Lo que hizo Katy

15/07/2025


Susan Coolidge (1835-1905) es una autora prácticamente desconocida en España, a pesar de haber dedicado su vida a la literatura y contar con obras que poseen un espíritu similar a otras más reconocidas. Lo que hizo Katy ha permanecido inédita en nuestro país hasta que la editorial Siruela la ha traído en 2018 en una edición que consta de 192 páginas.

Esta novela se publicó por primera vez en 1872 y forma parte de un conjunto de cinco libros que narran la vida de los hermanos Carr. Los protagonizados por Katy, la hermana mayor, son tres, los únicos que Siruela ha traducido, dejando así incompleta la saga para quienes quieran conocer las vicisitudes del resto de la familia.

 

¿De qué trata?: 

K
aty Carr es una niña aventurera, traviesa, valiente e impulsiva. A sus doce años le encanta saltar las vallas, sentarse en los tejados, ir de pícnic con sus hermanos, aunque a su tía Izzie le horrorice... 

Un día, la familia se enfrenta a un suceso inesperado que la obliga a replantearse la vida que había llevado.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

 Cada página de este libro ha sido para mí un soplo de aire fresco. Este tipo de lectura reposada e inocente acaba siendo un bálsamo en medio de este mundo tan caótico. Quizá la etiqueta de clásico infantil o juvenil pueda confundir y alejar a algunas personas porque la trama gira mayormente en torno a niños que viven su tierna infancia entre juegos e ilusiones, pero lo cierto es que, aunque eso sea parte estos libros, también suelen incluir aspectos vitales y reflexiones que se comprenden mejor cuando ya se es adulto y se han tenido que afrontar diversas dificultades impuestas por el destino.

Reconozco que no conocía esta historia ni a su autora hasta que vi que Siruela la traería a nuestro país; además, con una portada preciosa. Como no podía ser de otra manera, me llamó mucho la atención que el editor de Susan Coolidge fuese el mismo que publicó Mujercitas, una de las historias que amaba en mi infancia (y aún lo sigo haciendo). Con este punto de partida, no dudé en hacerme con él en cuanto salió a la venta, sin mirar ninguna opinión ni reseña sobre él.

Lo que hizo Katy tiene mucho en común con otros libros protagonizados por niñas imaginativas, soñadoras, inteligentes, inconformistas y con iniciativa. Podemos citar así obras como la ya mencionada Mujercitas; Ana, la de Tejas Verdes y Pollyanna, pero también me trae a la memoria la serie de televisión Camino de Avonlea.

El título que aquí nos ocupa no tiene la densidad argumental de la obra más conocida de Louisa May Alcott ni las vívidas descripciones de Lucy Maud Montgomery, pero el estilo sencillo y cándido que caracteriza a esta novela se corresponde con la sencillez y candidez de esa infancia que se nos muestra, consiguiendo incluso que sintamos nostalgia de una época y un lugar que no hemos conocido.

Los primeros capítulos nos presentan a Katy, sus hermanos, su amiga Cecy y al resto de la familia Carr, pero también se nos permite ser partícipes del mundo secreto de estos niños. Nos colamos entre ellos cuando quedan a escondidas para contarse imaginativas historias, leerse los poemas que han compuesto y repartirse algunos dulces como si fueran un manjar exclusivo.

Como Anne Shirley, estos niños tienen su propio País de las Hadas. Fuera de su hogar, en un bosquecillo acogedor, hay lugares especiales que ellos bautizan como el Sendero del Peregrino, la Colina de la Dificultad o el Sendero de la Paz, pero en los momentos en los que el clima deja de brillar, trasladan su refugio mágico a un pajar «de techo bajo, oscuro, sin ventanas, iluminado sólo por la exigua luz que entre por el agujero del suelo» con olor a maíz y alguna gotera en el tejado. Entre la dorada paja y en la semipenumbra, celebran sus banquetes, continúan sus historias secretas y resuenan sus risas los sábados lluviosos.

Al personaje de Katy lo vemos evolucionar a lo largo de la historia. Es la mayor de seis hermanos y la más traviesa, aunque algunas trastadas no las haga aposta. Es imaginativa, pero algunas de sus ideas le traen bastantes disgustos, aunque forman parte de su crecimiento y del entretenimiento del lector.

Sus hermanos también tienen su propia personalidad y, al final, es imposible no encariñarse con ellos y tener algún favorito. En mi caso, he sentido debilidad por Elsie. Sin embargo, aunque los niños sean el centro de todo, los personajes adultos también me han gustado. El doctor Carr es un hombre dulce y comprensivo, pero firme. La prima Helen es el ejemplo de quien se pierde y se busca a sí mismo en la adversidad, alguien que no lo ha tenido fácil, pero que se ha crecido frente a las tribulaciones. Quizá nos resulte menos realista, pero su mensaje es muy digno de tener en cuenta. Con todo, he preferido a la antipática y estricta tía Izzie, porque pese a su carácter duro y exigente, en el fondo es una mujer que desea ser querida, pero no sabe cómo mostrarlo sin perder autoridad. Es un personaje imperfecto con emociones opuestas.

Como sucede en la vida misma, no todo son risas y juegos. Los capítulos alegres se acompañan de otros en los que los niños tienen que afrontar pérdidas e infortunios que serán parte de su bagaje en su camino hacia la edad adulta.


«Ya sabéis que cuando uno empieza el día de mal humor, parece que ocurran todo tipo de desafortunados accidentes para acrecentar nuestra aflicción».

Hay muchas maneras de afrontar las desgracias (o incluso no hacerlo) y me ha resultado conmovedora la forma que tiene Susan Coolidge de exponerla y llevar a su protagonista hacia la madurez. Este camino de desarrollo personal de Katy también puede ser una vía de reflexión para los lectores, ya que a veces se nos olvidan valores y cualidades que harían nuestra vida más agradable, como la resiliencia, la constancia, la paciencia, la tolerancia, el respeto, procurar la propia realización y la felicidad de los demás aparte de la nuestra propia. Seguramente habrá quien a esto lo llame moralina o valores obsoletos, pero, sinceramente, creo que nos hacen mucha falta en general y, al menos personalmente, los prefiero en mi vida, por lo que su inclusión en los libros me parece reconfortante en un siglo XXI que cada vez más adolece de su carencia.

Lo que hizo Katy es una de las mejores lecturas de lo que llevo de año, no tanto por su calidad literaria, sino porque es de esas que abrazan el alma y dejan calentito el corazón.


Puntuación: 5 (sobre 5)

La vida que nos separa

 06/07/2025

La vida que nos separa es la novena novela nacida de la pluma del autor catalán Chufo Lloréns. Fue publicada por primera vez en tapa dura por la editorial Grijalbo en 2023 y hoy por hoy cuenta también con una edición en formato bolsillo.

 

¿De qué trata?:  

Barcelona, 1977. En un país que se asoma a un nuevo horizonte de libertad, la vida de Mariana Casanova se tambalea. Los tejemanejes económicos de su marido Sergio, un joven ejecutivo sin escrúpulos, la abocan a la ruina económica junto a sus cuatro hijos pequeños. Debatiéndose entre el matrimonio y su decepción ante un hombre que carece de palabra y de honor, Mariana emprende la tarea de salvar su familia, aunque para ello tenga que tomar medidas drásticas.

Dieciséis años atrás, el futuro se abría ante ella mostrándole lo que prometía ser un camino de rosas. Una adolescente Mariana daba sus primeros pasos en la vida adulta y en la alta sociedad de la época, muy marcada por las costumbres y tradiciones que seguían señalando los deberes y las obligaciones de las mujeres. En esos años de aprendizaje, la joven se enfrentó a la pasión de Rafael, un rejoneador mucho mayor que ella que cayó rendido a sus encantos, y a la de Enrique, su primer amor, un aspirante a músico que partió a París para cumplir sus sueños de convertirse en un virtuoso del violín.

Pero ese sendero antaño sembrado de ilusiones se ve ahora ensombrecido por un matrimonio fallido y un futuro incierto. ¿Debe Mariana seguir mostrando lealtad a un hombre como su marido y seguirlo en su huida de la justicia? ¿Tiene algún sentido cumplir con lo que le inculcaron sus padres y todo su entorno? ¿Es ya demasiado tarde para aspirar a la felicidad?


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este  libro ha resultado ser una de mis dos grandes decepciones literarias en lo que va de año. Ya iba avisada por la opinión de otros lectores, pero, como siempre, me gusta juzgar por mí misma. No sería la primera vez que me llevo una sorpresa positiva, aunque, con pesar, tengo que afirmar este que no es el caso.

Evidentemente, habrá lectores a quienes les guste, ya que no existen dos lecturas iguales. Sin embargo, para mí ha sido un libro lleno de nada.

Conocí a Chufo Lloréns hace unos años gracias a La ley de los justos, una novela que me regalaron unas amigas y que me enganchó rápidamente, aunque el papel de las mujeres en ella me pareció penoso. Más adelante, durante un verano con bastante tiempo libre, afronté con calma las más de ochocientas de El destino de los héroes, un magnífico folletín que me mantuvo completamente absorbida. Mientras que la primera fue un entretenimiento agradable, la segunda me dejó poso y aún hoy recuerdo bien algunos de sus personajes. Me quedé con ganas de más, aunque han pasado unos años antes de volver al autor.

Mientras que en las dos obras mencionadas hay diversas tramas protagonizadas de forma coral por muy distintos personajes, en La vida que nos separa encontramos una única protagonista, Mariana, y todo lo que acontece, que es muy poco en realidad, gira en torno a ella.

La primera parte va alternando dos tiempos, el presente de Mariana en los años 70 y su pasado como adolescente para que sepamos cómo la vida y sus decisiones la llevaron hasta el punto en el que se encuentra. Estos capítulos son los que transcurren en Barcelona, aunque no se llega a profundizar en las características históricas, urbanísticas o sociales que definían la ciudad entonces. La plasmación de esta en sí misma es muy vaga y no llegamos a ver mucho más que un par de costumbres de la alta sociedad y la mención de alguna revista de entonces. 

Un problema fundamental que encuentro es que Mariana no me gusta. Se narra el paso de varios hombres por su vida, pero con ninguno me transmite nada, ya que su apego a ellos no viene de un cariño real fomentado por el trato, sino por aspectos superficiales y vacuos. Así, uno de sus pretendientes le atrae por la fama y lo que supone ser admirada por un hombre tan popular. El otro le gusta por ser muy apuesto físicamente. Para mí, se caracteriza por no saber lo que quiere y ser un tanto veleidosa. Su única constante en la adolescencia es oponerse a sus padres para elegir libremente lo que ella decida. Ni siquiera su primer amor de juventud me parece significativo, porque, aunque tengamos que creer que le deja huella de alguna manera, lo cierto es que ella, simplemente, se limita a dejarse llevar y es una historia con escaso relieve en la mayor parte del libro. 

La trama se desarrolla muy poco. Los mismos sucesos o algunos muy similares se repiten. Así, vemos continuamente a Mariana resistiendo los embates de la vida, pensando en si perdonar o no al prenda de su marido, planteándose en cómo llevarse bien con él por sus hijos, trabajando y saliendo con sus amigas. Es que no hay más.
 
«He llegado a una conclusión: la ausencia afirma los amores, las amistades y los recuerdos... Estos días he de almacenar todo lo que me digas, me enseñes y nos ocurra para tener material que alimente mi memoria cuando me vaya».

De los personajes masculinos no me ha gustado ninguno. Por un lado tenemos a Sergio, de quien sabemos desde el principio que es el elegido de Mariana para contraer matrimonio. Es un personaje muy simple, lleno de clichés, diseñado para caer mal y que nos compadezcamos de ella. En él no hay matices. 

Por las páginas pasa también Rafael, un rejoneador casi veinte años mayor que Mariana, pero que se enamora de ella porque sí y mantiene vivo ese amor durante otros veinte años aproximadamente porque… No sé, la verdad. No hay ni química ni nada entre ellos. Es un personaje muy cargante creado sólo en un intento de aportar conflicto en la trama y volverla más dinámica.

Enrique, el primer amor de Mariana, pasa sin pena ni gloria. Más que como una persona real se ve como un esbozo. Parece un personaje sin desarrollar. Al principio es presentado como un muchacho determinado a cumplir sus sueños, aunque eso le lleve a renunciar a algunas cosas. Más adelante, aparece de manera esporádica para que le veamos en una relación enfermiza iniciada únicamente por un impulso sexual, lo que, en mi opinión, no lo deja en muy buen lugar.

Tras presentar a todos estos personajes y plantear el conflicto sobre el que gira la trama, esto es el desastre económico y familiar originado por la desfachatez y la sinvergonzonería de Sergio, pasamos a una segunda parte en México, donde Mariana y sus hijos tienen que trasladarse siguiéndolo a él. Aquí ya no hay saltos en el tiempo, pero continúa la misma percepción difusa de los ambientes y costumbres. Hay pinceladas con respecto a estas cuando Mariana trabaja o sale de fiesta, pero las descripciones me resultan escasas e insuficientes.  Unos pocos modismos mexicanos sueltos de vez en cuando no pueden solucionarlo.

 

Los personajes secundarios en esta ocasión aparecen para darle a Mariana algo que hacer, pero no poseen interés por sí mismos, al menos para mí. Además, el estancamiento vital de la protagonista se remarca aún más cuando las tramas empiezan a repetirse. 

El final es del todo incomprensible. A lo largo del texto, la protagonista toma sus decisiones en función de sus enseñanzas católicas y, sobre todo, de lo que considera mejor para sus hijos, quienes son el centro de su vida. Sin embargo, en un desenlace precipitado, sin desarrollar y mal encajado, esto queda al margen y no se nos plantea en ningún momento qué tipo de malabarismos va a tener que realizar para casar su decisión final con su papel como madre.

Con todo, valoro el esfuerzo del autor por haber seguido escribiendo y publicando con noventa y un años de edad y, pese a este tropiezo, seguiré leyendo sus obras pasadas que me quedan por conocer, ya que, lamentablemente, se nos ha ido este año.

Mi conclusión final es que La vida que nos separa resulta ser una novela repetitiva, engordada sin necesidad, con un mal final, personajes apenas desarrollados y un recorrido insulso por una vida totalmente anodina.


Puntuación: 1 (sobre 5)

Yumi y el pintor de pesadillas

 29/06/2025


Durante la pandemia mundial de 2020, Brandon Sanderson escribió cuatro novelas conocidas como novelas secretas, ya que así es como fueron creadas. Yumi y el pintor de pesadillas es la tercera de ellas, aunque independiente de las demás. 

Estos libros fueron autopublicadas en inglés y, posteriormente, salieron en español por la editorial Nova. Estas últimas ediciones son de tapa dura y están ilustradas. Además, a principios de 2025 se publicaron unas ediciones limitadas en bolsillo, a un precio más asequible, pero con un tamaño de letra muy pequeño.

 

¿De qué trata?: Yumi viene de una tierra de jardines, meditación y espíritus donde tiene un deber esencial como sacerdotisa, mientras que Pintor vive en un mundo de oscuridad, tecnología y pesadillas que toman forma fuera de los sueños, resultando un peligro para las personas. Las vidas de ambos se ven extrañamente entrelazadas cuando los espíritus del mundo de Yumi le piden ayuda ante una amenaza desconocida, lo que hace que Pintor aparezca ese lugar de un modo totalmente inesperado.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Esta lectura me hizo pasar por distintas sensaciones que comenzaron con la desidia, continuaron con un destello de interés y culminaron con un suspiro de satisfacción.

Antes de nada quiero aclarar que no soy una seguidora acérrima de Brandon Sanderson. Antes de este libro sólo había leído Elantris, que me encantó y me hizo desear leer más obras del autor, pero sin adentrarme en esas sagas ingentes e interminables del Cosmere, ya que eso supondría dedicarle mi vida lectora en exclusiva a este hombre, y hay demasiada literatura apetecible como para consagrarse a una única cosa. Esta reflexión es la que me llevó  hasta sus novelas secretas, de las cuales algunas pueden leerse de forma independiente, aunque tengan referencias al Cosmere. 

 

A priori, Yumi y el pintor de pesadillas es la que más me sedujo por sus reminiscencias japonesas y coreanas y porque se anunciaba como la obra más romántica de Sanderson. Esto último es algo que ya me iba apeteciendo, porque hacía tiempo que no encontraba un romance bien desarrollado que no cayera ni en la ñoñería ni en el extremo contrario (escenas y comentarios soeces y vulgares de una sociedad hipersexualizada) y que, además, la historia de amor no fuera lo único en la trama.

No obstante, estaba un poco preocupada porque algunos comentarios afirmaban que era necesario tener conocimientos del inmenso mundo del Cosmere para comprender las referencias al mismo hechas en este libro. Sin embargo, tras leerlo puedo decir que se entiende perfectamente y, en ese sentido, no he tenido ningún problema ni con la trama ni con los personajes.

Que el narrador sea un personaje de otra novela no supone ningún óbice y todo lo que necesitamos entender de esta historia está planteado y desarrollado sin dificultades. De hecho, ese mismo personaje, en su voz de narrador, ofrece una disertación explicativa hacia el final, aunque, a mi parecer, innecesaria.

Ahora bien, centrándonos en la trama y en el estilo, el principio me estaba resultando desalentador, ya que los acontecimientos se estancan y los personajes principales pasan buena parte haciendo lo mismo; esto es, apilar piedras o aprender a hacerlo, bañarse y comer fideos, y todo ello se narra y se describe con un registro cuasi coloquial en lo referente al léxico y a las estructuras oracionales. Estuve a punto de abandonar, pero, finalmente, me alegro de haber persistido en esta ocasión, ya que en torno a la mitad había conseguido cambia mi opinión de los personajes y observar cómo los engranajes rodaban y encajaban.


«El arte se basa en los sentimientos y la emoción. Consiste en dejarlos escapar para compartirlos. Consiste en capturar una verdad sobre ti mismo. Como si te abrieras un agujero en el pecho y revelaras tu alma».

Me di cuenta entonces que esa lentitud que me exasperaba al principio era totalmente necesaria, porque en esos acontecimientos cotidianos y aparentemente iguales es donde los dos protagonistas comienzan a encontrarse a sí mismos, pero también al otro. Lo que el lector puede entender como rutinario y repetitivo es lo que luego se demuestra imprescindible para comprender el vínculo que se crea entre ambos. La evolución de la relación es sutil, se forja poco a poco, llegando de un extremo al otro no de la nada, sino desarrollando unos cimientos sólidos sobre los que construir.


Por otro lado, la manera en la que se revelan las pesadillas y la verdad oculta tras ellas también resultan ideas muy ingeniosas, pero si digo algo más, estaría contando demasiado.

Con el personaje de Yumi hay que tener un poco de paciencia. Su actitud arrogante e intransigente fue otra de las cosas que me hizo querer dejar la lectura. Sin embargo, durante el desarrollo del libro va aprendiendo subre su pripia vida y sobre la de Pintor y comienza a reflexionar y evolucionar, llegando a ser una Yumi más madura y empática. En cambio, Nikaro (o Pintor) me gustó desde el principio. Se trata de un personaje encerrado en sí mismo, sin saber desprenderse de sus propios demonios, pero siempre dispuesto a ayudar y al sacrificio por los demás.


 «Disfrutaron juntos de la silenciosa presencia mutua, bebiéndose el momento. Se dice que todo lo que comes, hasta el aire que respiras, se transforma en parte de ti. Los ejes que componen la materia que ingieres pasan a componerte a ti. Yo, sin embargo, opino que los momentos que absorbemos en nuestra alma como recuerdos son mucho más importantes que lo que comemos. Necesitamos esos momentos tanto como el aire, y permanecen con nosotros. Potentes. Sí, una persona es más que sus experiencias, apiladas como piedras. Pero nuestros mejores momentos son la base en que nos apoyamos para tratar de alcanzar el cielo».

 

La acción transcurre en dos ambientes opuestos y reducidos, cada uno, opresivo a su manera, pero las peculiaridades de estos espacios y la ausencia de cualquier otra ambientación fuera de ellos tienen que ver con el misterio desvelado al final. 

En principio, el estilo de Yumi y el pintor de pesadillas me hace pensar un una obra destinada a un público juvenil poco avezado en la lectura o, al menos, en libros sesudos. No obstante, esto no debería ser lo que nos disuada a los que tengamos más edad o bagaje lector de darle un oportunidad, ya que el conjunto resulta una novela muy agradable, intrigante, con unos personajes que terminan conquistándonos, con interesantes reflexiones sobre el arte y con un final perfecto que logra que volvamos la última página con una sonrisa

Puntuación: 3,5 (sobre 5)

La fuente enterrada

 14/06/2025



Esta novela de Carmen de Icaza se publicó por primera vez en 1947. Sólo tres años después fue llevada al cine. En 2009, el grupo Planeta recuperó el texto original en una nueva edición, pero hoy se halla descatalogada y no existe nada que indique que pueda volver a reeditarse. 
 

¿De qué trata?: Irene Quiroga es una joven que se ve obligada a vivir en Granada con una tía que la maltrata. No obstante, la belleza de la ciudad que la rodea y su enorme sensibilidad le permiten no abandonar los sueños y fantasías que la sostienen. Durante un viaje aparentemente idílico se cruza en su camino un hombre que trunca su vida de un modo que no sospechaba. Una espiral de acontecimientos la conducen hasta Madrid, donde se ve envuelta en una vorágine de acontecimientos para los que no estaba preparada.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

A pesar de que tengo una relación muy estrecha con la literatura española, no conocí a Carmen de Icaza hasta hace muy pocos años, y puedo decir que fue por pura casualidad. Ocurrió durante un paseo por la librería de unos grandes almacenes que suele ofertar libros por 5,95€ dos veces al año. En una de esas mesas se apilaban ejemplares de Vestida de tul, otra de sus obras, en una edición que parecía de un precio mucho mayor por sus tapas duras, el papel empleado y un bonito diseño de la sobre cubierta.

Finalmente resultó ser una lectura enriquecedora. Sin ser una obra perfecta, me descubrió otra visión de los años de preguerra, guerra y posguerra. Se narra desde el punto de vista de los ricos y los aristócratas, de los favorecidos, pero desde una perspectiva muy particular, la de denunciar la situación de esas jovencitas de buena familia que eran educadas en una burbuja de infantilismo y protección para luego ser lanzadas al mundo real sin herramientas con las que desenvolverse en él.

Quise buscar más libros de Carmen, pero, para mi sorpresa, no encontré nada. Ahí es cuando comencé a indagar sobre ella y deduje que es una escritora a la que no se le ha perdonado su implicación con la sección femenina de la Falange. He llegado a leer cómo se vapuleaban sus tramas y se denostaba su estilo, causas que se esgrimen como motivo de su caída en el olvido y que resulta del todo inconcebible e incoherente si se tiene en cuenta que otra escritora (esta sí promocionada y defendida), Carmen Martín Gaite, tomó de ella la técnica narrativa del espejo y confesó la predilección que sentía por sus escritos durante la juventud. 

Al final, como siempre en los últimos tiempos, se permite y se busca que sean la política y la ideología las que se impongan por encima del arte y del talento. Ni siquiera ha importado que Carmen de Icaza fuera una feminista que expusiera en sus obras la situación de mujeres que también existía, mujeres del bando más impopular hoy, mujeres aparentemente afortunadas, pero que sufrían la imposición de un rol que cumplir, un papel dentro del hogar sin libertad al margen del marido y la obligación de mantener un ideal ante la sociedad.

Esto es lo que me he encontrado en La fuente enterrada, que llegó a mí gracias al mercado de segunda mano. Cuán superior me ha resultado con respecto a Vestida de tul. Si este fue mi vía de entrada a esta autora, La fuente enterrada ha supuesto la confirmación de que quiero leer mucho más de ella y sobre ella.

 


«El terreno estaba bravío, cortado por barrancos en que corrían, hechos espuma, los riachuelos. Olía a pinos y a espliego. Irene saltaba y trepaba, con la meta del castillo ante los ojos. Había vuelto a su infancia. Mejor dicho, estaba jugando a que vivía la aventura libre y alegre de una infancia que no había tenido».

El inicio del libro ya es una sorpresa de por sí, porque comienza en un psiquiátrico femenino donde no sabemos muy bien qué posición ocupa nuestra protagonista. Seguidamente el libro va alternando retrospecciones que nos llevan a conocerla mejor y a saber por qué su destino terminó siendo ese, pero también descubrimos qué le sigue deparando la fortuna. 

El horror que ya se plantea en los primeros párrafos choca frontalmente con la belleza de los paisajes de su juventud y sus primeras ilusiones brotando de entre los maltratos a los que la somete su tía.

Los cármenes de Granada, las ruinas de los castillos de La Alpujarra y ese primer amor que puede cegarnos forman parte de un lirismo que se alterna con los momentos más desoladores. Así transcurre la obra, entre la belleza y el desastre.

La vida de Irene es un camino de caídas en el que debe recomponerse una y otra vez tras haberse perdido a sí misma. La madurez vital y sentimental vienen de la mano de otro personaje que tiene mucho que aportar, el doctor Pedro Vendrell, un hombre íntegro, honesto y honrado al que también vemos evolucionar. Es un hombre abnegado, de corazón puro que ya se ha ganado un hueco en el mío. Él es también un ejemplo de lucha y perseverancia, además de lealtad. 


«¿Tú sabes las veces que aquí, en este mismo sitio, al sentirte como ahora temblar a mi lado, he tenido que hacerme un nudo por dentro para no estrecharte contra mí y decirte: "no sigas malgastádote en vano y no digas que no hay quien te necesita?". Te necesito yo, te deseo yo, te quiero yo...».

No obstante, no nos llevemos a confusión: esta no es una historia de amor, aunque contenga una realmente auténtica. Es una historia de ensueños juveniles e ilusiones que se rompen, de pérdida, búsqueda, engaño, renuncias y esperanza. 


Hace tiempo que lo leí y el final sigue dejando ecos en mi mente. No es un desenlace común y nosotros podemos elegir si queremos que sea feliz o no.

Ojalá las emociones que me ha dejado esta novela pudieran sentirlas más personas. Ojalá Carmen de Icaza pudiera recuperar su lugar.

 

Puntuación: 5 (sobre 5)