Obras completas de Gustavo Adolfo Bécquer

02/04/2013
La editorial Cátedra incluyó este volumen en su colección Bibliotheca Avrea por primera vez en 2004. Esta edición en tapa dura, que se ha descatalogado recientemente, consta de 1.693 páginas y ha estado a la venta por unos 45 euros. Sin embargo, la editorial ha elaborado un nuevo formato en tapa blanda, y éste es el que se encuentra ahora en librerías. Su precio es de 34 euros y tiene 1.696 páginas. Sus hojas no son tan finas como las de la versión anterior, por lo que puede resultar más cómodo manejarlas.

¿De qué va?: Multitud de temas son los que se tratan en esta obra, y todos ellos muy dispares. Al ser una recopilación de los escritos de Gustavo Adolfo Bécquer, encontraremos en las páginas del libro géneros literarios distintos, el lírico, el narrativo y el dramático. 
    La imaginación del autor, sus conocimientos sobre costumbres y leyendas, sus reflexiones vitales, políticas y artísticas son algunas de las cuestiones que podemos leer en este volumen.
     
     ¿Qué opino yo? (Sin destripes): A priori el grosor de este libro puede echar a muchos para atrás, pero hay que mentalizarse de que no estamos ante una novela que haya que leer de corrido y sin pausa. Este volumen recoge prácticamente todo lo que escribió Gustavo Adolfo Bécquer durante su vida (con excepción de algunas cartas que quemó y quizás algún escrito desconocido que pueda existir y no sepamos).
    
     A Bécquer se le conoce por sus Rimas y por sus Leyendas. Cuando se nos habla de él en los colegios o en los institutos son esas dos obras las que se explican en clase y las que se suelen leer, pero su producción es mucho mayor. En este tomo podemos encontrarnos con artículos políticos, de costumbres, críticas literarias y artísticas, obras dramáticas, narraciones distintas de las leyendas, poemas de juventud y parte de su correspondencia privada.

    A mí personalmente me gusta volver a esta obra cada cierto tiempo y leer algo nuevo. Así voy descubriendo distintas facetas de Bécquer que se alejan de la imagen que nos han dado siempre de él. A este autor se le ha llegado a tachar de cursi y de poeta para adolescentes, y nada más lejos de la realidad. Su imagen de pureza y romanticismo no es del todo acertada. De hecho, en su haber cuenta con algún poema pornográfico que sacaría los colores a algunos y que nadie pensaría que es suyo. Incluso las circunstancias de su muerte son poco claras. Siempre se nos ha dicho que la culpable fue la tuberculosis, pero a día de hoy los estudiosos coinciden en afirmar que probablemente fue la sífilis. En el Libro de los Gorriones, manuscrito donde Gustavo recopiló los escritos que se le perdieron tras el asalto a la casa de González Bravo, puede observarse una rima tachada por la propia mano del autor y que podría estar relacionada con esta enfermedad:


                            Una mujer me ha envenenado el alma, 
               otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
               ninguna de las dos vino a buscarme, 
               yo de ninguna de las dos me quejo.
                           Como el mundo es redondo, el mundo rueda.         
               Si mañana, rodando, este veneno 
               envenena a su vez ¿por qué acusarme?
               ¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?


     Las partes que componen este libro son muy diferentes entre sí. Aún no me he atrevido, por ejemplo, con la Historia de los templos de España, pero lo que he leído hasta el momento es de una calidad indiscutible. Además de las conocidas Rimas y Leyendas, son maravillosas las cartas Desde mi celda, donde Bécquer, recluido por motivos de salud en el Monasterio de Veruela, habla de un entorno lleno de magia y brujería. Nos lleva hasta el pueblecito de Trasmoz haciendo un recorrido por las tierras del Moncayo. Viaja también hasta su (y mi) Sevilla natal, a las orillas del río Betis, donde deseaba descansar tras su muerte.


     En las Cartas literarias a una mujer, con la elegancia y la delicadeza de la que era capaz, Gustavo Adolfo explica su teoría poética sin que en ningún momento resulte algo pesado o difícil de leer. Resulta muy curioso que pensase que un poeta enamorado es incapaz de escribir hasta que ese amor no sea más que un recuerdo. “Cuando siento, no escribo”, dice. ¿Hay algo menos romántico? Y sin embargo, habla como nadie del amor.



«Cuando un poeta te pinte en magníficos versos su amor, duda. Cuando te lo dé a conocer en prosa, y mala, cree».


     Sus artículos y sus crónicas costumbristas están llenos de ingenio, de crítica y, en ocasiones, incluso de mordacidad. Gustavo Adolfo se aleja en ellos de esa imagen melancólica que solemos atribuirle equivocadamente. Con frecuencia aparece Madrid, ciudad que lo acogió cuando se marchó de Sevilla. A través de sus palabras recorremos las calles madrileñas y observamos su ambiente en pleno siglo XIX. Hay espacio también para las celebraciones populares: Bécquer repasa el carnaval, el corpus, la noche de difuntos, la feria de Sevilla y su Semana Santa (a la que no deja muy bien parada, sobre todo en su comparación con la de Toledo). Muchos otros rincones tienen cabida en sus textos: León, Ávila, Soria, Palencia, Burgos, Bilbao… Abundan las descripciones de Toledo, lugar que lo enamoró, y Aragón.

     Centrándome en sus relatos, quiero hacer hincapié en la preciosa historia de La Venta de los Gatos. Este lugar permanece en pie a día de hoy, pero en muy mal estado, y es que Sevilla tiene algo muy negativo: no cuida su patrimonio histórico ni cultural. Aquí se han demolido palacios para construir centros comerciales, se descuidan o se destruyen las casas de nuestros autores más célebres, se derribó la mayor parte de la muralla romana que rodeaba la ciudad… Ahora un reducido grupo de personas está batallando para recuperar del olvido y salvar de su destrucción esta pequeña venta.

     En otra de estas narraciones, La mujer de piedra, Gustavo menciona por única vez en toda su producción a su primera novia, la sevillana Julia Cabrera, que murió soltera muchos años después de que el poeta abandonara la ciudad para marchar a Madrid. Quién sabe si la joven esperó toda la vida el regreso de su amor perdido, que la olvidó para compartir su vida y su corazón con otras mujeres, como la inspiradora de las primeras rimas (la madrileña Julia Espín), su mujer, Casta Esteban (a quien dedicó una sola rima y parece que por compromiso, y quien le fue infiel con Hilarión Borobia, apodado El Rubio. Probablemente el tercer hijo de Casta era de éste, y no de Bécquer), o su última amante, Alejandra.

     Las Rimas y las Leyendas no necesitan presentación. Si queda alguien que no las conozca, le invito a que disfrute de ellas. Mis leyendas preferidas son El rayo de luna, El Monte de las Ánimas y El beso. De las rimas no puedo elegir.



«Yo nada sé, nada he estudiado; he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme».


     Gustavo Adolfo Bécquer falleció el 22 de diciembre de 1870 en Madrid. Recibió sepultura en el nicho 470 de la Sacramental de San Lorenzo, donde permaneció hasta el 9 de abril de 1913, cuando sus restos fueron exhumados para ser trasladados a Sevilla. Hoy descansa en pleno centro de la ciudad hispalense, en el Panteón de los Sevillanos Ilustres, adonde se accede a través de la Facultad de Bellas Artes los viernes de 16.30 a 19.00 horas. Cada día cientos de personas pasan por delante, y lo más triste es que la mayoría de ellas no lo sabe.


Puntuación: 4'5 (sobre 5)
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