Laura

26/11/2015


                Título original: Laura                                                País: EE. UU.
                Género: Intriga                                                          Productora: 20th Century Fox
                Año de estreno: 1944                                                Duración: 88' aprox.




¿De qué va?: 

     Laura Hunt, una joven elegante, exitosa y atractiva, ha sido asesinada en su apartamento. Mark McPherson debe desenmascarar al culpable y para ello comienza a investigar e interrogar a los allegados de la muchacha. Sin embargo, conforme avanza la investigación va descubriendo aspectos sobre Laura que lo llevan a desarrollar sentimientos inesperados.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Supongo que pocos aficionados al buen cine quedarán sin haber visto esta magnífica obra de Otto Preminger, pero si todavía hay alguna persona que no la haya disfrutado, le recomiendo que no tarde en hacerlo.

     Laura es misterio, es obsesión, es sugestión... Igual que sucedía en la grandísima Rebeca de Hitchcock, un nombre de mujer lo envuelve todo. La cinta gira en torno a Laura, y la omnipresencia de esta es absoluta a pesar de su ausencia.  La fuerza de los diálogos está patente a lo largo de todo el metraje: los sarcasmos, los dobles sentidos, las amenazas y confesiones veladas forman parte de un guion soberbio. Son cuatro los personajes que cargan con todo su peso, ellos construyen la historia a través de esos parlamentos que a veces insinúan más que dicen.


     La primera mitad del filme es casi onírica; se reconstruye el personaje de Laura mediante flashbacks, a través de las palabras de quienes la conocieron y, tanto los espectadores como McPherson, empezamos a sentirla como si estuviera viva y su presencia fuera poderosa, aunque seamos conscientes de que esa visión no es más que un sueño, pero un sueño muy real. Todo forma parte de un juego de sugestión: el aire misterioso de Laura es más interesante que la propia Laura, pero se nos sugestiona, se nos convence de que era una mujer única, tanto que, estando muerta, es capaz de enamorar a un hombre que no la ha visto jamás.


     «Lleve cuidado, McPherson, o acabará en un sanatorio mental. Con seguridad será el primer paciente enamorado de un cadáver».


     La fotografía reafirma la solidez del guion. Todos los planos están perfectamente diseñados: los personajes hablan, dicen algo que queda reforzado por la escena que se presenta. Revelador en ese sentido es el momento en que McPherson, atrapado ya por Laura, observa absorto su retrato. Incluso los objetos tienen su función. Todo está donde debe estar: un cuadro, un reloj, un jarrón, una botella… Hasta ellos contribuyen a hilvanar la historia.


     La segunda mitad es más terrenal; se nos devuelve al mundo real, ese en el que se ha cometido un asesinato que hay que resolver. Todos son sospechosos, todos tienen sus motivos para hacerlo, motivos que ya conocemos gracias a lo que se nos ha ido exponiendo. El análisis psicológico sigue presente y las cartas van poniéndose sobre la mesa: la posesión enfermiza, el despecho, el amor o los celos pueden llevar a alguien a la locura. El nombre de ese alguien es lo que debe averiguar McPherson.


     «La gente siempre está dispuesta a desacreditar al prójimo, pero nunca a tenderle una mano».


     Clifton Webb, quien da vida a Waldo Lydecker, está sublime en su papel. Sarcástico, cínico y culto, es el responsable de encumbrar a Laura en su éxito. Ella es, para él, su producto, su criatura, más que su amiga. El actor estuvo nominado al Oscar por esta interpretación. No lo ganó, aunque se lo merecía.

     Dana Andrews es Mark McPherson, el detective encargado del caso. Andrews no es el mejor actor de su generación, pero a mí me encanta desde que lo vi en Los mejores años de nuestra vida. En esta película se mete en la piel de un policía casi impasible que, a pesar de su hermetismo y aparente insensibilidad, se va sintiendo cada vez más fascinado por Laura, una Laura que él crea en su mente con los retazos de lo que ve y oye sobre ella. Es muy significativo cuando, en la habitación de la muchacha, toca sus vestidos y huele su perfume para saber cómo vestía y olía, devolviéndola así a la vida en su fantasía.


     Vincent Price es Shelby Carpenter, el prometido de Laura. En él hay una confusa ambigüedad que lo señala como posible asesino. Es muy destacable su rivalidad con Waldo y las chispas que saltan cada vez que están juntos, lo que se refleja en ingeniosos diálogos.
    
     Estos son los tres hombres enamorados de un modo u otro de Laura, interpretada por Gene Tierney. Sobre ella prefiero no decir nada y que descubráis vosotros mismos si merecía esa idealización.

  Por último, quiero mencionar también a Judith Anderson, la otra conexión de esta producción con Rebeca. Seguro que todos los que han visto ese filme recuerdan a la señora Danvers.

     No deja de ser llamativo que una película con tan pocos actores y escenarios tenga la calidad que tiene Laura. No estaría mal que el cine de hoy echara una mirada al pasado de vez en cuando.


Puntuación: 4'5 (sobre 5)

La española inglesa (película de 2015)

14/11/2015


                 Título original: La española inglesa                                País: España
                 Género: Romance. Aventuras                                          Productora: TVE  
                   Año de estreno: 2015                                                              Duración: 109' aprox.



¿De qué va?:

      En el año 1596, una flota inglesa enviada por la reina Isabel I llega hasta Cádiz para atacarla y saquearla. En medio de la contienda, Clotaldo (José María Blanco), capitán inglés, ve a una niña española, Isabel (Macarena García), inmovilizada por el pánico y decide llevársela como botín de guerra. No obstante, una vez en Londres, Isabel es tratada como una hija por Clotaldo y su esposa. Crece con ellos y con el hijo de ambos, Ricardo (Carles Francino), que cada vez se siente más atraído por los encantos de la muchacha. Ya hombre y mujer, Ricardo e Isabel se confiesan su amor, pero quiere el destino enviarles una serie de obstáculos para que no puedan estar juntos.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Televisión Española ha emprendido una cruzada en pro de la cultura, y por muchos defectos que tenga la cadena pública, no podemos dejar de aplaudirle por este empeño tan inusual en las emisoras de este país.

     No sé cuánto durará esta racha de ficciones que entretienen a la vez que culturizan, pero ojalá esto sea sólo un punto de partida y, poco a poco, se convierta en algo habitual. Ya hemos tenido Isabel, Carlos, Rey Emperador y El Ministerio del Tiempo. A ellas se suma la adaptación de una obra escasamente conocida de Cervantes, La española inglesa. El llamado Manco de Lepanto compuso sus Novelas ejemplares con narraciones de dos tipos: las realistas y las idealistas. El título en el que se basa la película que hoy reseño se incluye en el segundo grupo. Por tanto, La española inglesa es un cuento, un bonito cuento con una enamorada bellísima y virtuosa y un enamorado varonil, noble y valiente.


  -No conseguirán curarme con sus estúpidos remedios.
     -¿Cómo lo sabes?
    -Porque muero de amor, Isabel... Muero de amor por ti.


     En el mundo de hoy somos cada vez más cínicos y menos soñadores. Esto nos está conduciendo a que disfrutemos menos con las historias de amor y los relatos felices, porque en nuestra decepción con la vida vemos cursilería donde dos personas se quieren e irrealidad donde dos enamorados permanecen juntos, fieles y a gusto el uno con el otro. Si alguien está en este grupo de gente que he descrito, no le recomiendo esta producción, pues es muy posible que la considere ñoña e insípida, ya que es una historia romántica de esas en las que los sentimientos son puros y los protagonistas, sin tacha. Como he dicho, es un cuento, y como tal hay que saborearlo.


   Por mi parte, me lo he pasado muy bien descubriendo las vicisitudes de Isabel y Ricardo. No había leído el texto de Cervantes porque en la facultad sólo tuve como lectura obligatoria las novelas realistas, así que mi primer acercamiento a La española inglesa ha sido a través de esta película.
    
   No negaré que el principio es bastante lento y que a la acción le cuesta arrancar, pero después los acontecimientos van ganando intensidad y el interés suscitado va en aumento.


   «Si no estamos juntos en esta vida, estaremos en la otra».


     Los personajes no son profundos ni complejos y el motor que mueve las vidas de Isabel y Ricardo es el afecto que sienten el uno por el otro. No hay para ellos mayor preocupación que la de no poder estar juntos, pero precisamente es la fuerza de ese deseo ferviente lo que traspasa la pantalla y llega al espectador. Todo el que tenga corazón se volverá partícipe de este anhelo y querrá permanecer atento hasta el final, pues aunque a algunas personas les pueda parecer previsible, la emoción no está en qué pasa, sino en cómo sucede.


     Del reparto quien más flojea es precisamente la protagonista. Macarena García no imprime fuerza a su personaje, dando un resultado más bien flojo. Mejora en los silencios y decae en los diálogos, aunque estos son muy escasos en su caso. Carles Francino me resulta más creíble. En su caso sí veo un sufrimiento real más a menudo.

     Siendo más fieles al texto de Cervantes que a la historia, los guionistas han decidido construir una Isabel I de Inglaterra benevolente y comprensiva. En su piel se mete, como ella sabe hacerlo, Lola Herrera.

    Además, hay un narrador de lujo: Miguel Rellán interpreta nada menos que al mismísimo Cervantes, quien lee la historia a unos editores que dudan de que el texto esté a la altura de su Quijote.

    Visualmente, la película es muy agradable. Bonito vestuario, quizá excesivamente pulcro, bonitos escenarios y ambientes y una fotografía preciosa. También la música es muy acertada para las escenas que vemos. La forma de hablar, por supuesto, está modernizada, pero es una manera de llevar los clásicos a un público más amplio, consumidor de otro tipo de producciones.


     Es mejorable, claro, pero es una cinta muy digna y un intento loable de promover nuestra cultura. También pone de relieve virtudes cada vez más escasas, como el amor sincero, la honestidad, la fidelidad, la lealtad y la confianza sin reservas.


Puntuación: 3 (sobre 5)

Esnobs

07/11/2015
     Julian Fellowes, conocido guionista, productor y director de cine, se animó a probar con la literatura cuando en 2004 publicó esta novela, Esnobs. A España nos llegó en 2005 de la mano de la editorial Suma de Letras. La última edición a la venta en nuestro país consta de 355 páginas y cuesta 5'95 euros.

¿De qué va?:

     Edith Lavery es guapa, lista y divertida. Para ascender en la escala social sólo tiene en su contra ser hija de un contable y de una ambiciosa ama de casa. Sin embargo, tendrá una oportunidad cuando conozca a Charles, conde de Broughton y heredero del marqués de Uckfield, uno de los mejores partidos según la prensa sensacionalista inglesa.

     Charles, que esconde un gran corazón tras su apariencia de aristócrata convencional algo patoso, cae fulminado de amor y, pese a la indignación de su familia, le hace una propuesta de matrimonio. Edith la acepta, pero ¿está realmente enamorada  de él o sólo le atraen su título, su posición y todos los privilegios que conllevan? (Sinopsis de la editorial).


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Conocía a Julian Fellowes por su faceta como guionista, pero hasta ahora no había comprobado qué tal se le da escribir novelas. Para mi pesar, este primer encuentro ha sido bastante decepcionante.

     Su trabajo en el mundo del cine y la televisión es, para mi gusto, irregular. No hay más que comparar las dos primeras temporadas de Downton Abbey con las siguientes. Si echo la vista atrás y recuerdo la hermosísima película La reina Victoria, veo inconcebible que su guion y este libro hayan salido de la misma cabeza.

     Como muchas veces hago (aunque no siempre debiera), leí algunas opiniones sobre esta obra antes de embarcarme en su lectura. La verdad sea dicha, todas eran positivas. Aunque no consideraran este título una obra maestra, muchos lectores garantizaban diversión. Eso es lo último que yo he encontrado, porque me he aburrido soberanamente.
    
     Es cierto que hay una crítica, nada disimulada, a la clase alta inglesa y a aquellos a los que no les importa arrastrarse para acceder a un mundo que les está vetado. Sin embargo, el argumento es mediocre, así como su desarrollo. La trama es tan insulsa que únicamente gira en torno a los caprichos de Edith, una trepa egoísta, vaga, antojadiza y voluble. Para rellenar un poco, el narrador de la mayor parte de la historia, un actor conocido de Edith, nos cuenta de vez en cuando alguna anécdota suya, aunque nos asegure (falsamente) que no se va a detener en detallar su vida porque a nadie le importa (y qué razón tiene). También nos “entretiene” de vez en cuando con cotilleos de gente que conocemos de pasada (o ni eso) y que difícilmente pueden llegar a interesar y con descripciones de las continuas reuniones soporíferas de estos esnobs.


     «Los ingleses de cualquier clase, que quede claro, son adictos a la exclusividad. Mete a tres ingleses en una habitación y se inventarán una regla para impedir que se les añada un cuarto».


     Bien, pues como decía, Edith es el centro de la historia. Su ascenso en la escala social, su hartura posterior (a la que se suma la mía) y todo lo que eso desencadena constituyen el único tema. Simple, muy simple, además de extremadamente previsible.


     Los secundarios también pueden medirse en una escala de personajes odiosos en la que todos compiten por superarse. Quizá el que menos es el incauto embaucado por Edith, al que otros consideran, no sin motivo, tremendamente insípido. En su defensa diré que quienes lo comentan no son mucho mejores que él.


     «Podría decirse que uno de los ingredientes más importantes en la supervivencia de muchos matrimonios es que cada cónyuge ayude a mantener vivos los sueños del otro».


     La crítica de The Times que aparece en la contraportada expone sin pudor alguno que es “tremendamente irresistible”. Yo especificaría que lo tremendamente irresistible es la tentación que me entró de abandonarlo a los pocos capítulos. Hice de tripas corazón para seguir, y sólo porque es un libro relativamente corto. Digo relativamente porque se me ha hecho tan largo que he estado un mes con él.

     Tampoco observo la brillantez que se atribuye a la sátira que el autor hace de la aristocracia. Más bien se limita a retratar personajes y situaciones estereotipados, sin cortarse ni un pelo a la hora de generalizar. Desde luego, no conozco el mundo de los aristócratas ingleses, pero debo suponer que hay mucho más que lo que expone Fellowes. En mi opinión, abusa demasiado fácilmente de los tópicos, se burla de ellos, aunque, según creo yo, sin gracia.


     No ayuda tampoco que la edición en español incluya faltas ortográficas, leísmos y algún laísmo.

     No diré que no recomiende este libro, porque sé que hay muchos lectores que lo han disfrutado, pero personalmente me lo pensaré mucho antes de darle otra oportunidad a Fellowes. Por cierto, si alguien quiere leerlo, que no espere una novela de época, puesto que la trama transcurre en los últimos años del siglo XX.

     Por último, hay que tener una cosa muy clara: para empezar a pasarlo bien con este título hay que ser un fan incondicional del mundo inglés.

 
Puntuación: 1'5 (sobre 5)
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