Ana y la casa de sus sueños

15/05/2016

     Ana y la casa de sus sueños, la quinta novela de la saga de Anne Shirley, fue publicada por primera vez en 1917. En España, Toromítico la editó en 2015. Esta edición consta de 277 páginas, sin contar las láminas en color que se incluyen, y cuesta 15 euros.

¿De qué va?: 

     Anne abandona su trabajo como profesora para comenzar una nueva vida junto a su gran amor. Lejos de Tejas Verdes, en Cuatro Vientos, la pareja establece su primer hogar. Allí, los dos jóvenes conocen nuevos vecinos que los acompañan en esta etapa y cuyas alegrías y desdichas se unen a las de Anne. Todos ellos tiene algo que aportarse, especialmente cuando duras pruebas se interponen en su camino.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    He terminado de leer este libro un rato antes de ponerme a escribir la reseña y sigo muy sumergida en él. Los cinco anteriores me han enamorado, pero creo que este ha sido el más especial. Para mí ha resultado el más conmovedor y realista, al mismo tiempo que el más adulto. Tal vez parezca que esta saga está dirigida al público juvenil, pero esta quinta parte es la muestra más efectiva de que son los lectores adultos los que pueden captar todo su sentido, ya que hay que haber experimentado lo suficiente la vida para comprender el sufrimiento que se oculta en el corazón de algunos personajes.

     Al principio de la novela  todo es de color de rosa. La felicidad de los protagonistas es desbordante, el amor lo envuelve todo y aquellos que no soportan lo que ahora se consideran cursilerías quizás huyan espantados, pero en Ana y la casa de sus sueños se muestran descarnadamente todas las caras de la realidad.


    Nos alejamos de Avonlea para conocer Cuatro Vientos, un lugar  tan hermoso que se le dedican frecuentes descripciones. En este sentido, esta quinta parte es muy contemplativa. Es habitual leer en las páginas referencias al paisaje, el clima, el día y la noche..., siempre atribuyendo a todas las cosas un espítitu mágico. Esta vez no es necesario que Anne invente una fantástica historia para cada una, puesto que o ya la tienen, como es el caso de la Casa de los Sueños, o están envueltas en una magia tangible. Es obvio que Lucy Maud Montgomery tenía una habilidad pasmosa para describir lugares en los que soñar y calmar el espíritu. La Casa de los Sueños de Anne es realmente una casa de sueños.


    «El mar es un alma poderosa, siempre lamentándose, eternamente, de alguna gran pena que no puede ser compartida, que se cierra en sí misma para toda la eternidad. No hay manera de penetrar en su infinito misterio, sólo podemos vagabundear, azorados y mudos, por el borde exterior, por sus límites».


     Nuestra protagonista no es ya aquella niña parlanchina que siempre estaba divagando y fantaseando con mil historias, pero no ha perdido su esencia. Su romanticismo pervive y su imaginación continúa formando parte de su ser. Sin embargo, los cambios lógicos se operan en ella. Ahora es una mujer y, más que nunca, observamos una evolución claramente palpable y creíble. Y es que a Anne tenía que pasarle lo que a todos, tenía que pasarle la vida. No puedo decir más.

     Cuando me paro a pensarlo, me da pena que la hayamos visto en los libros anteriores estudiando, esforzándose y trabajando para abandonar ahora esa parte de su existencia, pero es la decisión que toma libremente para ser feliz, y por eso me parece totalmente respetable (para otra cosa ya tenemos a Emily Starr). Con esto no estoy destripando nada importante, ya que es algo que se sabe desde la primera página.


    En el conjunto de la obra hay mucha felicidad, pero también mucho dolor. Creo que este es el libro más doloroso hasta el momento. De todas formas, donde hay dolor también hay espacio para la esperanza, y eso es algo que no se olvida jamás en la saga.


    «Eludir las responsabilidades es la maldición de la vida moderna, el secreto de todo desorden y del descontento que están bullendo en el mundo».


    Esta vez no hay tantos personajes y episodios autoconclusivos independientes unos de otros como en el título anterior. Los secundarios que aparecen son los más inolvidables de los que han formado parte hasta ahora del mundo de Anne, exceptuando, claro está, a Marilla, Matthew, Diana y Gilbert. Las intervenciones de este último son más relevantes, pero sigo pensando que los protagonistas masculinos son el punto más debil de Maud.

    Junto a Anne y Gilbert están en esta ocasión tres personas cuya importancia está fuera de toda duda: el capitán Jim, Cornelia Bryant y Leslie Moore. De hecho, el protagonismo está muy repartido entre Anne y Leslie. Para mí, esto no desmerece el texto; más bien al contrario. Con las dos se logra un equilibrio excelente. Felicidad y amargura se oponen. Entre las dos surge una relación auténtica, con mucho de lo que podemos encontrar diariamente: admiración, envidia, comprensión, etcétera. Es, probablemente, la amistad más verosímil de Anne, la menos idealizada y la que le provoca mayores zozobras. La historia de Leslie me ha tenido en vilo.


    Por su parte, Cornelia es un personaje muy peculiar. Con su abierta aversión a los hombres y la férrea defensa de las mujeres, es responsable de discursos muy divertidos, especialmente cuando se junta con el capitán Jim, que disfruta como un niño pequeño picándola. Este último personaje proporciona momentos de gran alegría a nuestros protagonistas, pero también emana de él una cierta melancolía. Todos me han conquistado; en concreto el capitán Jim se ganó mi corazón con la historia de la perdida Margaret, una de esas historias románticas que tanto le gustan a Anne (y a mí).


    «La política es algo con lo que ningún hombre decente debe mezclarse».


     Creo que ya no hace falta extenderse hablando del estilo de Maud. Se mantiene como en los libros anteriores, sencillo y, en parte, poético.

    Como dije más arriba, no se dan tantas aventurillas sueltas, independientes de un hilo principal conductor. Esta vez, los cinco personajes que he mencionado son los que llevan el peso del argumento. Sus experiencias juntos, sus sufrimientos y alegrías, son el eje de la trama. Tanto esta como la propia Anne son forzosamente más maduras. Todo en este libro ha sido perfecto para mí.

     En cuanto a la edición de Toromítico, la portada, aunque es bonita, tiene el mayor destripe que recuerdo haber visto nunca en la portada de un libro. Que pase lo que se anuncia en ella no es una sorpresa para quien haya leído los números anteriores, pero para alguien que ni siquiera haya empezado el primero, sí puede serlo. Los errores de puntuación siguen siendo frecuentes. Incluso hay un fallo en un nombre en dos ocasiones. Sin embargo, las láminas interiores son preciosas, la letra tiene un buen tamaño y el papel parece de buena calidad.

    En resumen, este es para mí el libro mejor logrado hasta ahora. Es alegre, triste, romántico y melancólico, pero todo desde un punto de vista maduro que nos aleja de aquella Anne infantil recién llegada a Tejas Verdes, aunque esta nunca se extinga.

 
Puntuación: 5 (sobre 5)

Resumen de la Feria del Libro de Sevilla de 2016

08/05/2016
      
     Un año más, una edición más de la Feria del Libro de Sevilla, mi ciudad. En esta ocasión ha estado dedicada al libro infantil y juvenil y creo que eso la ha hecho particularmente bonita, porque la imaginación y la fantasía deben comenzar a crecer en la infancia para no perderse nunca.

    Otros años he sido madrugadora y he asistido a la feria en las primeras horas de la mañana. No recuerdo haberme topado nunca con una firma de libros por ese motivo, ya que suelen empezar algo más tarde. Esta vez, sin embargo, he ido a horas en que la afluencia de público era amplia y las firmas ya había comenzado. Así, he tenido la oportunidad de ver a escritores como Antonio Rodríguez Almodóvar, Juan Eslava Galán, Santiago Posteguillo y Almudena Grandes, aunque esta última no es santo de mi devoción.

                                       Santiago Posteguillo

    Lo único negativo que he vivido es tener que ver que algunos autores menos conocidos permanecían largos ratos de brazos cruzados porque nadie se les acercaba. Comprendo que los grandes que he nombrado antes consigan largas colas de lectores para una firma, pero me da lástima que el trabajo de otros no se reconozca y las ilusiones puestas en algo que es parte de sí mismos se vean desvanecidas por el escaso reconocimiento. En fin, nadie dijo que la vida fuera fácil y el oficio de escritor, aunque pueda ser gratificante, también es duro.

      La cola para conseguir la firma de Santiago Posteguillo

    Por otro lado, hemos tenido algunos días pasados por agua. Se dice que en Sevilla la lluvia es una maravilla, pero esto no se puede aplicar si hay libros de por medio. Con todo, el ambiente no ha decaído y he visto más gente que en ediciones anteriores.


    No sólo ha habido muchas visitas y algo de agua, sino, sobre todo, mucho talento, y no me refiero únicamente a los autores, sino a mil detalles, como este de una de las librerías:


   Y también bonitos obsequios, como este marcapáginas que me dieron en otra caseta. Me encanta el mensaje:


    Y ahora sí, mis compras. No he comprado nada de lo que tenía pensado y me he venido a casa con libros muy diferentes de lo que suelo leer. Sólo me he traído dos, porque a pesar del 10% de descuento, toca cuidar un poco la economía. El primero es muy peculiar. No llevaba en mente nada comprar nada así cuando llegué a la feria, pero es tan original y me gustó tanto que no lo pude evitar. Aquí lo tenéis:


        Tras el descuento, el precio se quedó en poco más de diez euros y creo que merece la pena. Las recetas están nada más y nada menos que en verso, como podéis ver aquí (pinchad encima para ver la imagen más grande):


    Mi novio me dijo que si ya de por sí no se me da bien la cocina, cómo me compraba un libro con recetas en verso, pero le contesté que si el autor había conseguido comprimirlas en poemas breves, no podían ser difíciles, y así es. Además, me gustan mucho las comidas tradicionales que vienen. Por supuesto, ya estoy deseando hacer los Duelos y quebrantos quijotescos. Además, los distintos apartados están separados por preciosos dibujos como estos:













    Con la otra compra estoy muy ilusionada. Fue una recomendación, y yo, que soy una enamorada de mi ciudad, no tardé en buscarla. Adoro todo lo que tenga que ver con la historia y las leyendas de Sevilla, y esta obra parece ideal para empaparse de ello:


    No es un libro sesudo que se adentre en profundos recovecos y descripciones que harían las delicias de exigentes incondicionales de la historia, sino que se centra en los datos más relevantes de cada etapa, contando anécdotas y curiosidades que captarían la atención de cualquiera sin provocarle nunca el aburrimiento. De este modo, los apartados son muy breves; no se dedican páginas y páginas a hablar de lo mismo. 

    No lo voy a leer todavía porque tengo otros dos entre manos, pero estoy deseando hincarle el diente. Anoche lo hojeé y me enteré de cuestiones muy interesantes, como que el suelo sevillano es relativamente reciente. Al parecer, esto era un lago y hasta aproximadamente el año 1000 a. C. no se formó una isla que fue aprovechada por pescadores y cazadores. 

    He visto que hay un capítulo dedicado a Cervantes y Lope de Vega en la ciudad, se nos cuenta cómo eran los rincones más importantes en distintos períodos y se ofrecen apuntes tan llamativos como cuál era la sede de la Inquisición y el lugar donde llevaba a cabo sus actuaciones. Cuando lo lea, aportaré más información en la reseña.

    Esto es lo que ha dado de sí para mí esta Feria del Libro de Sevilla en 2016. Espero que el año que viene pueda repetir.

Olivia

06/05/2016

  
              Título original: Quality Street                                       Año de estreno: 1936
              Duración: 83' aprox.                                            Género: Comedia romántica 
              País: EE.UU.                                                       Productora: RKO Radio Pictures
 

¿De qué va?:

    Phoebe Throssel (Katherine Hepburn)  es una joven que comparte casa con su hermana Susan (Fay Banter) en la Inglaterra de 1805. En edad casadera, Phoebe espera una declaración del hombre del que está enamorada, el doctor Valentine Brown (Franchot Tone). Sin embargo, cuando ambos se encuentran a solas, no llega la esperada petición de matrimonio, sino una noticia muy diferente: Valentine se marcha a la guerra. De ella regresa diez años después, pero el reencuentro resulta decepcionante para ambos. Phoebe ya no es la hermosa joven que era y todo se complica cuando entra en escena Olivia, una muchacha que dice ser la sobrina de Phoebe y cuya apariencia es exactamente igual que la de ella diez años antes.
    La trama está basada en una obra teatral de J. M. Barrie, autor de Peter Pan.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Olivia ha superado todo lo que yo esperaba de ella. Tiene todas las cualidades que debe tener una comedia romántica que se precie de serlo, no como las que se vienen haciendo en los últimos años, que ni acaban de ser románticas ni hacen gracia en ningún momento. Además, no le he visto ningún defecto que me moleste en especial, así que puedo decir que es la película clásica que más me ha gustado últimamente.

    Tiene incluso un cierto aroma austeniano por el orgullo de la protagonista, la ironía y la
burla, las segundas oportunidades, la importancia de las apariencias y de las costumbres sociales, etcétera. No faltan los enredos que hacen las delicias del espectador, porque los tejemanejes de Phoebe y Olivia se ven comprometidos por las meticonas de sus vecinas, solteronas cuyo único interés es meter las narices en la vida de los demás. Eso me hace recordar en cierto sentido Cranford de Elizabeth Gaskell, salvando las distancias, claro.

    En Phoebe, además, despuntan algunos aspectos de modernidad. Con apenas treinta años se ve relegada al estatus de solterona, con las implicaciones negativas que eso tenía en la época, mientras que tiene que observar que un hombre de su generación pueda flirtear con jovencitas. Eso es lo que la lleva a reaccionar, puesto que no puede conformarse con lo que considera una injusticia, que una mujer aún joven sea tratada como una anciana que ha fracasado en el propósito de contraer matrimonio. 



  «¿Por qué treinta años parecen muchos más que veintinueve?».


    Eso sí, tampoco hay que buscar un mensaje trascendente y revolucionario. La película es pura diversión y no pretende mover a la más profunda reflexión ni nada por el estilo. Es una historia para evadirse y disfrutar. Es tan corta y el ritmo narrativo es tan dinámico que cuando nos damos cuenta, ya ha terminado.

 
    
    Está claro que tenemos que poner de nuestra parte para creernos una confusión que a nadie en la vida real se le pasaría por alto, pero si nos creemos que Superman es irreconocible con gafas, podemos seguir la ficción que nos plantean en este filme.

    Katherine Hepburn nunca ha sido de mis actrices preferidas, pero en esta película está muy acertada. Sin ser una mujer apabullante, consigue dar a la joven Olivia la frivolidad y el encanto que requiere el personaje y que vuelve locos a los hombres. Además,
me da la impresión de que Katherine se lo pasó bien en su doble papel. Se le ve bastante cómoda. También como Phoebe, más sosegada y sufridora, convence.

    Al actor que encarna al galán en esta ocasión, Franchot Tone, no lo conocía de nada, pero me ha ganado. También parece meterse en la piel de su personaje sin esfuerzo. Sus maneras sustentan en distintas escenas la finalidad cómica, sin olvidar que, como Phoebe, es reflejo de una sociedad en que el hombre hacía y deshacía y la mujer debía plegarse a unas convenciones no precisamente fáciles.

    ¿Y qué sería de esta cinta sin las solteronas cotillas? Quizá haya algo de exageración en su comportamiento, no lo sé, pero esas mujeres insatisfechas se muestran como las guardianas de la moral, una especie de policía de la virtud y la verdad que no paran de gulusmear para tratar de averiguar si se hace o no lo correcto. A veces rozan el acoso, pero sin abandonar el tono desenfadado. Además de ellas, destaca la criada de Phoebe y Susan por los momentos tan simpáticos que protagoniza.

    
    Los escenarios no son espectaculares y tampoco el vestuario me parece impresionante, pero creo que todo forma parte de la sencillez de esta producción. No se intenta deslumbrar, sino entretener, y eso lo consigue de sobra.

    En fin, lo que se nos ofrece es un producto muy agradable que quizá exija del espectador una complicidad para entrar en la trama, pero que resulta delicioso si no somos más tiquismiquis de la cuenta.

 
Puntuación: 4'5 (sobre 5)
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