El honor del samurái

28/05/2014

     El honor del samurái es la primera novela de Takashi Matsuoka. Vio la luz en el año 2002. En España se encuentra publicada por Zeta Bolsillo y está a la venta por 10 euros. Consta de 522 páginas. Tiene una continuación titulada El puente de otoño.

¿De qué va?: 

     En 1861 Japón se ha visto forzado a abrir las puertas a Occidente, con el consecuente choque entre ambas culturas. En el puerto de Edo se reúnen barcos extranjeros en busca de oportunidades en esas tierras; uno de ellos transporta a un grupo de americanos cuyo objetivo es llevar la palabra de Dios al pueblo nipón. Para dos de estos misioneros, sin embargo, el viaje supone algo más: Emily Gibson desea dejar atrás un pasado incómodo; Matthew Stark tiene algo que ocultar. El destino de ambos se cruza con el de Genji, un joven samurái heredero del clan Akaoka. Su amistad con los foráneos despierta el recelo de otros clanes. Ayudado por sus dos nuevos amigos, por sus guerreros y por su amante, la geisha Heiko, defenderá su posición sorteando intrigas y traiciones.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

     Dando una vuelta por una librería que vende libros de ocasión me topé sin pretenderlo con la novela que le sigue a ésta, y sólo costaba cuatro euros. Los que soléis visitar el blog o me veis por las redes sociales sabréis que me encanta la cultura japonesa, así que me llevé el libro sin pensarlo, pero claro, tenía que conseguir el primero. Como allí no lo tenían, no tuve más opción que ir a otra tienda y adquirirlo al precio normal. Después de haberlo leído, puedo decir que estoy más que satisfecha con la compra.

     Lo primero que quiero destacar es que aunque el autor tenga nombre y ascendencia japoneses, en realidad nació en EE.UU.
Su estilo es claramente occidental, y esta obra no tiene nada que ver con el carácter introspectivo y reflexivo y el transcurrir lento de buena parte de la literatura nipona. Aquí   estamos más bien ante todo lo contrario: la novela avanza de una forma rapidísima, no dejan de suceder cosas en cada página, y Matsuoka va directamente al grano, sin detenerse en descripciones frecuentes o extensas. 


«Antes de la destrucción viene el orgullo, y antes de la caída, la arrogancia».


     Además, el peculiar modo en que se dispone la narración impide que tengamos un solo momento de aburrimiento, ya que aquí no es que se dedique un capítulo a cada personaje, sino que dentro de cada capítulo se cambia varias veces de la historia de uno a la historia de otro. Así podemos ver, por ejemplo, dos páginas dedicadas al protagonista principal, Genji, y acto seguido otras dos (a veces más y a veces menos) a cualquier otro.


     Quizás tal como lo estoy explicando pueda dar la sensación de que la novela es un poco caótica, pero no es así en absoluto. Esos cambios dentro de cada capítulo tienen su razón de ser, y poco a poco se va reconstruyendo la vida y pensamientos de cada uno para terminar conectándolo todo a medida que vamos avanzando en la lectura. Además, como los personajes principales no son muchos y dos de ellos tienen nombre americano, todo queda bastante claro y no se produce ningún tipo de confusión, pero, por si acaso, la editorial ha incluido un índice de personajes



 


«Las palabras pueden herir. El silencio puede curar. Saber cuándo hablar y cuándo no hablar constituye la sabiduría de los sabios».


     No es necesario ser aficionado a la cultura japonesa para disfrutar con esta obra, aunque se puede aprender mucho sobre la mentalidad y los modos de vida de las distintas clases sociales del Japón del siglo XIX. Es un libro muy fácil de leer, con un lenguaje muy accesible y un ritmo trepidante. Engancha desde el principio, y tiene muchísimos elementos que hacen que el lector no pueda dejarlo. Mezcla acción, amor, venganza… No es una historia de samuráis, sino una historia con samuráis, y junto a ellos tenemos ninjas, pistoleros del Viejo Oeste, monjes budistas, predicadores cristianos, la policía del shogún… Creedme cuando os digo que la mezcla funciona.



«No tener miedo no es señal de coraje, sino de estupidez. Tener coraje significa conocer el miedo y superarlo».


     Lo que sucede con los personajes me ha parecido curioso, porque ninguno es redondo, no tienen una evolución psicológica marcada y todos son un tanto maniqueos, pero cada uno carga con una historia sólidamente construida que hace que nos interesemos por ellos y queramos saber cómo van a terminar, y al final es inevitable encariñarse o enfadarse con ellos. 



     Genji es un daimyo, un gran señor feudal, pero posee una mente mucho más abierta que el resto de sus compatriotas. No se niega a recibir a extranjeros en sus tierras y trata de comprenderlos, y no sólo eso, sino que se atreve a cuestionar algunas de las tradiciones férreamente asentadas desde hace siglos en un país tan estricto como el suyo. Con todo, es un samurái japonés, y en ocasiones eso le lleva a comportarse de una manera que, desde una perspectiva actual, nos resultará difícilmente comprensible, pero que nos ayudará a conocer la forma de pensar de entonces en aquel lugar.



«Cuando vemos solamente lo que esperamos ver, vemos el contenido de nuestra propia mente y pasamos por alto lo que realmente tenemos ante nuestros ojos».


     Heiko es su amante, una geisha bellísima que guarda algunos ases bajo la manga. No sé si es un error de la traducción que en algunas ocasiones se nos diga que es una geisha y en otras, una cortesana, porque son dos cosas muy distintas y no creo que el autor haya cometido ese fallo. 



     Emily Gibson es una joven misionera cristiana que llega a Japón huyendo de un pasado. Gracias a este personaje el autor ya nos da una primera muestra de la diferencia de culturas: en su país es una mujer muy guapa y sensual, rubia, alta y voluptuosa, pero en Japón es considerada casi deforme, totalmente desproporcionada y espantosa. No se puede decir que sea particularmente inteligente o ingeniosa, pero me ha gustado mucho su personaje porque, a pesar de que la vida se ha portado muy mal con ella,
conserva una inocencia casi infantil y desprende calidez. Y aquí me tengo que morder la lengua para no desvelar nada, pero si alguna romántica como yo se acerca al libro, creo que quedará satisfecha. Hago una aclaración para que no se espanten los antirrománticos: que haya amor no significa que haya cursiladas.

     Por último, destaca Matthew Stark, un pistolero que acompaña a Emily pero que ha viajado al país del Sol Naciente por motivos muy distintos a los de ella. Lo que le ha llevado allí y lo que persigue se va descubriendo poco a poco. 


     El título original es Cloud of sparrows. Si os animáis a leerlo, sabréis por qué.

Puntuación: 4'5 (sobre 5)
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