Nieve en abril

 22/12/2025


Esta novela apareció en el mercado editorial anglosajón por primera vez en 1972, siendo así una de las primeras obras publicadas de Rosamunde Pilcher. En España ha conocido varias ediciones y reimpresiones. Ya en 1994 se hizo cargo de ella Penguin Random House Grupo Editorial. En el día de la fecha de esta entrada, la edición que está a la venta en este país es de bolsillo y cuesta 12,95 €. Consta de 211 páginas.

¿De qué trata?:

A pocos días de su boda con un hombre del que no está enamorada, Caroline Cliburn decide emprender un viaje a Escocia con su hermano pequeño, Jody, con el fin de ver a Angus, el hermano mayor, quien lleva años sin aparecer. Ambos creen que es su última oportunidad para encontrar un hogar en el que pueda vivir Jody tras la boda de Caroline y la mudanza a Canadá de la madrastra de ambos.

Sin embargo, una tormenta de nieve interrumpe bruscamente sus planes y acaba llevándolos a la puerta de un solitario joven escocés.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Mi relación con los libros de Rosamunde Pilcher oscila entre dos extremos que van desde el más amplio disfrute al odio más profundo. La conocí con un compilación de relatos que venía como regalo con una revista. En esas historias cortas, la autora hacía gala de un estilo sencillo pero envolvente, cercano y preciosista al mismo tiempo. Rápidamente sumergía mi imaginación en un ambiente acogedor y cálido, a pesar de la climatología adversa en algunos de esos relatos.

Después cayó en mis manos Solsticio de invierno, que venía avalado por multitud de  críticas positivas, las cuales no pude comprender tras concluir la lectura (y sigo sin poder hacerlo). Es un libro que me hizo sentir muy mal por su apología del adulterio y la cantidad de adultos disfuncionales que lo protagonizan. 

Me sucedió lo mismo con Carrusel, donde la autora vuelve a enfocar la infidelidad, la falta de compromiso y el egoísmo como una situación deseable. La decadencia moral como vía a la felicidad, como se muestra en estos dos últimos títulos, me parece una aberración y es algo que no deseo encontrar en mis lecturas, y menos si me vienen recomendadas como obras agradables y reconfortantes.

Llegados a este punto, se me pasaron las ganas de leer nada más de esta escritora, pero a causa de la impresión de aquellos primeros y bonitos relatos, ya me había agenciado buena parte de su producción, así que volví a intentarlo, esta vez con Bajo el signo de géminis, que sí me provocó las sensaciones que yo deseaba y me llevó a recobrar la esperanza, por lo que me atreví con una de sus obras más famosas, El regreso. Fue otro fracaso, pero por otros motivos, como una protagonista de cartón y una historia de amor en la que no hay amor (ni historia).
 
Durante un tiempo he dejado a Rosamunde Pilcher en el olvido, pero ahora que tengo entre manos una lectura muy densa de Dickens y que el frío empieza a hacer su efecto en el cuerpo y el ánimo, me apetecía alternar ese libro con otro de lectura fácil y atmósfera cálida en lo que respecta a ambientes y emociones.

Sin duda, Nieve en abril ha sido la lectura que buscaba, lo que siempre he esperado de esta autora desde que la conocí. Esto no quiere decir que sea un libro perfecto, ya que tiene defectos flagrantes, pero me he sentido abrigada entre sus páginas, como si, al igual que Caroline y su hermano Jody, acabase de salir de una tormenta de nieve para refugiarme al calor del hogar con una deliciosa comida casera y contemplar los campos helados a través de una ventana.
 
La trama que plantea aquí Rosamunde Pilcher es muy simple y no nos vamos a llevar ninguna sorpresa, pero, precisamente, leer sobre gente común encontrando su espacio y calmando su mente en un paisaje de belleza embaucadora es lo que me ha atrapado, además del habitual estilo de la autora, quien escribe para gente también común, lectora o  no, que desee relajarse con una escritura capaz de provocar sensaciones pictóricas. Pilcher sabe colocar cada objeto, ornamento o elemento natural en su trama para que nos sintamos parte de ese cuadro placentero.


«La vida es demasiado corta como para mirar atrás. Eso sólo sirve para salirse del camino, tropezar y, probablemente, caer de bruces. Yo prefiero mirar hacia delante».


Cuando los personajes llegan a ese ambiente y acaban amoldándose a él, se produce una sensación de equilibrio, del cual es partícipe el lector para acaparar algo del bienestar que hallan esos personajes. Esa es la mayor virtud de la novela, la cual he sentido como una versión extendida de alguno de aquellos relatos con los que conocí a la autora. Así, como sucede habitualmente con los relatos, no hay tiempo para otorgar una gran complejidad a los personajes ni una conclusión más sólida y desarrollada. Por ello, la historia de amor resulta precipitada, pero, aun así, se puede palpar entre líneas cómo se inician esos sentimientos entre los protagonistas. Sencillamente se trata de dos personas adecuadas, con un importante grado de insatisfacción en sus vidas, que se encuentran en un entorno adecuado en el momento correcto. Puede interpretarse como el destino torciendo los planes de la gente, algo que nos es poco habitual ni extraño.

Caroline, por su parte, es una joven que lleva mucho tiempo sin tomar las riendas de su vida. Puede parecer caprichosa, pero en realidad es alguien que se dejó marcar por un contratiempo del que no se rehízo.

Por otro lado, Oliver es un hombre autoritario, de los que ya he conocido en otros libros de esta escritora, pero que necesita a alguien que le aporte un poco de luz y dulzura.

Para que exista algo más de tensión dramática, Rosamunde Pilcher se sirve de otra mujer en la ficción, Liz, quien lleva toda su vida enamorada de Oliver y que, tal como se recalca como si fuera algo trascendente, es mucho más atractiva que Caroline.

Estos son los ingredientes básicos. No puedo decir más por riesgo de
 incurrir en algún destripe, pues aunque la historia es previsible, lo ideal es ir descubriendo por uno mismo cómo se desarrolla y cómo va afectando a los personajes.

No se trata de una novela para gente exigente con la literatura, sino para aquellos que ven cada nuevo día como un regalo y disfrutarían mirando un amanecer nevado a través de una ventana, tumbados sobre la hierba a la orilla de un lago sin hacer nada más o contemplando un rayo de sol que se filtre por una rendija de un desván para iluminar el polvo en suspensión.
 
Puntuación: 2,75 (sobre 5)

El collar del hombre errante

 04/12/2025



The Wanderer's Necklace vio la luz en los primeros años del siglo XX. Aunque en inglés ha conocido varias ediciones, en España ha continuado siendo una obra inédita hasta que, en 2024, la editorial Albo & Zarco la ha publicado en nuestro idioma. El título por el que se ha optado en la traducción es El collar del hombre errante.

Esta edición consta de 344 páginas y su precio es de 19,95 euros. 


¿De qué trata?: 

El vikingo Olaf descubre, al saquear la tumba del que llaman “el hombre errante”, un misterioso collar que perteneció a una mujer cuya vida transcurrió siglos atrás. A partir de entonces, el curso de su vida se ve alterado y de Dinamarca a Bizancio, de Grecia a Egipto, Olaf deberá viajar y luchar para forjar su destino y averiguar por qué esa mujer se le aparece en sueños.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Tenía pendiente escribir la reseña de otro libro, pero justo al acabar de leer este, he necesitado sentarme a reflexionar sobre él y escribir mis impresiones. Mi primer impulso ha sido quejarme sobre el final, que, nada más volver la última página, me pareció desconcertante y anticlimático. Tras pasarme toda la novela absolutamente atrapada por la trama sin que mi interés decayera en ningún momento, la primera impresión causada por el desenlace fue sentirme estafada por el autor. Esto es lo que empecé a escribir en el primer borrador de esta crítica. Sin embargo, he terminado rehaciéndola, porque he seguido pensando mucho sobre este final, lo he releído, y también el inicio, y me he dado cuenta de que, bien interpretado y conectándolo con la primera frase del libro, es lo que consigue darle a todo el texto aire de leyenda. Creo que esta puede haber sido la intención del autor desde el principio, trascender los límites de la historia.

A la editorial Albo & Zarco, la responsable de la publicación de este título en España, la conocí gracias a habernos traído otro que deseaba tener en mis estantería: La maldición de Capistrano. Desde entonces le he seguido la pista y de su catálogo me llamó mucho la atención el argumento de El collar del hombre errante. De su autor, Henry Rider Haggard, me gustó bastante Las minas del rey Salomón (su obra más famosa), lo que ya me predispuso favorablemente para darle una oportunidad a este otro. Además, los argumentos que giran en torno a dos almas enamoradas que siguen buscándose en otras vidas, me parecen el sumun de lo romántico. Aunque mis creencias vayan por otro lado, suelo disfrutarlos mucho.

Así pues, estas han sido mis dos únicas referencias a la hora de embarcarme en su lectura: el autor y el argumento de la contraportada. Seguramente por ello me ha sorprendido bastante y, con cada página que leía, me daba cuenta de que lo que esperaba y lo que me encontraba no tenían nada que ver.

Para empezar, la trama amorosa está bastante diluida en el resto de vivencias de Olaf. De hecho, no se materializa hasta, más o menos, la mitad de la novela, cuando se desvela quién es la mujer a la que Olaf estaba destinado, y ni siquiera se puede decir que ella sea lo único que cambia el rumbo de la vida del protagonista.



«Después de todo, ¿qué es la vida como la conocemos? ¡Una exhalación pasajera!».


De este modo, la trama se conforma mediante una serie de recuerdos relevantes. Se trata de los momentos que modulan el carácter de este hombre, de su relación con personajes históricos de renombre, el encuentro con nuevas creencias y las decisiones hazañosas que forman su leyenda.

El libro se estructura en tres grandes partes que transcurren en Aar, tierra natal de Olaf, Bizancio y Egipto durante la Alta Edad Media.

En Aar conocemos a los hombres del norte, sometidos a los dioses nórdicos, en especial a Odín. Allí vive Olaf junto con sus padres, su hermano sanguíneo (Ragnar) y su hermano adoptivo (Steinar)  y es donde se desarrolla su primer amor con una belleza conocida como Iduna la Justa. Los acontecimientos de esta parte ya ponen de manifiesto la integridad, el valor y la mesura de Olaf y lo desvían del camino que tenía previamente trazado.

Es en Bizancio donde conocemos los personajes más interesantes, personajes históricos de los que, sinceramente, yo apenas sabía nada y que me han resultado tan apasionantes como para querer conocer más de su historia real.

Destaca sobre todos ellos la emperatriz Irene, una auténtica serpiente que es, sin duda, quien más interfiere en el destino de Olaf afectándolo enormemente. Es una mujer ávida de poder, inteligente y embaucadora. No se queda de brazos cruzados, aunque ninguna mujer de las que aparecen en la historia tiene una actitud pasiva. Todas actúan en consonancia con su carácter y ninguna espera a ser rescatada por nadie, por muy adversas que sean las circunstancias.

En esta parte es donde se introduce también a Heliodora, una joven de origen egipcio, y a Martina, la dama de compañía de Irene y quien se ha ganado toda mi simpatía y admiración por su lealtad y abnegación, pero también mi lástima por su sufrimiento silencioso.

Martina no es de alta alcurnia ni tampoco hermosa, como lo son las otras, pero es la que posee el corazón más noble y por ello he pasado todo el libro deseando que su suerte cambiara.

Bajo el dominio de Irene tienen lugar acontecimientos muy duros que no me esperaba en absoluto y que me han mantenido pegada a las páginas.

De lo que sucede en Egipto después no puedo contar nada sin desvelar partes cruciales del argumento, así que dejaré que lo descubra por sí mismo aquel que quiera darle una oportunidad al libro.

En lo que respecta al estilo, está narrado en primera persona en un tono que hace pensar en una antigua epopeya, sólo que en prosa. Los diálogos, no tan abundantes pero sí intensos, son declamatorios. Aunque es un libro fácil de leer y los acontecimientos no paran, puede resultar arcaizante para lectores acostumbrados a superventas actuales.

Además de la riqueza estilística, el texto es rico también en representación de distintas culturas, creencias y doctrinas. Así, hay espacio para cuestiones tan dispares y, en ocasiones, excluyentes como los dioses paganos, el cristianismo (con el conflicto entre su tendencia iconoclasta y la iconodulia), la reencarnación y el islam.

Aunque cogí esta novela creyendo que sería un libro de aventuras y romance, me he encontrado con algo más complejo, aunque igual de atractivo. Contiene emoción constante, pero también reflexión, sacrificio y un carácter historicista (con libertades, por supuesto). El final que comentaba al comenzar esta reseña puede dar lugar a debate y, una vez analizado y asumido, puedo decir que estoy más que satisfecha con esta lectura que me ha provocado tantas sensaciones. 

 

Puntuación: 4 (sobre 5)

En busca de Perséfone

 23/11/2025

En busca de Perséfone narra un romance de regencia que vio la luz en papel por primera vez en el año 2008. En España ha sido publicado en 2022 por la editorial Libros de Seda, que ha encontrado un nicho en nuestro país para libros que casi no tenían su espacio, la novela blanca o clean romance ambientada en los siglos XVIII y XIX.

La edición española consta de 320 páginas y cuesta, hoy por hoy, 18,95 euros.

En busca de Perséfone es el primer libro de la saga de la familia Lancaster, a través de los cuales podremos ir conociendo todas las historias de amor de estos hermanos. No obstante, el de Perséfone puede leerse de forma independiente.

En 2025 se ha rodado en Estados Unidos una película que adapta la novela a la pantalla. En este enlace oficial podemos obtener más información sobre ella: https://www.seekingpersephonemovie.com/

 

¿De qué trata?: 

Adam Boyce, el duque de Kielder, es un hombre huraño con fama de tener mal genio y ser peligroso. Su vida transcurre entre los muros de su castillo y el bosque circundante, pues detesta la compañía. Sin embargo, el desprecio por un pariente destinado a heredar sus posesiones lo conduce a buscar un matrimonio que pueda darle un heredero. Delegando en un consejero la búsqueda de una esposa adecuada, se encuentra con que esta es una joven totalmente diferente de lo que esperaba. La elegida es Perséfone Lancaster, la hermana mayor de una familia de varios hijos que perdieron muy pronto a su madre. La delicada situación financiera de su familia es lo que la conduce a aceptar la propuesta. No obstante, Adam es un hombre con muchas cicatrices externas e internas y el acercamiento entre ambos no será sencillo.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Parto de dos hechos igualmente verídicos: el libro está muy pobremente escrito y, aun así, me ha gustado.

Es una novela bastante digerible, con la sencillez de un cuento y, como tal, gira en torno a algunos clichés: el príncipe que sufre una maldición y la princesa que le enseña qué es el amor para librarlo de aquella. No obstante, aquí no hay ni un príncipe ni una princesa ni la maldición es literal, sino un trauma infantil.

No la considero una revisión de La Bella y la Bestia, pero que esta historia está en su base es indiscutible. De hecho, contiene incluso un pasaje idéntico a una escena de la película de Disney. Asimismo, la autora juega también con el mito de Hades y Perséfone de una forma nada sutil. Los propios personajes hacen referencia a él en varias ocasiones para ponerlo en comparación con la situación en la que ellos están envueltos.


¿La dejó ir porque la amaba? 
Y ella volvió porque lo amaba a él.

Este aire de cuento de hadas, el castillo aislado del mundo, el desarrollo lento y creíble de los sentimientos y la atmósfera invernal son lo que me ha conquistado.

Toda la trama gira en torno a la relación entre Adam y Perséfone. No hay nada más, ni asuntos políticos ni sociales ni económicos... No hay, por tanto, ninguna contextualización histórica desarrollada, sólo algunas referencias para situarnos en la época. Es solamente una historia para calentar el corazón, sencilla, para momentos en los que la mente necesita descansar y no esforzarse demasiado.

A esto último ayuda el estilo. Desde luego, no es una prosa engalanada. Prácticamente todo el libro funciona a través de diálogos, con breves fragmentos narrativos y casi nada de descripción. Las conversaciones no son especialmente chispeantes, pero se van mostrando oportunamente según se va viendo la evolución de las emociones de los protagonistas. Ambos van sintiendo mucho más de lo que dejan entrever mediante las palabras.

Hace algún tiempo leí un libro de otra autora que está ahora de moda por estos lares, Mimi Matthews, seguramente más conocida que Sarah M. Eden. Aquella novela comparte muchos aspectos con el título que hoy me trae aquí. Me refiero a La oferta de matrimonio. El  matrimonio concertado entre dos desconocidos que se unen por conveniencia mutua está presente en ambas obras. También me resultan muy semejantes los estilos ágiles con abundancia de diálogos (aunque con una narración algo más extensa en el caso de Matthews) y un personaje principal hosco que vive con sus propios tormentos. Ambos libros están, además, publicados en España en la misma editorial.

Centrándome nuevamente en En busca de Perséfone, creo que hay que ser un lector paciente para disfrutarlo. Los amantes de romances intensos, apasionados y de rápido desarrollo no encontrarán ningún placer en esta lectura, ya que el protagonista masculino, forjado a sí mismo durante años con un carácter férreo e intransigente, no puede cambiar su modo de pensar, de sentir y de vivir de manera flagrante de la noche a la mañana.

Esto lleva a que resulte un personaje desagradable, aunque esté hecho así aposta, y a que Perséfone tenga que verse enfrentada a situaciones y actitudes similares más de una vez. Para algunos lectores este hecho podría volver la trama lenta y repetitiva. Sin embargo, para mí es lo que ha conseguido que Adam resulte verosímil, que pueda sentirlo como una persona y no como un monigote que cambia a conveniencia del autor desprendiéndose de todo lo que lo caracteriza. No es un hombre fácil y su transformación, por tanto, tampoco puede serlo. Él se permite poco a poco ir conociendo a su esposa, aunque no quiera permitir que ella lo conozca a él.

Perséfone, en cambio, está concebida para caer bien. Es abnegada, cariñosa, maternal, decidida y con más paciencia que un santo. La soledad que la rodea, su manera de afrontarla y su necesidad de afecto hacen que, de inmediato, sentamos inclinación por ella.

Hay un tercer personaje que es quien aporta un punto de humor a la trama. Me refiero al único amigo de Adam, Harry. Cuando ambos están juntos, los diálogos tienen cierta gracia, porque Harry es el único que no sólo no se toma en serio las amenazas de Adam, sino que se permite reírse de ellas y, además, se atreve a decirle al duque las cosas que no quiere oír. El segundo libro de esta saga lo toma a él como protagonista y, como es el personaje con más chispa y carisma, tengo muchas ganas de leerlo.

A las puertas del invierno en mi país, el frío que nos azota estos días ha ayudado a que me haya sentido muy dentro de la historia. He notado más intensamente el frío ambiente que envuelve el castillo de Kielder, rodeado de extensos bosques desde los que llegan los aullidos de los lobos. La niebla, la lluvia y la nieve son sus compañeras. Son los elementos que acentúan el aislamiento de la protagonista y simbolizan la dureza de carácter de su compañero masculino.


No es un libro que le vaya a cambiar la vida a nadie ni que vaya a deslumbrar por su prosa, pero al igual que un cuento de hadas infantil, deja la sensación de que la felicidad siempre es posible, y sólo por eso  ya merece la pena. 

 

Puntuación: 3 (sobre 5)

El laird desterrado

 16/11/2025

El laird desterrado vio la luz por primera vez en su lengua original, el inglés, en enero de 2019. Su título real es A bound heart. La autora, Laura Frantz, se inspiró en la historia de su familia, de ascendencia escocesa, para crear esta historia.

En España, este libro fue publicado por la editorial Libros de Seda en 2022 y hoy por hoy continúa a la venta por un precio de 19,95 € en una edición de 384 páginas.
 

¿De qué trata?:

Aunque Magnus McLeish y Lark MacDougal han crecido juntos, Magnus es ahora el laird del castillo y de la isla de Kerrera. Lark no es más que la joven que se ocupa de sus abejas y la destilería, pero también a quien encargan la elaboración de un elixir para la esposa del laird, que desea concebir y darle un heredero a su marido. Sin embargo, Lark se ve salpicada por un turbio asunto que la aleja de la vida que conoce y Magnus debe decidir si poner en peligro todo cuanto posee para salvar a la mujer que ama en secreto.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Esta novela me ha dejado con resaca literaria durante varios días en los que casi no he sido capaz de leer otra cosa por seguir prisionera en sus páginas. No es un libro trascendental y no es perfecto en muchos sentidos, pero a veces puede llegar a nuestra vida una historia que es justo lo que uno necesita en ese momento y, aunque se sea consciente objetivamente de la superioridad de otras lecturas, en ese instante no cambiaría la que tiene entre manos por ninguna.

No tengo en mi memoria ahora mismo haber leído nada ambientado en las islas Hébridas Exteriores y me he quedado atrapada en esa primera parte en que los personajes se mueven en torno al castillo de Kerrera, los acantilados y las cuevas donde se esconde la mercancía de contrabando. Me he sentido acogida en la pequeña cabaña donde nuestra protagonista, Lark, vive con su abuela, y he estado a gusto a su lado en la destilería llena de plantas donde prepara sus remedios medicinales y cerca del lugar donde vuelan las abejas que cuida.

Este pequeño mundo es el mundo entero para ella y, sin embargo, se percibe en Lark un sutil anhelo de algo más, una vaga añoranza de algo intangible. Los recuerdos de su infancia y su primera juventud junto al laird aparecen de vez en cuando en el relato y acentúan en el lector la impresión de que la muchacha se quedó con un vacío en el corazón por lo que vivieron juntos.


«La vida no consistía en mirar al pasado».

Mientras iba leyendo estas líneas de las primeras páginas, tuve la sensación de que la propia Lark no era conocedora de ese vacío, a pesar de que, inconscientemente, tratara de llenarlo con un enamoramiento inmaduro hacia el capitán Rory MacPherson, el cabecilla de los contrabandistas.

Magnus, el laird de Kerrera, se presenta, por su parte, como un hombre íntegro, cercano, pero profundamente insatisfecho por la incapacidad de su esposa para tener hijos. Con esto no estoy destripando nada relevante, puesto que el libro comienza así y es uno de los aspectos que definen al protagonista desde el principio.

En Magnus, además, es más evidente que en Lark la lucha contra sus sentimientos. Mientras que ella no parece darse cuenta de lo que significan las emociones que la cercanía de él le provocan, en él sí queda manifiesta una batalla contra la atracción que siente por la muchacha. Siempre se encuentra bien a su lado, la busca, pero, al mismo tiempo, hay una distancia que no desea romper, más por lealtad a Dios que a su propia esposa, a quien nunca ha amado.

Ambos protagonistas son profundamente religiosos y la doctrina presbiteriana guía continuamente sus pasos, aunque hay otros personajes que se cuestionan la fe y debaten sobre ello.

He leído otras novelas románticas de ficción cristiana y creo que esta es, con diferencia, en la que mayor preponderancia tiene el cristianismo, pues define las acciones de los dos personajes principales y sus acciones. Ambos se guían en su día a día por las enseñanzas y mandatos bíblicos y apelan a Dios con frecuencia. Además, la autora incluye a lo largo de las páginas multitud de citas bíblicas que resultan reconfortantes, especialmente para los creyentes.

Independientemente de las creencias de cada lector, a mi parecer el libro puede ser reconstituyente, porque muestra que aunque la vida esté llena de injusticias y tribulaciones para cualquiera, se sea más bueno o más malo, la fortaleza de espíritu, la esperanza, el tesón, las buenas acciones y las buenas personas que se hallan en el camino ofrecen nuevas posibilidades de autoconocimiento y de crecimiento personal y pueden abrir la vía a formas de felicidad que no se habían previsto.


«El éxito sigue a la paciencia».

La vida de Lark y Magnus se llena de tormentos cuando una serie de duros acontecimientos los vapulea de golpe y podrían llegar a despojarlos de sus bienes, sus raíces e, incluso, de su honorabilidad. 

Son estas circunstancias inmisericordes las que originan un largo y peligroso viaje en barco que traslada la acción hasta Virginia y Jamaica, donde chocamos con la dura realidad de los esclavos de las plantaciones de tabaco y de azúcar.

El estilo de Laura Frantz es delicado; va deslizando a los personajes por los imprevistos que se les imponen a la par que va exponiendo los conflictos internos que aquellos les suscitan. No es prolija en descripciones y, no obstante, uno se siente continuamente dentro de la trama, en la época correspondiente con sus vicisitudes históricas. Esto se debe a que las costumbres imperantes de cada territorio, los modos de vida de sus gentes y sus normas sociales y legales forman parte intrínseca de las vivencias de los dos protagonistas. A esto se suma que los personajes secundarios, cada uno representativo de su lugar en el mundo, también contribuyen a una ambientación verosímil.

Así pues, aunque esta no sea una novela histórica propiamente dicha y no tenga, por tanto, como centro los conflictos históricos, estos están ahí de fondo y quedan patentes causas como la jacobita, la prohibición de la kilt escocesa, la desigualdad jurídica, la desprotección de las mujeres que viajaban como esclavas y la esclavitud en las plantaciones del Nuevo Mundo.

Se abordan de perfil otros temas sensibles como la orfandad, el aborto espontáneo y la infertilidad femenina, representada por dos mujeres de actitudes opuestas. Mientras que una se deja derrotar por el deseo insatisfecho de la maternidad, la otra se enfoca en las virtudes de lo que sí tiene en su vida.

En lo que respecta al romance, durante buena parte del libro se intuye más que se ve. Es un amor que adivinamos por las miradas furtivas, las palabras contenidas, la preocupación del uno por el otro y las emociones que sus citan en los dos personajes los recuerdos traídos al presente. No hay un punto crucial en el que se desborde una pasión que inflame los corazones, puesto que la semilla ha existido desde siempre y su germinación se produce durante años. Estamos ante un amor que crece en la espera y que, precisamente por todo esto, me ha parecido natural y creíble.

En definitiva, y por decirlo de manera sencilla, es una novela preciosa, con un romance a fuego lento, con Dios como principal compañía y consuelo y con multitud de sucesos turbulentos que pondrían a prueba la resistencia de cualquiera.  

 

Puntuación: 4,5 (sobre 5)

La papelería Tsubaki

29/10/2025 


La novela que hoy nos ocupa se publicó en su país de origen por primera vez en 2016 y fue nominada al año siguiente al Premio de los Libreros, en el que empleados de librerías japonesas proponen una serie de obras que han disfrutado y consideran adecuadas para que lleguen a más lectores.

En España ha sido traducida por la editorial Navona en 2024. La edición que está a la venta cuenta con 304 páginas y cuesta 24 euros. En 2025, además, se ha traído a nuestro país la continuación de la historia, titulada La república de la felicidad.


¿De qué trata? (sinopsis de la editorial):

Hatoko Amemiya acaba de regresar a Kamakura, el pueblo costero donde creció al cuidado de su abuela, para reanudar el negocio familiar de una papelería. La suya es una estirpe de escribientes, un antiguo oficio que Hatoko está decidida a honrar y hacer pervivir en el tiempo a través de los pequeños encargos que los clientes le encomiendan: cómo despedirse de alguien, saludar a un recién llegado o recordar la dulzura de un primer amor, todo tiene cabida dentro de los márgenes de una carta, las cuales Hatoko se ocupa de confeccionar con delicadeza, escogiendo el sello adecuado, las palabras, la tinta y el gramaje exactos para cada una de ellas.

Ito Ogawa teje a un relato conmovedor sobre los detalles que rellenan el día a día de cualquier comunidad, todo ello retenido de fondo con los paisajes, la gastronomía y las festividades japonesas que acompañan y celebran el paso de las estaciones del año, el relieve de afectos y enseñanzas que heredamos como cartas abiertas de generación en generación.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este año ha habido dos libros procedentes de Japón que me han atrapado por completo: Mis días en la librería Morisaki y este. Siempre he concebido la narrativa japonesa como altamente introspectiva, de discurrir lento y mirada intimista. Incluso algunas de sus obras cumbre están recorridas por un fatalismo inevitable o, al menos, cierto pesimismo vital. Si embargo, en los últimos años, las librerías están siendo invadidas por hornadas de libros asiáticos, concretamente de Japón y Corea del Sur, que, aun siendo fieles a ese tono profundo, se sirven de un estilo menos elevado, más próximo al hablante común, para reflexionar con él sobre la superación del dolor, el afrontamiento de problemas trascendentales, la belleza de los pequeños detalles y la importancia de una rutina tranquila.


«Me recordó que deberíamos cuidar lo que conservamos en lugar de perseguir lo que hemos perdido».

Algunas de estas obras se sirven de la fantasía, mientras que otras son de corte realista y, curiosamente, muchas de las que nos llegan del país nipón siguen una línea similar: una división en cinco
 historias
 con protagonistas diferentes que no tienen conexión entre ellos salvo por que todos recurren a ese elemento mágico que los ayuda con sus conflictos.

La papelería Tsubaki se aparta de esta estructura. Reflexiona sobre todo lo que he puesto más arriba y lo hace desde una perspectiva realista, pero se ajusta más a una estructura de novela que de relatos con un hilo común, aunque por sus páginas desfilen distintos personajes que exponen sus problemas y esperan ayuda, en este caso, de nuestra protagonista única.

Es un libro amable, como todos los de este subgénero, cuya finalidad pretende ser curativa, ya que plantean conflictos en los que cualquiera de nosotros que tenga cierto recorrido vital podría reconocerse. Así pues, los personajes sufren, pero aprenden estrategias para que ese sufrimiento no los devore y, de este modo, salir fortalecidos.

En esta ocasión tenemos a Hatoko, una muchacha joven que ha perdido a su abuela, la persona que la crio y le enseño casi todo lo que sabe, pero de quien renegó durante mucho tiempo. La relación entre ambas, bastante conflictiva, se va explorando a lo largo de todo el libro con pinceladas que se van entremezclando con el día a día de Hatoko y sus encuentros con otros personajes.


«Encontrar por arte de magia a una persona tan especial y tener la ocasión de pasar la vida a su lado debe de ser lo más parecido que existe a la dicha».

 
Cuando Hatoko regresa a Japón tras su estancia en el extranjero, su
abuela ya ha fallecido, habiendo perdido ambas la oportunidad de perdonarse o comprenderse. La misma Hatoko renunció a esta posibilidad al negarse a visitarla en el hospital cuando ya estaba muy enferma. El orgullo y la juventud pueden ser malos consejeros y las circunstancias que van transcurriendo en la novela la van llevando a conocer mejor a aquella mujer que sólo mostraba una cara y a comprender que las dos lo hicieron mal, pero que aunque no pueda obtener ya el perdón de su abuela, necesita perdonarse a sí misma. Me ha encantado este planteamiento, ya que a veces no sólo nos duele lo que otros nos han hecho, sino lo que nosotros mismos hemos sido capaces de hacer.

En esta novela, sencillamente, no hay trama concebida a la manera narrativa tradicional, sino que está constituida por momentos, recuerdos y reflexiones. Por ello se siente tan real. Es un relato de la cotidianidad, de mantenerse estable en la rutina y, al mismo tiempo, evolucionar en ella. Hatoko ya vivió una época de aventuras al marcharse de su país y estas páginas tratan de lo contrario, de que la aventura puede estar dentro de nosotros sin sabemos apreciar los detalles que nos rodean, de que aquello que a priori nos parezca más insignificante puede desatar una oleada de sensaciones y emociones si nos fijamos bien en ello. 

Es otra novela que valora la vida tranquila, las pausas para aprender a mirar con atención aquello que ya forma parte de nuestra vida y que no valoramos porque lo damos por seguro.


«No existe mejor momento que el presente».


 
Nuestra protagonista pasa por distintos estados de ánimo, como todos, pero sabe disfrutar del repiqueteo de la lluvia, un té caliente, la apertura de las flores de loto, un paseo por los templos, una comida en la playa, una conversación amigable, etcétera. Eso no quiere decir que no tenga preocupaciones o que su vida sea perfecta, es sólo que vive sin que lo malo la prive de lo bueno. Cada cosa tiene su lugar.

En cuanto a los personajes secundarios, aparecen algunos más cercanos a ella y otros que buscan sus servicios como escribiente de cartas, lo que nos permite ahondar en las peculiaridades de la sociedad japonesa, su sentido del honor y su delicadeza con los sentimientos del otro. Hay cosas que aquí no entenderíamos.

Me ha gustado mucho y llamado la atención cómo Hatoko trata de conjugar el mensaje de la carta y la personalidad de quien la quiere enviar con los utensilios y materiales que va a emplear. No vale cualquier tipo de papel, cualquier tipo de pluma, bolígrafo o lápiz, cualquier sello ni cualquier sobre para cualquier persona, ni siquiera el mismo tipo de letra para todas. Me ha resultado muy interesante e instructivo lo que la autora va explicando sobre todos estos elementos

La palabra escrita a mano puede ser un arte que estamos olvidando. Dedicar tiempo, atención y esfuerzo para centrarnos en una sola persona y escribirle una carta es algo que también nos ha robado la tecnología. Una relación profunda requiere una dedicación profunda y este libro
 pone sobre la mesa no sólo la importancia de la escritura a mano, sino el respeto a los demás, incluso cuando lo que se 
desea es terminar una relación, porque esto no le resta valor a una persona.

La novela no se divide en capítulos propiamente dichos, sino en cuatro grandes partes que se identifican con las cuatro estaciones, comenzando con el verano y concluyendo con la primavera. Me ha encantado que sea así e ir observando con los personajes los cambios que se van viviendo en esa zona de Japón, al mismo tiempo que Hatoko va a prendiendo a conocerse y a aceptarse.


 
«—¿Cuál es su estación favorita? —le pregunté a mi vecina mientras seguía observando el mar. 

—Todas, ¡faltaría más! —Ni siquiera tuvo que pensarlo—. En primavera florecen los cerezos; en verano puedes ir a nadar; en otoño la comida sabe mejor; y en invierno las estrellas son más bonitas que nunca y el mundo parece en paz. Soy una caprichosa, así que me niego a conformarme con una cuando puedo tenerlas todas».

Estamos ante un libro plagado de pormenores con enjundia, de los que analizar en detalle, y la lectura que nos pide es pausada para que podamos comprenderlos. Es una novela con alma y, por tanto, no puede leerse de otra manera que no sea con todos nuestros sentidos puestos en ella. 

 

Puntuación: 4 (sobre 5)

Soldado Azul

 10/10/2025

Theodore Victor Olsen es un gran desconocido en nuestro país. Desde pequeño fue un gran aficionado a la novela de aventuras y pronto se lanzó a escribir sus propias historias. Esta que nos ocupa tiene como título original Arrow in the sun, publicada en 1969, y aunque llegó a hacerse una película de ella, las tramas difieren bastante.

En España está publicada por la editorial Valdemar desde el año 2016 en una edición que cuesta 25 euros y que contiene dos novelas del autor, que suman un total de 464 páginas.

¿De qué trata?:

Cresta Lee es una mujer que consiguió escapar de manos de los indios tras permanecer cautiva durante dos años. Acompañada por un escuadrón de soldados con una misión, se dirige al reencuentro con su prometido con el fin de encauzar su vida. Sin embargo, durante el viaje, en el cual también toma parte el soldado Honus Gant, son atacados por un grupo de indios que provocan una masacre.
Cresta y Honus consiguen escapar con vida, pero cada uno de ellos tiene un propósito muy diferente, aunque se vean obligados a colaborar para sobrevivir.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

Últimamente prolifera un tipo de novela romántica que repite los mismos patrones, esto es, un estilo somero y directo, tramas simples y trilladas con alguna que otra escena picante narrada de la forma más vulgar posible y con personajes adultos que no han alcanzado la madurez. Para tratar de variar un poco, se han empezado a ambientar algunas de estas novelas en el Salvaje Oeste, pero no dejan de ser lo mismo, sólo que con algún rancho que otro y algunas vacas. En ellas seguimos encontrando personajes alejados de la época y el contexto correctos para continuar comportándose como lo haría la gente del siglo XXI en distintos aspectos.

En Soldado Azul hay una historia de amor que recorre toda la novela, cimentándose a lo largo de ella para que debamos esperar al final y ver entonces si fructifica o no. Sin embargo, esta no es una novela romántica, sino una auténtica novela del Oeste, con su historia de amor, sí, pero también con la verdad cruel de lo que puede esperarse en esa época y en ese lugar.

De Theodore Victor Olsen leí hace algún tiempo La luna del cazador, que en España se ha publicado en el mismo volumen que Soldado Azul, y me pareció una novela con tanta tensión que he hecho un largo descanso antes de abordar esta última.

El estilo de este autor es absolutamente descarnado, sin cortapisas a la hora de narrar situaciones de vida o muerte. Con esto no quiero decir que se recree en descripciones viscerales que acaben causándonos náuseas; ni siquiera usa floritura innecesarias, pero conforme va narrando los hechos, expone directamente y de forma concisa y contundente las consecuencias físicas y psicológicas que conllevan para los personajes.

 


«El amor propio no tiene nada que ver con lo que otros piensen de ti. Si lo tienes, lo tienes, y da igual que nadie más lo sepa».

 
No es un modo de escribir escueto ni simple, no es un guion cinematográfico, pero sí que resulta muy visual al centrarse meramente en la acción, y no en la descripción, y a que no deja de suceder un acontecimiento grave tras otro, por lo que todo parece proyectarse con rapidez ante nuestros ojos, sin dejarnos un descanso para rebajar la tensión que genera todo lo que ocurre. Pese a la brevedad de la novela, no se detiene este ritmo en ningún momento. Es por ello que creo que este título puede ser una buena opción para iniciarse en las novelas del Oeste o, simplemente, para cuando no tengamos ganas de sesudas reflexiones. 


Aparte de esta velocidad narrativa, que le sienta bien al tipo de historia que se cuenta, otro punto fuerte son los dos personajes principales, totalmente opuestos, pero complementarios.

Cresta Lee es una protagonista atípica, alejada por completo de los clichés de chica desorientada en apuros, heroína invencible o mujer empoderada que arrasa allá donde va. Cresta no es un estereotipo. Es, ante todo, una mujer pragmática que, a pesar de su juventud, sólo ha conocido el sufrimiento en su vida y ha aprendido a adaptarse. No se conforma y adopta su propia manera de luchar, que a veces consiste para ella en amoldarse hasta que encuentre la mejor manera de cambiar su suerte.



«Si uno podía, debía mejorar sus circunstancias. Si no, debía sacar el mayor partido de estas».

 

Tampoco invierte tiempo en compadecerse, a pesar de su dura existencia. Es inteligente, una superviviente, y la coraza con que se protege puede hacerla parecer fría. Sabe lo que tiene y lo que le conviene, y lo que le conviene es el apuesto teniente John Mcnair, pero cuando el destino cruza su vida con el aparentemente insignificante soldado Honus Gant, a Cresta le cuesta aprender que lo que creía que le convenía y lo que realmente quiere no tienen por qué coincidir. 

Ese aprendizaje, ese desarrollo de la cercanía entre Cresta y Honus, el conocimiento y el cuidado mutuo, es lo que leemos a lo largo de toda la obra, pero siempre en medio de alguna batalla o una amenaza que los ponga en serio peligro, y no sólo a ellos.

Honus Gant, por su parte, es otro personaje que merece la pena conocer. Pese a ser un soldado, la heroicidad no entra en sus planes ni el código militar es su código vital. En su mente no hay espacio para galardones, reconocimientos ni ascensos. Frente al teniente John McNair, un hombre férreamente sometido a la disciplina militar, Honus es un espíritu libre, un humilde idealista con alma de granjero. Se trata de un sencillo maestro que tomó la mala decisión de hacerse soldado.

Cresta y él están unidos por las circunstancias a las que se ven arrojados, pero también por la resiliencia, lo único en lo que realmente son iguales, aunque no lo sean sus motivaciones. Mientras ella busca su propia supervivencia y subsistencia (al menos al principio), Honus lucha poniéndose en riesgo para que no se produzcan más muertes de blancos a manos de los indios tras la primera matanza a la que tiene que asistir.

Esas cualidades que al inicio no comprenden el uno del otro son las que, gradualmente, van aprendiendo a admirar, aunque ninguno de los dos es consciente de ello hasta que va avanzando la lectura.

Aunque yo relaciono las historias del Antiguo Oeste con el verano y el calor, este libro siempre puede encontrar un hueco entre nuestras lecturas. Su acción continua, su estilo ágil y el peligro constante en el que están los personajes hacen que se devore con ganas.

  

Puntuación: 3,5 (sobre 5)