En busca de Perséfone

 23/11/2025

En busca de Perséfone narra un romance de regencia que vio la luz en papel por primera vez en el año 2008. En España ha sido publicado en 2022 por la editorial Libros de Seda, que ha encontrado un nicho en nuestro país para libros que casi no tenían su espacio, la novela blanca o clean romance ambientada en los siglos XVIII y XIX.

La edición española consta de 320 páginas y cuesta, hoy por hoy, 18,95 euros.

En busca de Perséfone es el primer libro de la saga de la familia Lancaster, a través de los cuales podremos ir conociendo todas las historias de amor de estos hermanos. No obstante, el de Perséfone puede leerse de forma independiente.

En 2025 se ha rodado en Estados Unidos una película que adapta la novela a la pantalla. En este enlace oficial podemos obtener más información sobre ella: https://www.seekingpersephonemovie.com/

 

¿De qué trata?: 

Adam Boyce, el duque de Kielder, es un hombre huraño con fama de tener mal genio y ser peligroso. Su vida transcurre entre los muros de su castillo y el bosque circundante, pues detesta la compañía. Sin embargo, el desprecio por un pariente destinado a heredar sus posesiones lo conduce a buscar un matrimonio que pueda darle un heredero. Delegando en un consejero la búsqueda de una esposa adecuada, se encuentra con que esta es una joven totalmente diferente de lo que esperaba. La elegida es Perséfone Lancaster, la hermana mayor de una familia de varios hijos que perdieron muy pronto a su madre. La delicada situación financiera de su familia es lo que la conduce a aceptar la propuesta. No obstante, Adam es un hombre con muchas cicatrices externas e internas y el acercamiento entre ambos no será sencillo.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Parto de dos hechos igualmente verídicos: el libro está muy pobremente escrito y, aun así, me ha gustado.

Es una novela bastante digerible, con la sencillez de un cuento y, como tal, gira en torno a algunos clichés: el príncipe que sufre una maldición y la princesa que le enseña qué es el amor para librarlo de aquella. No obstante, aquí no hay ni un príncipe ni una princesa ni la maldición es literal, sino un trauma infantil.

No la considero una revisión de La Bella y la Bestia, pero que esta historia está en su base es indiscutible. De hecho, contiene incluso un pasaje idéntico a una escena de la película de Disney. Asimismo, la autora juega también con el mito de Hades y Perséfone de una forma nada sutil. Los propios personajes hacen referencia a él en varias ocasiones para ponerlo en comparación con la situación en la que ellos están envueltos.


¿La dejó ir porque la amaba? 
Y ella volvió porque lo amaba a él.

Este aire de cuento de hadas, el castillo aislado del mundo, el desarrollo lento y creíble de los sentimientos y la atmósfera invernal son lo que me ha conquistado.

Toda la trama gira en torno a la relación entre Adam y Perséfone. No hay nada más, ni asuntos políticos ni sociales ni económicos... No hay, por tanto, ninguna contextualización histórica desarrollada, sólo algunas referencias para situarnos en la época. Es solamente una historia para calentar el corazón, sencilla, para momentos en los que la mente necesita descansar y no esforzarse demasiado.

A esto último ayuda el estilo. Desde luego, no es una prosa engalanada. Prácticamente todo el libro funciona a través de diálogos, con breves fragmentos narrativos y casi nada de descripción. Las conversaciones no son especialmente chispeantes, pero se van mostrando oportunamente según se va viendo la evolución de las emociones de los protagonistas. Ambos van sintiendo mucho más de lo que dejan entrever mediante las palabras.

Hace algún tiempo leí un libro de otra autora que está ahora de moda por estos lares, Mimi Matthews, seguramente más conocida que Sarah M. Eden. Aquella novela comparte muchos aspectos con el título que hoy me trae aquí. Me refiero a La oferta de matrimonio. El  matrimonio concertado entre dos desconocidos que se unen por conveniencia mutua está presente en ambas obras. También me resultan muy semejantes los estilos ágiles con abundancia de diálogos (aunque con una narración algo más extensa en el caso de Matthews) y un personaje principal hosco que vive con sus propios tormentos. Ambos libros están, además, publicados en España en la misma editorial.

Centrándome nuevamente en En busca de Perséfone, creo que hay que ser un lector paciente para disfrutarlo. Los amantes de romances intensos, apasionados y de rápido desarrollo no encontrarán ningún placer en esta lectura, ya que el protagonista masculino, forjado a sí mismo durante años con un carácter férreo e intransigente, no puede cambiar su modo de pensar, de sentir y de vivir de manera flagrante de la noche a la mañana.

Esto lleva a que resulte un personaje desagradable, aunque esté hecho así aposta, y a que Perséfone tenga que verse enfrentada a situaciones y actitudes similares más de una vez. Para algunos lectores este hecho podría volver la trama lenta y repetitiva. Sin embargo, para mí es lo que ha conseguido que Adam resulte verosímil, que pueda sentirlo como una persona y no como un monigote que cambia a conveniencia del autor desprendiéndose de todo lo que lo caracteriza. No es un hombre fácil y su transformación, por tanto, tampoco puede serlo. Él se permite poco a poco ir conociendo a su esposa, aunque no quiera permitir que ella lo conozca a él.

Perséfone, en cambio, está concebida para caer bien. Es abnegada, cariñosa, maternal, decidida y con más paciencia que un santo. La soledad que la rodea, su manera de afrontarla y su necesidad de afecto hacen que, de inmediato, sentamos inclinación por ella.

Hay un tercer personaje que es quien aporta un punto de humor a la trama. Me refiero al único amigo de Adam, Harry. Cuando ambos están juntos, los diálogos tienen cierta gracia, porque Harry es el único que no sólo no se toma en serio las amenazas de Adam, sino que se permite reírse de ellas y, además, se atreve a decirle al duque las cosas que no quiere oír. El segundo libro de esta saga lo toma a él como protagonista y, como es el personaje con más chispa y carisma, tengo muchas ganas de leerlo.

A las puertas del invierno en mi país, el frío que nos azota estos días ha ayudado a que me haya sentido muy dentro de la historia. He notado más intensamente el frío ambiente que envuelve el castillo de Kielder, rodeado de extensos bosques desde los que llegan los aullidos de los lobos. La niebla, la lluvia y la nieve son sus compañeras. Son los elementos que acentúan el aislamiento de la protagonista y simbolizan la dureza de carácter de su compañero masculino.


No es un libro que le vaya a cambiar la vida a nadie ni que vaya a deslumbrar por su prosa, pero al igual que un cuento de hadas infantil, deja la sensación de que la felicidad siempre es posible, y sólo por eso  ya merece la pena. 

 

Puntuación: 3 (sobre 5)

El laird desterrado

 16/11/2025

El laird desterrado vio la luz por primera vez en su lengua original, el inglés, en enero de 2019. Su título real es A bound heart. La autora, Laura Frantz, se inspiró en la historia de su familia, de ascendencia escocesa, para crear esta historia.

En España, este libro fue publicado por la editorial Libros de Seda en 2022 y hoy por hoy continúa a la venta por un precio de 19,95 € en una edición de 384 páginas.
 

¿De qué trata?:

Aunque Magnus McLeish y Lark MacDougal han crecido juntos, Magnus es ahora el laird del castillo y de la isla de Kerrera. Lark no es más que la joven que se ocupa de sus abejas y la destilería, pero también a quien encargan la elaboración de un elixir para la esposa del laird, que desea concebir y darle un heredero a su marido. Sin embargo, Lark se ve salpicada por un turbio asunto que la aleja de la vida que conoce y Magnus debe decidir si poner en peligro todo cuanto posee para salvar a la mujer que ama en secreto.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Esta novela me ha dejado con resaca literaria durante varios días en los que casi no he sido capaz de leer otra cosa por seguir prisionera en sus páginas. No es un libro trascendental y no es perfecto en muchos sentidos, pero a veces puede llegar a nuestra vida una historia que es justo lo que uno necesita en ese momento y, aunque se sea consciente objetivamente de la superioridad de otras lecturas, en ese instante no cambiaría la que tiene entre manos por ninguna.

No tengo en mi memoria ahora mismo haber leído nada ambientado en las islas Hébridas Exteriores y me he quedado atrapada en esa primera parte en que los personajes se mueven en torno al castillo de Kerrera, los acantilados y las cuevas donde se esconde la mercancía de contrabando. Me he sentido acogida en la pequeña cabaña donde nuestra protagonista, Lark, vive con su abuela, y he estado a gusto a su lado en la destilería llena de plantas donde prepara sus remedios medicinales y cerca del lugar donde vuelan las abejas que cuida.

Este pequeño mundo es el mundo entero para ella y, sin embargo, se percibe en Lark un sutil anhelo de algo más, una vaga añoranza de algo intangible. Los recuerdos de su infancia y su primera juventud junto al laird aparecen de vez en cuando en el relato y acentúan en el lector la impresión de que la muchacha se quedó con un vacío en el corazón por lo que vivieron juntos.


«La vida no consistía en mirar al pasado».

Mientras iba leyendo estas líneas de las primeras páginas, tuve la sensación de que la propia Lark no era conocedora de ese vacío, a pesar de que, inconscientemente, tratara de llenarlo con un enamoramiento inmaduro hacia el capitán Rory MacPherson, el cabecilla de los contrabandistas.

Magnus, el laird de Kerrera, se presenta, por su parte, como un hombre íntegro, cercano, pero profundamente insatisfecho por la incapacidad de su esposa para tener hijos. Con esto no estoy destripando nada relevante, puesto que el libro comienza así y es uno de los aspectos que definen al protagonista desde el principio.

En Magnus, además, es más evidente que en Lark la lucha contra sus sentimientos. Mientras que ella no parece darse cuenta de lo que significan las emociones que la cercanía de él le provocan, en él sí queda manifiesta una batalla contra la atracción que siente por la muchacha. Siempre se encuentra bien a su lado, la busca, pero, al mismo tiempo, hay una distancia que no desea romper, más por lealtad a Dios que a su propia esposa, a quien nunca ha amado.

Ambos protagonistas son profundamente religiosos y la doctrina presbiteriana guía continuamente sus pasos, aunque hay otros personajes que se cuestionan la fe y debaten sobre ello.

He leído otras novelas románticas de ficción cristiana y creo que esta es, con diferencia, en la que mayor preponderancia tiene el cristianismo, pues define las acciones de los dos personajes principales y sus acciones. Ambos se guían en su día a día por las enseñanzas y mandatos bíblicos y apelan a Dios con frecuencia. Además, la autora incluye a lo largo de las páginas multitud de citas bíblicas que resultan reconfortantes, especialmente para los creyentes.

Independientemente de las creencias de cada lector, a mi parecer el libro puede ser reconstituyente, porque muestra que aunque la vida esté llena de injusticias y tribulaciones para cualquiera, se sea más bueno o más malo, la fortaleza de espíritu, la esperanza, el tesón, las buenas acciones y las buenas personas que se hallan en el camino ofrecen nuevas posibilidades de autoconocimiento y de crecimiento personal y pueden abrir la vía a formas de felicidad que no se habían previsto.


«El éxito sigue a la paciencia».

La vida de Lark y Magnus se llena de tormentos cuando una serie de duros acontecimientos los vapulea de golpe y podrían llegar a despojarlos de sus bienes, sus raíces e, incluso, de su honorabilidad. 

Son estas circunstancias inmisericordes las que originan un largo y peligroso viaje en barco que traslada la acción hasta Virginia y Jamaica, donde chocamos con la dura realidad de los esclavos de las plantaciones de tabaco y de azúcar.

El estilo de Laura Frantz es delicado; va deslizando a los personajes por los imprevistos que se les imponen a la par que va exponiendo los conflictos internos que aquellos les suscitan. No es prolija en descripciones y, no obstante, uno se siente continuamente dentro de la trama, en la época correspondiente con sus vicisitudes históricas. Esto se debe a que las costumbres imperantes de cada territorio, los modos de vida de sus gentes y sus normas sociales y legales forman parte intrínseca de las vivencias de los dos protagonistas. A esto se suma que los personajes secundarios, cada uno representativo de su lugar en el mundo, también contribuyen a una ambientación verosímil.

Así pues, aunque esta no sea una novela histórica propiamente dicha y no tenga, por tanto, como centro los conflictos históricos, estos están ahí de fondo y quedan patentes causas como la jacobita, la prohibición de la kilt escocesa, la desigualdad jurídica, la desprotección de las mujeres que viajaban como esclavas y la esclavitud en las plantaciones del Nuevo Mundo.

Se abordan de perfil otros temas sensibles como la orfandad, el aborto espontáneo y la infertilidad femenina, representada por dos mujeres de actitudes opuestas. Mientras que una se deja derrotar por el deseo insatisfecho de la maternidad, la otra se enfoca en las virtudes de lo que sí tiene en su vida.

En lo que respecta al romance, durante buena parte del libro se intuye más que se ve. Es un amor que adivinamos por las miradas furtivas, las palabras contenidas, la preocupación del uno por el otro y las emociones que sus citan en los dos personajes los recuerdos traídos al presente. No hay un punto crucial en el que se desborde una pasión que inflame los corazones, puesto que la semilla ha existido desde siempre y su germinación se produce durante años. Estamos ante un amor que crece en la espera y que, precisamente por todo esto, me ha parecido natural y creíble.

En definitiva, y por decirlo de manera sencilla, es una novela preciosa, con un romance a fuego lento, con Dios como principal compañía y consuelo y con multitud de sucesos turbulentos que pondrían a prueba la resistencia de cualquiera.  

 

Puntuación: 4,5 (sobre 5)

La papelería Tsubaki

29/10/2025 


La novela que hoy nos ocupa se publicó en su país de origen por primera vez en 2016 y fue nominada al año siguiente al Premio de los Libreros, en el que empleados de librerías japonesas proponen una serie de obras que han disfrutado y consideran adecuadas para que lleguen a más lectores.

En España ha sido traducida por la editorial Navona en 2024. La edición que está a la venta cuenta con 304 páginas y cuesta 24 euros. En 2025, además, se ha traído a nuestro país la continuación de la historia, titulada La república de la felicidad.


¿De qué trata? (sinopsis de la editorial):

Hatoko Amemiya acaba de regresar a Kamakura, el pueblo costero donde creció al cuidado de su abuela, para reanudar el negocio familiar de una papelería. La suya es una estirpe de escribientes, un antiguo oficio que Hatoko está decidida a honrar y hacer pervivir en el tiempo a través de los pequeños encargos que los clientes le encomiendan: cómo despedirse de alguien, saludar a un recién llegado o recordar la dulzura de un primer amor, todo tiene cabida dentro de los márgenes de una carta, las cuales Hatoko se ocupa de confeccionar con delicadeza, escogiendo el sello adecuado, las palabras, la tinta y el gramaje exactos para cada una de ellas.

Ito Ogawa teje a un relato conmovedor sobre los detalles que rellenan el día a día de cualquier comunidad, todo ello retenido de fondo con los paisajes, la gastronomía y las festividades japonesas que acompañan y celebran el paso de las estaciones del año, el relieve de afectos y enseñanzas que heredamos como cartas abiertas de generación en generación.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este año ha habido dos libros procedentes de Japón que me han atrapado por completo: Mis días en la librería Morisaki y este. Siempre he concebido la narrativa japonesa como altamente introspectiva, de discurrir lento y mirada intimista. Incluso algunas de sus obras cumbre están recorridas por un fatalismo inevitable o, al menos, cierto pesimismo vital. Si embargo, en los últimos años, las librerías están siendo invadidas por hornadas de libros asiáticos, concretamente de Japón y Corea del Sur, que, aun siendo fieles a ese tono profundo, se sirven de un estilo menos elevado, más próximo al hablante común, para reflexionar con él sobre la superación del dolor, el afrontamiento de problemas trascendentales, la belleza de los pequeños detalles y la importancia de una rutina tranquila.


«Me recordó que deberíamos cuidar lo que conservamos en lugar de perseguir lo que hemos perdido».

Algunas de estas obras se sirven de la fantasía, mientras que otras son de corte realista y, curiosamente, muchas de las que nos llegan del país nipón siguen una línea similar: una división en cinco
 historias
 con protagonistas diferentes que no tienen conexión entre ellos salvo por que todos recurren a ese elemento mágico que los ayuda con sus conflictos.

La papelería Tsubaki se aparta de esta estructura. Reflexiona sobre todo lo que he puesto más arriba y lo hace desde una perspectiva realista, pero se ajusta más a una estructura de novela que de relatos con un hilo común, aunque por sus páginas desfilen distintos personajes que exponen sus problemas y esperan ayuda, en este caso, de nuestra protagonista única.

Es un libro amable, como todos los de este subgénero, cuya finalidad pretende ser curativa, ya que plantean conflictos en los que cualquiera de nosotros que tenga cierto recorrido vital podría reconocerse. Así pues, los personajes sufren, pero aprenden estrategias para que ese sufrimiento no los devore y, de este modo, salir fortalecidos.

En esta ocasión tenemos a Hatoko, una muchacha joven que ha perdido a su abuela, la persona que la crio y le enseño casi todo lo que sabe, pero de quien renegó durante mucho tiempo. La relación entre ambas, bastante conflictiva, se va explorando a lo largo de todo el libro con pinceladas que se van entremezclando con el día a día de Hatoko y sus encuentros con otros personajes.


«Encontrar por arte de magia a una persona tan especial y tener la ocasión de pasar la vida a su lado debe de ser lo más parecido que existe a la dicha».

 
Cuando Hatoko regresa a Japón tras su estancia en el extranjero, su
abuela ya ha fallecido, habiendo perdido ambas la oportunidad de perdonarse o comprenderse. La misma Hatoko renunció a esta posibilidad al negarse a visitarla en el hospital cuando ya estaba muy enferma. El orgullo y la juventud pueden ser malos consejeros y las circunstancias que van transcurriendo en la novela la van llevando a conocer mejor a aquella mujer que sólo mostraba una cara y a comprender que las dos lo hicieron mal, pero que aunque no pueda obtener ya el perdón de su abuela, necesita perdonarse a sí misma. Me ha encantado este planteamiento, ya que a veces no sólo nos duele lo que otros nos han hecho, sino lo que nosotros mismos hemos sido capaces de hacer.

En esta novela, sencillamente, no hay trama concebida a la manera narrativa tradicional, sino que está constituida por momentos, recuerdos y reflexiones. Por ello se siente tan real. Es un relato de la cotidianidad, de mantenerse estable en la rutina y, al mismo tiempo, evolucionar en ella. Hatoko ya vivió una época de aventuras al marcharse de su país y estas páginas tratan de lo contrario, de que la aventura puede estar dentro de nosotros sin sabemos apreciar los detalles que nos rodean, de que aquello que a priori nos parezca más insignificante puede desatar una oleada de sensaciones y emociones si nos fijamos bien en ello. 

Es otra novela que valora la vida tranquila, las pausas para aprender a mirar con atención aquello que ya forma parte de nuestra vida y que no valoramos porque lo damos por seguro.


«No existe mejor momento que el presente».


 
Nuestra protagonista pasa por distintos estados de ánimo, como todos, pero sabe disfrutar del repiqueteo de la lluvia, un té caliente, la apertura de las flores de loto, un paseo por los templos, una comida en la playa, una conversación amigable, etcétera. Eso no quiere decir que no tenga preocupaciones o que su vida sea perfecta, es sólo que vive sin que lo malo la prive de lo bueno. Cada cosa tiene su lugar.

En cuanto a los personajes secundarios, aparecen algunos más cercanos a ella y otros que buscan sus servicios como escribiente de cartas, lo que nos permite ahondar en las peculiaridades de la sociedad japonesa, su sentido del honor y su delicadeza con los sentimientos del otro. Hay cosas que aquí no entenderíamos.

Me ha gustado mucho y llamado la atención cómo Hatoko trata de conjugar el mensaje de la carta y la personalidad de quien la quiere enviar con los utensilios y materiales que va a emplear. No vale cualquier tipo de papel, cualquier tipo de pluma, bolígrafo o lápiz, cualquier sello ni cualquier sobre para cualquier persona, ni siquiera el mismo tipo de letra para todas. Me ha resultado muy interesante e instructivo lo que la autora va explicando sobre todos estos elementos

La palabra escrita a mano puede ser un arte que estamos olvidando. Dedicar tiempo, atención y esfuerzo para centrarnos en una sola persona y escribirle una carta es algo que también nos ha robado la tecnología. Una relación profunda requiere una dedicación profunda y este libro
 pone sobre la mesa no sólo la importancia de la escritura a mano, sino el respeto a los demás, incluso cuando lo que se 
desea es terminar una relación, porque esto no le resta valor a una persona.

La novela no se divide en capítulos propiamente dichos, sino en cuatro grandes partes que se identifican con las cuatro estaciones, comenzando con el verano y concluyendo con la primavera. Me ha encantado que sea así e ir observando con los personajes los cambios que se van viviendo en esa zona de Japón, al mismo tiempo que Hatoko va a prendiendo a conocerse y a aceptarse.


 
«—¿Cuál es su estación favorita? —le pregunté a mi vecina mientras seguía observando el mar. 

—Todas, ¡faltaría más! —Ni siquiera tuvo que pensarlo—. En primavera florecen los cerezos; en verano puedes ir a nadar; en otoño la comida sabe mejor; y en invierno las estrellas son más bonitas que nunca y el mundo parece en paz. Soy una caprichosa, así que me niego a conformarme con una cuando puedo tenerlas todas».

Estamos ante un libro plagado de pormenores con enjundia, de los que analizar en detalle, y la lectura que nos pide es pausada para que podamos comprenderlos. Es una novela con alma y, por tanto, no puede leerse de otra manera que no sea con todos nuestros sentidos puestos en ella. 

 

Puntuación: 4 (sobre 5)

Soldado Azul

 10/10/2025

Theodore Victor Olsen es un gran desconocido en nuestro país. Desde pequeño fue un gran aficionado a la novela de aventuras y pronto se lanzó a escribir sus propias historias. Esta que nos ocupa tiene como título original Arrow in the sun, publicada en 1969, y aunque llegó a hacerse una película de ella, las tramas difieren bastante.

En España está publicada por la editorial Valdemar desde el año 2016 en una edición que cuesta 25 euros y que contiene dos novelas del autor, que suman un total de 464 páginas.

¿De qué trata?:

Cresta Lee es una mujer que consiguió escapar de manos de los indios tras permanecer cautiva durante dos años. Acompañada por un escuadrón de soldados con una misión, se dirige al reencuentro con su prometido con el fin de encauzar su vida. Sin embargo, durante el viaje, en el cual también toma parte el soldado Honus Gant, son atacados por un grupo de indios que provocan una masacre.
Cresta y Honus consiguen escapar con vida, pero cada uno de ellos tiene un propósito muy diferente, aunque se vean obligados a colaborar para sobrevivir.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

Últimamente prolifera un tipo de novela romántica que repite los mismos patrones, esto es, un estilo somero y directo, tramas simples y trilladas con alguna que otra escena picante narrada de la forma más vulgar posible y con personajes adultos que no han alcanzado la madurez. Para tratar de variar un poco, se han empezado a ambientar algunas de estas novelas en el Salvaje Oeste, pero no dejan de ser lo mismo, sólo que con algún rancho que otro y algunas vacas. En ellas seguimos encontrando personajes alejados de la época y el contexto correctos para continuar comportándose como lo haría la gente del siglo XXI en distintos aspectos.

En Soldado Azul hay una historia de amor que recorre toda la novela, cimentándose a lo largo de ella para que debamos esperar al final y ver entonces si fructifica o no. Sin embargo, esta no es una novela romántica, sino una auténtica novela del Oeste, con su historia de amor, sí, pero también con la verdad cruel de lo que puede esperarse en esa época y en ese lugar.

De Theodore Victor Olsen leí hace algún tiempo La luna del cazador, que en España se ha publicado en el mismo volumen que Soldado Azul, y me pareció una novela con tanta tensión que he hecho un largo descanso antes de abordar esta última.

El estilo de este autor es absolutamente descarnado, sin cortapisas a la hora de narrar situaciones de vida o muerte. Con esto no quiero decir que se recree en descripciones viscerales que acaben causándonos náuseas; ni siquiera usa floritura innecesarias, pero conforme va narrando los hechos, expone directamente y de forma concisa y contundente las consecuencias físicas y psicológicas que conllevan para los personajes.

 


«El amor propio no tiene nada que ver con lo que otros piensen de ti. Si lo tienes, lo tienes, y da igual que nadie más lo sepa».

 
No es un modo de escribir escueto ni simple, no es un guion cinematográfico, pero sí que resulta muy visual al centrarse meramente en la acción, y no en la descripción, y a que no deja de suceder un acontecimiento grave tras otro, por lo que todo parece proyectarse con rapidez ante nuestros ojos, sin dejarnos un descanso para rebajar la tensión que genera todo lo que ocurre. Pese a la brevedad de la novela, no se detiene este ritmo en ningún momento. Es por ello que creo que este título puede ser una buena opción para iniciarse en las novelas del Oeste o, simplemente, para cuando no tengamos ganas de sesudas reflexiones. 


Aparte de esta velocidad narrativa, que le sienta bien al tipo de historia que se cuenta, otro punto fuerte son los dos personajes principales, totalmente opuestos, pero complementarios.

Cresta Lee es una protagonista atípica, alejada por completo de los clichés de chica desorientada en apuros, heroína invencible o mujer empoderada que arrasa allá donde va. Cresta no es un estereotipo. Es, ante todo, una mujer pragmática que, a pesar de su juventud, sólo ha conocido el sufrimiento en su vida y ha aprendido a adaptarse. No se conforma y adopta su propia manera de luchar, que a veces consiste para ella en amoldarse hasta que encuentre la mejor manera de cambiar su suerte.



«Si uno podía, debía mejorar sus circunstancias. Si no, debía sacar el mayor partido de estas».

 

Tampoco invierte tiempo en compadecerse, a pesar de su dura existencia. Es inteligente, una superviviente, y la coraza con que se protege puede hacerla parecer fría. Sabe lo que tiene y lo que le conviene, y lo que le conviene es el apuesto teniente John Mcnair, pero cuando el destino cruza su vida con el aparentemente insignificante soldado Honus Gant, a Cresta le cuesta aprender que lo que creía que le convenía y lo que realmente quiere no tienen por qué coincidir. 

Ese aprendizaje, ese desarrollo de la cercanía entre Cresta y Honus, el conocimiento y el cuidado mutuo, es lo que leemos a lo largo de toda la obra, pero siempre en medio de alguna batalla o una amenaza que los ponga en serio peligro, y no sólo a ellos.

Honus Gant, por su parte, es otro personaje que merece la pena conocer. Pese a ser un soldado, la heroicidad no entra en sus planes ni el código militar es su código vital. En su mente no hay espacio para galardones, reconocimientos ni ascensos. Frente al teniente John McNair, un hombre férreamente sometido a la disciplina militar, Honus es un espíritu libre, un humilde idealista con alma de granjero. Se trata de un sencillo maestro que tomó la mala decisión de hacerse soldado.

Cresta y él están unidos por las circunstancias a las que se ven arrojados, pero también por la resiliencia, lo único en lo que realmente son iguales, aunque no lo sean sus motivaciones. Mientras ella busca su propia supervivencia y subsistencia (al menos al principio), Honus lucha poniéndose en riesgo para que no se produzcan más muertes de blancos a manos de los indios tras la primera matanza a la que tiene que asistir.

Esas cualidades que al inicio no comprenden el uno del otro son las que, gradualmente, van aprendiendo a admirar, aunque ninguno de los dos es consciente de ello hasta que va avanzando la lectura.

Aunque yo relaciono las historias del Antiguo Oeste con el verano y el calor, este libro siempre puede encontrar un hueco entre nuestras lecturas. Su acción continua, su estilo ágil y el peligro constante en el que están los personajes hacen que se devore con ganas.

  

Puntuación: 3,5 (sobre 5)

La dolce villa

 21/09/2025


 

  
   
   Título original: La dolce villa                                                 País: EE. UU.        
       Género: Romance, vida contemplativa                             Año de estreno: 2025               
     Productoras:
 
DAE Light Media, Front Row Films               Duración: 99' aprox.
                     



¿De qué trata?

Eric es un empresario de éxito al que no le queda más remedio que cogerse unas vacaciones para impedir que su hija Olivia, una soñadora empedernida, compre y restaure una villa en ruinas en la Toscana. Pero Italia, fiel a su legendaria belleza, magia y romance, tiene otros planes para él.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

No soy asidua al cine de Netflix, pero de vez en cuando lanza alguna película que llama la atención porque intuyo que me ayudará a evadirme de la realidad durante un rato con una historia y un mensaje
 agradables.
 

Así ha sido con La dolce villa, que no deja de ser un sueño que muchos podríamos tener: conseguir una casa por un euro en la campiña italiana, reformarla por poco más de cinco mil, dedicarnos a la vida contemplativa y, de vez en cuando, trabajar en lo que realmente nos apasiona. Un auténtico cuento de hadas, y yo adoro los cuentos de hadas.

Si escarbamos un poco en la realidad de las casas italianas de un euro, nos damos cuenta de que el monto final va a ser mucho más alto y hay algunas condiciones que no todo el mundo puede cumplir, pero esta aspiración idílica llega a convertirse en una realidad para algunas personas y esta es la premisa de la cinta.

A priori, no esperaba mucho de ella, pero conforme iban pasando los minutos, la fui sintiendo como un bálsamo relajante. Es una oda al dolce far niente o el arte de no hacer nada, que no se trata de perder el tiempo, sino de ganarlo realmente para uno mismo.  En un mundo en el que estamos hiperconectados e hiperactivos, hemos perdido la costumbre de estar solos en calma. Nos da miedo aburrirnos, nos da miedo estar solos con nuestro torbellino de pensamientos y nos da miedo no ser productivos. 

El dolce far niente nos invita a parar la agitación cotidiana para reconectar con la esencia de las cosas. No es necesario contar siempre con  una agenda llena de planes, proyectos, propósitos o tareas pendientes, ya que eso no trae más que ruido mental. A veces necesitamos, sencillamente, no tener una finalidad concreta, sino centrarnos y disfrutar de la caricia del sol en la cara, el soplo del viento, el arrullo de los árboles, un café en una terraza tranquila, un paseo en bicicleta, etcétera.

Todo ello se va mostrando en la película casi desde el principio, claro que los hermosos paisajes italianos también ayudan. En este sentido, me parece muy reveladora una escena que quizás pueda pasar desapercibida sin que captemos todo lo que encierra: nuestro protagonista estadounidense, de vida ajetreada, se sienta en el exterior de la casa para trabajar con su ordenador portátil y, de repente, levanta la vista y se da cuenta de lo inconmensurable que hay ante él, esa explosión de colores, aromas sonidos y sensaciones que lo rodean, mostrando de este modo el contraste entre ello y las nuevas tecnologías, que nos han absorbido a todos y nos han desconectado de aquello que ha acompañado al ser humano durante siglos.

 


La escena dura apenas unos segundos, pero son suficientes para que veamos lo que hemos dejado de lado y lo que hemos obtenido a cambio.
 

Aparte de este mensaje, me han gustado mucho las tres señoras italianas que se pasan el día sentadas en una fuente y ponen el punto de buen humor. En boca de ellas colocan los guionistas un mensaje del que me resulta curioso que sean conscientes, y es la impresión que dejan algunos turistas de procedencia anglosajona en los países que visitan, ya que a veces adolecen de una actitud arrogante pretendiendo que en cualquier rincón del planeta se les hable en su idioma, en lugar de hacer un pequeño esfuerzo para adaptarse a las personas del país en el que están.
 
Eric así lo comprende y comienza una trayectoria que lo conduce a ser parte de la comunidad. Lo vemos con sus lecciones de italiano, montando en bicicleta, desarrollando una complicidad con la alcaldesa , valorando la comida local y tratando de derribar las murallas de las tres señoras de la fuente, que no se lo ponen fácil.

En cuanto al tema sentimental, se desarrollan dos vías. Por un lado está la relación entre padre e hija, que no es la ideal desde que la esposa murió. Aunque se preocupan el uno por el otro, no siempre llegan a comprenderse bien y la trama incluye un aprendizaje para ambos y el germen de la empatía.

Por otro lado está la atracción que va creciendo entre Eric y Francesca, la alcaldesa. Hay varios clichés en esta historia de amor, pero ya me resulta hasta entrañable seguir encontrándolos en el cine, como el de mancharse la boca comiendo y que sea el otro quien lo perciba. ¿Y por qué no? ¿Quién no se ha manchado un poquito de ketchup después de comerse una hamburguesa, por ejemplo?


No es una historia de amor compleja ni la película lo requiera, no trata sobre eso, aunque sea agradable ver cómo se desarrolla. Es otra pieza más en el puzle vital de Eric, una pieza que necesita para que todas encajen, para ser feliz. Él contaba con un vacío desde la muerte de su mujer y ese vacío se va llenando con todo lo que Italia tiene que ofrecerle, con todo lo que él aprende a amar de Italia.

 

El filme es previsible, pero en los últimos tiempos usamos demasiado esa palabra como algo negativo. No creo que sean buenos el sobresalto continuo, la sobreexcitación ni tener sorpresa tras sorpresa sin descanso. Es importante valorar también la comodidad de lo previsible, el sosiego de lo que nos es familiar, la calma para la mente. Entre tanto estímulo constante, una película como esta es un regalo, un agradable paréntesis para descansar. 

 

Puntuación: 4 (sobre 5)