplicara la censura, y eso confiere más valor al filme, ya que no eran temas muy habituales en ese entonces.

     Si alguien ve el título y piensa instantáneamente en una especie de Mujercitas (a mí me pasó), debe quitarse esa idea de la cabeza, pues ni la historia contada ni las protagonistas tienen nada que ver. 


     La trama va evolucionando de forma que capta el interés. Hay acontecimientos que pueden ser previsibles, pero el cómo se comportan los personajes ante ellos es lo que mantiene atento al espectador.

     Las tres hermanas son muy diferentes y sucede algo curioso, aunque, por otro lado, lógico: la pequeña es la que tiene el corazón más puro, pero, con toda probabilidad, será
Fiona, con todos sus defectos, quien más nos va a atraer.

     Algo que me ha gustado mucho ha sido el manejo de las sombras. Un filme en blanco y negro quizá no resulte visualmente tan atractivo como uno en color para los espectadores de hoy, pero el domino de la cámara, de la luz y de las sombras se nota, y en esta cinta siempre hay una luz o una sombra perfectas en un encuadre igualmente perfecto. En este sentido hay varias escenas destacables, aunque para mi gusto la mejor es la que sucede bajo un árbol. La propia protagonista narra cómo lo dispuso todo para que la luz la enmarcara de forma ideal. Casi podemos ver al director hablando por su boca.

     El guion no tiene frases memorables que vayan a ser recordadas para siempre, pero es sólido y, nuevamente, resalta Fiona por sus parlamentos sarcásticos.

     Al director lo conocía por una película que siempre me ha gustado, La extraña pasajera, mejor que la que hoy reseño, aunque esta última tampoco es una mala elección si se quiere disfrutar del cine.

Puntuación: 3 (sobre 5)
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