El ladrón de palabras

09/03/2013


         Título original: The words                                                          Género: Drama
         Año de estreno: 2012                                                                   Duración: 100' aprox.
         Productora: CBC Films                                                              País: EE.UU.
             


¿De qué va?: Clay Hammond es un escritor de éxito que lee ante un auditorio su novela. En ella narra la historia de un joven, Rory Jansen (Bradley Cooper), que sueña con publicar un libro pero que ve cómo su deseo se trunca por  el rechazo reiterado de distintos editores. 
        El destino le lleva al hallazgo de un manuscrito inédito que hace pasar por suyo y que le encumbra como uno de los mejores novelistas del momento. Este éxito llega a oídos del verdadero autor, un anciano que lo escribió durante su juventud y que tuvo la desdicha de perderlo.

¿Qué opino yo? (Sin destripes): Ésta es una película extraña, con un final todavía más extraño. Gustará sobre todo a aquellas personas que tienen alma de escritor, y no me refiero a los que se dedican a “producir” libros para ganar dinero o fama. De hecho, creo que en la cinta se presentan distintos tipos de escritores, el que lleva dentro la pasión por las letras y el que necesita reconocimiento. Es estupenda la escena donde Jeremy Irons se niega a aceptar dinero por lo que él considera un fragmento de su vida.

        
        A El ladrón de palabras le perjudica su estructura narrativa en forma de caja china, ya que hace el metraje bastante desigual. Lo que se nos plantea es una historia de historias, pero no todas con el mismo interés. La trama en torno a Clay Hammond (Dennis Quaid) me sobra por completo. Cada vez que la película volvía a él, me aburría soberanamente, y su relación con Daniella (Olivia Wilde) está bastante cogida por los pelos. El papel de ella está diseñado para hacer responder ciertas preguntas a Clay, pero lo que realmente nos interesa saber no queda completamente claro.

        Lo que más me ha gustado no ha sido la parte centrada en Bradley Cooper, ni siquiera la más sentimental de París tras la Segunda Guerra Mundial, sino la relación entre Cooper y Irons, dos escritores: uno que se apropia de la novela y otro, dueño de esas palabras y de la vida que encierran.



«Mi tragedia fue amar las palabras más que a la mujer que las había inspirado».

               
     He leído algunas críticas negativas sobre el trabajo interpretativo. Hay quien opina que Bradley Cooper permanece completamente inexpresivo a lo largo de todo el film. A mí me parece que está bastante correcto, aunque quizás se maneje mejor en otro tipo de género. Con todo, me gustó más Ben Barnes, aunque éste tiene que esforzarse mucho para que llegue a quitarme de la mente su horrible Dorian Gray.


       Curiosamente, quien menos me ha convencido ha sido Dennis Quaid. No me creo su interpretación y tampoco me agrada su personaje, del que pienso que no tiene carisma alguno. Por lo que vemos, suponemos que ha escrito una obra fabulosa, pero sus frases fuera de la literatura dejan mucho que desear, son en su mayoría banales, salvo una o dos, como ésta:



«En algún momento tienes que elegir entre la vida y la ficción. Ambas van muy unidas, pero nunca llegan a tocarse».


        Claro que luego aparece Jeremy Irons y la cosa cambia. Sale poco, pero es suficiente para dar una lección a todos.

        Cada protagonista masculino tiene su acompañante femenina. Es curioso lo que ocurre con respecto a esto: son las mujeres quienes hacen actuar a los hombres de una manera o de otra, las que conducen a que todo se desencadene del modo en que lo hace, pero cuando acaba la película, pasan sin pena ni gloria; en la mente sólo nos quedan ellos.

        El final me ha parecido muy precipitado. Me da la sensación de que faltan algunos minutos que expliquen algo más. Esas dos últimas frases, la última palabra, la última imagen, resultan demasiado subjetivas, demasiado dejadas a la libre interpretación.

       En definitiva, no puedo decir que la película me haya gustado. Creo que tenía un potencial que no ha sabido aprovechar, pero algunas de sus escenas sí que me han conmovido. Me quedo con el tratamiento de la escritura y de la lectura como parte de la vida y la vida como parte de ellas.

Puntuación: 2 (sobre 5)

Delírium

07/03/2013

Delírium es la primera parte de una trilogía que se enmarca en el subgénero narrativo de la distopía. Se publicó en el año 2011, y a España nos llegó de la mano de SM. En 2012 volvió a editarse con una portada distinta para adecuarla a la que se había elegido para el segundo libro, Pandemónium. Está catalogada como novela juvenil, pero opino que no hay una edad límite para leer ningún libro, aunque en la página web de la editorial se empeñen en otorgarle una horquilla concreta (de 13 a 18 años). La autora, Lauren Oliver (irremediablemente me hace recordar a Laurence Olivier), está completando estos libros con historias cortas centradas en los personajes secundarios.


¿De qué va?: Lena Holloway vive en un mundo en el que el amor está considerado una enfermedad, el origen de todos los males. Los científicos han desarrollado una operación a la que deben someterse todos los ciudadanos al cumplir los dieciocho años. Esta “cura” elimina cualquier capacidad de amar y, por tanto, de sufrir. Lena está deseosa de someterse a la intervención; lleva toda su vida esperando el momento, pero cuando la fecha se aproxima, hace lo impensable: se enamora. A partir de ahí, todo lo que Lena sabía da un vuelco y comenzará una lucha contrarreloj para proteger sus sentimientos en una realidad que la cree enferma.

¿Qué opino yo? (Sin destripes): A algunas personas, cuando oyen hablar de amor, parece entrarles urticaria, como si fuera algo que hay que dejar para los cuentos de hadas y no pudiera darse en la vida real. Pues el amor existe de muchas maneras y con muchas variantes, y seguirá existiendo. Esta novela muestra un mundo en el que sus habitantes están deshumanizados, desprovistos de la capacidad de sentir aprecio, lo que los imposibilita para desarrollar otros aspectos como la empatía, la bondad, la comprensión o la solidaridad. Cada humano es como un autómata que asume el rol que se espera de él, ya que es incapaz de sentir más allá. Por ejemplo, de una madre se espera que se preocupe por sus hijos, y lo hace, pero del mismo modo en que se preocupa por que se le queme la comida.

   Como veis, la premisa de la que se parte es bastante interesante, pero me da la impresión de que la escritora no la desarrolla todo lo bien que podría. Las escenas cotidianas de Lena, las mismas inquietudes que se repiten una y otra vez y algunas escenas excesivamente edulcoradas se prolongan demasiado. Es pasado el ecuador del libro cuando la acción se vuelve más ágil, para ser trepidante ya al final. A pesar de eso, y para ser justos, en la primera mitad Lauren incluye algunos momentos de cierta tensión que ayudan a que el relato avance de forma amena. 

       De hecho, la novela se lee muy rápido, a lo que contribuye un lenguaje y un estilo sencillísimos, al alcance de todo tipo de lectores. Está narrada en primera persona desde el punto de vista de Lena, que resulta una buena protagonista. Su evolución es evidente a lo largo de la obra.

     
      Últimamente me encuentro con muchos arquetipos en las novelas juveniles. Son abundantes las chicas fuertes que tienen algún poder o característica especial que explotan para conseguir una meta que tienen muy clara (por ejemplo, Katniss Everdeen, de Los juegos del hambre) y las que son algo torpes, se consideran un tanto mediocres y se terminan llevando al chico guapo de turno por algún motivo que se me escapa (como Bella Swan, de Crepúsculo). 
 
     Lena no encaja en ninguno de los dos tipos que he nombrado. Es una chica corriente, diría que del montón, pero no mediocre. Se esfuerza en todo lo que hace obteniendo buenos resultados y disfruta de pasar tiempo con su mejor amiga. Se ajusta siempre a la ley sin plantearse que pueda estar equivocada y su principal deseo es someterse a la operación para verse libre de una "enfermedad" que considera completamente dañina. 


«Ya sabes que no puedes ser feliz sin haber sido desgraciada alguna vez, ¿verdad?».

       
       Poco a poco, Lena irá cambiando su modo de pensar y dejando de lado el miedo que la acompaña desde el principio. Aprende a reflexionar sobre una base que creía bien asentada, planteándose si realmente es justo que otros dicten el modo de vivir de cada uno. No es una joven celosa, claro que tampoco tiene motivos para ello, porque en un mundo donde el amor está castigado, ¿por qué iba alguien a fingir interesarse por ella y arriesgar su vida si sus sentimientos no fueran auténticos?
 
       Por su parte, el chico, Álex, me resulta bastante majo y también se aleja un poco del típico protagonista adolescente. Es guapo, claro, pero no el habitual guaperas popular que disfruta con los comentarios jocosos y haciendo rabiar a la chica (por poner un ejemplo, Jace Wayland, de Cazadores de sombras). Es inteligente, valiente pero no temerario, ya que no le gusta dejar nada al azar y es capaz de hilvanar planes sobre la marcha sin dejar ningún hilo suelto. Tiene una historia que le confiere cierta profundidad y que va a influir fuertemente en las decisiones de Lena.

Las historias cortas: Como veis en la imagen de arriba, hay tres novelas que completan la historia de esta saga. Hana es la mejor amiga de Lena y la veremos mucho en Delírium. El libro que lleva su nombre está contado desde su punto de vista y nos ayuda a comprender un hecho muy importante que ocurre en la obra que ocupa esta reseña. Las otras dos, Raven y Annabel, aún no las he leído, y, por lo que sé, parece que la autora va a dedicar una también a Álex. 

Puntuación: 3 (sobre 5)