La primera edición de La princesa prometida data de 1973. El libro se ha reeditado en numerosas ocasiones y, de hecho, sólo en España la editorial Martínez Roca lo ha publicado con, al menos, cuatro portadas diferentes en ediciones distintas. La más barata es la de bolsillo, que cuesta 9'95 euros y que cuenta con 478 páginas. Las que están en tapa dura tienen un precio de 18 euros y unas 380 páginas.
En 1987 se llevó a la gran pantalla en una película que, si bien no obtuvo un éxito inmediato, se ha convertido en una obra de culto para muchos.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Esta historia es mágica: conozco a personas que adoran tanto el libro como la película, a otras a las que les entusiasma la novela pero no el film (entre las que me incluyo) y a otras que aman la película pero no tanto el original de Goldman. Sin embargo, no conozco absolutamente a nadie que, en uno u otro formato, no se haya sentido cautivado por ella.
Además es un libro muy especial, porque es el único que conozco que puede gustar tanto a los apasionados de los cuentos de hadas como a aquellos que los odian, y es que La princesa prometida no deja de ser un bello cuento en el que se nos habla de amor, de aventuras, de piratas, de venenos, de duelos, de venganza, de muerte..., pero al mismo tiempo que nos vamos quedando atrapados por el ritmo del relato, el autor emplea una sutilísima ironía para reírse de todo ello.
«De
verdad creo que el amor es lo mejor del mundo, después de los caramelos para la
tos».
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Un buen ejemplo de esto son los dos protagonistas principales: Buttercup es guapísima y bastante lela. Es la princesa que necesita ser rescatada, pero no podemos evitar querer que la rescaten y que sea feliz. Westley es... perfecto. Es el perfecto caballero que da la vida por su dama. Suena típico, pero esta obra no puede ser más atípica. Y desde luego, el final os sorprenderá.
Y lo mejor es que esta historia no es sólo de ellos. Es también la historia del gigante Fezzik y, sobre todo, de Íñigo. Tal vez aún queden personas que no conozcan a Íñigo Montoya, pero no deberían esperar más para hacerlo. Una vez que lo hagan, jamás podrán olvidarse de él, de su venganza contra el hombre de los seis dedos y de una frase que ha quedado marcada a fuego en la mente de todos los que lo hemos conocido:
«Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú
mataste a mi padre, disponte a morir».
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Los secundarios alcanzan la importancia de los principales e Íñigo los supera a todos en cuanto a complejidad. Los cuatro llegan a formar un todo, y si alguno de ellos faltara, no tendríamos una novela tan completa e interesante. Ellos nos llevan a vivir con intensidad los peligros a los que se enfrentan, a sentir el bien y el mal que anida en el corazón de cada uno, a tratar de comprender las esperanzas que los sustentan. Son los responsables de momentos tremendamente emocionantes, como el duelo vivido en los Acantilados de la Locura y el diálogo impagable que los dos combatientes sostienen al mismo tiempo, la lucha de ingenio, el descenso al Zoo de la Muerte (que fácilmente nos lleva a tener el corazón en un puño), o probar La Máquina y sentir el dolor más intenso que existe.
«No
he cruzado el mundo entero para perderte ahora».
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El autor nos introduce en una atmósfera medieval con un estilo sencillo, ágil, asequible para todo el mundo, lectores y no lectores, pero exento de simpleza y rebosante de inteligencia.
Además, aunque hasta ahora me he centrado en la trama de la princesa, la novela tiene dos marcos argumentales que se entrelazan. El peso principal recae en las aventuras de Buttercup y sus conocidos, pero el propio autor dedica un capítulo entero a modo de prólogo para hablar de sí mismo y engañar al lector. Juega con nosotros usando un mecanismo que ya se ha visto antes en la literatura: según nos cuenta, La princesa prometida no es una historia inventada por él, sino por un tal Morgenstern que hizo una versión demasiado extensa para el gusto de Goldman, por lo que éste, humildemente, se limita a resumir tomando "las partes buenas".
Goldman nos lo cuenta con tanta convicción y lo repite tan a menudo que, si no vamos prevenidos, puede hacernos caer en su mentira. De hecho, ya he visto a algunos por la red buscando el "original" de Morgenstern.
«Éste es el libro que más me gusta de todos, aunque nunca lo he leído». |
Su broma no se queda ahí. Nos habla de cómo desea conseguir el escrito de Morgenstern para su hijo Jason y de los problemas con su mujer por empeñarse ésta en defender la obesidad enfermiza del niño con unos argumentos bastante ridículos. Ni Goldman tiene un hijo llamado Jason en la vida real ni su esposa es psicóloga.
El escritor hace algo en lo que los lectores no nos ponemos de acuerdo a la hora de hacer una valoración: a veces interrumpe el relato de aventuras para aclarar algo, contarnos por qué eliminó de ahí un fragmento o añadir alguna cuestión sobre su relación y la de su familia con "el libro original". A algunos esto se les hace pesado, aunque no es algo que suceda a menudo. A mí personalmente me parece genial, refuerza todo el engaño y la ironía se hace más presente, además sí que sirve para esclarecer algunas cuestiones sobre la trama.
«Cuando las circunstancias se ponen duras, los duros se ponen a la altura de las circunstancias». |
Hay una única cosa que me molesta, y es la breve continuación que Goldman escribió muchos años después, El bebé de Buttercup, muy por debajo de la calidad de la obra madre y completamente innecesaria e intrascendente. Lo único rescatable de ella es la bonita historia de amor de Íñigo, por lo demás, casi agradecería no haberla leído.
La conclusión es que por mi parte La princesa prometida queda totalmente recomendado para cualquier persona, sea de la edad que sea, le guste leer o no. Si os animáis a leerlo, espero que disfrutéis en vuestro periplo por el reino de Florin.
Puntuación: 5 (sobre 5)
Puntuación: 5 (sobre 5)