¿De qué va?:
Laura Hunt, una joven elegante,
exitosa y atractiva, ha sido asesinada en su apartamento. Mark McPherson debe
desenmascarar al culpable y para ello comienza a investigar e interrogar a los
allegados de la muchacha. Sin embargo, conforme avanza la investigación va
descubriendo aspectos sobre Laura que lo llevan a desarrollar sentimientos
inesperados.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Supongo que pocos aficionados al buen cine
quedarán sin haber visto esta magnífica obra de Otto Preminger, pero si todavía
hay alguna persona que no la haya disfrutado, le recomiendo que no tarde en
hacerlo.
Laura es misterio, es obsesión, es sugestión...
Igual que sucedía en la grandísima Rebeca
de Hitchcock, un nombre de mujer lo envuelve todo. La cinta gira en torno a
Laura, y la omnipresencia de esta es absoluta a pesar de su ausencia. La fuerza de los diálogos está patente a lo
largo de todo el metraje: los sarcasmos, los dobles sentidos, las amenazas y
confesiones veladas forman parte de un guion soberbio. Son cuatro los
personajes que cargan con todo su peso, ellos construyen la historia a través
de esos parlamentos que a veces insinúan más que dicen.
La primera mitad del filme es casi onírica;
se reconstruye el personaje de Laura mediante flashbacks, a través de las
palabras de quienes la conocieron y, tanto los espectadores como McPherson,
empezamos a sentirla como si estuviera viva y su presencia fuera poderosa,
aunque seamos conscientes de que esa visión no es más que un sueño, pero un
sueño muy real. Todo forma parte de un juego de sugestión: el aire misterioso
de Laura es más interesante que la propia Laura, pero se nos sugestiona, se nos
convence de que era una mujer única, tanto que, estando muerta, es capaz de
enamorar a un hombre que no la ha visto jamás.
«Lleve cuidado, McPherson, o acabará en un sanatorio mental. Con seguridad será el primer paciente enamorado de un cadáver». |
La fotografía reafirma la solidez del
guion. Todos los planos están perfectamente diseñados: los personajes hablan,
dicen algo que queda reforzado por la escena que se presenta. Revelador en ese
sentido es el momento en que McPherson, atrapado ya por Laura, observa absorto
su retrato. Incluso los objetos tienen su función. Todo está donde debe estar:
un cuadro, un reloj, un jarrón, una botella… Hasta ellos contribuyen a hilvanar la
historia.
La segunda mitad es más terrenal; se nos
devuelve al mundo real, ese en el que se ha cometido un asesinato que hay que
resolver. Todos son sospechosos, todos tienen sus motivos para hacerlo, motivos
que ya conocemos gracias a lo que se nos ha ido exponiendo. El análisis
psicológico sigue presente y las cartas van poniéndose sobre la mesa: la posesión
enfermiza, el despecho, el amor o los celos pueden llevar a alguien a la locura.
El nombre de ese alguien es lo que debe averiguar McPherson.
«La gente siempre está dispuesta a desacreditar al prójimo, pero nunca a tenderle una mano». |
Clifton Webb, quien da vida a Waldo
Lydecker, está sublime en su papel. Sarcástico, cínico y culto, es el
responsable de encumbrar a Laura en su éxito. Ella es, para él, su producto, su
criatura, más que su amiga. El actor estuvo nominado al Oscar por esta
interpretación. No lo ganó, aunque se lo merecía.
Dana Andrews es Mark McPherson, el
detective encargado del caso. Andrews no es el mejor actor de su generación,
pero a mí me encanta desde que lo vi en Los
mejores años de nuestra vida. En esta película se mete en la piel de un
policía casi impasible que, a pesar de su hermetismo y aparente insensibilidad,
se va sintiendo cada vez más fascinado por Laura, una Laura que él crea en su
mente con los retazos de lo que ve y oye sobre ella. Es muy significativo cuando, en la
habitación de la muchacha, toca sus vestidos y huele su perfume para saber cómo
vestía y olía, devolviéndola así a la vida en su fantasía.
Vincent Price es Shelby Carpenter, el
prometido de Laura. En él hay una confusa ambigüedad que lo señala como posible
asesino. Es muy destacable su rivalidad con Waldo y las chispas que saltan cada
vez que están juntos, lo que se refleja en ingeniosos diálogos.
Estos son los tres hombres enamorados de un
modo u otro de Laura, interpretada por Gene Tierney. Sobre ella prefiero no
decir nada y que descubráis vosotros mismos si merecía esa idealización.
Por último, quiero mencionar también a
Judith Anderson, la otra conexión de esta producción con Rebeca. Seguro que todos los que han visto ese filme recuerdan a la
señora Danvers.
No deja de ser llamativo que una película
con tan pocos actores y escenarios tenga la calidad que tiene Laura. No estaría mal que el cine de hoy
echara una mirada al pasado de vez en cuando.
Puntuación: 4'5 (sobre 5) |