Carmen Posadas es ya una veterana escritora con muchos títulos en su haber. En 2013 la editorial Planeta ha publicado su última novela, El testigo invisible, que consta de 460 páginas y está a la venta por 21 euros.
¿Qué opino yo?:
Cuando hago una crítica en el blog, ya sea
literaria, cinematográfica o televisiva, siempre advierto si contiene o no destripes. En este caso he decidido no poner nada, ya que el simple hecho de
saber un poco de historia rusa, de su revolución y el fin de los Romanov es un destripe enorme a la hora de leer El
testigo invisible. No obstante, siempre se puede aprender algo nuevo, y
Carmen Posadas aporta numerosos datos de gran interés.
Nada más empezar a leer ya se nos dice cómo
terminó la familia imperial rusa, así que en este sentido el final no supone
ninguna sorpresa, ni para los que ya conocían la historia ni para los que no.
Lo importante es, por lo tanto, ver cómo
se fue gestando cada uno de los pasos que desembocaron en la ya sabida
conclusión. Muchas personas con actos muy distintos fueron responsables de los
acontecimientos que sucedieron, y también lo fue el azar.
«Es
la gran ventaja que tiene hacerse viejo, ¿sabe? Uno consigue ver el desenlace
de las cosas que vivió. Sí, esa es la mejor manera de juzgar las cosas, tener
un poquito de perspectiva; y eso sólo lo da el tiempo».
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Leonid es el narrador, y a través de sus experiencias, de testimonios que le llegan de otros y de documentos a los que tiene
acceso, vamos conociendo todos los hechos. Cuando es un anciano cuenta lo que vivió en su juventud; así se van alternando dos tiempos, uno más
reciente (1994) y el de la Rusia imperial de Nicolás II.
La labor de documentación de la autora ha
debido de ser exhaustiva. El problema viene cuando vuelca en las páginas
demasiado de lo que sabe, de manera que algunos fragmentos parecen salidos de
una enciclopedia o de un documental. Eso hace que esta obra sea más una crónica
novelada que una novela al uso. Por eso creo que hay que estar interesado en
esa parte de la historia del mundo para disfrutar con este libro. Si alguien va
buscando únicamente puro entretenimiento, es mejor que elija otra opción, pero
a los apasionados de la familia Romanov les gustará.
La ficción, como corresponde, también está
presente, centrada fundamentalmente en Leonid y su vida personal. Lo que no me
ha convencido del todo es que, alguna que otra vez, en medio de los datos verídicos
acerca de los Romanov, la escritora añade algo de su invención. Es absolutamente
normal que se escoja personajes reales y se les incluya en un relato mitad
inventado, mitad cierto, pero si se opta por ofrecer una visión real de lo que
ocurrió y para ello se exponen los sucesos como fueron pasando, puede crear
confusión intercalar algo imaginado.
La autora trata de mantener una cierta
objetividad y de presentar a los personajes con sus errores y sus aciertos.
Quien es verdugo también puede ser víctima, y viceversa. Las equivocaciones del
zar quedan patentes en el texto, y también su paciencia y su estoicismo durante
su cautiverio. Ocurre lo mismo con la timidez de la zarina, lo poco que le
gustaban las fiestas y las relaciones sociales; eso hizo que se malinterpretara
su actitud y se entendiese como un desprecio a la sociedad rusa. Esto se creía especialmente
porque Alejandra era alemana. Todo ello unido a su relación con Rasputín
aumentó el odio que se le tenía en algunos sectores.
De este último Carmen Posadas descubre
aspectos interesantísimos, sobre todo los que tienen que ver con su muerte,
desmontando muchos mitos. Esto sí que ha supuesto una auténtica novedad para mí
y ahora me explico algunas cosas. Parece ser que hace unos años se
desclasificaron unos archivos secretos del servicio de inteligencia británico
donde se cuenta la verdad, y es quizás lo más sorprendente de la novela.
En cuanto a las grandes duquesas y al
zarévich, es imposible no compadecerse de ellos. Durante su confinamiento, en
la obra las muchachas muestran una actitud amable y conciliadora a pesar del
trato humillante que reciben. En la vida real, el comportamiento de los
guardianes con ellas fue incluso más vejatorio de lo que vemos en este libro,
lo que hizo que las dos mayores, Olga y Tatiana, se volviesen más retraídas de
lo que parecen en El testigo invisible.
Las jóvenes tuvieron también sus historias
de amor. Algunas se recogen en la novela, pero no la de María en la casa
Ipatiev, lugar donde la familia vivió sus horas más difíciles. No sé hasta qué
punto esto es cierto, pero se dice que dos guardias se enamoraron de ella. Un
joven llamado Ivan Kleschev declaró que se casaría con una de las grandes
duquesas y que si sus padres se negaban, la rescataría de allí él mismo. Sin embargo,
parece que la muchacha creó un vínculo afectivo con otro Ivan, en este caso de
apellido Skorokhodov. Éste le regaló una tarta a escondidas para celebrar su
decimonoveno cumpleaños, y ambos lograron escabullirse para pasar un momento a
solas, pero fueron sorprendidos. A él se lo llevaron de allí y las condiciones
para los prisioneros se endurecieron más aún.
Los capítulos son cortos y están escritos
con soltura y claridad a pesar de los saltos temporales. Recomiendo este libro
fundamentalmente a los amantes de la historia.
Puntuación: 3 (sobre 5) |