El jardín de los hechizos

 08/08/2025


El jardín de los hechizos se publicó por primera vez en su lengua original en el año 2007. A España llegó en 2012 de la mano de la editorial Martínez Roca en una edición rústica de 288 páginas que ya hoy por hoy es difícil de encontrar. También el ya extinto Círculo de Lectores la incluía en su catálogo con una portada diferente.
 

¿De qué trata?:

El hogar de los Waverley en Bacon es habitado únicamente por Claire Waverley después de que su madre y su abuela fallecieran y su hermana Sidney se marchara sin dejar rastro. Allí vive cuidando su misterioso jardín y cultivando un don extraordinario que la hace valiosa para sus vecinos. Su tranquila existencia se ve interrumpida por el regreso de Sidney, quien arrastra consigo un pasado que la persigue. Sin embargo, el ambiente mágico de Bacom y las relaciones que allí establecen las llevan a conocerse mejor entre ellas, pero también a sí mismas.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Seguramente, todos los lectores que viajen en transporte público  se han topado con otro lector que va leyendo un libro y han sentido la necesidad de saber cuál era. Así fue como conocí este título. En primer lugar, la portada me trajo a la memoria Crepúsculo, de Stephenie Meyer, ya que la edición que llevaba la otra lectora es muy similar, pero lo que realmente me llamó la atención y me invitó a buscar un ejemplar fue el título. Todos los jardines ya tienen algo mágico de por sí y si, además, la historia promete que va a suceder algo extraordinario en ellos, mi interés se duplica.

Esta novela ha sido comparada por otros lectores con la película Prácticamente magia, pero aunque tienen claros puntos en común, la trama difiere bastante. De hecho, a mí la cinta protagonizada por Sandra Bullock y Nicole Kidman no me gusta, mientras que el libro sí.

Para empezar, hay dos hermanas, una más seria y centrada y otra que vive lejos del hogar familiar y lleva una vida disoluta que le acaba acarreando graves problemas. Ambas tienen dones especiales, pero ni son brujas ni practican la magia. La mayor, Claire, sabe cocinar usando plantas cuyos efectos rompen la lógica del mundo real. De hecho, esto tiene, a mi parecer, ciertas conexiones con Como agua para chocolate. Por ejemplo, su vino de geranio puede hacer recordar las cosas buenas, los frutos secos de la ensalada con brotes de jacinto despiertan la melancolía, mientras que las magdalenas con pensamientos cristalizados amansan a los niños. Esta cualidad la aprendió Claire de su abuela.

Por su parte, la menor de las hermanas, Sidney, es capaz de intuir qué cortes de pelo volverían deslumbrante a cada persona.


«Cuando eres feliz por las cosas que te pasan, esa felicidad te llena. Cuando lo eres por las cosas que les pasan a otros, te desborda».

 
Como vemos, son capacidades extraordinarias aplicadas a lo cotidiano, sobrepasando las posibilidades del mundo real. Si alguien está buscando un libro con brujas, pociones mágicas, hechizos y bailes de aquelarres bajo la luna, este no es así. El elemento más mágico que aparece es el manzano del jardín de las Waverley, cuyas manzanas tienen un efecto muy particular sobre cualquiera que se atreva a comérselas y pueden llegar a cambiarle la vida. Además, es un árbol juguetón que se empeña en lanzar sus manzanas y tiene una conexión especial con las habitantes de la casa, como también sucede entre esta y las dos hermanas.

Al don de Claire y Sidney se suma el de Evanelle, una pariente lejana de setenta y nueve años que me ha gustado mucho. Ella posee una especie de clarividencia opaca, ya que de vez en cuando percibe que alguna persona conocida va a necesitar algún objeto concreto, pero no sabe ni para qué ni en qué momento, por lo que le surge la necesidad imperiosa de llevárselo cuanto antes, aunque eso le suponga estar siempre dando vueltas de un lado a otro.

Otro aspecto remarcable de esta novela es que al no ser una historia sobre brujas propiamente dicha, las Waverley no son las únicas que poseen características peculiares en la ciudad. Así pues, hay otras familias con rasgos distintivos, como los Clark, cuyas mujeres no tienen parangón en las artes amatorias, o los hombres Hopkins, quienes siempre se casan con mujeres mayores que ellos porque nacen con una mentalidad ya vieja.

Todos ellos forman parte de la comunidad de Bascom, una pequeña ciudad estadounidense con alma de pueblo, donde todos se conocen y tienen sus más y sus menos. 


«Eres como eres, te guste o no, así que ¿por qué no mejor hacer que te guste?».

 
Allí, a lo largo de la trama, se gestan dos historias de amor de esas en  las que los implicados parecen predestinados, empujados el uno hacia el otro por una fascinación irracional y sensorial promovida por las fuerzas misteriosas del entorno que los rodea.

De este modo, a la vida de Claire llega un hombre que no puede dejar de soñar con ella, por mucho que a ella le moleste este atracción mutua debido al miedo que la corroe a que la hagan sufrir.

Por su parte, a su vuelta al pueblo, Sidney se encuentra con que tiene un capítulo sin cerrar con otro hombre que siempre la consideró el amor de su vida.

El estilo de Sarah Addison Allen en esta novela es esencialmente evocador, algo que consigue mediante figuras retóricas y tropos que conectan ligeramente la obra con el realismo mágico. Así despierta nuestros sentidos con imágenes tan poderosas como «con cada sonrisa de la luna, sin falta, Claire soñaba con su infancia» o «era tan sureña que lloraba lágrimas que venían directamente del Misisipi y siempre olía ligeramente a álamo de Virginia y melocotones».

No obstante, como contrapunto, la autora no se priva de incluir también palabras y expresiones vulgares y soeces. Incluso se narra una escena muy desagradable sobre el abuso al que es sometido uno de los personajes. Sin embargo, esto no es óbice para disfrutar todo lo demás, ya que el tono, la trama y los personajes son cautivadores y nos envuelven en un encantamiento, como si de un auténtico hechizo se tratase, para hacernos un poco más felices.

Quizá pueda parecer que es un libro de otoño, de esos que nos gusta leer cerca de una deliciosa vela aromática y con la lluvia repiqueteando en la ventana, pero aunque esta no es mala idea, es un libro que transcurre principalmente en verano, cuando en Bascom los manzanos dan su fruto, el aire huele a menta y a romero, los pícnics se hacen junto a un embalse y las cenas, bajo un cielo despejado.

 

Puntuación: 3,5 (sobre 5)

Lo que hizo Katy

15/07/2025


Susan Coolidge (1835-1905) es una autora prácticamente desconocida en España, a pesar de haber dedicado su vida a la literatura y contar con obras que poseen un espíritu similar a otras más reconocidas. Lo que hizo Katy ha permanecido inédita en nuestro país hasta que la editorial Siruela la ha traído en 2018 en una edición que consta de 192 páginas.

Esta novela se publicó por primera vez en 1872 y forma parte de un conjunto de cinco libros que narran la vida de los hermanos Carr. Los protagonizados por Katy, la hermana mayor, son tres, los únicos que Siruela ha traducido, dejando así incompleta la saga para quienes quieran conocer las vicisitudes del resto de la familia.

 

¿De qué trata?: 

K
aty Carr es una niña aventurera, traviesa, valiente e impulsiva. A sus doce años le encanta saltar las vallas, sentarse en los tejados, ir de pícnic con sus hermanos, aunque a su tía Izzie le horrorice... 

Un día, la familia se enfrenta a un suceso inesperado que la obliga a replantearse la vida que había llevado.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

 Cada página de este libro ha sido para mí un soplo de aire fresco. Este tipo de lectura reposada e inocente acaba siendo un bálsamo en medio de este mundo tan caótico. Quizá la etiqueta de clásico infantil o juvenil pueda confundir y alejar a algunas personas porque la trama gira mayormente en torno a niños que viven su tierna infancia entre juegos e ilusiones, pero lo cierto es que, aunque eso sea parte estos libros, también suelen incluir aspectos vitales y reflexiones que se comprenden mejor cuando ya se es adulto y se han tenido que afrontar diversas dificultades impuestas por el destino.

Reconozco que no conocía esta historia ni a su autora hasta que vi que Siruela la traería a nuestro país; además, con una portada preciosa. Como no podía ser de otra manera, me llamó mucho la atención que el editor de Susan Coolidge fuese el mismo que publicó Mujercitas, una de las historias que amaba en mi infancia (y aún lo sigo haciendo). Con este punto de partida, no dudé en hacerme con él en cuanto salió a la venta, sin mirar ninguna opinión ni reseña sobre él.

Lo que hizo Katy tiene mucho en común con otros libros protagonizados por niñas imaginativas, soñadoras, inteligentes, inconformistas y con iniciativa. Podemos citar así obras como la ya mencionada Mujercitas; Ana, la de Tejas Verdes y Pollyanna, pero también me trae a la memoria la serie de televisión Camino de Avonlea.

El título que aquí nos ocupa no tiene la densidad argumental de la obra más conocida de Louisa May Alcott ni las vívidas descripciones de Lucy Maud Montgomery, pero el estilo sencillo y cándido que caracteriza a esta novela se corresponde con la sencillez y candidez de esa infancia que se nos muestra, consiguiendo incluso que sintamos nostalgia de una época y un lugar que no hemos conocido.

Los primeros capítulos nos presentan a Katy, sus hermanos, su amiga Cecy y al resto de la familia Carr, pero también se nos permite ser partícipes del mundo secreto de estos niños. Nos colamos entre ellos cuando quedan a escondidas para contarse imaginativas historias, leerse los poemas que han compuesto y repartirse algunos dulces como si fueran un manjar exclusivo.

Como Anne Shirley, estos niños tienen su propio País de las Hadas. Fuera de su hogar, en un bosquecillo acogedor, hay lugares especiales que ellos bautizan como el Sendero del Peregrino, la Colina de la Dificultad o el Sendero de la Paz, pero en los momentos en los que el clima deja de brillar, trasladan su refugio mágico a un pajar «de techo bajo, oscuro, sin ventanas, iluminado sólo por la exigua luz que entre por el agujero del suelo» con olor a maíz y alguna gotera en el tejado. Entre la dorada paja y en la semipenumbra, celebran sus banquetes, continúan sus historias secretas y resuenan sus risas los sábados lluviosos.

Al personaje de Katy lo vemos evolucionar a lo largo de la historia. Es la mayor de seis hermanos y la más traviesa, aunque algunas trastadas no las haga aposta. Es imaginativa, pero algunas de sus ideas le traen bastantes disgustos, aunque forman parte de su crecimiento y del entretenimiento del lector.

Sus hermanos también tienen su propia personalidad y, al final, es imposible no encariñarse con ellos y tener algún favorito. En mi caso, he sentido debilidad por Elsie. Sin embargo, aunque los niños sean el centro de todo, los personajes adultos también me han gustado. El doctor Carr es un hombre dulce y comprensivo, pero firme. La prima Helen es el ejemplo de quien se pierde y se busca a sí mismo en la adversidad, alguien que no lo ha tenido fácil, pero que se ha crecido frente a las tribulaciones. Quizá nos resulte menos realista, pero su mensaje es muy digno de tener en cuenta. Con todo, he preferido a la antipática y estricta tía Izzie, porque pese a su carácter duro y exigente, en el fondo es una mujer que desea ser querida, pero no sabe cómo mostrarlo sin perder autoridad. Es un personaje imperfecto con emociones opuestas.

Como sucede en la vida misma, no todo son risas y juegos. Los capítulos alegres se acompañan de otros en los que los niños tienen que afrontar pérdidas e infortunios que serán parte de su bagaje en su camino hacia la edad adulta.


«Ya sabéis que cuando uno empieza el día de mal humor, parece que ocurran todo tipo de desafortunados accidentes para acrecentar nuestra aflicción».

Hay muchas maneras de afrontar las desgracias (o incluso no hacerlo) y me ha resultado conmovedora la forma que tiene Susan Coolidge de exponerla y llevar a su protagonista hacia la madurez. Este camino de desarrollo personal de Katy también puede ser una vía de reflexión para los lectores, ya que a veces se nos olvidan valores y cualidades que harían nuestra vida más agradable, como la resiliencia, la constancia, la paciencia, la tolerancia, el respeto, procurar la propia realización y la felicidad de los demás aparte de la nuestra propia. Seguramente habrá quien a esto lo llame moralina o valores obsoletos, pero, sinceramente, creo que nos hacen mucha falta en general y, al menos personalmente, los prefiero en mi vida, por lo que su inclusión en los libros me parece reconfortante en un siglo XXI que cada vez más adolece de su carencia.

Lo que hizo Katy es una de las mejores lecturas de lo que llevo de año, no tanto por su calidad literaria, sino porque es de esas que abrazan el alma y dejan calentito el corazón.


Puntuación: 5 (sobre 5)

La vida que nos separa

 06/07/2025

La vida que nos separa es la novena novela nacida de la pluma del autor catalán Chufo Lloréns. Fue publicada por primera vez en tapa dura por la editorial Grijalbo en 2023 y hoy por hoy cuenta también con una edición en formato bolsillo.

 

¿De qué trata?:  

Barcelona, 1977. En un país que se asoma a un nuevo horizonte de libertad, la vida de Mariana Casanova se tambalea. Los tejemanejes económicos de su marido Sergio, un joven ejecutivo sin escrúpulos, la abocan a la ruina económica junto a sus cuatro hijos pequeños. Debatiéndose entre el matrimonio y su decepción ante un hombre que carece de palabra y de honor, Mariana emprende la tarea de salvar su familia, aunque para ello tenga que tomar medidas drásticas.

Dieciséis años atrás, el futuro se abría ante ella mostrándole lo que prometía ser un camino de rosas. Una adolescente Mariana daba sus primeros pasos en la vida adulta y en la alta sociedad de la época, muy marcada por las costumbres y tradiciones que seguían señalando los deberes y las obligaciones de las mujeres. En esos años de aprendizaje, la joven se enfrentó a la pasión de Rafael, un rejoneador mucho mayor que ella que cayó rendido a sus encantos, y a la de Enrique, su primer amor, un aspirante a músico que partió a París para cumplir sus sueños de convertirse en un virtuoso del violín.

Pero ese sendero antaño sembrado de ilusiones se ve ahora ensombrecido por un matrimonio fallido y un futuro incierto. ¿Debe Mariana seguir mostrando lealtad a un hombre como su marido y seguirlo en su huida de la justicia? ¿Tiene algún sentido cumplir con lo que le inculcaron sus padres y todo su entorno? ¿Es ya demasiado tarde para aspirar a la felicidad?


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este  libro ha resultado ser una de mis dos grandes decepciones literarias en lo que va de año. Ya iba avisada por la opinión de otros lectores, pero, como siempre, me gusta juzgar por mí misma. No sería la primera vez que me llevo una sorpresa positiva, aunque, con pesar, tengo que afirmar este que no es el caso.

Evidentemente, habrá lectores a quienes les guste, ya que no existen dos lecturas iguales. Sin embargo, para mí ha sido un libro lleno de nada.

Conocí a Chufo Lloréns hace unos años gracias a La ley de los justos, una novela que me regalaron unas amigas y que me enganchó rápidamente, aunque el papel de las mujeres en ella me pareció penoso. Más adelante, durante un verano con bastante tiempo libre, afronté con calma las más de ochocientas de El destino de los héroes, un magnífico folletín que me mantuvo completamente absorbida. Mientras que la primera fue un entretenimiento agradable, la segunda me dejó poso y aún hoy recuerdo bien algunos de sus personajes. Me quedé con ganas de más, aunque han pasado unos años antes de volver al autor.

Mientras que en las dos obras mencionadas hay diversas tramas protagonizadas de forma coral por muy distintos personajes, en La vida que nos separa encontramos una única protagonista, Mariana, y todo lo que acontece, que es muy poco en realidad, gira en torno a ella.

La primera parte va alternando dos tiempos, el presente de Mariana en los años 70 y su pasado como adolescente para que sepamos cómo la vida y sus decisiones la llevaron hasta el punto en el que se encuentra. Estos capítulos son los que transcurren en Barcelona, aunque no se llega a profundizar en las características históricas, urbanísticas o sociales que definían la ciudad entonces. La plasmación de esta en sí misma es muy vaga y no llegamos a ver mucho más que un par de costumbres de la alta sociedad y la mención de alguna revista de entonces. 

Un problema fundamental que encuentro es que Mariana no me gusta. Se narra el paso de varios hombres por su vida, pero con ninguno me transmite nada, ya que su apego a ellos no viene de un cariño real fomentado por el trato, sino por aspectos superficiales y vacuos. Así, uno de sus pretendientes le atrae por la fama y lo que supone ser admirada por un hombre tan popular. El otro le gusta por ser muy apuesto físicamente. Para mí, se caracteriza por no saber lo que quiere y ser un tanto veleidosa. Su única constante en la adolescencia es oponerse a sus padres para elegir libremente lo que ella decida. Ni siquiera su primer amor de juventud me parece significativo, porque, aunque tengamos que creer que le deja huella de alguna manera, lo cierto es que ella, simplemente, se limita a dejarse llevar y es una historia con escaso relieve en la mayor parte del libro. 

La trama se desarrolla muy poco. Los mismos sucesos o algunos muy similares se repiten. Así, vemos continuamente a Mariana resistiendo los embates de la vida, pensando en si perdonar o no al prenda de su marido, planteándose en cómo llevarse bien con él por sus hijos, trabajando y saliendo con sus amigas. Es que no hay más.
 
«He llegado a una conclusión: la ausencia afirma los amores, las amistades y los recuerdos... Estos días he de almacenar todo lo que me digas, me enseñes y nos ocurra para tener material que alimente mi memoria cuando me vaya».

De los personajes masculinos no me ha gustado ninguno. Por un lado tenemos a Sergio, de quien sabemos desde el principio que es el elegido de Mariana para contraer matrimonio. Es un personaje muy simple, lleno de clichés, diseñado para caer mal y que nos compadezcamos de ella. En él no hay matices. 

Por las páginas pasa también Rafael, un rejoneador casi veinte años mayor que Mariana, pero que se enamora de ella porque sí y mantiene vivo ese amor durante otros veinte años aproximadamente porque… No sé, la verdad. No hay ni química ni nada entre ellos. Es un personaje muy cargante creado sólo en un intento de aportar conflicto en la trama y volverla más dinámica.

Enrique, el primer amor de Mariana, pasa sin pena ni gloria. Más que como una persona real se ve como un esbozo. Parece un personaje sin desarrollar. Al principio es presentado como un muchacho determinado a cumplir sus sueños, aunque eso le lleve a renunciar a algunas cosas. Más adelante, aparece de manera esporádica para que le veamos en una relación enfermiza iniciada únicamente por un impulso sexual, lo que, en mi opinión, no lo deja en muy buen lugar.

Tras presentar a todos estos personajes y plantear el conflicto sobre el que gira la trama, esto es el desastre económico y familiar originado por la desfachatez y la sinvergonzonería de Sergio, pasamos a una segunda parte en México, donde Mariana y sus hijos tienen que trasladarse siguiéndolo a él. Aquí ya no hay saltos en el tiempo, pero continúa la misma percepción difusa de los ambientes y costumbres. Hay pinceladas con respecto a estas cuando Mariana trabaja o sale de fiesta, pero las descripciones me resultan escasas e insuficientes.  Unos pocos modismos mexicanos sueltos de vez en cuando no pueden solucionarlo.

 

Los personajes secundarios en esta ocasión aparecen para darle a Mariana algo que hacer, pero no poseen interés por sí mismos, al menos para mí. Además, el estancamiento vital de la protagonista se remarca aún más cuando las tramas empiezan a repetirse. 

El final es del todo incomprensible. A lo largo del texto, la protagonista toma sus decisiones en función de sus enseñanzas católicas y, sobre todo, de lo que considera mejor para sus hijos, quienes son el centro de su vida. Sin embargo, en un desenlace precipitado, sin desarrollar y mal encajado, esto queda al margen y no se nos plantea en ningún momento qué tipo de malabarismos va a tener que realizar para casar su decisión final con su papel como madre.

Con todo, valoro el esfuerzo del autor por haber seguido escribiendo y publicando con noventa y un años de edad y, pese a este tropiezo, seguiré leyendo sus obras pasadas que me quedan por conocer, ya que, lamentablemente, se nos ha ido este año.

Mi conclusión final es que La vida que nos separa resulta ser una novela repetitiva, engordada sin necesidad, con un mal final, personajes apenas desarrollados y un recorrido insulso por una vida totalmente anodina.


Puntuación: 1 (sobre 5)