Santa Clara

25/12/2016

    Santa Clara es una saga compuesta por seis novelas publicadas entre 1941 y 1945. En España hemos tenido distintas ediciones. La más reciente es la de la editorial Molino, que, a partir de 2014, publicó cada volumen por un precio de 12 euros. Oscilan en torno a las 250 páginas. Sin embargo, poco antes, en 2009, RBA publicó un único tomo que contenía los seis títulos. Su precio original era de 23'50, aunque posteriormente se saldó por 5'95. Este volumen consta de 656 páginas con un tamaño de letra mucho más pequeño que el empleado en las ediciones de Molino.
    Los seis títulos aparecen ordenados en imágenes que he incluido más abajo.
   La saga tuvo una serie de animación japonesa  (Mischievous Twins: The Tales of St. Clare's) en 1991 y tres películas alemanas (Hanni & Nanni) entre 2010 y 2013.


 ¿De qué va?:

    A sus catorce años, las mellizas Pat e Isabel O'Sullivan dan muestras de una vanidad y un engreimiento que sus padres consideran intolerables. Para corregir su actitud, deciden cambiarlas de colegio y enviarlas a un internado, Santa Clara, conocido por su buen hacer educativo. Las dos muchachas acceden de mala gana, pero con la intención oculta de portarse lo peor posible. Sin embargo, una vez allí, las cosas no salen como esperaban.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    A pesar de la fama de Enid Blyton, yo nunca había leído nada de ella hasta ahora, y ha sido porque la casualidad la ha puesto en mi camino. Un día, de compras en un centro comercial, hice mi visita obligada a la zona de la librería y allí, entre las ofertas, vi un único ejemplar de Santa Clara por 5’95 euros. El tomo en cuestión contiene los seis libros que componen la saga. Allí mismo busqué un poco de información y descubrí que esa edición se vendía antes por más de 20 euros y que ahora se venden por separado cada uno de los títulos. Ante esa situación no hay que pensar mucho; me lo llevé para descubrir a una escritora que ya se ha abierto hueco en mi corazón, porque ahí es donde se quedan las historias de las jóvenes alumnas del Santa Clara.

     Como se ha podido ver, Santa Clara es un colegio, pero cabe aclarar que, a pesar de su nombre, lo que se narra no tiene nada que ver con la religión.

     Los seis libros de la colección son similares en cuanto a estructura, estilo e historietas, por lo que he decidido hacer una sola reseña para todos ellos, respetando así el espíritu común.

     Solemos atribuir a la palabra “internado” connotaciones negativas, y la mayoría de las veces, con razón, pero esa sensación se evapora con estas novelas, en las que las jóvenes traban amistades férreas, gastan bromas, organizan fiestas de medianoche a escondidas… al mismo tiempo que desarrollan un sentido del honor imprescindible para la buena convivencia social y adquieren un aprendizaje completo y sólido. 


    «Son los caracteres firmes los que deberían poder cambiar de parecer de vez en cuando. Yo le llamo ser débil a aferrarse a algo que uno sabe que es una tontería».


     Aunque las muchachas del Santa Clara tienen inquietudes y aficiones más sanas que las que los tiempos modernos pretenden inculcar a los jóvenes de hoy, estos podrán verse reflejados en muchos aspectos de aquellas, por lo que estos textos resultan muy cercanos. Por supuesto, también para los adultos que han pasado por esas etapas pueden ser muy amenos. Incluso en el caso de jóvenes y mayores que no hayan experimentado exactamente lo mismo, es divertido imaginarlo.

     Os aseguro que he acabado de leer la obra con ganas de probar la cerveza de jengibre que tanto éxito tiene entre las protagonistas. Y, desde luego, no me habría importado demasiado estar en un internado británico, siempre y cuando fuera igual que el que se describe, y emocionarme organizando con mis compañeras comilonas a medianoche a espaldas de las profesoras, a pesar de que hoy por hoy pertenezco a este último grupo. Creo que, con el entusiasmo que ponen algunas de estas chicas en los deportes, hasta me habría animado a participar en sus juegos, algo a lo que, la verdad sea dicha, nunca he sido muy dada. Algunos de sus partidos me recordaron al de quidditch que tiene lugar en Harry Potter y la piedra filosofal.

     Santa Clara es un libro exclusivamente femenino; todas sus protagonistas son niñas o mujeres. Aparte de la aparición puntual de algún que otro padre, sólo en uno de los seis títulos hace acto de presencia un chico joven, y su participación en la trama es bastante irrelevante.

Las alumnas se acercan más a la adolescencia que a la infancia, pero sus preocupaciones no giran en torno a asuntos del corazón; las cuitas amorosas están ausentes por completo. Estas muchachas van adquiriendo autosuficiencia y determinación conforme avanzan los cursos y van creciendo.                                                                                                                                                            

    «El tener mucho dinero no significa que se disfrute más. La gente que dispone de poco le saca, a veces, más provecho».


     La trama se centra en su día a día en el colegio, en las dificultades a la hora de estudiar, los conflictos que surgen entre algunas, su manera de romper la rutina y las enseñanzas que las van a ayudar a convertirse en mujeres que puedan sentirse orgullosas de sí mismas.

     Pat e Isabel son las mellizas con las que empieza todo, pero a lo largo de los seis libros, otras chicas serán tan importantes como ellas o incluso más.

     Cuando empecé el segundo libro y vi que seguía una línea similar al primero, creí que a partir de entonces todo se me iba a hacer muy repetitivo. Sin embargo, al seguir avanzando me di cuenta de que no era así. Siempre hay matices diferentes y, al final, estaba tan ansiosa como los propios personajes por conocer a las alumnas nuevas de cada curso y lo que darían de sí.

     Algunas se acaban ganando más el cariño que otras y, como no podría ser de otra manera, en todos los cursos hay algunas conflictivas. Me dio la impresión de que algunas de estas se parecen demasiado entre sí, pero eso también suele pasar en la vida real, sobre todo si los sentimientos preponderantes son la envidia y los celos. 


    «Nadie puede ver las cosas con claridad cuando los celos o la envidia cubren de niebla la mente».


     También las profesoras dan lugar a momentos inolvidables, sobre todo Mademoiselle, a quien las niñas cogen siempre como blanco de sus bromas. Algunas de estas son muy pesadas y, en ocasiones, me he llegado a enfadar bastante al ponerme en la piel de la pobre profesora de francés, pero, en el fondo, estas bromistas no tienen mal corazón. El lado más entrañable y simpático de Mademoiselle, única profesora presente en todos los cursos, se acentúa cuando llegan al colegio sus traviesas sobrinas Claudina y Antoinette.

     Otra de mis favoritas es la señorita Theobald, la directora, siempre con la palabra exacta en el momento justo, aunque en más de una ocasión se lleva algún que otro disgusto. 
         
                


    Estos escritos de Enid Blyton no tienen ninguna complejidad en cuanto al estilo. Blyton utiliza un léxico y una sintaxis simples, cotidianos, muy al alcance de cualquiera. Nadie tendría los problemas de comprensión lectora que pueden suscitar algunos clásicos infantiles o juveniles de antaño en lectores poco experimentados. No obstante, he visto algo que me ha molestado. Las nuevas ediciones de los libros de esta autora vienen con una “nueva traducción para adaptar el lenguaje y las expresiones a día de hoy”.

Bien, “a día de hoy” es un galicismo; mal empezamos. La RAE recomienda “hoy”, “hoy por hoy” y “hoy en día”. Dejemos eso de lado y vayamos al fondo del asunto: no sé con exactitud en qué consiste esa actualización; no considero tan grave, por ejemplo, usar “sándwich” en lugar de “emparedado”, pero sí es grave modificar el texto del autor, como, según he leído, es el caso de Los cinco. Por lo que he visto, se han eliminado expresiones sexistas y racistas, y creo que eso es manipular de forma equivocada la mente infantil. A veces tratamos a los niños como si fueran tontos, y no debe ser así. Si eliminamos de sus lecturas aquello que está mal, les daremos una información sesgada, manipulada y enfocada siempre en la misma dirección, con lo que estaremos dificultando el desarrollo de su capacidad crítica y despojándolos de herramientas para enfrentarse a esa parte negativa de la sociedad, además de no darles la oportunidad de conocer la evolución histórica de las sociedades, de aquello que nos ha llevado hasta aquí. El racismo y el sexismo existen y pienso que, en lugar de eliminarlos de los libros y recluir a nuestro hijo en una burbuja de falsa protección, debemos explicárselo y ofrecerle instrumentos para que no caiga en esas actitudes. Por eso, recomiendo revisar bien en qué consisten los cambios de las nuevas ediciones antes de hacerse con ellas.

     De hecho, con esas modificaciones que no respetan el texto de la autora y que, al parecer, también se han hecho en inglés, yo no las querría ni para mí.

     En resumen, Santa Clara es una obra formada por seis libros divertidos, con valores positivos, unas protagonistas traviesas y entrañables, y son aptos para cualquier edad.

Puntuación: 4 (sobre 5)

Mr. Selfridge (temporada 4)

18/12/2016


              Estreno: 2016                                                                   Género: Drama de época
              Cadena: ITV                                                                      Episodios: 10
              Duración por episodio: 45' aprox.                                  País: Reino Unido



¿De qué va?:


     Las cuentas de Selfridges no son las que solían ser debido a algunos errores en la gestión de los almacenes por parte del propietario. Cuando él y su equipo buscan soluciones, se cruzan en la vida de Harry Selfridge las Dolly Sisters, quienes despiertan en el magnate un magnético y peligroso interés.
 

¿Qué opino yo? (Con destripes de temporadas anteriores):

    Empecé a ver esta temporada cuando se estrenó, a principios de 2016, pero después de seis episodios quise hacer un breve descanso para recuperar las ganas de ver el resto, ya que me estaba resultando soporífera.

    Ese "breve" descanso se ha prolongado durante meses, y bien podríamos haber entrado en 2017 sin que yo terminase la serie, pero he querido hacer un esfuerzo y finiquitar los cuatro capítulos que me quedaban.

    No sé cómo esta producción ha podido degenerar de la manera en que lo ha hecho. Las dos primeras temporadas tenían un nivel altísimo en todos los aspectos. La tercera decayó mucho y la última me ha parecido infumable.

    Los guionistas tenían un final establecido, puesto que la historia de Harry Selfridge es la que es, pero da la impresión de que no sabían muy bien cómo llegar hasta él. El guion hace aguas por todas partes y sus responsables parecen tan perdidos como el propio Harry. La trayectoria amorosa de este a lo largo de las distintas temporadas no justifica plenamente sus acciones en esta, puesto que si bien es cierto que Harry siempre había sido un mujeriego, también lo es que era, ante todo, un hombre de negocios. Había demostrado ser un emprendedor y empresario más que capaz, inteligente y con visión de futuro. Todo eso se esfuma de repente y queda un hombre manipulable por dos escandalosas, ordinarias e insoportables féminas, las Dolly Sisters.

    Es cierto que el verdadero Mr. Selfridge derrochó su dinero con ellas, pero el modo en que se llega a ese punto en la ficción no me parece creíble, sobre todo porque se observa en alguna ocasión que incluso para el protagonista las hermanas son un incordio.

    Pasaré por alto el rubio platino con el que se representa a las Dolly Sisters, que siempre fueron morenas. No sé si los encargados de la caracterización decidieron basarse en la película que se hizo sobre ellas en 1945, donde también aparecían con el cabello de ese color, en lugar de en la vida real. Del mismo modo, no me pondré tiquismiquis con la edad de Harry, que tenía unos sesenta y siete años cuando las conoció, y la caracterización inexacta de Jeremy Piven.



              Las auténticas Dolly Sisters                                                                                            Las Dolly Sisters de la ficción

    Pensé que, a lo mejor, cuando las Dolly Sisters se quitasen de en medio, la calidad anterior volvería de nuevo, pero eso no llega a ser así; sólo se hace más llevadero.

    El problema no es únicamente que las tramas del protagonista me hayan resultado pesadísimas, sino que las del elenco de secundarios, también. Hay personajes muy deslavazados de otros, cada uno va por su lado, y algunos son demasiado insulsos y de
relleno como para desperar interés, como Meryl, la hija mayor de Mr. Grove, y el chico que se encarga de los escaparates, del que no recuerdo ni el nombre.

    Mis personajes favoritos en temporadas anteriores, como Miss Mardle y Kitty, toman ahora decisiones que, para mí, son incomprensibles e indignantes. Esto es especialmente flagrante en el caso de la primera, teniendo en cuenta todo lo que ha vivido desde los inicios y el trato que ha recibido de otros. Sin embargo, en el caso de las dos, me lo veía venir; es muy previsible. Últimamente salen demasiadas series y películas en las que las mujeres parecen obligadas a aguantar y perdonar.

   De la mano de las hermanas antes mencionadas viene un tal Jimmy Dillon, que está tan perdido como Harry y los guionistas. El hombre está ahí sólo para poner zancadillas allá por donde pasa y para darle un poco de vidilla a las aventuras y desventuras amorosas de lady Mae, quien, dicho sea de  paso, habría sido mejor que no volviera, porque su personaje ha perdido toda la chispa que tenía. No es más que una sombra de lo que fue, siempre necesitada de un hombre alrededor, y su nuevo rol chirría. Está completamente desubicada y desdibujada. Creo, incluso, que Katherine Kelly es la actriz a la que le sientan peor los nuevos peinados, moda y maquillaje (esto es una percepción muy particular mía).

    A colación de esto último, tengo que decir que todo parece deslucido. No sé si ha sido a propósito el intento de remarcar esta decadencia para hacer aún más visible el ocaso de Mr. Selfridge. En todo caso, no lo veo como un acierto. Es como si la producción tuviese menos presupuesto. El vestuario, la estética, los ambientes y todo en general estaban antes cuidados hasta el más mínimo detalle. Las dos primeras temporadas eran un placer visual. Eso se ha perdido en parte. Los escaparates, que tanto aumentaban el esplendor y la belleza característicos de los primeros episodios, no tienen apenas importancia ya.

    Da la impresión que los propios guionistas se han dado cuenta de esto, ya que en el último episodio nos incluyen unas emotivas escenas de antaño y dos de los personajes que mejor se ven son Henri Leclair y Agnes Towler, responsables antiguamente de las hermosas decoraciones de la tienda.

    Se echa de mucho a ambos, pero fue un acierto que se fueran a tiempo, porque ni ellos podrían salvar esta temporada.


    Por supuesto, la responsabilidad de este empeoramiento no recae en los actores, que siguen metiéndose en la piel de sus personajes tan entregadamente como siempre. Pese a que no me gusta el camino que toma Harry, Jeremy Piven imprime a su personaje la ambigüedad que necesita para reflejar el final de su trayectoria, un hombre que se divide entre sucumbir al placer y respetar su negocio. A su lado, los que más destacan en esta ocasión son, para mí, Ron Cook como el siempre fiel Mr. Crabb; Callum Callagham como George Towler, por la integridad y responsabilidad de este; Amanda Abbington como  Miss Mardle, porque aunque no me gusten las decisiones de su personaje, la actriz la interpreta fantásticamente; y Greg Austin como un Gordon Selfridge que no lo tiene nada fácil.


Puntuación: 1'5 (sobre 5)

Lectura conjunta. ¿Quién se anima?

17/11/2016   

     ¡Hola de nuevo a todos! No creáis que he desaparecido de la blogosfera. Simplemente me lo estoy tomando con más calma, porque tengo muchas otras cosas que hacer, pero ya veis que aquí sigo.

    Hoy traigo una entrada diferente de lo que he hecho hasta ahora.


    Bueno, tranquilos, que tampoco es tan diferente. Esto es un blog cultural y lo seguirá siendo, aunque de vez en cuando varíe para que no se convierta en un mero cúmulo de reseñas.


    Vaaale, no me enrollo más. Lo que quiero anunciar es la primera lectura conjunta que hago con otro bloguero. Resulta que Rocío de Cerca de Shibuya y yo descubrimos que las dos tenemos pendiente desde hace tiempo un libro y siempre se nos colaba otro que nos hacía retrasar su lectura. ¿Queréis saber cuál es? Mirad la fotito:


     ¿Qué os parece?
 

    Sí, sí, con las buenísimas opiniones que hay de este libro por todas partes es para entusiasmarse. Además, no digáis que no es perfecto para el mes de diciembre. Aunque puede que quede alguien que no conozca esta novela de Wilkie Collins.


    Calma, que no cunda el pánico, no pasa nada. Para eso estamos aquí, para conocer más libros. Esta es la sinopsis que figura en mi edición:


    Walter Hartright se traslada a Limmeridge para dar clases de dibujo a Laura, una joven y rica heredera, sobrina del barón Frederick Fairlie. Poco antes de irse, tropieza con una misteriosa dama vestida de blanco que le habla de Limmeridge y de su propietaria fallecida, la señora Fairlie. Desde el principio, Walter siente una gran atracción por Laura, quien está prometida con sir Percival Glyde, que sólo busca arrebatarle su herencia, pero se interpone en su camino la misteriosa dama de blanco.


    Pinta muy bien, ¿verdad? Seguro que cuando lo estemos leyendo, nos pueden las ganas de comentar, y para ello vamos a usar Twitter, escribiendo el hashtag #LCLaDamaDeBlanco. 

    No hay normas. Es lectura libre durante todo el mes de diciembre, así que podemos ir a nuestro ritmo sin problemas. Lo único que pedimos es poner el número del capítulo antes de comentar para no destripar nada a quien vaya más atrasado.

    Por supuesto, estáis invitados a participar si os interesa, tanto si lo leéis por primera vez como si es una relectura. Cuantos más seamos, mejor. ¿Os apetece? Vamos, no os cortéis, apuntaos a la fiesta, que seguro que esta novela da mucho de sí.

The musketeers (Temporada 1)

16/11/2016

                    
                    Estreno: 2014                                          Género: Aventuras
                    País: Reino Unido                                 Episodios: 10
                    Cadena: BBC                                           Duración por episodio: 52' aprox.


¿De qué va?:

    Tras el asesinato de su padre, D'Artagnan se propone buscar a los culpables. Unas falsas pistas lo llevan hasta tres de los mosqueteros del rey Luis XIII: Athos, Aramis y Porthos. Tras resolver sus desavenencias, los cuatro jóvenes se unen para proteger al monarca, quien cuenta en su corte con poderosos e insospechados enemigos.
 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Ya he comentado antes en este blog que soy fan de los mosqueteros de Dumas y Maquet, pero ninguna adaptación cinematográfica o televisiva me convencía. Cuando llegó esta producción de la BBC, empecé a verla y el primer capítulo me encantó. Me pareció que por fin la novela tendría la adaptación que se merecía. Sin embargo, el segundo capítulo perdió calidad, el tercero fue muy bueno, el cuarto volvió a decaer y el quinto me pareció soporífero. Conclusión, abandoné.


    Ahora, años después, me han convencido de que precisamente tras ese episodio es cuando empieza a mejorar, así que le he dado otra oportunidad y esta vez he terminado la temporada. Los cinco primeros episodios me han causado más o menos la misma sensación. El resto, sin que hayan convertido esta serie en una versión inolvidable, me han resultado bastante amenos.

Al final se les acaba cogiendo cariño a estos encantadores pendencieros. Me he quedado enganchada a sus aventuras más por el carisma de los personajes que por la historia. Hay que tener en cuenta que los capítulos son autoconclusivos, exceptuando, si no recuerdo mal, los dos últimos, y eso no ayuda a que, tras ver uno, nos mantengamos ansiosos por ver el siguiente. Sin embargo, tenemos duelos, escaramuzas, intrigas cortesanas, pasados dolorosos, amores prohibidos, juego sucio, honestidad, etcétera. Todo ello proporciona un resultado final muy entretenido. Con todo, el argumento es totalmente libre y poco tiene que ver con la novela francesa.

   Además, los encargados de elegir el reparto han tenido un acierto pleno con Athos y Aramis. Tom Burke y Santiago Cabrera parecen hechos para encarnar a estos personajes. El primero conforma a un Athos serio, taciturno, inteligente y aparentemente calmo, a pesar de su agitado interior. La impresión que me da es que ese conjunto de rasgos lo convierten en el mosquetero más respetado por sus compañeros, aquel en cuyas estrategias más confían. Por su parte, Aramis es un conquistador nato, amante no sólo de las mujeres, sino también de las chanzas.

Luke Pasqualino no es exactamente como yo imaginaba a D’Artagnan, pero se ha metido tan bien en el papel de ese gascón temerario y bravucón que me ha acabado conquistando. Además, su D’Artagnan está perfectamente integrado en el equipo formado por los otros tres, como debe ser.


    En cambio, Porthos, encarnado por Howard Charles, es quien menos me ha gustado. No es en absoluto como lo había compuesto en mi cabeza a la hora de leer la obra y es, para mí, el más insulso de los cuatro.

    También ha sido decepcionante esta Milady de Winter, interpretada por Maimie McCoy. No es la bella, fascinante y misteriosa mujer que cabría esperar. A mi parecer no posee ninguna de esas tres cualidades y no me la creo en ningún momento como ese ser peligrosamente seductor, con cara angelical y alma diabólica, que debe ser. Es uno de los puntos más débiles de The musketeers.

    Quien sí me ha gustado mucho ha sido Constance. Esta vez creo que han mejorado al personaje original. A pesar de que me da la impresión de que Tamla Kari va empeorando su actuación conforme va avanzando la temporada y pasa a tener siempre una cara constreñida, Constance en sí es una mujer fuerte y valerosa, atrapada por las circunstancias en una vida que no era para ella, pero que soporta estoicamente. Más de una vez ayuda a nuestros héroes y les saca las castañas del fuego, aunque, como es lógico, eso la meta en algunos apuros. 


    Ahora bien, mi favorito es Ryan Gage como Luis XIII. Gage nos da un rey muy expresivo, con muchas facetas: voluble, manipulable, orgulloso a la par que débil, burlón, sentimental a veces…

   La estética, aunque es bastante correcta, a veces llega a rozar lo steampunk; no hay más que ver, por ejemplo, el vestuario de María de Médici. Por otra parte, es de esas series de aventuras en que no hay que creerse los aspectos históricos al cien por cien y en que el bueno es capaz de vencer a diez malos, además de que nunca le alcanzan los disparos.

    Si sois puristas de la obra de Dumas y Maquet, es probable que no os satisfaga, pero si sois fans de los mosqueteros y sólo buscáis algo de entretenimiento, sin ser más exigentes de la cuenta, esta serie es una buena opción. 

Puntuación: 3'5 (sobre 5)

Yo confieso

16/10/2016

  
                  Título original: I confess                                  Año de estreno: 1953
                  Duración: 95' aprox.                                        Género: Intriga, drama
                  Productora: Warner Bros. Picture                País: EE.UU.


¿De qué va?:

     Otto Keller es un refugiado alemán que vive en Quebec junto con su esposa. Desesperado por conseguir dinero, mata al abogado para el que trabaja, Villette, pero angustiado por su crimen, decide confesárselo al sacerdote católico Michael Logan. Pese a la gravedad del asunto, este se ve obligado a guardar silencio por el secreto de confesión. Sin embargo, las investigaciones conducen a la policía hasta la parroquia del padre Logan y a una mujer, Ruth.
                                     

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    El cine merece la consideración de séptimo arte por películas como esta, en la que todos los elementos constituyen un engranaje perfecto que deja al espectador pegado al sillón. Esto es cine con mayúsculas, una cinta reflexiva, intrigante y compleja que reduce a buena parte del cine actual, con sus millones y sus efectos especiales, a la altura del betún.

   Hitchcock teje un tapiz de elementos extremos que ponen a prueba los límites del alma humana. Construye un filme más psicológico e introspectivo que policíaco, pero lo hace de forma que el espectador se mantenga siempre alerta. El asunto perturbador sobre el que se sostiene la trama sucede al principio; desde las primeras escenas sabemos quién cometió el crimen, cómo y por qué. No caminamos de la mano de la policía tratando de resolver el asesinato, sino que acompañamos al padre Logan en su difícil posición, observamos su conflicto interior, su fuerza de voluntad, sus dudas y su miedo. Es a él a quien realmente vamos conociendo a lo largo del metraje y continuamente nos preguntamos si el desarrollo de los acontecimientos lo empujará a romper el secreto de confesión al que está obligado. Es un personaje que lucha silenciosamente contra lo que le sucede, pero también, y sobre todo, consigo mismo.

    Creo que no podrían haber elegido a un actor más adecuado para el papel de Michael
Logan que Montgomery Clift. Su personaje no tiene grandes frases ni las necesita para ser lo redondo que es. Todo lo que experimenta lo vive para sí y se nos transmite de forma excelente por parte de Clift a través de los silencios, los gestos, las miradas e, incluso, el tono. En los labios del padre Logan una simple palabra como un “sí” o un “no” significan mucho más por lo que implica el tono con que la pronuncia.

   Pocos actores aguantan unos primeros planos tan significativos como los que protagoniza Clift aquí, planos gracias a los cuales podemos leer sin tapujos en sus ojos las emociones más profundas del personaje. Esto sólo lo he sentido con Audrey Hepburn y Gregory Peck en el final de Vacaciones en Roma y con Charles Boyer en el larguísimo primer plano del final de Tú y yo (1939). 



    El mismo mérito o más tiene Montgomery Clift, ya que no sólo logra desvelar sus sentimientos a través de la mirada, sino que alterna esa transparencia con ocasiones en las que nos resulta tan hermético como a la propia Alma, esposa del asesino. Precisamente eso es lo que hace impredecible qué resolución va a tomar.

    No sólo gira en torno a eso la parte de intriga del filme, sino que también es trascendental el cariz que toma la investigación policial. Las consecuencias para el sacerdote van “in crescendo”, como la intensidad de la trama por su comportamiento ante las mismas y la implicación de una mujer, Ruth. Y en el mismo nivel de sufrimiento que los protagonistas estamos nosotros o por lo menos yo, que me mordía las uñas (figuradamente) esperando lo peor. 


 

    Es cierto que, en parte, la película muestra una vez más la lucha entre el bien y el mal, pero lo peculiar es que es más una batalla interna, la del padre Logan, y que no siempre es fácil discernir qué es lo que está bien. Esa complejidad y esos claroscuros de la personalidad, se sea sacerdote o cualquier otra cosa, dan como resultado una producción redonda e intensa que no nos permite desviar la atención de lo que sucede ni, mucho menos, caer en el tedio.

    A pesar de la importancia de las exigentes normas del sacerdocio católico, el filme no recrea prácticas eclesiásticas que puedan ralentizar la acción, de manera que, sorprendentemente, ni siquiera vemos rezar al padre Logan para buscar auxilio en Dios. Como dije antes, todo su desarrollo como personaje es interno. No obstante, sí se aprecia un claro simbolismo en distintos momentos, pues Michael carga su propia cruz.



   «Yo elegí ser lo que soy y creo en lo que soy».


    Ruth, a quien da vida Anne Baxter, nos permite seguir ahondando en su historia y da pie a otro tipo de crimen condenado por la religión católica. De este modo, todos los matices de la cinta se condensan principalmente en tres puntos: la condena eclesiástica, la social y la individual. Sin embargo, la misma división tripartita se puede establecer en torno a otro punto crucial: el del perdón. 



    Anne Baxter no es la actriz más conocida de su generación, pero obtuvo papeles importantes en grandes películas, como Los diez mandamientos y Eva al desnudo, y supo adaptarse a todos. Tampoco en esta ocasión decepciona interpretando a una mujer que ama a quien no se le permite y que saca fuerzas en la adversidad. También es alguien que lleva su carga a cuestas.

    Hacia el final hay un par de cuestiones previsibles, pero no sucede así con el resto, que provoca sorpresa y consternación, entre otras impresiones que no desvelaré para no dar pistas sobre cómo acaba. Como curiosidad, Hitchcock quería otro desenlace, pero, por fortuna, el estudio no lo permitió. De no haber sido así, nos habríamos perdido dos escenas con una enorme tensión dramática y que, para mí, contribuyen a que la película sea tan magnífica como es.

    Al director le gustan los primeros planos, especialmente de su protagonista y del asesino
confeso, cuya evolución psicológica también es llamativa.

    Toda la tensión de los sucesos que transcurren en tiempo presente se completa con la de las escenas retrospectivas, en las que conocemos cómo Michael y Ruth llegaron a ser lo que son. Esos momentos del pasado no son continuos y no rompen el ritmo de la película, sino que contribuyen debidamente a completar el puzle. La música de Dimitri Tiomkin favorece la atmósfera de suspense y drama.

    No sé por qué este título se considera una obra menor de Hitchcock. Ojalá todas las obras menores fueran como esta. Por mi parte, tengo que recomendarla para todo aquel que aprecie el buen cine.


Puntuación: 4'5 (sobre 5)

The Musketeers (Temporada 2)

09/10/2016

   
                    Estreno: 2015                                          Género: Aventuras
                    País: Reino Unido                                 Episodios: 10
                    Cadena: BBC                                           Duración por episodio: 55' aprox.



¿De qué va?:

     Tras el ingreso de D'Artagnan en el cuerpo de los mosqueteros del rey, un inesperado visitante, Rochefort, llega a la corte. Poco a poco, este enigmático personaje logra ganarse el favor real, pero lo que esconde pondrá a nuestros conocidos en situaciones tan peligrosas como comprometidas, especialmente cuando algunos secretos salen a la luz.


¿Qué opino yo? (Con destripes de la primera temporada):

     Tras ver esta temporada puedo afirmar con total rotundidad que cualquier parecido con la obra original  de Dumas y Maquet es pura coincidencia. Eso no es necesariamente malo, aunque en algunos aspectos que desgranaré más adelante habría preferido mayor apego al texto.

     Me ha sucedido algo parecido a lo que viví con la primera temporada, que me costó engancharme. Esta vez eso se ha debido a la calidad irregular de los distintos episodios. Los cinco primeros se me hicieron muy cuesta arriba, aburridos y con fallos garrafales de guion. No es creíble, por ejemplo, que desaparezca el rey de Francia  y sólo lo busquen tres mosqueteros. En cambio, los cinco últimos capítulos remontan y es en ellos donde las diferentes tramas alcanzan mayor intensidad.

     El  malo de esta temporada, Rochefort, da bastante asco. Parece que eso es lo que pretendían los guionistas, así que es un punto positivo que se lleva esta producción. Desde luego, no es el Rochefort de las novelas, pero es un villano que está a la altura de lo que podríamos esperar. Sus intrigas, ambiciones y anhelos ocultos ponen la carne de gallina más de una vez. Sin duda, como personaje no tiene nada que envidiar a Milady de Winter, aunque los cambios televisivos que experimenta esta dama no me han convencido.

   El caso de Milady es uno de esos a los que me refería cuando hablaba de preferir mayor fidelidad. Me quedo con la del libro. Me da la impresión de que en la serie, después de todo el mal que hace, se nos quiere presentar como una víctima que ha actuado según lo que le exigían las circunstancias, como alguien que puede redimirse. Creo que se apela a la sensibilidad del telespectador para que apoyemos una historia de amor que, para mí, no tiene sentido. Y no, no me gusta esta manipulación, este intento de buscar nuestra empatía para con ella, sobre todo teniendo en cuenta cierto asuntillo en la corte real que llega demasiado lejos. Y tampoco me gusta lo que eso conlleva para Athos, quien pierde parte de su carisma para transformarse en un alma en pena. Esto logra que sea Aramis quien le arrebate el testigo para convertirse en el mosquetero más encantador.

 

   Los conflictos de Aramis me parecen mejor plasmados y los sucesos que se iniciaron anteriormente alcanzan ahora su punto álgido. Aunque Athos continúa siendo el protagonista con mayores pugnas internas y el más atormentado, son los actos de Aramis los que provocan las consecuencias más importantes en el conjunto de la trama, especialmente porque Rochefort interviene de forma inesperada.

    Por otro lado, considero un acierto la profundización en los orígenes de Porthos. Sigue siendo quien menos me gusta de los cuatro, pero los guionistas han logrado dotarlo de más complejidad de la que tenía en la primera temporada. Los secretos sobre sus progenitores y la implicación de Tréville en ellos suponen el otro punto fuerte de esta tanda de episodios.

    De D'Artagnan no hay mucho que decir, ya que sigue, más o menos, como lo conocimos en la temporada anterior. No obstante, la relación entre los cuatro sigue afianzándose, de manera que, como espectadores, asistimos a la consolidación de esa amistad que tanto me gusta, a pesar de que ciertos asuntos personales los pongan a prueba. Ahora incluso deben permanecer más unidos por la situación a la que se ven expuestos tras algo que sucede con Tréville.

    Como ya comenté en la reseña de la temporada anterior, Ryan Gage como Luis XIII está perfecto, aunque ahora se encuentre más caprichoso, manipulable y vulnerable que nunca. Sin embargo, Alexandra Dowling como Ana de Austria no da la talla. En estos capítulos, el personaje se encuentra en una posición verdaderamente difícil y la actriz no me ha transmitido por completo la amalgama de emociones que se supone que la reina debe sentir.


     También ha sido decepcionante la evolución de Constance, que antes fue uno de mis personajes preferidos. Desgraciadamente parece haber perdido, en parte, la fuerza, la firmeza y el carácter resolutorio que poseía. Se acerca más a la típica chica en apuros, víctima de un amor imposible. No sé para qué la enseñó a luchar D'Artagnan si no es capaz de aplicar esos conocimientos en toda la temporada, a pesar de tener ocasiones. A veces se atisba algo de la antigua Constance, pero no es ni una sombra de lo que fue. Tan sólo en el último episodio parece recuperarse un poco, pero tarde y de manera insuficiente. De todas formas, su relación con D'Artagnan me sigue atrapando y me ha mantenido en vilo.


     La factura técnica no de es de lo mejor de la BBC, pero, aun así, está por encima de otros productos televisivos. Es difícil que a esta compañía le salga algo realmente malo. Hay escenarios impresionantes y otros que lo son menos. El vestuario y la caracterización siguen en la misma línea que ya conocíamos.

     No hay que engañarse, no es la mejor producción de la BBC, pero aunque empiece floja, siempre acaba remontando y resulta muy entretenida. Además, a estas alturas ya no puedo esconder la debilidad que siento por los mosqueteros. De una forma u otra, siempre acabo volviendo a ellos. Si os pasa lo mismo, esta serie es buena opción y no os dará grandes disgustos


Puntuación: 3 (sobre 5)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...