La casa de las olas

09/09/2025 



Esta novela ha sido publicada en inglés, su lengua original, con dos títulos distintos: Foreign fruit y Windfallen, ambos relacionados con lo que se narra en el prólogo y en el epílogo. La primera edición es de 2003.

En España, Debolsillo la tradujo en 2006 y la lanzó al mercado con un nombre totalmente diferente, La casa de las olas. Esa edición consta de 464 páginas. En 2017 volvió a publicarla, esta vez con una portada diferente, por un precio de 11,95 €.

¿De qué trata?:

Estamos en Inglaterra en 1950: en un pueblo costero, de esos en los que todo el mundo se conoce y donde el chismorreo es el deporte local, vive Lottie, una joven cariñosa, dispuesta y muy conformista. Su mejor amiga es Celia Holden, con cuya familia vive: ayuda en la casa, hace recados, cuida a los pequeños. Un buen día, el pequeño mundo de Lottie se resquebraja: en una casa en la playa se instala un grupo de artistas bohemios; sus costumbres, que para ella son muy exóticas, le descubren una nueva manera de vivir, más libre, rica y estimulante. Pero entonces, alguien a quien Celia conoce aparece en la vida de Lottie para trastocarla por entero.

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Mi relación con Jojo Moyes viene de antiguo y no siempre ha sido grata, pero eso lleva tiempo cambiando. Antes de que todo el mundo tuviera un lector de libro electrónico y antes del asalto en tropel de booktubers, bookstagrammers y otros neologismos anglosajones yo era más asidua a perderme por las estanterías de la biblioteca y mirar libros al azar, sin contaminarme con ninguna información previa. Así encontré La casa de las olas.

Aquella portada con una casa bajo las nubes y rodeada de una verde campiña atravesada por un camino me pareció muy bella y sugerente, tanto como el título. ¿Cómo no querer estar allí aunque fuese con la imaginación? En cuanto al argumento, no correspondía al tipo de libros al que estaba más acostumbrada a leer entonces, pero siempre me he abierto a nuevas y diferentes lecturas. Reconozco que, ya en casa, las primeras páginas me desalentaron. Me parecieron lentas y carentes de interés, así que decidí no continuar, pero nunca me olvidé de esta obra, porque algo me decía que tenía que esperar a su momento. Este ha llegado por fin.

Tras hacerme con él de nuevo, lo he estado leyendo a finales de agosto y, pasando esas primeras páginas críticas, me ha absorbido tanto que me costaba parar de leer.

Este libro tiene una nota de melancolía y lo he sentido como un ocaso, como el final de un verano. 


Dicen en algunos lugares que Jojo Moyes es autora de novela romántica y, después de leer tres libros suyos, me parece una 
afirmación desacertada por completo. No sé cómo serán sus otras novelas, pero en esta y en las otras dos siempre hay algo agridulce. Puede que las cosas salgan bien, pero sólo algunas y sólo en ocasiones, y los personajes portan consigo una estela de dolor debida a la senda que han tenido que recorrer.

Centrándonos en La casa de las olas, la autora incluye historias de amor, pero no son el único eje vertebral de la historia, a pesar de su enorme importancia, sino que están enmarcadas en el flujo vital que vapulea a sus protagonistas de distintas formas, aunque sus decisiones tienen mucho que ver en esto. 

Es curioso que a pesar de no haber empatizado con casi ningún personaje, he disfrutado mucho la novela. Prácticamente todos ellos tienen sus sombras y a veces es difícil entender y aceptar sus acciones. De hecho, resultan tan reales que incluso son ellos mismos quienes pueden llegar a ponerse la zancadilla por no saber actuar ante la vida y ante sus emociones, tal como podría pasarnos a todos en algún momento determinado.

No es un libro que oculte grandes misterios, ya que en ocasiones podemos prever qué va a acontecer, pero la cuestión que interesa es conocer qué decisión van a tomar esos personajes sobre ello y cómo va a afectar a su micromundo, especialmente porque la mayor parte de la trama transcurre en un pequeño pueblo costero donde todos se conocen, los escándalos no se olvidan y se niega cualquiera idea de progreso. Es un pueblo que vive anclado en su propia historia y atrapado en su conservadurismo.

La estructura divide la novela en tres partes. La primera de ellas nos retrotrae hasta los años 50 del siglo XX. Como suele ser habitual en mí, disfruto más cuando se nos traslada a otra época y a través del papel puedo sumergirme en el encanto de lo que es inalcanzable de otro modo.

Para mí, esta primera parte sugiere juventud, el inicio de un verano, disfrutar de la vida sin cortapisas, aunque luego lleguen las consecuencias. La protagonista aquí es una Lottie en los últimos años de la adolescencia. Se trata de una muchacha seria, adusta, aparentemente responsable, que comprende su lugar en el mundo. Es una joven de los barrios bajos de Londres que fue acogida en los años de la guerra por una familia bien posicionada, con la cual continúa viviendo al inicio de la trama, aunque siempre se perciba una barrera entre sus dos mundos.

A su lado está Celia, miembro de esa familia, y su carácter es diametralmente opuesto.

Ambas se sienten atraídas por Casa Arcadia (una casa que mezcla el estilo art decó con el modernista y está casi lamida por las olas por la posición en la que se halla) y los habitantes recién llegados, un grupo de bohemios con un concepto diferente de la vida.


«Es un consuelo saber que uno es fiel a sí mismo».

En sus vivencias allí resulta muy simbólico para lo está por suceder un baño en la playa con los miembros de Casa Arcadia, ya que revela la actitud de ambas muchachas en el devenir de los acontecimientos: la entrega y la desinhibición de Celia y la reticencia, la amargura y el orgullo de Lottie. 

Esas olas en las que se sumergen literalmente también las arrastran figuradamente, no sólo a ellas, sino a todos los que atraviesan estas páginas, incluyendo a los bohemios de Casa Arcadia, cuya alegría autoimpuesta va dando paso a lo que realmente encierra cada uno en su corazón.

La segunda parte comienza con una trama completamente distinta, de manera que parece estar leyendo otro libro. Aquí se nos presenta a Daisy, una joven diseñadora de interiores que ha sido abandonada por su novio y socio profesional después de haber tenido un bebé juntos. La marejada la lleva también a ella hasta Merham, el pueblo donde transcurre la primera parte. Allí debe hacerse cargo de la reforma de Casa Arcadia para convertirla en un hotel. Su historia acaba confluyendo con la de Lottie, aunque no es hasta el capítulo 14 de esta parte cuando comenzamos a conocer qué les pasó a Lottie y a aquellos que la rodeaban.

Esta parte va saltando de un personaje a otro, por lo que se percibe más dinámica.

Daisy, además, es el personaje que he visto con una evolución más coherente, ya que los demás viven atrapados en el pasado por un motivo u otro.

La tercera y última parte sirve para cerrar heridas, especialmente las de Lottie, quien las ha tenido abiertas toda una vida, arrastrando consigo a quienes formaban parte de su entorno. A veces necesitamos algo, un revulsivo, que nos abra los ojos, aunque haga falta mucho tiempo para ello, y la llegada de Daisy al pueblo es crucial para que suceda. Se trata de dos generaciones aprendiendo juntas. 

El final es el que yo quería, el que debía ser, pero me ha faltado algo más de explicación, no demasiado, quizás un párrafo o dos, para comprender mejor la revelación emocional que cierra el libro. Esto es lo que hace que no le suba más la nota.

Sin embargo, La casa de las olas ha sido para mí un viaje intenso y emocionante, no porque sea una historia llena de sobresaltos (que no lo es), sino porque, como en el mundo real, la gente que forma parte de nuestras experiencias y las decisiones cotidianas, donde se puede incluir un mal paso, acaban conformando el relato de una vida en cuyo vaivén merece la pena zambullirse.

 
 

Puntuación: 3,5 (sobre 5)

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