Los seductores

29/12/2015


             Título original: L'arnacoeur                                          País: Francia
             Género: Comedia romántica                                       
Duración: 105' aprox.
             Año de estreno: 2010                                                    
Productora: Universal Pictures



¿De qué va?:

     Alex (Romain Duris), su hermana Mélanie (Julie Ferrier) y su cuñado Marc (François Damiens) son rompeparejas profesionales. Sus servicios son requeridos por quienes creen que alguien apreciado no ha elegido a la persona correcta y desean abrirle los ojos. El método que usa el equipo de Alex es el de la seducción, aunque tienen unas normas muy claras: no inmiscuirse en noviazgos estables y no enamorarse. Sin embargo, todo se tambalea cuando deben destruir la relación de Juliette Van Der Beck (Vanessa Paradis) y las reglas impuestas comienzan a romperse.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     La comedia romántica es un género muy denostado en estos últimos años. Tras las grandes glorias de los 90, la fórmula se repitió hasta la saciedad causando hartazgo en gran parte de los espectadores no sólo por la falta de originalidad, sino también por el claro empeoramiento de los productos que se iban rodando. A ello se suma que vivimos en una sociedad cada vez más sexualizada que cree que el amor es cosa de cuentos, y eso se refleja en las películas. No obstante, el amor y el romance, pese a los agoreros, existen y aún hay personas que esperan que esos aspectos positivos y gratos de la humanidad se tengan en cuenta en los medios televisivos, cinematográficos y literarios. Entre ellas me incluyo y por eso me he sentido feliz al descubrir un filme que no ha perdido la esencia de aquellas añoradas comedias de los 90.

    A pesar del desgaste del género, Los seductores ha sabido rescatar los elementos que siempre han gustado del mismo y mezclarlos con aspectos más actuales. No todo es idealización ni romance ingenuo en esta cinta, pero no tiene la necesidad de recrearse en escenas de mal gusto o en el habitual lenguaje vulgar al que recurren últimamente las comedias hollywoodienses y que tanto he criticado en otras reseñas similares a esta. Los franceses han sabido, en este caso, dar un toque de modernidad sin encajar un exceso de metraje chabacano o escatológico.

    Los protagonistas tienen sus historias íntimas con otras personas y están perfectamente adaptados a la realidad que todos conocemos. Ni Alex ni Juliette son personajes estereotipados, aunque la evolución de sus sentimientos sea esperable y deseable. Esto último no impide que ambos tengan un carácter propio, bien definido y no acartonado. Quizás podamos reconocer en él al embaucador de buen corazón que ya hemos visto en otras ocasiones, pero, como digo, su forma de ser y sus problemas internos le pertenecen y no son copia de otros.

     La parte de romance y la de comedia están muy bien equilibradas,  y esta última logra que sea inevitable soltar alguna que otra carcajada. Esta virtud es algo que echaba de menos en algunas producciones que llevan la etiqueta de “comedia romántica” y que de lo primero no tienen mucho. Los seductores es, por tanto, muy divertida gracias a unos golpes de humor inesperados y simpáticos.


     Aunque el guion no contenga frases memorables, el desarrollo argumental es muy ágil. Se pasa por todas las fases ya conocidas en este tipo de cintas, pero no hay lugar para el aburrimiento, ya que a lo tradicional se incorpora la originalidad, como el curioso trabajo al que se dedica Alex y las consecuencias que se derivan de ahí, especialmente a partir de su encuentro con Juliette.

      Romain Duris es uno de esos actores feos con algo inexplicable que los convierte en alguien atractivo. Cuando comienza la película uno se cuestiona cómo un hombre con ese aspecto físico puede lograr que todas las mujeres caigan rendidas ante él. El hecho de que sea un seductor profesional resulta una gran ironía. El espectador se pregunta por qué no se eligió a un intérprete más guapo, pero cuando van pasando los minutos, vemos que no podía haberse escogido a un protagonista mejor. Romain gusta con su actuación, como también gusta, precisamente, el hecho de que un feo sea atractivo y un auténtico conquistador.

     Vanessa Paradis da vida a una mujer de armas tomar, orgullosa e independiente. Ella es el gran obstáculo con el que se encuentra Alex en su actividad laboral. Su papel es mucho más seco que el del anterior, pero no deja de ser el contrapunto perfecto para el protagonista masculino.

     Los secundarios que completan el elenco contribuyen a dar calidad a los distintos gags. Muy amenas son las intervenciones de la hermana de Alex, su cuñado y la amiga ninfómana de Juliette. Con ellos, las risas están aseguradas.


    Se agradece, además, el homenaje a Dirty Dancing, un clásico de los 80 que proporciona a esta película la posibilidad de crear momentos graciosos y sentimentales basados en la cinta de Patrick Swayze y Jennifer Grey.

     En definitiva, estamos una comedia romántica con un toque canallesco que encantará a los entusiastas del género y que puede entretener a los que no lo son.

Puntuación: 4'5 (sobre 5)

La Regenta

27/12/2015

     La Regenta, considerada la obra cumbre de la novela española del siglo XIX, se publicó por primera vez en dos tomos en 1884 y 1885. Se trata de una obra tan polémica que su difusión se vio truncada a nivel nacional y, consecuentemente, internacional. Las primeras traducciones no se realizaron hasta pasada la mitad del siglo XX.
    En España, algunas de las ediciones más destacables que pueden adquirirse hoy son las siguientes:
- Cátedra (dos volúmenes, 12'50 euros cada uno, 776 páginas el primero y 704 el segundo).
- Alianza Editorial (un tomo, 14'90 euros, 1024 páginas).
- Penguin Clásicos (un tomo, 13'95 euros, 1024 páginas).
     La historia ha sido llevada al cine, concretamente en 1974, y a la televisión en una miniserie de 1995. También existe una novela gráfica realizada por Isaac del Rivero.

¿De qué va?: 

     Tras la muerte de su padre, Ana Ozores queda al cuidado de sus únicos parientes vivos, sus tías. Bajo la atenta mirada de la ciudad de Vetusta, que la observa con admiración por su belleza y con recelo por sus orígenes, la joven va moldeando una personalidad compleja.
    Cuando es empujada por sus tías hacia el matrimonio, Ana escoge el que cree el menor de los males, Víctor Quintanar, un hombre muchísimo mayor que ella. Sin embargo, la vida con él no satisface las necesidades de la muchacha y todo se complica cuando Álvaro Mesía, el donjuán de Vetusta, pretende sumarla a sus conquistas, pero, sobre todo, cuando Fermín de Pas, canónigo y Magistral, se cruza en su camino.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): 
     
   En esta sociedad consumista nos estamos acostumbrando con velocidad trepidante a todo lo rápido y efímero. Los contratos de trabajo temporales, los móviles y aparatos que despreciamos en cuanto se nos antojan otros, la comida basura, la literatura rápida… No es de extrañar que los casos de estrés y ansiedad estén a la orden del día. Nuestra adaptación a la cultura de lo desechable y lo fugaz es tan pasmosa, estamos tan familiarizados con ella, que cuando algo nos requiere detenimiento y reflexión, lo consideramos aburrido. Así encuentro, no sin poder dejar de sorprenderme, que muchas personas rehúsan acercarse a un clásico como La Regenta tildándolo de soporífero. Alegan que el autor se pierde en descripciones eternas y pormenorizadas, como si ese fuera un defecto imperdonable. No obstante, una descripción bien hecha es como el mejor cuadro de un gran pintor. Después de todo, un buen escritor es el que pinta con las palabras y un buen lector es el que sabe reconocerlo. 


    «Ya había salido la luna, que parecía ir rodando sobre el tejado de enfrente. La calle estaba desierta, la noche fresca; se respiraba bien; los rayos pálidos de la luna y los soplos suaves del aire le parecieron caricias. "¡Qué cosas tan nuevas, o, mejor, tan antiguas, tan antiguas y tan olvidadas estaba sintiendo!"...».
«



    
    Es cierto que las descripciones son abundantes en la novela, como también lo son la narración y el monólogo interior, en detrimento del diálogo. Sin embargo, he visto críticas que exponen que Clarín dedica un número considerable de páginas a describir, por ejemplo, un ladrillo, y quiero matizar que no es así. Las descripciones son detalladas aunque precisas, no excesivamente extensas; no se pierden en detalles vacuos ni se alargan sin necesidad.

     También se habla de la lentitud de la obra, y, nuevamente, en este caso no puede entenderse como algo negativo. Hay que tener en cuenta que no estamos ante un libro de acción, sino de personajes y detalles, de costumbres y tradiciones. La Regenta es un intenso análisis psicológico y social de los moradores de la Oviedo, y por tanto de España, de finales del XIX, aunque de enorme vigencia aún hoy. El texto se construye a través de las rutinas cotidianas y pensamientos de infinidad de personajes. No los he contado, pero Wikipedia nos informa de que entre las páginas viven más de cien personajes, y yo me lo creo. Clarín presta atención a todos ellos para construir un mundo vivo, un espectáculo de pasiones humanas, hipocresía, mezquindad… ante los cuales el lector no puede sentirse como un mero observador, sino en medio de esa colmena que bulle, analizando las luchas internas y externas de cada miembro de ella, arrastrado por una amalgama de emociones poderosas.





«En los pueblos donde pocas veces se tienen espectáculos gratuitos, lo es y más interesante el de contemplarse mutuamente».


     Sin necesidad de recurrir al lenguaje vulgar, a una exhibición impúdica de bajezas morales ni al detalle explícito de las aventuras de alcoba, La Regenta resulta una obra cargada de erotismo. La ciudad en sí es una casa de acogida de juegos carnales en la que los participantes se entremezclan sin recato. No se censura que la piel llame a la piel mientras no se convierta en asunto de trascendencia pública. En cambio, sí hay un ataque a la virtud, porque en Vetusta no hay lugar para la diferencia. Ese es uno de los problemas de Ana Ozores: las sonrisas de los vetustenses se le brindan por su posición, pero la superioridad de su virtud intacta no se le perdona, se le envidia, y la envidia va de la mano con la maldad. Se desea y se procura la caída en desgracia de Ana.

     Otro aspecto sorprendente es que el autor haya escogido como posible elemento tentador al personaje más simple de toda la novela, un galán de tres al cuarto, un seductor sin escrúpulos, un crápula, Álvaro Mesía. Con cada una de sus intervenciones va fijando ante nuestros ojos su carácter ruin y deleznable, pero hay tres elementos que juegan a su favor: su paciencia, la ingenuidad de Ana y la voluntad persistente de sus compinches.


     Diametralmente opuesto es Fermín de Pas, un personaje complejo y sumamente interesante. Fermín es canónigo y, por tanto, está prohibido para cualquier mujer. Además, es un hombre atractivo, fuerte y poderoso, combinación peligrosa. Algunos de los fragmentos que el autor le dedica manifiestan su voluptuosidad. No obstante, también es ambicioso, manipulador y vanidoso. A lo largo de toda la obra he sentido por él una mezcla de fascinación y repugnancia. Creo que, habitualmente, lectores y críticos solemos quedarnos con los rasgos negativos de Fermín por lo mucho que destacan, pero, sin embargo, es un personaje que ama auténticamente, aunque no sepa hacerlo bien. Cuando se convierte en el confesor de Ana, vislumbra en ella un alma capaz de redimirlo. Él mismo reflexiona en algunos momentos sobre su falsedad y su maldad y muestra el anhelo de un cambio.

     La propia Ana Ozores es otro reflejo de modernidad del libro, ya que la joven sufre males que, desgraciadamente, están a la orden del día. Una ingente cantidad de páginas está destinada a desplegar los distintos estados de ánimo y de salud de la Regenta. No es necesario ser psicólogo para comprender que sufre ataques de ansiedad y síntomas de depresión. Su volubilidad es continua, lo que ha llevado a algunos expertos, según un reportaje que tuve ocasión de ver, a hablar incluso de bipolaridad. 


     En ella, las influencias externas son muy poderosas. Una infancia difícil, la carencia de amor y el trato con una sociedad a la que considera muy inferior suponen el origen de sus desgracias. El misticismo y el deseo sexual se entremezclan en Ana.

     La Regenta fue un escándalo ya en su época y continuó siéndolo en otras posteriores. Cuando se publicó, llegó a ser criticada por el Obispo de Oviedo, lo que no es de extrañar, ya que el juicio negativo contra algunos sectores del clero es evidente. También se dice que algunos ovetenses se vieron reconocidos en determinados personajes, lo que no gustó mucho. Durante la dictadura franquista se consideró un texto peligroso por inmoral y anticlerical. Huelga decir que sufrió censura.

     
     Para concluir quería realizar una comparación con otras dos novelas clásicas que van en la misma línea y dar mi opinión sobre por qué La Regenta, muy injustamente, no ha alcanzado la misma fama, pero tendría que poner spoilers, así que me temo que no podré hacerlo.

     Contadme, ¿lo habéis leído? Y si no, ¿será burlada Ana por Álvaro? ¿Vivirá un romance prohibido con Fermín? ¿Se mantendrá fiel a su esposo? Ya sabéis dónde encontrar las respuestas.


Puntuación: 5 (sobre 5)