El Paraíso de las Damas

19/04/2013

     El Paraíso de las Damas es una obra de Émile Zola que forma parte de la serie Les Rougon-Macquart, compuesta por veinte novelas. La que nos ocupa en esta entrada es la número once, pero puede leerse de manera independiente, ya que es una historia completa y conclusiva. Se publicó por primera vez en 1883.
     En España tenemos dos ediciones muy asequibles, una de Debolsillo por 9'95 euros, y otra de Alba editorial en su colección Minus por 12 euros.

¿De qué va?:  

   Denise Baudu, una joven huérfana, llega a París de la mano de sus dos hermanos en busca de trabajo. Su tío, dueño de una pañería, no puede contratarla debido al declive de su negocio. Acuciada por la necesidad, Denise acude a El Paraíso de las Damas, un enorme almacén que amenaza con devorar al comercio tradicional. El dueño de estas galerías, Octave Mouret, un orgulloso hombre de negocios, decide ofrecerle un empleo. Denise deberá afrontar entonces una feroz rivalidad por las ventas, la escasez de medios para subsistir, la resistencia  de los comerciantes para no extinguirse y la atracción prohibida hacia un hombre.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): Este libro lo leí hace poco movida por el interés que me había despertado The Paradise, la serie de la BBC, y lo cierto es que son dos versiones completamente diferentes. La cadena británica ha optado por una historia bastante más edulcorada que la que contiene el texto de Zola.
 
     Personalmente me encanta el modo en que la BBC ha reflejado el romance, pero  la novela explica con mayor amplitud el desarrollo de las nuevas formas de comercio y la desaparición de las tiendas tradicionales absorbidas por aquéllas. Las consecuencias son tanto económicas como personales, y hasta urbanísticas. La obra se convierte así en un estudio sociológico y mercantil en el que el drama de los personajes queda expuesto con toda su crudeza.

     Zola deja ver de forma explícita la inmoralidad imperante. Tener amantes estaba a la orden del día, considerándose incluso algo normal. Las trabajadoras de El Paraíso de las Damas lo tienen por costumbre para aumentar sus ingresos o mejorar su calidad de vida, y el hecho de que Denise se niegue a ello se ve como algo totalmente incomprensible. Llega hacerse alusión incluso a la prostitución.

     El propio Mouret es un hombre sin escrúpulos, egoísta y mujeriego que muestra al mismo tiempo cierto grado de misoginia al reafirmar su capacidad para sacar de las féminas todo lo que se proponga despreciándolas luego sin que existan consecuencias desastrosas para sí mismo. Es un comerciante magnífico al que no le importa actuar sin pudor para conseguir lo que quiere. Pero Mouret evoluciona como persona cuando por fin se encuentra con un obstáculo importante que le impide obtener aquello que desea. En este sentido el final del libro es estupendo. No puedo contar qué sucede, pero sí decir que dejamos de ver al hombre orgulloso y pagado se sí mismo que había sido antes.


«No sólo están las mujeres, que al fin y al cabo me importan bien poco. Está la voluntad de querer y de hacer, de crear, en definitiva. Tienes una idea y luchas por ella, se la metes a martillazos a la gente en la cabeza, la ves crecer y triunfar».

     
     La Denise que tenemos aquí es bastante más ingenua y dulce que la que se ha plasmado en la pequeña pantalla. Sin embargo, no deja de ser una joven fuerte que trata de sacar adelante a sus dos hermanos. A veces se refugia en el llanto cuando se encuentra en soledad, pero siempre lucha por sobreponerse. Al principio es objeto de burlas, pero con el tiempo comienza a mostrar una habilidad para la venta que causa algunas envidias. El autor deja entrever también que está dotada de cierta brillantez para los negocios, aunque no se profundiza en  ello.

     Los secundarios no tienen nada que ver con lo que se nos ha mostrado en televisión. En El Paraíso de las Damas hay más personajes y con situaciones muy diferentes.

   Como buen naturalista, Zola lleva el gusto por la minuciosidad al extremo. El lector se ve inmerso con frecuencia en prolijas y ricas descripciones. Es realmente impresionante la maestría que tenía este escritor para hacernos sentir como si estuviéramos viendo con nuestros propios ojos aquello que cuenta, como si fuéramos testigo directo de todo. Objetivamente, Zola era un magnífico novelista, pero subjetivamente, cada uno debe juzgar si le gusta o no este estilo.



«Las clientes, despojadas, forzadas, se marchaban, medio rendidas, con la misma voluptuosidad satisfecha y la misma vergüenza sorda que proporciona la consumación de un deseo en lo más recóndito de un hotel de mala fama».


   Se detalla con frecuencia, entre otras cosas, la mercancía de la tienda, y así tenemos una apabullante exhibición de sedas, muselinas, encajes, pasamanería, guantes, calcetería, tartanes, perfumes… Además de esto, se refleja la introducción de técnicas de marketing que hoy en día nos parecen completamente normales, como las rebajas, las devoluciones de compras, las comisiones de los empleados, el escaparatismo o la publicidad.

   Todas las tramas y subtramas planteadas en la obra resultan igualmente interesantes y las descripciones que mencionaba antes no hacen más que enriquecerla. Tal vez haya lectores que puedan verse abrumados por ello, pero a decir verdad, a mí me ha gustado mucho. 


   Si nos trasladamos al París real del siglo XIX, Aristide Boucicaut adquirió una pequeña tiendecita a orillas del Sena a la que llamó Le Bon Marché. En 1852 ya era un comercio algo más grande de lo normal. Contaba entonces con doce empleados y continuó creciendo hasta convertirse en uno de los negocios más grandes del mundo. En este lugar se basó Zola para describir El Paraíso de las Damas que nos presenta en su novela. A día de hoy, el edificio sigue en pie y muy bien conservado.

Para saber más: A finales de 2012, TVE2 emitió dos documentales sobre la aparición de los grandes almacenes en el mundo y los hombres que la hicieron posible. Se trata de Una genial idea y Un juego moderno. Lamentablemente la cadena pública ya los ha eliminado de su página web, así que supongo que son muy difíciles de hallar, pero ambos son muy recomendables. Si alguien encuentra el modo de verlos, que no lo dude.

Puntuación: 4 (sobre 5)

Switched at birth (Cambiadas al nacer) (Temporada 1)

17/04/2013


           Estreno: 2011                                                                         Género: Drama
           Cadena: ABC Family                                                            Episodios: 30
                                                 Duración por episodio: 43' aprox.



¿De qué va?: Narra la historia de dos adolescentes que descubren que accidentalmente fueron cambiadas en el hospital al nacer. Bay Kennish se crio en una familia rica con dos padres y un hermano, mientras que Daphne Vásquez, quien perdió la audición a una edad temprana debido a un caso de meningitis, creció con una madre soltera en un barrio de clase trabajadora. Las cosas llegan a su punto más crítico cuando ambas familias se reúnen y luchan por aprender a vivir juntas por el bien de las jóvenes. (FILMAFFINITY)


¿Qué opino yo? (Sin destripes): Esta serie la empecé a ver por recomendación de alguien que visita el blog. Cuando me habló de ella, sentí curiosidad y miré el argumento. En principio no me llamó excesivamente la atención, ya que pensé que sería otra producción más sobre adolescentes con conflictos hormonales que usaría el aderezo de la sordera para despertar más interés. Sin embargo, la serie que estaba viendo en ese momento terminó por aburrirme, y al no tener otra sustituta, le di la oportunidad a Switched at birth, y me enganchó desde el primer capítulo.

     Mi sensación inicial cuando estaba inmersa en el episodio fue que todo iba demasiado rápido. En diez minutos, Bay ya sospecha que quizás no sea hija de sus padres, los convence para hacerse una prueba genética y ¡voilà!, sus suposiciones se confirman. Buscan a la hija auténtica y a partir de ahí es cuando nos adentramos en el meollo del asunto.


     Al ser las chicas adolescentes, está claro que los problemas más típicos de esas edades van a estar presentes, pero están muy bien llevados, y a ello contribuye que los personajes sean redondos. Éste es un punto a favor. Cada uno de ellos, incluidos los secundarios, tiene una personalidad bien definida, con luces y sombras.

     Bay es un gran acierto, ya que es una joven compleja y con un carácter plagado de matices. Al principio puede llegar a resultar odiosa debido a que en ocasiones se muestra algo caprichosa, egoísta y hasta egocéntrica, pero a lo largo de los episodios vemos que es mucho más sensata de lo que puede aparentar, con un carácter muy fuerte y una gran necesidad de ser comprendida. A Bay rara vez la veremos sola; necesita sentir que para alguien es lo más importante, especialmente después de que tras descubrir la verdad tenga que compartir a su familia con Daphne. Por eso siempre está rodeada de algún chico, aunque sólo con uno de ellos llega a tener una relación más seria y madura.

     En los últimos episodios de la temporada, tras unas malas experiencias que nadie querría para sí, es cuando se nos muestra a una Bay más débil e influenciable, pero al mismo tiempo, más reivindicativa.

      Por su parte, Daphne aparece como una chica de mejor ánimo, más comprensiva y que acepta más fácilmente la situación. No tiene el fuerte carácter de Bay y puede parecer una adolescente más típica. Deja ver una gama de sentimientos básicos que comprenden la atracción hacia los chicos, el afán de superación, el rencor… Su modo de sentir no es tan intenso como el de Bay, que suele llevarlo todo al límite. Poco a poco se desvelará también su lado negativo.

     Sabe leer los labios y puede hablar muy bien a pesar de su sordera, pero ello le requiere un esfuerzo extra que desencadena algunas situaciones de tensión.

     Entre ella y Bay se producen muchos altibajos, ya que son dos extrañas que se ven obligadas a convivir y a compartir a sus familias y hasta a sus amigos, pero al mismo tiempo cada una de ellas es quien mejor puede comprender cómo afecta esto a la otra.

     La comunidad sorda está retratada con muchísimo respeto. Parte del metraje está rodado en lengua de signos americana, con los debidos subtítulos. Lejos de hacer que la serie resulte pesada, esto la enriquece, y es muy interesante ver cómo alternan las personas sordas con las oyentes y cómo cada uno intenta integrarse en el mundo del otro. Así, los personajes sordos se ven sometidos a conflictos similares a los de los demás y tienen fortalezas y debilidades semejantes a las de cualquier otro, añadiendo a esto las consecuencias derivadas de su discapacidad.

     
     Hay algo que, además de todo lo dicho, me ha gustado mucho, y es que los capítulos tienen continuidad. Hay series en las que los guionistas parecen olvidarse de determinados elementos que han sucedido o incluyen acciones que compliquen el argumento renunciando a resolver las tramas planteadas previamente. Aquí no sucede nada de eso; todo está perfectamente hilvanado, y lo que alguien haga o diga tendrá consecuencias lógicas en el resto de los episodios e influirá de un modo u otro en las demás personas. Esto da una enorme sensación de verosimilitud, realismo y cotidianidad.

     La ABC Family despliega un abanico de sentimientos (buenos y malos) que hace a los personajes más humanos y a la producción más interesante. Tenemos, por supuesto, la atracción adolescente, el amor adolescente (que no es lo mismo), el amor familiar y matrimonial, el respeto, la lealtad, la fidelidad, la traición, el rencor, el perdón, el valor de la amistad, el engaño, el precio de perseguir los sueños…

     Es la primera temporada más larga que he visto nunca, pero lejos de cansarme, en cada capítulo estaba más encantada. Ahora me queda comprobar si la segunda temporada mantiene el nivel.

Puntuación: 4'5 (sobre 5)