¿De qué va?:
En la primavera de 1958 la joven Rose
Pamphyle (Déborah François) vive con su padre, un viudo cascarrabias que dirige
la tienda del pueblo. Comprometida con el hijo del mecánico local, parece
destinada a la vida tranquila y monótona de un ama de casa, pero no es eso lo
que ella desea. Cuando viaja a Lisieaux, en Normandía, para una entrevista de
trabajo en la agencia de Louis Échard (Romain Duris), el resultado es
desastroso. Pero Rose tiene un don especial, puede mecanografiar a una
velocidad endiablada, lo que llevará a Louis a entrenarla para participar en
las competiciones más importantes. (FILMAFFINITY).
Aunque he visto que esta película está catalogada como drama
en algunos lugares, nada más lejos de la realidad; se trata de una comedia
romántica, ¡y cómo me gustan las comedias románticas bien hechas! Normalmente
disfruto mucho con este tipo de cintas cuando evitan caer en los excesos y sus
partes constituyentes guardan un equilibrio proporcionado. Por ejemplo, la
última tendencia en Hollywood es saturar las comedias de elementos burdos y
soeces que me sobran por completo, y a veces tienen más de eso que de amor, así
que no sé por qué se les añade la etiqueta “románticas”; pero por otro lado,
hay quien opta por lo contrario, por una inyección concentrada de azúcar que
puede provocar en el espectador una fuerte reacción alérgica.
Sé que en este sentido soy exigente: adoro
las historias de amor, pero no llevo bien las cursilerías. Dicho esto, Populaire tiene los ingredientes
necesarios para resultar una buena producción. Lo cierto es que no sabía muy
bien qué esperar de ella, y finalmente me ha gustado bastante.
Los créditos iniciales, con su animación y
su música vivaracha, me han recordado mucho a los de las películas que Rock
Hudson y Doris Day rodaron en los años 50 y 60. Éstas planteaban la guerra de sexos, asunto que
está presente también en Populaire,
aunque de forma mucho más velada. En este sentido, hay una escena que puede
crear cierta polémica, pero a mi parecer pretende reflejar la igualdad de
sexos. Me refiero a un momento en el que Rose da una bofetada a Louis y él
responde de la misma manera. Antes de eso, la propia Rose había afirmado que su
hombre ideal debía tratarla como a una igual. Pues bien, Louis termina comportándose igual que ella en esta escena (con sus consecuencias),
independientemente de que nos parezca bien o mal.
El director ha sabido disponer los
elementos de la trama de manera que el conjunto sea creíble y no se haga
pesado. Así, el enamoramiento, que desde el principio es evidente que se va a
producir, no surge excesivamente rápido y su transcurrir se mezcla con otros
temas, como la relación de la protagonista con su padre o el duro entrenamiento
para alcanzar un sueño. Con respecto a esto último, se juega con la ambigüedad:
durante parte del metraje no queda claro si es de ella o de Louis, y esto va a
provocar algunos conflictos.
Me han fascinado en especial la fotografía
y la estética. La época está muy bien reflejada en la pantalla: el vestuario es
bastante bueno, así como el mobiliario de las casas, la oficina o la tienda del
padre de Rose, y también los peinados y el entorno. Vemos bonitos ambientes
franceses, y hay unos minutos en concreto que me han llamado la atención: en
ellos los protagonistas van circulando por carretera ante la Torre Eiffel
rodeados de muchos otros vehículos de ese tiempo. Realmente me he sentido
transportada a ese lugar y a ese momento por el verismo con que está rodada esa
parte.
Otro detalle que me ha cautivado es el de
cómo un “te quiero” se comprende en todos los idiomas.
Romain Duris es un actor que me gusta desde
que lo conocí en Arsène Lupin, aunque
esa cinta es muy mala. Un actor más bien feo que interpreta a un conquistador nato
(en Los seductores) y consigue que
nos lo creamos tiene que ser un buen profesional. En Populaire no hace su mejor papel, pero su actuación es buena,
acorde con lo que se le puede exigir en función a su personaje.
A Déborah François no la conocía, pero
también está muy correcta en un rol que la obliga a oscilar entre la ingenuidad
y la capacidad de seducción.
Tiene un papel secundario pero no poco
importante Bérénice Bejo, conocida principalmente por The artist.
La banda sonora no está mal, aunque no
pasará a la historia. Son composiciones que van bien con las escenas en las que
aparecen, pero no resultan memorables.
En definitiva, es una producción colorida,
optimista, bien planteada, bien interpretada y muy agradable.
Puntuación: 4 (sobre 5) |