¿De qué va?:
Richard
Castle (Nathan Fillion) es un escritor de novelas de misterio. Cuando un asesino en
serie comienza a reproducir los asesinatos que escribe en su libros, a
Castle no le queda otro remedio que ayudar al departamento de policía de
Nueva York, en el que está la inspectora Kate Beckett
(Stana Katic), a intentar atrapar al culpable. A raíz de ahí, Castle continúa colaborando con la policía en distintos casos con el propósito de documentarse para nuevos best sellers.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Esta
serie lleva ya varios años emitiéndose, y parece que cada vez son más los
adeptos a ella. Antes de empezar a verla me topé con muchas críticas buenas y,
al no tener ninguna otra pendiente, decidí darle una oportunidad.
La
primera temporada es bastante corta, sólo tiene diez episodios, algo inusual en las producciones televisivas estadounidenses. Según dicen, sirve para
ir abriendo boca para lo que viene después.
Castle es una serie muy típica, llena de clichés,
pero la verdad es que funcionan muy bien. Los capítulos son autoconclusivos y
todos siguen el mismo esquema: primero se nos presenta el cuerpo sin vida de la
víctima de un crimen o se informa de un secuestro. A partir de ahí, la policía,
junto con Castle, tiene que resolver el caso, y el escritor resulta en más de
una ocasión de gran ayuda para llegar a una conclusión satisfactoria, ya que
emplea su imaginación para ver más allá que los profesionales a los que
acompaña.
No
hay una línea argumental secundaria que sea recurrente en todos los episodios,
y aunque me suelen gustar las series que sí la tienen, en ésta no se echa de
menos. Sin embargo, sí existe un tema relacionado con la vida privada de
Beckett que aparece de vez en cuando. Tal vez los guionistas se sirvan de él
para crear en otras temporadas esa línea argumental como trasfondo, pero eso es
algo que todavía desconozco.
Curiosamente,
el piloto, que se supone que tiene que ser el capítulo que atrape al
espectador, fue el que menos me gustó. El segundo, para mi gusto, mejora, y a
partir de ahí el nivel se mantiene.
Castle
es un sinvergüenza simpático. Rico, famoso, inteligente y ocurrente, se lo pasa
bien cada vez que se presenta algún caso para resolver. Alguna que otra vez, su
compañera, Beckett, tiene que pedirle que no se muestre tan eufórico porque
haya un muerto, pero él no puede evitarlo; para él es un nuevo reto al que
enfrentarse, una prueba para su mente y, por lo tanto, algo emocionante. Tiene
un peculiar sentido del humor y cae bien a todo el mundo. Está divorciado y vive
con su hija y su madre, pero la que siempre muestra más madurez en la familia
es precisamente la hija, Alexis, aunque las dos, en algunas ocasiones, con un simple
comentario en medio de una conversación familiar dan a Castle una idea sobre
la que poder basar la investigación.
Uno
de los detalles más curiosos y que me ha encantado es el chaleco antibalas que
usa el protagonista. Cuando el grupo policial al que se une va a detener al
sospechoso de turno, todos llevan el habitual chaleco con la palabra “police”.
El de Castle lleva un visible “writer”. Resulta, cuanto menos, pintoresco. No
sé qué pensaríamos si viésemos en la vida real algo así.
Beckett
es el contrapunto del protagonista. Es mucho más seria y formal. Es admiradora
de los libros del novelista, pero cuando lo conoce, sus personalidades son tan
dispares que el ya conocido tira y afloja es inevitable. Finalmente siempre acaban
compenetrándose bien, y nos podemos imaginar qué camino van a escoger los
guionistas para ellos.
Los
hombres que forman el equipo de Beckett, Ryan y Esposito, también tienen su protagonismo.
Los dos agentes terminan forjando una amistad con Castle y aceptándolo como uno más.
Además
de todo lo mencionado, también se ve el trabajo de un
escritor para coger ideas, llevarlas al papel, publicar y promocionar su obra.
En este sentido hay un dato muy llamativo: las novelas que Castle escribe en la
ficción han sido editadas en la vida real. Así podemos encontrar en librerías Calor desnudo, Ola de calor, Aumenta el
calor y Calor helado. Creo que los títulos dicen
mucho del contenido, aunque lo cierto es que no las he leído. Me pregunto quién
las habrá escrito en realidad, ya que el autor que figura en la portada es nada
más y nada menos que Richard Castle.
Puntuación: 3'5 (sobre 5) |