Esta novela de Tamara Ireland Stone fue publicada en España en 2012 por la editorial B de Blok. Consta de 316 páginas y, aunque en principio parecía que iba a ser una obra autoconclusiva, la autora se encuentra inmersa en la escritura de un segundo volumen, cuyo título en inglés es Time after time. El tiempo entre nosotros está a la venta en las librerías españolas por 17 euros.
¿Qué opino yo? (Sin destripes): Desde
siempre he sido una apasionada de los viajes en el tiempo, lo que hace que lea
prácticamente todo lo que cae en mis manos sobre este tema. Eso me llevó hasta
esta novela, y la conclusión que saco después de su lectura es que quien quiera
entretenerse con la historia de un romance juvenil disfrutará con el libro,
pero al que le interese la parte de los viajes temporales quedará
decepcionado.
Me
resulta muy difícil hacer esta crítica sin spoilers, pero voy a intentar explicar el fallo principal de esta obra sin
exponer los hechos a los que me refiero ni dar los nombres de los implicados en
los mismos. Cuando el tema que se pone sobre el tapete gira en torno a los
viajes en el espacio-tiempo, hay que tener muchísimo cuidado, porque
fácilmente se puede caer en profundos errores incoherentes. En este caso se nos
presenta a un personaje que en el año 2011 trata de influir en alguien de 1995
para que en ese pasado (años 90) cambie algo y la línea temporal que sigue
hasta 2011 sea diferente de la que vivió esa persona de 2011. Ahora bien, si el
habitante de 1995 introduce un cambio en lo que se supone que debía ocurrir,
todo lo que conducía a la persona de 2011 a querer cambiar la situación no se
daría, ya que todo hubiese sido distinto debido al cambio. Entonces, no
llegaría a suceder el momento en que el personaje de 2011 quisiese influir de
esa misma forma en el de 1995, con lo cual éste no podría introducir
modificaciones en su tiempo, y aquí tenemos la paradoja temporal.
«La vida es una aventura intrépida o no es nada».
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Espero que se me haya entendido, que sé que es un poco complicado. Esto puede dar lugar a un debate apasionante, ya que según se mire o según quién lo interprete, quizás podrían entrar en juego incluso realidades paralelas. El caso es que tal como está planteada la novela y por cómo se soluciona el final, para mí no tiene sentido. Y no puedo quedarme en la superficie pasando por alto esto para evaluar la obra sólo por la historia de amor, que, por otro lado, es bastante típica.
Anna es una chica aburridamente normal, ni heroica, ni
excesivamente torpe, ni excesivamente lista, ni excesivamente guapa… Tiene la
manía (o más bien la autora a través de ella) de recopilar mentalmente todo lo
que va sucediendo, de manera que terminamos leyendo sobre los mismos
acontecimientos varias veces. Es tenaz, decidida y soñadora, y entre sus
aficiones están el deporte, la música y viajar. En una ocasión determinada y
movida por las circunstancias llega a cometer una gran insensatez relacionada
con el don de Bennett.
Éste,
por su parte, tampoco es que sea muy especial, salvo por su capacidad para
trasladarse en el espacio-tiempo, aunque la explicación que Tamara Ireland da
al respecto no es nada convincente; el chico simplemente se imagina en otro
lugar y aparece allí, sin más. Por lo demás, es un joven educado, atento y
también aficionado a la música. Muestra más madurez que Anna y una mayor consciencia de las
consecuencias de sus actos, pero resulta demasiado complaciente con ella.
Como
viene siendo la moda últimamente, el texto está escrito en primera persona con
lenguaje y estilo muy sencillos, y al estar narrado a través de los ojos de
Anna, tenemos que leer más de una vez lo bien torneados que están los músculos
de Bennett, lo guapo que es, lo encrespado que está su pelo, lo viril de su
olor y lo mucho que a esta muchacha le encanta la curva de su cadera. Este es
el tipo de cosas que no me gustan y a las que yo llamo conflictos hormonales.
Creo que es un recurso fácil para llamar la atención y que es totalmente
innecesario. Existen muchísimas novelas juveniles que cuentan historias de amor
preciosas sin necesidad de caer en esta clase de tópicos, aunque ésta es sólo
mi humilde opinión.
«¿No vas a decirme qué hiciste para merecer estar en
esta versión helada del infierno?».
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Pero no todo es malo; la historia me entretuvo, y el misterio que rodea a Bennet y a sus secretos está muy bien planteado, ya que él se hace de rogar para revelar la verdad y va escogiendo momentos espaciados entre sí para ir confesando poco a poco lo que oculta. Eso hace que estemos expectantes y se haga difícil soltar el libro.
El
final, en lo que se refiere a los protagonistas, se puede considerar cerrado,
pero si la autora quiere dar una continuación (como de hecho está haciendo), el
desenlace se presta a ello perfectamente. La historia de los secundarios queda
un poco en el aire, pero me imagino que la retomará en el segundo libro.
Puntuación: 2 (sobre 5) |