Las cartas de Elinore comenzaron a publicarse por entregas mensuales en 1913 en una revista literaria de Boston y fueron recogidas en forma de libro un año después. En España permanecieron inéditas hasta que la editorial Hoja de Lata decidió publicarlas en el año 2013. La misma editorial ha editado más misivas de Elinore y otras mujeres pioneras en Cartas de una cazadora.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Todos los lectores sabemos bien qué quiso
decir Emily Dickinson cuando afirmó que «para viajar lejos no hay mejor nave
que un libro». Del mismo modo, todos hemos vivido de forma más intensa unos recorridos
que otros, aunque cada uno de ellos tenga algo emocionante que aportar. Cartas de una pionera es un pasaporte a
una experiencia apasionante e intensa en
la que ningún acontecimiento, por pequeño que parezca, puede ser pasado por
alto.
Cabe especificar, para que no haya lugar a
confusiones, que, pese a ser una obra formada por un conjunto de cartas, no
estamos ante una novela epistolar, puesto que no se trata de una ficción y los protagonistas no son personajes, sino
seres reales que tuvieron su lugar en el mundo como nosotros ahora. Las cartas,
ordenadas por orden cronológico, son auténticas.
«Soy consciente de que el éxito de cualquier proyecto depende del temperamento de cada cual». |
Si decidís aventuraros en este viaje, no
olvidéis meter ropa de abrigo en la maleta. El clima en Wyoming puede ser muy
inclemente y, sin daros cuenta, os encontraréis de repente en medio de una
tormenta de nieve sin más compañía que la de Elinore y la pequeña Jerrine. Sin
embargo, no hay de qué preocuparse, puesto que Elinore es una excelente
anfitriona con un admirable espíritu aventurero y a su lado estaréis seguros.
No importa que en vuestro camino aparezca algún coyote hambriento, ni si quiera
que os veáis envueltos en una aventura con vaqueros y forajidos o que, mientras
dormís, el viento sople tan fuerte que creáis que la casa puede salir volando
por los aires. Os aseguro que son experiencias que hacen la vida más
interesante y que os darán ganas de leer más y más.
«Pequeños y prósperos ranchos salteaban la vista, el grano crujía con gusto mientras maduraba a la luz cálida de la mañana y los campos de alfalfa recién segada se distinguían como manchas brillantes en medio del paisaje pardusco. Los álamos temblones comenzaban a tornarse amarillos; por todas partes se extendían espectaculares mantos de áster morado, menos donde crecían matas de chamisa, ondeando sus dorados plumeros. Y planeando por encima de todo, un cielo azul intenso, con alguna que otra nubecilla liviana y blanca vagando perezosa». |
Por supuesto, también hay tiempo para
celebraciones, y aunque hayáis terminado de comer justo antes de empezar la
lectura, los platos que van circulando por la mesa de Elinore y sus vecinos os
volverán a abrir el apetito. Y es que es necesario alimentarse bien, puesto que
no todo van a ser fiestas y excursiones: también hay que trabajar. Así,
acompañamos a la protagonista a sembrar los campos, a cuidar la casa y a todas
las labores que, en general, le correspondían a una mujer pionera en el Oeste de
Estados Unidos.
Elinore se disculpa en varias ocasiones por
su estilo a la hora de escribir, pero lo cierto es que su modo de narrar
sencillo, directo, conciso y muy plástico nos introduce de lleno en el ambiente
que la rodea, de manera que casi podemos oler al mismo tiempo que ella el olor
a pino y cedro, sentimos el viento en la cara y nos deleitamos con los
amaneceres y atardeceres. Durante unas horas vivimos en comunión con la
naturaleza.
Por sus cartas desfilan también todo tipo
de personas, por lo que tenemos la oportunidad de conocer distintas vidas, de
ver qué les llevó hasta allí y observar cómo, en las condiciones más extremas,
el ser humano puede sacar lo mejor de sí mismo para ofrecer ayuda a sus congéneres.
Elinore Pruitt fue una mujer hecha a sí misma y, a través de sus escritos, nos transmite su tremenda vitalidad y su talante inconformista. No se dejó amilanar por las adversidades; más bien al contrario, se crecía ante ellas. Mientras leemos su historia, algo de su positivismo se viene con nosotros.
Elinore Pruitt fue una mujer hecha a sí misma y, a través de sus escritos, nos transmite su tremenda vitalidad y su talante inconformista. No se dejó amilanar por las adversidades; más bien al contrario, se crecía ante ellas. Mientras leemos su historia, algo de su positivismo se viene con nosotros.
Mi recomendación es no leer todas las
cartas seguidas, sino de forma independiente y espaciada, casi como si fuéramos
nosotros mismos quienes las estamos recibiendo. Así es como lo he hecho yo y
creo que se disfrutan más.
Los recuerdos que tengo de la lectura de
este libro vienen acompañados de un aroma muy particular, el de libertad, y es
que esa es la sensación más auténtica que puede tener un ser humano cuando se
observa rodeado por la inmensidad de la naturaleza, fundido con la Madre Tierra
como Elinore Pruitt Stewart.
Puntuación: 4 (sobre 5) |