Hijos de un dios menor

16/03/2013


      Título original: Children of a lesser god                                     Género: Drama
      Año de estreno: 1986                                                                       Duración: 114' aprox.
      Productora: Paramount Pictures                                                 País: EE.UU.



¿De qué va?: James Leeds, un profesor con una dilatada carrera profesional, es contratado en un colegio para dar clases a alumnos sordos. En ese mismo lugar trabaja como limpiadora Sarah Norman, una antigua estudiante del centro. En un primer momento, a James le llama la atención la aparente conformidad de ella con su sordera y su reticencia a desarrollar habilidades lingüísticas orales. Al tratar de convencerla para que se una a sus alumnos, la atracción entre ellos va aumentando, pero existen barreras que pueden destruir su relación.

¿Qué opino yo? (Sin destripes): Con esta película di por casualidad; no la conocía y, al leer el argumento, pensé que trataría de un profesor que, por sus cualidades, debería hacerse cargo de la educación de un grupo de alumnos con características especiales (algo parecido a El club de los poetas muertos), y que de camino se enamoraría. Nada más lejos de la realidad. El parecido entre las dos películas no existe, y el hecho de que aquí el protagonista sea docente es meramente anecdótico. Podría haber sido médico, bombero o astronauta y daría igual, porque el elemento central sobre el que gira el film es una historia de amor.

        
         No me importó, porque también adoro las historias de amor si están bien llevadas, y ése es el caso en esta cinta. Los conflictos que se plantean entre los dos personajes principales no vienen por un malentendido o una metedura de pata, típicos de la comedia romántica, sino por las profundas diferencias que existen entre ellos. Ambos han llevado vidas distintas y han tenido experiencias muy distantes que les hacen difícil comprenderse de verdad, más allá de que ella sea sorda.

        Lo que viven los protagonistas es una historia que bien podría ser real. Tienen problemas que resultan auténticos, que podrían suceder a cualquier persona en cualquier lugar. De hecho, pasa cada día, que no logren ponerse en el lugar del otro, que no puedan llegar a empatizar con sus verdaderos dilemas. La intriga está en si intentarán “caminar con los zapatos del otro” para sacar su amor a flote o si dejarán pasar la oportunidad de ser felices juntos.



«Sarah, tú eres la más misteriosa y bonita de las mujeres enfadadas que he conocido nunca».


          Cualquier otro elemento que se planteara previamente, como la relación de James (William Hurt) con sus alumnos, pasa a un segundo plano. Las ocupaciones y aficiones de los protagonistas sólo están ahí para que veamos cómo les afecta a ellos como persona, no porque formen parte del arco principal de la acción. Pero la trama está construida con la intención de que no nos aburramos. Los elementos que forman parte de ella, principales o secundarios, están mezclados en un cóctel que resulta eficaz y consigue su propósito. La película mantiene al espectador pegado a la pantalla deseoso de conocer la resolución.

        
        Tanto William Hurt como Marlee Matlin están soberbios en sus respectivos roles. De hecho, ella ganó el Oscar a la mejor actriz en 1986. No niego su mérito, pero creo que él tenía más merecido el premio. Marlee, al ser sorda en la vida real, ha obtenido menos papeles de los que merece. Tiene una gran fuerza interpretativa, pero también la tiene Hurt, quien tuvo que aprender la lengua de signos para su papel. Él, además, realiza su interpretación combinando dos formas comunicativas, ya que utiliza el lenguaje de señas al mismo tiempo que explica con palabras qué está queriendo decir o qué están diciendo otros que usan el sistema de signos. Para una persona no familiarizada con ello, puede resultar una labor difícil, y él lo consigue, al mismo tiempo que logra hacer creíble a su personaje.

        Los espacios en los que transcurre la película no tienen nada de especial. Son lugares cotidianos como el interior de alguna casa o de la escuela. También vemos a los personajes en la playa, el muelle, algún restaurante… Todo ello contribuye a la sensación de realismo que comentaba antes.

       Se trata, en definitiva, de una producción sencilla, sin efectos especiales deslumbrantes ni diálogos filosóficos. Sólo es la historia de dos personas que puede terminar bien o no según sus propias decisiones.

Puntuación: 4 (sobre 5)

Our mutual friend

13/03/2013

        
                 Estreno: 1998                                                               Género: Drama de época
                 Cadena: BBC                                                                Episodios: 4
                                            Duración por episodio: 90' aprox.


 

¿De qué va?: El viejo Harmon fallece dejando a su único hijo una jugosa herencia con la condición de que contraiga matrimonio con la joven que ha elegido para él, Bella Wilfer. Sin embargo, el muchacho es encontrado sin vida en las aguas del Támesis. A raíz de este suceso, otro hombre, John Rockesmith, hace su aparición en la ciudad. Por la relación que entabla con casi todos se convierte en un conocido común, pero realmente nadie sabe nada sobre él.
        Al mismo tiempo, el responsable de hallar el cuerpo del ahogado comienza a ser sospechoso de su asesinato. Eugene Wrayburn, un joven de clase alta, se compadece de la hija éste, Lizzie Hexam, y le ofrece su ayuda sin poder prever las consecuencias que conllevarán sus actos.
¿Qué opino yo? (Sin destripes): Muy buena producción de la BBC que adapta una novela homónima de Charles Dickens. Todo está cuidado hasta el detalle: los escenarios, los decorados, el vestuario, la iluminación… Los episodios se abren con una excelente pieza musical que se encuentra al nivel del resto del rodaje. 

        En el primer capítulo, ya la presentación es fabulosa: comienza con un plano del Támesis durante la noche. Por él van en una barca un hombre con su hija en busca de cadáveres a los que despojar de sus bienes.  El barquero, Gaffer Hexan, justifica su oficio afirmando que no se puede robar a los muertos, puesto que lo que tenían ya no pertenece a nadie.

        Es en ese momento, con el hallazgo de un cuerpo, cuando se desencadena todo lo que ha de venir y comienza a circular una galería de personajes de muy diferente índole. De hecho, está muy presente la diferencia entre clases, rasgo muy destacado en Dickens. En esta serie se busca el contraste de un modo muy marcado, como vemos por ejemplo en dos escenas consecutivas: en la primera de ellas, un camarero sirve en una mesa al perro de una mujer adinerada, y acto seguido se nos muestra a obreros trabajando con montones de basura.

        
        En lo que respecta a los personajes, considero que hay cuatro principales, John Rockesmith, Bella Wilfer, Eugene Wrayburn y Lizzie Hexam. El resto, pese a tener su importancia, orbita en torno a estos. Con todo, el reparto del tiempo entre todos es equitativo.  La buena estructuración da como resultado una serie equilibrada en la que el interés no decae en ningún momento, ni siquiera cuando la acción se centra en los antagonistas o en los secundarios de menor categoría.

        John Rockesmith (interpretado por Steven Mackintosh) me ha parecido un personaje demasiado flojo para un papel tan relevante. Es un hombre con un carácter débil que sólo saca algo de genio hacia el final. La verdad que esconde resulta muy previsible desde el principio, pero no por ello interesa menos, porque lo que realmente importa no es el secreto en sí, sino cuándo lo desvelará, cómo y qué consecuencias tendrá.

        
        Como contrapunto tenemos a Wrayburn (Paul McGann), un hombre carismático e ingenioso que suple su escaso atractivo físico con otras características que hacen que disfrutemos de él cada vez que aparece en pantalla. Su historia con Lizzy me parece mejor lograda que la de la otra pareja, ya que se va desarrollando lentamente y se nos muestra cada estado de ánimo por el que pasan. Sin embargo, en la relación entre Rockesmith y Bella se dan unos cambios un tanto abruptos.

        A Lizzie le da vida Keeley Hawes, que es una cara conocida en el mundillo. La hemos visto en series y películas como Esposas e hijas y Under the greenwood tree. Su personaje resulta el más plano de todos y muy típico. Es una muchacha abnegada, bondadosa, generosa y trabajadora. Es un compendio de virtudes. Su mala suerte, el sufrimiento al que se ve sometida y su modo de enfrentarse a ello nos hace compadecernos de ella y que terminemos cogiéndole cariño

        Por otro lado, Bella (Anna Friel) es una joven que desde el principio es un juguete del destino. Se ve prometida a un hombre que no conoce y futura poseedora de una fortuna de la que se ve privada porque su prometido ha muerto. Es ambiciosa y soberbia, pero no egoísta. Permítaseme una nota un poco frívola: esta mujer saca unos vestidos preciosos. Ella y Eugene son los que más evolucionan, aunque en el caso de este último, ese cambio es más sutil y lógico.

        A quien he visto fuera de lugar es a David Morrissey en el papel de Mr. Headstone, el maestro obsesionado con Lizzie. Me da la impresión de que trata de mostrar a un psicópata atormentado, pero algunas de sus escenas son excesivamente exageradas, de tal modo que no sabía si estaba viendo Our mutual friend o The vampire diaries.

        Uno de los recursos que se usan en esta historia también lo empleó Dickens en el que, hasta el día de hoy, es el libro que prefiero de él, Historia de dos ciudades, aunque con diferente resultado. No puedo decir de qué se trata sin revelar demasiado.
      
        Ésta es, por lo tanto, una producción de gran calidad, amena e interesante.

Puntuación: 4 (sobre 5)