La dama del alba

03/01/2016

     Esta obra teatral del dramaturgo asturiano Alejandro Casona se estrenó por primera vez en el escenario del Teatro Avenida de Buenos Aires en 1944. El autor la escribió durante su exilio, por lo que en España no se representó hasta su vuelta en 1962. Ha sido llevada dos veces al cine: la primera, en 1949 en México y la segunda, española, en 1966. Además, también fue adaptada en varias ocasiones por TVE.
    Actualmente, el libro está editado por Cátedra (160 páginas, 8'20 euros), Castalia (144 páginas, 7'50 euros) y Edaf (144 páginas, 8 euros).

¿De qué va?: 

     Han pasado años desde la desaparición de la joven Angélica en el río, bajo cuyas aguas, según cuenta una leyenda, se alza una hermosa ciudad. La familia de la muchacha aún no ha logrado superar su muerte y el hogar vive sumido en la tristeza. En medio de ese ambiente apesadumbrado, una misteriosa peregrina llega una noche buscando cobijo...


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     No soy lectora habitual de teatro, pero en ocasiones algún detalle sobre alguna obra de este género me conduce hasta ella y termino atrapada por su historia. Así me topé con un libro que merecía ser reseñado en el blog. El propio título encierra ya algo sugerente, menciona a una dama desconocida relacionada con un momento concreto del día. Sólo con eso se adivina que la persona a la que se refiere escapa de lo habitual, que hay algo en ella digno de destacar, algo que la hace merecedora de que se le dedique atención.

     La prosa se construye con un profundo lirismo que precipita al lector o espectador hacia un ambiente rural en el que los sentidos se ven capturados por la belleza de la escena, el temor que desasosiega los corazones, la vitalidad de la juventud, la alegría de las fiestas, el lamento por la pérdida…


    «¿La risa?… Qué cosa extraña… Es un temblor alegre que corre por dentro, como las ardillas por un árbol hueco».


     El misticismo y la fantasía se unen a la realidad para conformar un texto que cautiva con una tristeza dulce y un atisbo de esperanza. Los elementos sobrenaturales se humanizan y se presentan como viejos conocidos, aunque incomprendidos y anhelantes de emociones y vivencias reservadas como privilegios para los seres humanos, quienes, inconformistas y descontentos, muchas veces no saben apreciarlas en su justa medida. Toda la acción transcurre en una tierra que por sí sola rezuma magia: Asturias. Aunque no se especifique el lugar concreto donde se desarrollan los hechos, podemos suponer que Casona los sitúa en Besullo, su pueblo natal, o en alguno similar.


     No es un drama conformado por individuos de gran complejidad psicológica; más bien algunos roles resultan algo planos, pero grandes interrogantes que acompañan al hombre desde sus orígenes están presentes y sí que hay varios personajes que destacan, como la Peregrina y el abuelo. Las conversaciones entre ambos son las de mayor intensidad. Por muy extraordinarios que resulten sus diálogos, estos están llevados con tal destreza a un plano terrenal tan próximo que, sorprendentemente, podemos comprender a ambos con facilidad. 


      «Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió».


    Las acotaciones son sencillas, hasta simples, pero no se requiere más que lo que ofrecen para crear esa atmósfera de tensión que perdura casi desde el principio hasta el final. Con unas pinceladas apenas esbozadas, el autor y sus personajes consiguen que se palpe continuamente un clima de algo inexplicable, algo casi asfixiante y amenazador, al mismo tiempo que melancólico.

     La obra está compuesta por cuatro actos en los que todas las edades del ser humano se exponen con las inquietudes y sentimientos correspondientes: los juegos y la inocencia de la infancia, los placeres sensuales y el tierno amor de la juventud, la lucha contra los golpes de la vida en la madurez y el temor a la muerte en la senectud. En los cuatro actos aparecen elementos populares que nos transportan a otro momento y lugar: cancioncillas, leyendas asturianas… Además, todos están envueltos en ese aroma fantástico que alcanza su cumbre en la noche más mágica del año: la de San Juan. 



«Rezar es como gritar en voz baja».

     
     La dama del alba es un libro muy accesible para cualquier lector y, asimismo, recomendable, no sólo para aficionados al género, sino también para quien no lo es. Su lectura no implica dificultad alguna, ya que tiene un lenguaje muy coloquial y cercano, además de que prácticamente desde el inicio capta la atención y suscita el deseo de saber qué sucederá. El misterio se reparte entre los cuatro actos de igual modo, de manera que no hay uno mejor que otro. Se trata de un drama tan corto y absorbente que se lee en un momento.


Puntuación: 3'5 (sobre 5)
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