El tradicional mercadillo de la calle Feria

24/04/2014

     Con esta entrada me salgo por completo de lo que viene siendo la tónica habitual del blog desde sus inicios, pero como este espacio pretende ser cultural, el tema que os traigo también tiene cabida.

     Reconozco que a pesar de ser sevillana, he ido a este mercadillo unas tres veces en mi vida (que recuerde), pero cada una de ellas me he quedado sorprendida por lo que he encontrado. Los objetos más insospechados pueden verse aquí a la venta. Algunos de los que más me han llamado la atención han sido, por ejemplo, un par de guantes altos de puntilla (como mínimo de principios del siglo pasado), azulejos decorativos que podrían haberse extraído de casas señoriales e incluso postales viejas, algunas de ellas con un mensaje dirigido a familiares, amigos, conocidos o amores lejanos en distintas lenguas. La que he podido fotografiar para enseñárosla está en catalán (aclaro para quienes me siguen desde otras partes del mundo y lo desconozcan que se trata de una lengua cooficial en algunos territorios de España). Fijaos en la fecha; impresionante, ¿no?

     Pero lo que más destaca de este mercadillo es su antigüedad. Su origen data del siglo XIII, lo que lo convierte en el más antiguo al aire libre que se realiza en la ciudad de Sevilla. Tiene lugar todos los jueves por la mañana, con excepción del Jueves Santo.

    Como en una entrada como ésta lo que más importa son las fotografías, os dejo las que he hecho hoy:


 






     ¿Y qué podía comprar yo? Estaba claro. Por tres euros era imposible decir que no:


     ¿Soléis pasear alguna vez por este tipo de mercadillos?

Robada de Trasmoz la escultura de Gustavo Adolfo Bécquer


23/04/2014    

   Anoche, antes de acostarme, entré en Facebook y vi una noticia muy triste. Pocos medios la han recogido, porque el arte, la sutil melancolía de la poesía, la belleza de tierras mágicas pero poco pobladas no encuentran su espacio en la caótica espiral de los sucesos mundanos que nos enseñan cada día en las televisiones.

    El Moncayo, refugio de brujas y misterios, fue un lugar trascendental en la vida de Gustavo. En el Monasterio de Veruela compuso sus Cartas desde mi celda, una parte de su obra que, por desgracia, no es tan conocida como las Rimas o las Leyendas. En ellas, Bécquer nos hace partícipes de su estancia en la zona, de cómo vivía el transcurrir de los días, de muchos de sus pensamientos íntimos. De su mano conocemos Trasmoz, un pequeño pueblecito, cargado de leyendas, que hace unos años no llegaba a los ochenta habitantes. 


     Allí, a los pies del castillo, se hallaba desde 2008 una escultura del poeta hecha por otro artista, Luigi Maráez. El suceso lamentable al que quiero referirme es que ha sido robada.

    La obra, de bronce y valorada en 20.000 euros, fue erigida gracias a las aportaciones de muchas personas y, por supuesto, del propio Maráez. De dos metros y con 300 kilos de peso, es difícil explicarse cómo se ha producido el robo. Al parecer, la arrancaron de su pedestal y usaron algún tipo de vehículo de gran tamaño para transportarla.

    Los ladrones, no satisfechos con ello, se han llevado la placa, también de bronce, que estaba en el cementerio y que mostraba un breve fragmento de la Carta III. 



     Creo que nunca lo he dicho por aquí, pero uno de mis sueños era poder visitar algún día el Moncayo, hacer el recorrido que Gustavo hizo en su momento y poder ver esta preciosa escultura que tan fielmente le refleja. 

     Podríamos poetizar y pensar para consolarnos que alguien con el corazón destrozado y la mente atrapada en sus propios deseos anhelaba tener la imagen del poeta exclusivamente para sí y susurrarle a solas palabras de amor. O también podríamos creer que las brujas de Trasmoz han hecho de las suyas y, con una travesura que dé que hablar para que no las olvidemos, han escondido la escultura del hombre que ayudó a inmortalizarlas. 



    Sin embargo, el mundo en que vivimos no funciona así. Hablamos de bronce, y es probable que la intención de quienes nos han privado de esta obra de arte sea obtener dinero con ella. Hoy Gustavo ha vuelto a perder.

"De lo que vale, de lo que es algo, no ha de quedar ni un átomo aquí".
                                                         Carta III. 

The Abduction Club (El Club del Rapto)

20/04/2014


           Título original: The Abduction Club                               Duración: 92' aprox.
           Productora: Pathé Pictures                                              Año de estreno: 2002
           País: Reino Unido                                                            Género: Comedia romántica  

 

¿De qué va?:
     
     En la Irlanda del siglo XVIII la ley marca que deben ser los primogénitos quienes hereden todas las propiedades de la familia. Esto deja a los hijos menores en una difícil posición, y su únicas salidas son el sacerdocio o contraer matrimonio con una rica heredera. Ante tal situación, los hombres afectados se unen al Club del Rapto, cuya función es raptar a una heredera para cada uno y pedirle matrimonio. El problema viene cuando dos de sus miembros secuestran a las hermanas Kennedy, una de ellas más joven de lo que dictan las reglas del club y pretendida por un hombre mucho más poderoso que ellos.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     He tenido guardada esta película durante mucho tiempo esperando encontrar el momento adecuado para verla. Por un motivo o por otro siempre había alguna que me llamaba más la atención y a la que terminaba dando prioridad. Ahora por fin he decidido que era el turno de The Abduction Club, y tras haberla visto creo que es una cinta injustamente desconocida en nuestro país, con más virtudes que defectos y con la gran cualidad de que puede disfrutarse mucho independientemente de que estemos de buen o de mal humor. 


     Es un filme sin grandes pretensiones, pero tremendamente delicioso y ameno. Todo el metraje se desarrolla con agilidad y el planteamiento parece tener como principal función que el espectador se divierta y se deleite con lo que aparece en pantalla.

    No hay que esperar misterios que se descifren al final (salvo un pequeño secreto), escenas escabrosas o grandes complicaciones, porque desde el principio podemos prever cómo va a terminar, pero la personalidad de los protagonistas y las situaciones en las que se ven envueltos nos hacen pasar un rato muy entretenido y agradable. Aunque la película no sea de humor, es inevitable sonreír o incluso reír abiertamente con algunas escenas.

    El tono optimista y la evolución del romance la convierten en una cinta ideal para aquellos que no crean que en la realidad todo son tragedias irresolubles y para quienes piensen que la felicidad y el amor verdadero son tan auténticos y verosímiles como pueda serlo el drama. 



        «Le imploro que no reprima lo que su corazón anhela».  


     Salvando
las distancias, la complicidad entre los miembros del club y su encanto canallesco me trajeron a la mente en un primer momento a los mosqueteros de Dumas.

    Es posible que al leer el argumento nos podamos sentir un poco confundidos con respecto a la actitud de estos jóvenes raptores, pero hay que decir en su defensa que, aunque sus métodos sean reprochables, su comportamiento con las damas es del todo intachable. Ni que decir tiene que en ningún momento se plantean mancillar su honor, y la aceptación o no del matrimonio por parte de ellas es completamente libre. El club sigue un código de conducta y unas normas que deben cumplirse para su buen funcionamiento. 


  Los protagonistas son cuatro: Byrne, Strang, Catherine y Anne. El que menos destaca, a causa de su carácter más anodino, es el primero, pero aun así su presencia es necesaria, porque forma un complemento perfecto tanto con su compañero Strang como con Catherine.

    Strang es el más carismático y quien da pie con algunas de sus decisiones a las dificultades en las que se van a ver.

     Por otro lado, las dos hermanas son totalmente opuestas. Catherine, la mayor, es muy pragmática; tiene los pies bien asentados en la tierra. Anne, por su parte, huye de los convencionalismos y adora el sarcasmo.

    Algunas de las costumbres del momento quedan reflejadas con claridad en la cinta, como el modo en que se otorgaba la herencia o el funcionamiento de la justicia.



    Los escenarios, el estilismo y el vestuario me parecen bastante correctos, aunque no conozco cómo era la moda irlandesa del siglo XVIII. Gran parte del metraje transcurre en espacios abiertos, por lo que tenemos la oportunidad de ver bonitos paisajes.

    La banda sonora, sin ser memorable, es adecuada para cada escena, y alterna los ritmos dinámicos y alegres con otros más solemnes o suaves. 


   Es una película ideal para evadirse durante una hora y media, romántica sin llegar a empalagar, con un guion sencillo y divertido.

Puntuación: 4 (sobre 5)