El honor del samurái

28/05/2014

     El honor del samurái es la primera novela de Takashi Matsuoka. Vio la luz en el año 2002. En España se encuentra publicada por Zeta Bolsillo y está a la venta por 10 euros. Consta de 522 páginas. Tiene una continuación titulada El puente de otoño.

¿De qué va?: 

     En 1861 Japón se ha visto forzado a abrir las puertas a Occidente, con el consecuente choque entre ambas culturas. En el puerto de Edo se reúnen barcos extranjeros en busca de oportunidades en esas tierras; uno de ellos transporta a un grupo de americanos cuyo objetivo es llevar la palabra de Dios al pueblo nipón. Para dos de estos misioneros, sin embargo, el viaje supone algo más: Emily Gibson desea dejar atrás un pasado incómodo; Matthew Stark tiene algo que ocultar. El destino de ambos se cruza con el de Genji, un joven samurái heredero del clan Akaoka. Su amistad con los foráneos despierta el recelo de otros clanes. Ayudado por sus dos nuevos amigos, por sus guerreros y por su amante, la geisha Heiko, defenderá su posición sorteando intrigas y traiciones.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

     Dando una vuelta por una librería que vende libros de ocasión me topé sin pretenderlo con la novela que le sigue a ésta, y sólo costaba cuatro euros. Los que soléis visitar el blog o me veis por las redes sociales sabréis que me encanta la cultura japonesa, así que me llevé el libro sin pensarlo, pero claro, tenía que conseguir el primero. Como allí no lo tenían, no tuve más opción que ir a otra tienda y adquirirlo al precio normal. Después de haberlo leído, puedo decir que estoy más que satisfecha con la compra.

     Lo primero que quiero destacar es que aunque el autor tenga nombre y ascendencia japoneses, en realidad nació en EE.UU.
Su estilo es claramente occidental, y esta obra no tiene nada que ver con el carácter introspectivo y reflexivo y el transcurrir lento de buena parte de la literatura nipona. Aquí   estamos más bien ante todo lo contrario: la novela avanza de una forma rapidísima, no dejan de suceder cosas en cada página, y Matsuoka va directamente al grano, sin detenerse en descripciones frecuentes o extensas. 


«Antes de la destrucción viene el orgullo, y antes de la caída, la arrogancia».


     Además, el peculiar modo en que se dispone la narración impide que tengamos un solo momento de aburrimiento, ya que aquí no es que se dedique un capítulo a cada personaje, sino que dentro de cada capítulo se cambia varias veces de la historia de uno a la historia de otro. Así podemos ver, por ejemplo, dos páginas dedicadas al protagonista principal, Genji, y acto seguido otras dos (a veces más y a veces menos) a cualquier otro.


     Quizás tal como lo estoy explicando pueda dar la sensación de que la novela es un poco caótica, pero no es así en absoluto. Esos cambios dentro de cada capítulo tienen su razón de ser, y poco a poco se va reconstruyendo la vida y pensamientos de cada uno para terminar conectándolo todo a medida que vamos avanzando en la lectura. Además, como los personajes principales no son muchos y dos de ellos tienen nombre americano, todo queda bastante claro y no se produce ningún tipo de confusión, pero, por si acaso, la editorial ha incluido un índice de personajes



 


«Las palabras pueden herir. El silencio puede curar. Saber cuándo hablar y cuándo no hablar constituye la sabiduría de los sabios».


     No es necesario ser aficionado a la cultura japonesa para disfrutar con esta obra, aunque se puede aprender mucho sobre la mentalidad y los modos de vida de las distintas clases sociales del Japón del siglo XIX. Es un libro muy fácil de leer, con un lenguaje muy accesible y un ritmo trepidante. Engancha desde el principio, y tiene muchísimos elementos que hacen que el lector no pueda dejarlo. Mezcla acción, amor, venganza… No es una historia de samuráis, sino una historia con samuráis, y junto a ellos tenemos ninjas, pistoleros del Viejo Oeste, monjes budistas, predicadores cristianos, la policía del shogún… Creedme cuando os digo que la mezcla funciona.



«No tener miedo no es señal de coraje, sino de estupidez. Tener coraje significa conocer el miedo y superarlo».


     Lo que sucede con los personajes me ha parecido curioso, porque ninguno es redondo, no tienen una evolución psicológica marcada y todos son un tanto maniqueos, pero cada uno carga con una historia sólidamente construida que hace que nos interesemos por ellos y queramos saber cómo van a terminar, y al final es inevitable encariñarse o enfadarse con ellos. 



     Genji es un daimyo, un gran señor feudal, pero posee una mente mucho más abierta que el resto de sus compatriotas. No se niega a recibir a extranjeros en sus tierras y trata de comprenderlos, y no sólo eso, sino que se atreve a cuestionar algunas de las tradiciones férreamente asentadas desde hace siglos en un país tan estricto como el suyo. Con todo, es un samurái japonés, y en ocasiones eso le lleva a comportarse de una manera que, desde una perspectiva actual, nos resultará difícilmente comprensible, pero que nos ayudará a conocer la forma de pensar de entonces en aquel lugar.



«Cuando vemos solamente lo que esperamos ver, vemos el contenido de nuestra propia mente y pasamos por alto lo que realmente tenemos ante nuestros ojos».


     Heiko es su amante, una geisha bellísima que guarda algunos ases bajo la manga. No sé si es un error de la traducción que en algunas ocasiones se nos diga que es una geisha y en otras, una cortesana, porque son dos cosas muy distintas y no creo que el autor haya cometido ese fallo. 



     Emily Gibson es una joven misionera cristiana que llega a Japón huyendo de un pasado. Gracias a este personaje el autor ya nos da una primera muestra de la diferencia de culturas: en su país es una mujer muy guapa y sensual, rubia, alta y voluptuosa, pero en Japón es considerada casi deforme, totalmente desproporcionada y espantosa. No se puede decir que sea particularmente inteligente o ingeniosa, pero me ha gustado mucho su personaje porque, a pesar de que la vida se ha portado muy mal con ella,
conserva una inocencia casi infantil y desprende calidez. Y aquí me tengo que morder la lengua para no desvelar nada, pero si alguna romántica como yo se acerca al libro, creo que quedará satisfecha. Hago una aclaración para que no se espanten los antirrománticos: que haya amor no significa que haya cursiladas.

     Por último, destaca Matthew Stark, un pistolero que acompaña a Emily pero que ha viajado al país del Sol Naciente por motivos muy distintos a los de ella. Lo que le ha llevado allí y lo que persigue se va descubriendo poco a poco. 


     El título original es Cloud of sparrows. Si os animáis a leerlo, sabréis por qué.

Puntuación: 4'5 (sobre 5)

¿Qué me pasa, doctor?

20/05/2014


           Título original: What's Up, Doc?                                                  Género: Comedia
           Año de estreno: 1972                                                                       Duración: 90' aprox.
           Productora: Warner Bros. Pictures                                            País: EE.UU.
 


¿De qué va?:

     Howard Bannister (Ryan O'neal) es un musicólogo que acude a San Francisco con su prometida para asistir a una convención de investigadores y ganar un premio que le permita continuar con sus teorías. En su camino conoce a Judy Maxwell (Barbra Streisand), una peculiar joven que se sirve de alocadas argucias para acercarse a él. A las caóticas situaciones a las que da pie la muchacha y en las que se ve envuelto Howard se suma la existencia de cuatro maletas iguales pero con diferente contenido deseado por varias personas, lo que añadirá más confusión.


¿Qué opino yo? (Sin spoilers):

     Quienes sean aficionados al cine clásico y hayan visto La fiera de mi niña observarán en ¿Qué me pasa, doctor? no sólo un argumento parecido, sino también alguna que otra escena similar, y es que la película de la que hoy os hablo intenta rendir un homenaje a aquellas grandes obras del género que se rodaron durante la etapa dorada de Hollywood.

     También hay que tener en cuenta que la cinta se basa en un tipo de humor disparatado que quizás no sea del agrado de todo el mundo, pero quien sea capaz de dejarse llevar se divertirá muchísimo. Yo diría que tiene más de comedia que de romántica aunque no falte el componente amoroso. De todas formas, aunque éste exista, el filme no cae en los tópicos de la comedia romántica tradicional, donde dos personajes se conocen, se enamoran, se produce un enredo y han de solucionarlo. Aquí el enredo se da desde el principio, y propiciado a propósito por el personaje de Barbra Streisand, que es un auténtico terremoto que pone la vida de Howard del revés desde que se conocen.

      El tono hilarante aparece desde el principio y es constante hasta el final. Aunque la primera mitad (un poco más floja) se apoya más en los diálogos, a veces ingeniosos y otras veces algo forzados para provocar la risa, la segunda mitad no da tregua al espectador: unos gags muy acertados comienzan a sucederse y el ritmo se acelera, lo que no quiere decir que antes fuese lento, ya que los enredos y la rapidez de la acción se dan desde el primer minuto. El guion no tiene que recurrir a elementos soeces o de mal gusto como parece que viene siendo habitual en la comedia actual, sino que está desarrollado con mucha inteligencia. 


                         "No proyectes el futuro por la norma del pasado".                                       


     Incluso los propios personajes quedan claramente definidos al instante. En el momento en que todos han aparecido en pantalla ya sabemos cómo es cada uno. Cuando se une gente tan peculiar que tiene métodos curiosos y hasta extravagantes para conseguir lo que quiere ya nos podemos imaginar que la situación se va a liar bien liada. Podemos prever que el enredo es inminente, e incluso algunos de los gags pueden resultarnos familiares por haberse repetido en otras producciones, pero la mayoría de ellos funcionan tan bien y están planteados y plasmados con tanto acierto en el momento en que corresponden que las carcajadas están aseguradas, sobre todo en la segunda mitad.

    Todo el reparto está muy acertado. Ninguno de los personajes es profundo, pero tienen unos rasgos muy marcados que los actores saben adoptar a la perfección. Aunque los protagonistas sean Howard y Judy, la película es imposible sin el resto. 


      Howard es un hombre timorato, olvidadizo y despistado. Todo lo que quiere es poder seguir adelante con su teoría sobre la musicalidad de las rocas ígneas y ganar el premio que le permita hacerlo. El problema surge cuando Judy se fija en él y se le pega como una lapa, alterando su tranquilidad, su proyecto profesional y su relación de pareja. Ella es todo lo que no es él, extrovertida, alocada, con una verborrea impresionante y una capacidad de imaginación desbordante. Tiene, además, un talento nato para para poner el mundo patas arriba.

      Junto a ellos está la prometida de Howard, Eunice (Madeline Kahn), que es irritante hasta decir basta, controladora y gritona, pero ese carácter, el contraste que hace con Howard y las situaciones a las que se ve expuesta por culpa de Judy, aportan más escenas cargadas de humor


      A los momentos cómicos y malentendidos provocados por estos tres se suma todo el lío de las maletas idénticas. Hay cuatro en total (se ve que estaban de moda): una con las rocas ígneas de Howard, otra con la ropa de Judy, una tercera con documentos secretos y una cuarta llena de joyas. Todas ellas están en el mismo hotel en el que se hospedan los personajes, pero las dos últimas son codiciadas por tres personas distintas con diferentes fines. Cuatro maletas iguales, dos muy deseadas y tres personas que tratan de conseguirlas. Ya os podéis imaginar lo que puede salir de ahí.

      Simpático es también el guiño que se hace a Love Story, rodada dos años antes con el mismo actor como protagonista.

    La película es pura diversión, para reírse sin tapujos, y puede verse sin miedo a romanticismos edulcorados. Huid de ella si lo vuestro son exclusivamente los dramones y los conflictos psicológicos.

Puntuación: 3'5 (sobre 5)

Las horas distantes

13/05/2014

     Las horas distantes es la tercera novela de la escritora australiana Kate Morton. Publicada por primera vez en 2010, a España nos llegó de la mano de la editorial Suma de letras en 2012 a un precio de 21 €. Punto de lectura la editó en formato bolsillo en el año 2013, y está a la venta por 10'99 €.
  
¿De qué va?:

     Todo comienza con una carta que llega con medio siglo de retraso a manos de su destinataria, Meredith Baker.
    La misiva, procedente de Milderhurst Castle, le provoca un profundo impacto. Cuando Meredith era una niña, se refugió en ese castillo durante la Segunda Guerra Mundial, acogida por Juniper Blythe, sus hermanas gemelas y Raymond, padre de las muchachas y escritor atormentado del clásico infantil La verdadera historia del Hombre de Barro.
      Edie, la hija de Meredith, intrigada por la reacción de su madre al ver la carta, decide viajar al ya ruinoso castillo, donde todavía viven las ancianas hermanas. Sin embargo, hay otros secretos escondidos entre sus muros, y Edie está a punto de averiguar algo más de lo que esperaba.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Antes de empezar la lectura de este libro iba sobre aviso por la cantidad de críticas negativas que había visto, pero como me gusta juzgar por mí misma, no quise descartarlo. Además, de todos las obras de Kate Morton, el argumento de ésta era el que más me llamaba la atención, y es que si hay un castillo que oculta un misterio, para mí ya gana puntos.

     En honor a la verdad, las tres cuartas partes me hicieron disfrutar mucho. Me metí de lleno en la historia y me sentí como si acompañara a Edie en su recorrido por Milderhurst Castle y oyera al mismo tiempo que ella el susurro de las horas distantes. Me intrigó por completo el misterio que rodeaba a las hermanas Blythe y a su padre y cuál podría ser el secreto que Meredith, la madre de Edie, le había estado ocultando durante toda su vida. 



«No podía imaginar por qué alguien querría volver a vivir el pasado cuando le aguardaba el gran misterio del futuro».


     Esto no es lo único que me enganchó, sino también la atmósfera que se describe, el ambiente casi tenebroso del castillo ya en ruinas. Este último es un claro símil del estado de las tres hermanas: conocieron tiempos mejores, pero hay algo oculto en ellos, algo que no debe salir a la luz y que les ha llevado a la situación lamentable del presente. Los cuatro han envejecido juntos y contemplado los mismos sucesos impronunciables. La escritora también nos aporta datos sobre cómo se vivió en Inglaterra la Segunda Guerra Mundial.

     En cuanto a las protagonistas, en general me gustaron. La del presente, Edie, es una mujer muy común. No hay ninguna característica destacable en ella, pero a mí no me ha resultado aburrida. Con todo, está claro que la autora la utiliza como un mero instrumento para desgranarnos la historia del pasado, ya que no tiene una trama particular importante más allá de la relación con su madre.




«Las historias están en todas partes y las personas que esperan el momento ideal para escribir acaban con las páginas vacías».


     Las gemelas, Percy y Saffy, son, para mí, los dos personajes mejor construidos. Ambas tienen un carácter bien definido, con luces y sombras. Cada una de ellas posee puntos fuertes, débiles, sueños propios y su manera de enfrentarse a las adversidades.

     Juniper, la tercera hermana, me parece un esbozo de una interesante idea sin desarrollar. Desde el principio se nos quiere presentar como la más enigmática y 

especial de las tres, una persona que, para bien o para mal, causa una fuerte impresión allá por donde va, pero no creo que esto se consiga por completo. Es un personaje cuya importancia no deriva de sus propias acciones, sino de las circunstancias que se van alineando contra ella y de la genética heredada. Se dan algunos apuntes de su supuesta gran creatividad, de la que realmente no se conoce lo suficiente y que no tiene mayor trascendencia en el resultado final, ni siquiera para poder compararla con su padre (escritor famoso gracias a La verdadera historia del Hombre de Barro), como se pretende hacer en alguna ocasión.

     A pesar de esto, lo que le sucedió a Juniper, el terrible hecho que la dejó en el lamentable estado en que aparece al principio del libro es el gancho inicial que invita a seguir leyendo.

     Los saltos frecuentes entre distintas épocas (la del presente y dos fechas diferentes del pasado) contribuyen a aumentar la curiosidad por saber qué paso realmente, ya que poco a poco van apareciendo piezas nuevas del puzle y hemos de averiguar cómo encajan. La parte narrada por Eddie está en primera persona, por lo que, claro está, lo vemos todo bajo su punto de vista. Cuando vamos al pasado, el narrador pasa a ser omnisciente. 


     El desarrollo del argumento no se me ha hecho lento en ningún momento, ya que las pistas necesarias para entender el final están bien distribuidas a lo largo de los capítulos, y de cada uno de ellos se desprende algo que complica aún más la trama. Además, el modo de narrar de Kate Morton no es complejo. Su léxico y expresión están muy cuidados, pero son cercanos al lector, sin frases recargadas ni cultismos.

     Con todos estos ingredientes, el cóctel resultante debería haberme parecido mejor, pero lamentablemente no ha sido así. A mitad de la novela ya sabía cómo iba a terminar. Sólo hay un aspecto que me ha sorprendido, y es la mano responsable de lo que sucede. Por lo demás, todo está muy claro, y haber leído La casa de Riverton contribuye a ello.

     Otra decepción ha sido lo que Meredith le ocultaba a su hija. Toda una vida de desconfianza, de intentar que Edie no supiera nada por algo que, a mi parecer, es absolutamente nimio y que no tiene ningún peso en la historia principal.

     Es una lástima que estos detalles negativos me hayan estropeado el resto. Lo que me ha quedado claro con esta novela es que Kate Morton ha encontrado una fórmula en la que se siente cómoda y que le funciona comercialmente, por lo que parece que por ahora no piensa moverse de ahí.

    Como conclusión, mi impresión es que, con una primera mitad muy buena, este libro prometía más de lo que da finalmente. La autora se repite, pero el desenlace está muy lejos del impacto que me provocó el de La casa de Riverton.


Puntuación: 2'5 (sobre 5)

Washington Square

06/05/2014

     Esta obra de Henry James fue escrita durante el invierno de 1879-1880. Se publicó por entregas al mismo tiempo en Inglaterra y Estados Unidos. En 1880 en Nueva York y en 1881 en Londres fue recopilada en forma de libro.
     En España son muchas las editoriales que la han traducido. En la actualidad existen diferentes ediciones en las librerías: Alianza (10'90 €), Alba (24 €), Sexto Piso (24 €), Austral (8'95 €), Planeta (21 €) y Eneida (13'50 €) son las más destacadas.

¿De qué va?:

     La acción nos lleva hasta el Nueva York del siglo XIX. Catherine Sloper es una joven tímida y apocada que vive con su padre, el doctor Sloper, quien no consigue observar en ella ninguna cualidad destacable que le haga apreciarla. Con todo, ser la única hija del médico la convierte en la futura heredera de su amplia fortuna.
    Un día, Catherine conoce a Morris Townsend, un atractivo muchacho que parece enamorarse de ella. Sin embargo, su falta de oficio y un pasado de disipación llevan al doctor a oponerse a la relación entre ambos, considerando que ningún hombre sería capaz de amar a una mujer como ella y que todo cuanto se puede buscar en Catherine es su dinero. Así, ella se ve atrapada entre su amor por alguien cuyas intenciones no están del todo claras y el temor hacia su padre.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Mi primera toma de contacto con esta historia fue con la película La heredera, dirigida por William Wyler en 1949. Es uno de esos filmes que nunca se olvidan y que apetece volver a disfrutar de vez en cuando. Unos años después vi la otra versión que se hizo, ya con el mismo título del libro, aunque de menos calidad.
 
     Sin embargo, hasta ahora no había leído la novela. La idea que plantea Henry James es bastante sencilla, y seguramente todos la hemos visto repetida con distintos matices en el cine, series u otros libros. No sólo todas las páginas giran alrededor de lo mismo, sino que también aparecen muy pocos personajes. Cuando el lector empieza a leer, quizás podría preguntarse qué puede narrar el autor en más de doscientas páginas que sea interesante si parte de una premisa tan simple. A pesar de esta impresión, cuando uno se sumerge en la historia, ya no puede parar. No es tanto qué cuenta, que también, sino cómo lo cuenta. Lo que al principio puede parecer un argumento carente de complejidad se convierte en una composición magnífica si cae en las manos de un genio.

     Catherine Sloper es una de las protagonistas más aburridas, insulsas y flemáticas que me he encontrado nunca, pero, al contrario de lo que sucede en otros lugares, en este caso aquí es donde radica el interés. Ese carácter está moldeado aposta por el escritor para que la veamos evolucionar y para que sintamos compasión de ella. Es inevitable preguntarse si no existe nadie que olvide estos defectos y vea en ella unas virtudes que la hagan merecedora de ser amada. El lector se cuestiona si Morris Townsend puede ser ese hombre, si él, atractivo, inteligente y desenvuelto, puede querer realmente a su lado a alguien como Catherine. Aquí está la trampa de James: ¿ha visto Morris lo bueno que hay en ella o sólo persigue el dinero que a la muchacha le tocará en herencia? 


«Tenía una profunda aversión a exagerar las cosas: pensaba que la mitad de las penurias y muchas de las decepciones de la vida derivaban de esa actitud».

  
      Las intenciones del joven no quedan claras al principio. No sabemos si la ama o no, y sólo poco a poco el autor da pinceladas que nos van otorgando luz al respecto. Al mismo tiempo que lo vamos conociendo a él, vamos observando los sentimientos de ella. En Catherine despiertan una pasión y un amor inesperados, aunque por su carácter aparentemente tranquilo, toda su agitación la vive interiormente y es poco lo que deja traslucir ante el resto de personajes. Eso la hace parecer fría a los ojos de algunos, pero nosotros sabemos la verdad, sabemos que puede estar al borde de la felicidad más absoluta o a punto de lanzarse de cabeza a un precipicio.

     Tanto ella como él están perfectamente construidos. Quizás Morris sea un personaje más típico, pero su participación en la obra, su papel fundamental en la vida de Catherine, su manera de manejar los conflictos y la ambigüedad con la que se muestran sus pretensiones lo hacen muy interesante.


     Por otro lado está el padre de Catherine, el doctor Sloper. Desde el principio se opone a la relación de su hija con Morris y, menospreciándola siempre, insiste en que es del todo improbable que alguien vea algún encanto en ella, ya que a sus ojos no posee ninguno. Viudo de una mujer guapa e inteligente, se lamenta con frecuencia de una hija que no se le parece en nada y a la que considera tonta y carente de cualquier tipo de atractivo.

     Sin embargo, la confianza que demuestra en sí mismo, su firmeza, su prestigio y la contundencia de sus ideas y comentarios hacen que Catherine lo quiera, respete y tema al mismo tiempo. Los motivos del doctor para oponerse a la relación entre ambos jóvenes son comprensibles, ya que cree que Morris es un cazafortunas y quiere evitar que se lleve la suya, pero cuando lo vemos disfrutar con la situación, cuando nos damos cuenta de que causar la infelicidad de su hija le produce cierto placer, comprendemos en toda su magnitud la total desgracia que puede cernirse sobre ella.

     La última en discordia en la señora Penniman, la tía de la protagonista. También ella tiene una participación fundamental en todo lo que le sucede a Catherine. Con unas ideas románticas que sobrepasan con mucho el límite de lo normal, no puede evitar dar pésimos consejos tanto a su sobrina como al pretendiente de ésta.

     Es una novela muy psicológica, pero no introspectiva. Observamos el carácter de los personajes por las opiniones de otros personajes, por los apuntes que James hace al respecto y por lo que nosotros mismos podemos extraer del comportamiento de cada uno.


     La forma de narrar del autor es exquisita, culta pero no pedante, elegante pero no complicada. Las partes narradas superan a las dialogadas, y el dominio de James sobre la palabra se desvela en cada línea. Los diálogos son brillantes, especialmente los que se dan entre el doctor Sloper y Morris, dos hombres de mente clara y sobresaliente. A pesar del escaso dinamismo de la acción, las páginas van pasando casi sin que nos demos cuenta.

    El final me parece bastante correcto, es como debía terminar, aunque esperaba un poco más. En este caso me quedo con el de la película de 1949, que es sencillamente sublime.

      ¿Escapará Catherine de la tiranía de su padre? ¿Morris la quiere o no la quiere? ¿Se precipitará al vacío con la ayuda de todos o una mano cariñosa la alejará de él?
 
Puntuación: 3'5 (sobre 5)

Mr. Selfridge (temporada 1)

01/05/2014


            Estreno: 2013                                                                 Género: Drama de época
            Cadena: ITV                                                                   Episodios: 10
                                    Duración por episodio: 1º= 62' aprox.
                                                                         2º-10º= 45' aprox.



¿De qué va?:
     
     Basada en la vida del empresario norteamericano Harry Gordon Selfridge, la serie nos lleva al Londres de 1909, donde el protagonista busca los medios disponibles para abrir una lujosa tienda. Una vez en pie, Selfridge y sus trabajadores siguen técnicas de venta novedosas que con el tiempo se adoptarían en todos los grandes almacenes. Las vivencias del magnate, su familia, amigos y empleados conforman el argumento.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    En esta entrada os quiero contar las dos experiencias que he tenido con esta serie, ya que son dos las veces que la empecé a ver. Cuando la BBC estrenó The Paradise y comencé a disfrutar de cada capítulo, terminé irremediablemente fascinada con ella, lo que hizo que me alegrara muchísimo saber que la ITV estaba realizando una producción de temática similar. Ocurrió lo que tenía que ocurrir, que yo esperaba una copia de calidad que me hiciera sentir lo mismo, pero después de ver dos episodios de Mr. Selfridge, no encontraba el parecido. Lo único en común es que había unos grandes almacenes, pero el protagonista se alejaba mucho del encanto misterioso de Moray (aunque comparten el carácter emprendedor), no encontraba la sutileza de las miradas entre personajes ni el trato delicado y cortés entre damas y caballeros, no se adivinaba ningún romance surgido entre sedas y luces tenues. Conclusión: abandoné.

    El tiempo siguió pasando y llegó la esperada segunda temporada de The Paradise. Las virtudes que me enamoraron previamente se habían diluido y los defectos que antes habían sido casi imperceptibles se convirtieron en el veneno que acabó con la serie. Segunda conclusión: la BBC la canceló y yo me quedé con una sensación bastante negativa.


   Recordé entonces Mr. Selfridge, vi críticas y comentarios que la elogiaban profusamente. Ante el éxito cosechado, la emisora responsable la había renovado. Pensé que debía de tener algo que yo no había captado, y que quizás con sólo dos episodios vistos no era suficiente para saber qué era.

    Volví a empezar, y tras los dos primeros capítulos no conseguía ver más allá del maravilloso envoltorio exterior. Aún no sentía a los personajes y sus historias, pero esta vez no abandoné, y después del tercer o cuarto episodio ya estaba absolutamente atrapada. ¡Qué serie tan maravillosa!



    Sí, es completamente diferente de The Paradise, pero ha sabido sacar partido de los puntos negativos de ésta, triunfar donde la otra fracasó. En Mr. Selfridge no hay un único protagonista y muchos secundarios que, como satélites, orbiten a su alrededor. No, aquí estamos ante una serie coral donde todos los personajes tienen algo que aportar. Cada uno de ellos es un ser redondo con una vida propia. A pesar del título, a pesar del claro liderazgo de Harry Gordon Selfridge, todos los que aparecen en pantalla son relevantes, y sus problemas, deseos y alegrías se tratan con la misma importancia y suscitan el mismo interés.

    No es una producción dulcificada, cada protagonista es humanamente imperfecto, y por ello
en algunas ocasiones todos nos pueden causar simpatía y en otras un profundo rechazo, como sucede al ver algunas acciones (que no desvelaré) del mismísimo Mr. Selfridge. La realidad del ser humano, aquello de lo que es capaz, sus errores, traiciones, amores, infidelidades, anhelos, etcétera, se muestran sin tapujos.

    El mundo exterior no se refleja de forma exclusivamente anecdótica, como mero marco circunstancial, sino que forma parte de la vida de los personajes, afectándolos en sus decisiones y moldeando las situaciones a las que deben hacer frente. Además, no hay un enfoque individualista sobre ninguno, existe una interrelación que confiere más verosimilitud si cabe: lo que uno hace puede afectar a otros, para bien o para mal, directa o indirectamente.

    Tampoco la tienda de Selfridge está aislada de los cambios y conflictos sociales, al contrario. Con su visión para los negocios, Selfridge sabe aprovechar como le conviene las preocupaciones y gustos del entorno. Por esto vamos a ver cómo pasan por los almacenes personajes de renombre como Arthur Conan Doyle, el explorador Ernest Shackleton o el aviador Louis Blériot, e incluso podemos presenciar la lucha de las sufragistas. Y esto no es todo, en muchos episodios los escaparates se decoran en función a ello, y a veces el resultado es un auténtico deleite para la vista.


    Esto último es aplicable también al vestuario y la decoración. Diría que la ITV no ha escatimado en gastos. Cada uno viste y vive según su condición social y sus medios, pero la caracterización de todos es perfecta. Desde los primeros minutos el espectador se siente transportado al Londres de principios del siglo XX e igualmente integrado cuando toma el té con la manipuladora Lady Mae como cuando arregla escaparates con el encantador Henri Leclair.


    En definitiva, es una serie muy recomendable que hará las delicias de los amantes de las historias de época y de los interesados por la letra pequeña de la Historia, de la que forman parte el inicio y evolución de los grandes almacenes y el desarrollo de las técnicas de venta y publicidad; y, por supuesto, también puede gustar a cualquiera que disfrute con una producción sólida que cuente con un argumento de calidad.

Puntuación: 4 (sobre 5)
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