La vida que nos separa

 06/07/2025

La vida que nos separa es la novena novela nacida de la pluma del autor catalán Chufo Lloréns. Fue publicada por primera vez en tapa dura por la editorial Grijalbo en 2023 y hoy por hoy cuenta también con una edición en formato bolsillo.

 

¿De qué trata?:  

Barcelona, 1977. En un país que se asoma a un nuevo horizonte de libertad, la vida de Mariana Casanova se tambalea. Los tejemanejes económicos de su marido Sergio, un joven ejecutivo sin escrúpulos, la abocan a la ruina económica junto a sus cuatro hijos pequeños. Debatiéndose entre el matrimonio y su decepción ante un hombre que carece de palabra y de honor, Mariana emprende la tarea de salvar su familia, aunque para ello tenga que tomar medidas drásticas.

Dieciséis años atrás, el futuro se abría ante ella mostrándole lo que prometía ser un camino de rosas. Una adolescente Mariana daba sus primeros pasos en la vida adulta y en la alta sociedad de la época, muy marcada por las costumbres y tradiciones que seguían señalando los deberes y las obligaciones de las mujeres. En esos años de aprendizaje, la joven se enfrentó a la pasión de Rafael, un rejoneador mucho mayor que ella que cayó rendido a sus encantos, y a la de Enrique, su primer amor, un aspirante a músico que partió a París para cumplir sus sueños de convertirse en un virtuoso del violín.

Pero ese sendero antaño sembrado de ilusiones se ve ahora ensombrecido por un matrimonio fallido y un futuro incierto. ¿Debe Mariana seguir mostrando lealtad a un hombre como su marido y seguirlo en su huida de la justicia? ¿Tiene algún sentido cumplir con lo que le inculcaron sus padres y todo su entorno? ¿Es ya demasiado tarde para aspirar a la felicidad?


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este  libro ha resultado ser una de mis dos grandes decepciones literarias en lo que va de año. Ya iba avisada por la opinión de otros lectores, pero, como siempre, me gusta juzgar por mí misma. No sería la primera vez que me llevo una sorpresa positiva, aunque, con pesar, tengo que afirmar este que no es el caso.

Evidentemente, habrá lectores a quienes les guste, ya que no existen dos lecturas iguales. Sin embargo, para mí ha sido un libro lleno de nada.

Conocí a Chufo Lloréns hace unos años gracias a La ley de los justos, una novela que me regalaron unas amigas y que me enganchó rápidamente, aunque el papel de las mujeres en ella me pareció penoso. Más adelante, durante un verano con bastante tiempo libre, afronté con calma las más de ochocientas de El destino de los héroes, un magnífico folletín que me mantuvo completamente absorbida. Mientras que la primera fue un entretenimiento agradable, la segunda me dejó poso y aún hoy recuerdo bien algunos de sus personajes. Me quedé con ganas de más, aunque han pasado unos años antes de volver al autor.

Mientras que en las dos obras mencionadas hay diversas tramas protagonizadas de forma coral por muy distintos personajes, en La vida que nos separa encontramos una única protagonista, Mariana, y todo lo que acontece, que es muy poco en realidad, gira en torno a ella.

La primera parte va alternando dos tiempos, el presente de Mariana en los años 70 y su pasado como adolescente para que sepamos cómo la vida y sus decisiones la llevaron hasta el punto en el que se encuentra. Estos capítulos son los que transcurren en Barcelona, aunque no se llega a profundizar en las características históricas, urbanísticas o sociales que definían la ciudad entonces. La plasmación de esta en sí misma es muy vaga y no llegamos a ver mucho más que un par de costumbres de la alta sociedad y la mención de alguna revista de entonces. 

Un problema fundamental que encuentro es que Mariana no me gusta. Se narra el paso de varios hombres por su vida, pero con ninguno me transmite nada, ya que su apego a ellos no viene de un cariño real fomentado por el trato, sino por aspectos superficiales y vacuos. Así, uno de sus pretendientes le atrae por la fama y lo que supone ser admirada por un hombre tan popular. El otro le gusta por ser muy apuesto físicamente. Para mí, se caracteriza por no saber lo que quiere y ser un tanto veleidosa. Su única constante en la adolescencia es oponerse a sus padres para elegir libremente lo que ella decida. Ni siquiera su primer amor de juventud me parece significativo, porque, aunque tengamos que creer que le deja huella de alguna manera, lo cierto es que ella, simplemente, se limita a dejarse llevar y es una historia con escaso relieve en la mayor parte del libro. 

La trama se desarrolla muy poco. Los mismos sucesos o algunos muy similares se repiten. Así, vemos continuamente a Mariana resistiendo los embates de la vida, pensando en si perdonar o no al prenda de su marido, planteándose en cómo llevarse bien con él por sus hijos, trabajando y saliendo con sus amigas. Es que no hay más.
 
«He llegado a una conclusión: la ausencia afirma los amores, las amistades y los recuerdos... Estos días he de almacenar todo lo que me digas, me enseñes y nos ocurra para tener material que alimente mi memoria cuando me vaya».

De los personajes masculinos no me ha gustado ninguno. Por un lado tenemos a Sergio, de quien sabemos desde el principio que es el elegido de Mariana para contraer matrimonio. Es un personaje muy simple, lleno de clichés, diseñado para caer mal y que nos compadezcamos de ella. En él no hay matices. 

Por las páginas pasa también Rafael, un rejoneador casi veinte años mayor que Mariana, pero que se enamora de ella porque sí y mantiene vivo ese amor durante otros veinte años aproximadamente porque… No sé, la verdad. No hay ni química ni nada entre ellos. Es un personaje muy cargante creado sólo en un intento de aportar conflicto en la trama y volverla más dinámica.

Enrique, el primer amor de Mariana, pasa sin pena ni gloria. Más que como una persona real se ve como un esbozo. Parece un personaje sin desarrollar. Al principio es presentado como un muchacho determinado a cumplir sus sueños, aunque eso le lleve a renunciar a algunas cosas. Más adelante, aparece de manera esporádica para que le veamos en una relación enfermiza iniciada únicamente por un impulso sexual, lo que, en mi opinión, no lo deja en muy buen lugar.

Tras presentar a todos estos personajes y plantear el conflicto sobre el que gira la trama, esto es el desastre económico y familiar originado por la desfachatez y la sinvergonzonería de Sergio, pasamos a una segunda parte en México, donde Mariana y sus hijos tienen que trasladarse siguiéndolo a él. Aquí ya no hay saltos en el tiempo, pero continúa la misma percepción difusa de los ambientes y costumbres. Hay pinceladas con respecto a estas cuando Mariana trabaja o sale de fiesta, pero las descripciones me resultan escasas e insuficientes.  Unos pocos modismos mexicanos sueltos de vez en cuando no pueden solucionarlo.

 

Los personajes secundarios en esta ocasión aparecen para darle a Mariana algo que hacer, pero no poseen interés por sí mismos, al menos para mí. Además, el estancamiento vital de la protagonista se remarca aún más cuando las tramas empiezan a repetirse. 

El final es del todo incomprensible. A lo largo del texto, la protagonista toma sus decisiones en función de sus enseñanzas católicas y, sobre todo, de lo que considera mejor para sus hijos, quienes son el centro de su vida. Sin embargo, en un desenlace precipitado, sin desarrollar y mal encajado, esto queda al margen y no se nos plantea en ningún momento qué tipo de malabarismos va a tener que realizar para casar su decisión final con su papel como madre.

Con todo, valoro el esfuerzo del autor por haber seguido escribiendo y publicando con noventa y un años de edad y, pese a este tropiezo, seguiré leyendo sus obras pasadas que me quedan por conocer, ya que, lamentablemente, se nos ha ido este año.

Mi conclusión final es que La vida que nos separa resulta ser una novela repetitiva, engordada sin necesidad, con un mal final, personajes apenas desarrollados y un recorrido insulso por una vida totalmente anodina.


Puntuación: 1 (sobre 5)
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