The Christmas Candle (La Vela de Navidad)

10/12/2014


   Título original: The Christmas Candle          Género: Drama navideño                              
   Año de estreno: 2013                           País: Reino Unido                                                           
   Duración: 100' aprox.                           Productora: Impact Productions


¿De qué va?:

     En la pequeña población rural de Gladsbury, un ángel visita cada 25 años al hombre que fabrica las velas y bendice una de ellas, la llamada Vela de Navidad. La leyenda dice que aquél que sea elegido para recibir la vela y ore ante ella obtendrá un milagro. Sin embargo, en 1890, tras la llegada de un joven y misterioso sacerdote, David Richmond (Hans Matheson), todo cambia, pues la vela desaparece. (FILMAFFINITY).


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Esta película la descubrí el año pasado gracias al magnífico foro de Historias de Época, pero a la espera de que salieran subtítulos en español, no he podido verla hasta ahora.    Para mí ha sido muy fácil meterme en la historia, porque adoro la Navidad, pero el mensaje que contiene puede llegar a cualquier persona, incluso a las que más detestan esta época del año, ya que, aunque los milagros celestiales están presentes, también se hace hincapié en que cada uno de nosotros, con esfuerzo, voluntad y fe en nosotros mismos y en los demás, podemos conseguir casi cualquier cosa. 


    Todo esto es mucho más interesante al ver que el protagonista es un reverendo escéptico que no cree en los milagros. Como pastor debe mantener viva la fe de la congregación, pero como hombre no logra creer en ningún acto milagroso que esté más allá de lo que cada uno pueda hacer con sus propias manos. Su deseo de ayudar, sus dudas y el orgullo que a veces guía sus actos son parte trascendental de la cinta. 

    El filme es previsible, pero no deja de ser un cuento entrañable, esperanzador e ideal para fechas navideñas. En ocasiones, aunque salvando las distancias, puede llegar a recordar a Cranford por desarrollarse en un pequeño pueblecito, por la cercanía entre los vecinos y por la época y el ambiente.

    A algunas personas les parecerá que se le concede excesiva importancia a la religión a lo largo de todo el metraje. Esto no es algo que a mí me haya llamado especialmente la atención. Es cierto que el protagonista da varios sermones en su iglesia, pero de algunas de sus palabras puede extraerse algo importante. No es de extrañar que sea así si tenemos en cuenta varias cuestiones. Para empezar, el filme está basado en un libro homónimo de un autor cristiano, Max Lucado. Además, transcurre durante el Adviento y la Navidad, festividad religiosa pese a la fiebre consumista que prima hoy en día. A todo esto se suma que el protagonista es un pastor eclesiástico. 



    Con estos ingredientes quizás haya quien piense que es aburrida. A mí no me lo ha resultado, pero hay que tener en cuenta, como he dicho antes, que es un sencillo cuento navideño, sin grandes pretensiones, de los que gusta ver desde el sofá con una manta que abrigue y una bebida caliente.

    Donde más flojea es en la historia de amor que plantea, ya que hay poca química entre los dos personajes que la protagonizan y apenas se muestran escenas de un acercamiento especial entre ellos antes de la conclusión. 



    Con todo, éste no deja de ser un aspecto secundario, ya que la clave del mensaje está en otra parte.

   Los actores están bastante correctos, con excepción de Susan Boyle, excesivamente rígida e inexpresiva. Con sinceridad, es preferible que se dedique a cantar. 


    La ambientación es preciosa, como es de esperar en una producción británica. La villa con sus casas de piedra, las plantas trepando por las paredes, la luz de las velas y el mismo pueblo cubierto de nieve conforman bonitas estampas de las que a muchos, estoy convencida, nos encantaría formar parte.

    Se trata, en resumen, de una cinta familiar, de las que despiertan los buenos sentimientos y propósitos, pero sin llegar a empalagar.



Puntuación: 3 (sobre 5)

Al este del Edén

04/12/2014

     Esta novela de John Steinbeck fue considerada por el autor como la mejor de sus obras. Se publicó por primera vez en 1952 y se ha convertido por derecho propio en un clásico de la literatura. Fue llevada al cine pocos años después, en 1955, eligiéndose como protagonista al mítico James Dean, aunque la historia plasmada no abarca toda la novela. Posteriormente, en 1981, la obra fue volcada en una miniserie de tres capítulos.
     En España, el libro está publicado por Tusquets. La edición que se encuentra actualmente a la venta es de bolsillo y su precio es de 11'95 euros. Consta de 684 páginas. 
  Es aconsejable no leer el argumento que figura en la contraportada, ya que contiene spoilers.

¿De qué va?:

     Narra la historia de dos familias, los Hamilton y los Trask, a lo largo de tres generaciones. La guerra de Secesion y las guerras contra los indios conforman el contexto histórico que abre la obra, mientras que la Primera Guerra Mundial es el broche que sirve como colofón.
    Adam Trask, uno de los protagonistas principales, se ve forzado por su padre a alistarse en el ejército, mientras que su hermano Charles permanece en el hogar. A su regreso, ambos están obligados a convivir hasta que sus destinos acaban mezclados con el de Cathy Ames, una mujer con un pasado turbio y un espíritu perverso.
     La vida conduce a Adam al valle Salinas, donde entra en contacto con los Hamilton y donde la siguiente generación se verá involucrada en los errores de sus padres.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Con Al este del Edén he vivido una experiencia que he tenido muy pocas veces en mi vida: sólo con leer la primera página ya estaba completamente segura de que me iba a atrapar y que no me liberaría ni siquiera después del final, y así ha sido. Lo que hay detrás de esta percepción que tuve no responde meramente a una causa lógica, sino sobre todo a esa conexión mágica que, en ocasiones, se da entre un lector y un libro.

    En esa primera página Steinbeck hace una descripción nítida del valle Salinas. La precisión con que la realiza, la sencillez lingüística y el tono casi confidencial provocan que de inmediato el lector ya esté dentro. Y a partir de ese momento, según mi experiencia, me atrevería a decir que la historia ya no nos deja marchar.

    Hay libros especiales que arrastran a quien se sumerge en ellos en una corriente contra la que no se puede luchar, una corriente en la que el avezado lector permanece aun después de haber terminado la lectura. Son textos que no sólo hacen disfrutar al que las lee, ni siquiera se conforman con que aprenda algo, sino que le hacen pensar


«Ya no creo que todos los hombres sean aniquilados. Puedo nombrarle una docena de ellos que ya no existen, pero gracias a los cuales el mundo vive. Con el alma pasa lo mismo que con las batallas: sólo los vencedores son recordados».


    En las páginas de esta novela se hace una auténtica disección del alma humana a través
de sus personajes y también del narrador mismo. Todos estamos reflejados en las reflexiones de Steinbeck, puede que incluso en lo relativo a cuestiones que no siempre llegamos a percibir en nuestro día a día, o al menos no con la intensa profundidad con la que se exponen aquí. El simbolismo que encierra es evidente en muchos aspectos, empezando por los nombres de los protagonistas, y aquí no puedo decir más.

    Desde que soy aficionada al cine clásico siempre me ha apasionado la película que se hizo en 1955. Quizás por eso he tardado tanto en leer la obra, aunque parezca contradictorio. Quiero decir que seguramente, de modo casi inconsciente, tenía miedo de que la novela no me dejase una sensación similar. Ahora puedo decir que era un temor tonto, pues si bien el filme merece mucho la pena, el libro, como suele ser habitual, es muy superior.


    Para empezar, el original de Steinbeck abarca la historia de tres generaciones, por lo que el contexto histórico como marco en el que se desarrollan las vivencias de los personajes es más amplio, como también lo es el número de ellos y de sucesos acontecidos. Asimismo, la complejidad psicológica de los seres creados directamente por el escritor es mayor. 


 





    «Acaso el mejor conversador del mundo es aquel que ayuda a hablar a los demás».                                                   


  Caleb, protagonista absoluto en la cinta cinematográfica, aparece aquí cuando la historia ya está muy avanzada, pero es un excelente personaje, con pasiones ambiguas, siempre en una disyuntiva entre el bien y el mal que se manifiesta en él con mayor vehemencia que en otros. Para mí, precisamente por ese motivo, es el más humano y el más completo, aunque algunas de las personas que lo rodean son también muy interesantes, como Samuel Hamilton y Lee, de quienes proceden las cavilaciones más profundas que, seguramente, nos dejarán meditando a todos sobre ellas.    

    El propio narrador participa a veces en esas ideas acerca de la humanidad que contribuyen a aumentar la grandeza de esta obra. Por poner un ejemplo sin desvelar nada importante, hay algo que a mí, personalmente, me ha llamado la atención: se nos dice que, como todos sabemos, un ser humano puede nacer con un defecto físico, como la falta algún miembro, pero al no haber conocido nunca lo que es tenerlo, no lo echará de menos. Del mismo modo, según el narrador-autor, tal vez sería posible que se pudiese nacer también con un defecto mental o psíquico, como la falta de generosidad o de conciencia, y que la persona en cuestión, al no haberlas experimentado nunca en su propia persona, tampoco las añorará. Esto nos llevaría a meditar acerca de algo sobre lo que ya hay algunos estudios: ¿el ser humano es bueno o malo por naturaleza?


    Quizá por todo lo que estoy diciendo pueda parecer que es una novela excesivamente complicada, lenta o centrada en un estudio psicológico del hombre. No es así. El argumento se desarrolla de forma agradable, con una natural evolución de las vidas y caracteres de los protagonistas, con hechos que hacen que no podamos dejar de leer y con personajes que nos impulsan a querer conocer más sobre ellos. No hay disertaciones filosóficas frecuentes que ralenticen el ritmo, sino que las conclusiones sobre la vida vienen normalmente por la experiencia de unos y el conocimiento de otros.


    Además, el lenguaje que usa Steinbeck es muy cercano, sin complicaciones retóricas ni cultistas. Se puede decir que la novela resulta muy compleja en su contenido por tratar cuestiones trascendentales con seres que rezuman realismo, pero sencilla en su forma.

    Se lee bastante bien y estoy segura de que el final, redondo, impactante y perfecto, se quedará grabado durante mucho tiempo en la mente de cualquiera que se adentre en ella.

    Un último apunte, atentos al significado esta palabra: “timshel”. Probablemente no exista ninguna otra que tenga tanta fuerza.

Puntuación: 5 (sobre 5)
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