¿De qué va?:
Al cumplir catorce años, la princesa María Antonieta de Austria (Norma Shearer) es elegida para contraer matrimonio con el Delfín de Francia, el futuro Luis XVI (Robert Morley). Emocionada por el halagüeño futuro que le espera, la joven parte hacia la Corte francesa. Una vez allí, comprende que no todo es como había imaginado y en torno a ella comienzan a aparecer importantes detractores y grandes aliados.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Esta película me había pasado desapercibida hasta ahora, pero tras haberme decidido a darle una oportunidad, debo decir que me he quedado impresionada. De María Antonieta sólo había visto aquella otra producción que dirigió Sofía Coppola hace unos años, y, en honor a la verdad, admito que no recuerdo prácticamente nada de ella, salvo que me pareció que no tenía ni pies ni cabeza y que me aburrió soberanamente.
Basándome en esa percepción y en la sensación que me ha dejado la de 1938, creo que esta es muy superior a la versión más moderna.
Que en los años 30, sin la capacidad tecnológica y los efectos que tenemos ahora, consiguiera rodarse una cinta tan ampulosa, fastuosa y grandiosa en muchos sentidos le confiere aún más valor.
Todo es esplendoroso y colosal en ella, y eso se ve a la perfección en los escenarios y el vestuario. Algunas escenas pudieron filmarse en los jardines del mismísimo Versalles, pero como fue imposible que el equipo grabase en el interior del palacio, tuvieron que reconstruir en un estudio algunos espacios cuyas dimensiones duplicaban las de los originales.
Mientras estaba viendo la película, algunos de los vestidos y adornos que portaban los actores, especialmente la actriz que interpreta a María Antonieta, me parecieron excesivamente recargados y aparatosos, pero tras informarme un poco, he visto que el diseñador de vestuario femenino, Gilbert Adrian, estuvo mirando con lupa hasta el más mínimo detalle de los atuendos que llevaba la reina en todos los retratos que existen de ella.
Sabiendo esto y observando la belleza visual de todo el conjunto, no puedo dejar de lamentar que este film no haya sido rodado en color. Al parecer, en un primer momento sí que se había elegido realizarlo en technicolor, pero el elevado presupuesto hizo que finalmente se optase por el blanco y negro.
Sabiendo esto y observando la belleza visual de todo el conjunto, no puedo dejar de lamentar que este film no haya sido rodado en color. Al parecer, en un primer momento sí que se había elegido realizarlo en technicolor, pero el elevado presupuesto hizo que finalmente se optase por el blanco y negro.
«Todos, aun los más altos, tienen un sueño
de amor dentro, y a no ser que lo realicen, tienen que llenar ese vacío con ruido,
fama, excitación, placer».
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Aun así, es un auténtico espectáculo, y está claro que el estudio tiró la casa por la ventana. Estoy segura de que cualquiera que lo vea, convendrá conmigo en lo maravillosa que es la fotografía y lo bien usada que está la luz. Hay dos escenas que quedan especialmente grabadas en la retina: la de la entrada de María Antonieta en la capilla de la mano del futuro Luis XVI y la de la despedida de la reina y el conde Fersen en el jardín, cuando tras unas últimas palabras, él se marcha y ella se queda atrás, mirándolo, más sola que nunca. Me ha parecido una composición tan perfecta que hasta le he hecho un gif, aunque esto hay que verlo con su bellísima banda sonora y en el contexto en que aparece en la película.
La historia toma como punto de partida la biografía que hizo Stefan Zweig. Trata de seguir los pasos que pudo haber dado María Antonieta en la Corte desde que se convirtió en Delfina de Francia. A pesar de las libertades que se permiten, refleja muchos sucesos que ocurrieron en la realidad antes del desenlace por todos conocidos, como las conspiraciones que se urdieron en su contra, el asunto (del que ella era totalmente inocente) del carísimo collar y las acusaciones de incesto que su hijo de ocho años hizo, obligado, en su contra. También aparece el lado frívolo que siempre se ha creído que tenía.
Para mí, se ha tratado de ser imparcial (aunque puliendo bastante los aspectos negativos de la protagonista), y para ello se ha mostrado que todos podemos ser víctimas y verdugos. Así, el lujo de la realeza contrasta con la dura vida de un pueblo que muere de hambre, pero al mismo tiempo se nos enseña que el odio puede terminar enloqueciendo a ese mismo pueblo y borrarle cualquier huella de humanidad.
Cuando la cinta se rodó, la actriz tenía treinta y cinco años y tenía que dar vida a una María Antonieta de catorce que iría envejeciendo hasta los treinta y siete. Para ello tuvieron que usar mucho maquillaje, aunque en los cruciales momentos finales Norma se negó a ir maquillada.
Tyrone Power sale poco para lo que dura la película, pero hace un conde Fersen perfecto. Sus escenas son principalmente románticas, de esas que llevan sobredosis de azúcar, pero como el hombre parece que lo vive de verdad y encima es Tyrone, hasta me gustan y todo.
Robert Morley se pone en la piel de un Luis XVI bobalicón y muy simple. Su actuación no da mucho de sí, aunque tampoco importa demasiado, pues las estrellas son Norma y Tyrone, el galán de la Fox que fue “prestado” a la Metro Goldwyn Mayer para esta ocasión.
El film es magnífico, pero extenso y opulento. No lo recomiendo para cualquier persona, sólo para las que aman el cine clásico y, en especial, las superproducciones del Hollywood dorado.
Puntuación: 4'5 (sobre 5) |