Book tag de Tejas Verdes

31/03/2016

    Hasta ahora no he hecho ningún book tag en el blog, aunque es algo que me parece curioso. He visto muchos por la blogosfera que merecen la pena, pero he decidido crear uno más. Ya sabéis que soy fan de Lucy Maud Montgomery y del mundo de Tejas Verdes, así que me he basado en la saga de Anne Shirley (ideal para estas fechas, por cierto).

     Ahí van las preguntas y mis respuestas:

1. La escuela dominical: libro que te obligaron a leer en el instituto y que aún recuerdas con desprecio.

  
    Lo tengo clarísimo, no podía ser otro que La Celestina. No me gustó en ese momento y sigue sin hacerlo. Ni la historia ni los personajes están hechos para mí. Lo peor es que por estudios y profesión siempre tengo que tenerlo muy presente, pero si fuera por mí, cuanto más lejos, mejor.

2. Gilbert Blythe: personaje que no soportabas al principio y que acabaste amando.


    John Thorton, de Norte y sur. No es que no lo soportara, pero al empezar el libro no me decía gran cosa, y conforme avanzaba la lectura, más me gustaba, hasta que caí rendida a sus pies. Hoy por hoy sigue siendo uno de mis personajes masculinos preferidos y uno de esos amores platónicos.
 
3. La Casa de los Sueños: lugar al que te irías a vivir el resto de tu vida.

    Aquí tengo varias opciones. Me iría a Ingary (El Castillo Ambulante) encantada, pero siempre acompañada de alguien como Howl. Yo sola con la Bruja del Páramo y gentes por el estilo, ni hablar.

    También tendría una casita en Avonlea (Ana, la de Tejas Verdes). Es un lugar tan ideal...



   Tampoco estaría nada mal tener una vivienda en el pueblecito de Tom Sawyer, a las orillas del Mississippi. Allí podría aprovechar y construirme además una cabaña en un árbol con los amigos.
 
4. Diana Barry: personaje que te encantaría tener como amigo en la vida real.


    Ella, sin duda. Jo March sería mi amiga ideal, o eso creo. Divertida, inteligente, inconformista, luchadora, soñadora y capaz de contenerse en caso de enfado, que a veces conmigo hace falta.
 
5. Rachel Lynde: defectos que no toleras en un personaje.

    No aguanto a esas mujeres aparentemente perfectas, guapísimas, que sin hacer nada tienen a todos los hombres a sus pies aunque su personalidad no esté definida, o peor, que sea una tonta caprichosa. Irene Forsyte y Natasha Rostova, os miro a vosotras.

6. La Morada del Eco: historia de amor frustrada a la que hubieras querido dar un final feliz.

    ¡ATENCIÓN, DESTRIPES! 
 
     





  



    Si Aquellas mujercitas no hubiera tenido continuaciones, habría cambiado el final de Jo y Laurie. En ese libro eran tal para cual, la pareja perfecta, pero claro, a Louisa May Alcott se le ocurrió seguir escribiendo novelas y ya la cosa cambia, porque los personajes han evolucionado.

     También me dio mucha pena el final de Archer y la condesa Olenska en La edad de la inocencia Merecían una oportunidad.

FIN DE LOS DESTRIPES 

7. Los Pringle: personaje con mucha importancia pero que tú detestas.


    Catherine Earnshaw, cuánto odio acumulado tengo hacia ti. Creo que es el personaje literario que más sensación de rechazo me produce, aunque seguida muy de cerca por Irene Forsyte.

8. Anne Shirley: libro protagonizado por un huérfano.


     Jane Eyre, mi libro favorito. Lo leí por primera vez cuando tenía unos quince años y me enamoré de la historia, de los personajes, de todo. Después de muchos años hice una relectura con algo de miedo, porque no sabía si me causaría las mismas sensaciones, y lo hizo. Amo esta novela.

9. El Bosque Embrujado: libro de terror que no te dio miedo.


    No suelo leer terror, es un género que no me gusta. Pasar miedo no es lo mío, y encima yo me asusto muy fácilmente. Aun así, leí Drácula por ser el clásico que es y, pese a todo, no me dio miedo, pero me tuvo intrigadísima. El libro me encantó y hoy por hoy es uno de mis clásicos preferidos.

10. La Burbuja de la Dríade: libro de fantasía que leerías una y otra vez. 


     El Castillo Ambulante. Es uno de esos libros que te dejan con una sonrisa en la boca. Hay tanta magia en él, magia en todos los sentidos. 

    Voy a confesar una cosa: la primera vez que lo leí no me gustó. Había visto la película de Miyazaki y la había disfrutado mucho. Cogí el libro pensando que me encontraría algo parecido y aquello no tenía nada que ver. Con el tiempo, hice una relectura, olvidándome ya de la película, y me fascinó. No entendía y sigo sin entender cómo es posible que no me gustara la primera vez. Ahora me parece muchísimo mejor que el filme. Es tan encantador y sus personajes tan carismáticos y maravillosos.

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    Hasta aquí el book tag. Este blog, a pesar de sus tres añitos de vida, sigue siendo pequeño, así que no creo que este book tag tenga repercusión alguna, pero si a alguien le ha gustado y lo quiere hacer, o incluso nominar a gente, estaré encantadísima de ver sus respuestas. 

Hoy es fiesta

27/03/2016

     Esta obra teatral de Antonio Buero Vallejo se estrenó en el teatro María Guerrero de Madrid el 20 de septiembre de 1956 y tuvo 149 representaciones antes de ser retirada de cartel el 2 de diciembre. Hoy podemos encontrar el texto publicado por la editorial Cátedra en una edición en la que también se incluye otra obra del autor, El tragaluz. En total, el libro tiene 292 páginas, pero Hoy es fiesta ocupa apenas unas 100. El precio de esta edición es de 11'80 euros.

¿De qué va?:

     En un día festivo de la España de los 50, la portera de un edificio vecinal sube a la azotea a tender la ropa y, con las prisas, se deja abierta la puerta. Los vecinos, que pocas veces tienen la oportunidad de subir por la prohibición de Nati, la portera, aprovechan para pasar el día  allí. En las horas que transcurren, sus problemas, sueños y secretos más oscuros van saliendo a la luz.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Si hay algo que me ha quedado claro tras leer esta obra, es que Buero Vallejo es un maestro de la tragedia. A pesar de que algunos fragmentos tienen un tono jocoso, casi festivo, la tristeza planea sobre los personajes a lo largo de los tres actos. No hace falta que se diga nada en concreto para que se palpe. Está en el ambiente y algunos acontecimientos contribuyen a acentuarla.

    Todo lo que se nos cuenta transcurre en un solo día a lo largo de tres actos, correspondientes a la mañana, la tarde y el anochecer. Buero logra unas escenas muy particulares, porque aunque a pesar de que aparentemente no sucede nada, va deslizando confesiones y comportamientos que nos hacen presagiar algo, algo que no sabemos qué puede ser, pero intuimos grave. Se siente una solemnidad en el texto, quizá hasta un temor reverencial de algunos personajes que se agudiza con las revelaciones del final del segundo acto. Ahí es donde el dramaturgo pone toda la carne en el asador. Aunque descubramos más sorpresas después, es en ese momento donde por fin se nos atrapa y donde somos conscientes de la dimensión del drama. 




    «Y es que hay días extraños... Días en que parece como si el tiempo se parase, o como si fuese a suceder algo muy importante. ¿No te ocurre a ti eso a veces? Como si las cosas familiares dejasen de serlo... Como si las vieses por primera vez y fuesen todas muy bonitas. [...] Es como si detrás de todas las cosas hubiese una sonrisa muy grande que las acariciase».


    Los personajes son un reflejo de la clase media baja de la posguerra española. El
inicio de la obra recuerda casi a una colmena en la que siempre hay bulla y actividad. Los protagonistas van entrando y saliendo de escena hasta que los conocemos a todos y observamos sus esperanzas e ilusiones, la escasez y la pobreza, la hipocresía, la superstición y el egoísmo. El consuelo de esos personajes es esperar el milagro de la lotería. Poco más tienen en sus vidas que ese anhelo con el que pretenden lograr todos los sueños que de otro modo serían inalcanzables. Y, sin embargo, hay algo evidente que en nuestra cultura del deshecho no solemos comprender: cuando se tiene poco, todo vale muchísimo más. Ejemplo de ello es la alegría de un grupo de mujeres simplemente por tener un poco de vino para compartir.

    Toda la obra transcurre en la azotea de una comunidad de vecinos, no hay cambio de escenario. En una época en la que la censura lo abarcaba todo, Buero Vallejo eligió realizar críticas veladas que pudieran ser pasadas por alto. Tal vez se podría entender en este drama un ataque al sistema, encarnado este en la figura de Nati, la portera. Su autoritarismo se manifiesta desde el primer momento al prohibir al resto de personajes permanecer en una azotea que considera suya, pese a que todos habitan en el edificio. Esto es lo que da pie a la acción, ya que los vecinos, oponiéndose a esa actitud dictatorial, toman posesión del lugar y no lo abandonan en todo el día como clara protesta. 



    Ese afán de lucha y reivindicación queda, en cambio, diluido cuando nos trasladamos a la intimidad de cada personaje en particular, puesto que parece que hay una incapacidad para enfrentarse al destino. Todos miran hacia el futuro esperando un golpe de suerte dado por la fortuna, pero se descubren incapaces para afrontar el porvenir por sí mismos. Existe un determinismo evidente. No obstante, hay personajes que pueden escapar de ello si lo desean, dejando así una puerta abierta para la esperanza.



    «Hay que esperar... Esperar siempre... La esperanza nunca termina... La esperanza es infinita...».


    Ahí está Fidel, el opositor, quien tiene dos caminos abiertos ante sí al margen de la codiciada lotería: su oposición y una vida sencilla al lado de Daniela u otra llena de turbulencias con la coqueta Tere. También está Pilar, el personaje más puro de toda la
obra; liberada de un terrible peso, vive feliz con Silverio. Sin embargo, este es el que mayor carga dramática tiene y el que de forma más intensa va a remover nuestras emociones.

    El estilo es muy sencillo, muy coloquial, reflejo del extracto social de los personajes y
de la situación comunicativa en la que se mueven. Además, en la edición que yo tengo, la de Cátedra, se toman la molestia de aclararnos a pie de página el significado de expresiones y palabras populares que cada vez están más en desuso. Eso sí, si optáis por esta edición, recomiendo, como siempre, leer el prólogo al final, porque hay destripes importantes.

    La obra está abierta a distintas interpretaciones. Es posible ver un pequeño resquicio para la esperanza y, sin embargo, a mí me ha transmitido un pesimismo que no logro espantar. Lo que les sucede a dos protagonistas en concreto me ha roto el corazón, porque si hay algo peor que la muerte, es verse obligado a vivir sin ningún tipo de esperanza. 

    Si la habéis leído o visto representada, ¿qué pensáis vosotros del final? ¿Hay lugar para la redención o todo está perdido?


Puntuación: 4 (sobre 5)

Agent Carter (temporada 2)

20/03/2016

   
                   Estreno: 2016                                     Género: Acción. Sobrenatural
                   País: EE. UU.                                     Episodios: 10
                   Cadena: ABC                                       Duración por episodio: 40' aprox.    

 
¿De qué va?:

    Peggy Carter continúa su trabajo en la SSR bajo las órdenes de Jack Thompson. Sin embargo, unos extraños acontecimientos en Los Ángeles la obligan a viajar hasta allí. Con la ayuda de Jarvis y de Daniel Sousa debe investigar la congelación de un lago en pleno verano y la aparición en el hielo de un cadáver.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Por mucho que me guste el personaje de Peggy Carter y por más que me entretuviera la primera temporada, lamentablemente no he disfrutado tanto en esta ocasión. Creo que si hubiesen dejado la serie con el final que ya le habían dado, habría sido mejor. Tenía un buen desenlace, acorde a todo lo que habíamos visto y a la personalidad de la protagonista. Había una despedida emotiva que, estoy convencida, a todos nos encantó, y el destello de un nuevo comienzo. Claro que no hubiéramos sabido cómo llegó Peggy a ser lo que fue en Shield, pero nos lo hubiéramos podido imaginar. De todas formas, en esta temporada tampoco se avanza nada sobre eso y poco ha aportado al universo Marvel (salvo porque quizás la aparición de la Materia Cero conecte esta serie con Doctor Extraño).

    Si antes teníamos una serie de estilo detectivesco, ahora eso se ha perdido para favorecer una trama sobrenatural que acerca esta producción más a Agents of Shield que a la propia Agent Carter. En ese sentido, ha perdido su esencia. He visto que a muchos seguidores les ha gustado más esta temporada, tal vez porque prefieran ese tipo de argumento más fantasioso, pero yo empecé a seguir una serie algo más
realista, más terrenal, y es lo que quería continuar viendo. No me gusta cuando cambian el carácter de una producción. Además, algunas escenas quedan tan falsas que dan incluso vergüenza ajena (el doctor Wilkes volando al ser absorbido…).

    Tampoco me ha gustado el triángulo amoroso. No sólo porque cada vez les tengo más manía, sino porque uno de los integrantes, el doctor Wilkes, me ha resultado un personaje sin carisma, además de muy forzado en la trama. Parece que lo han metido con calzador con la única finalidad de crear ese triángulo, pero en realidad es completamente prescindible. A esto se suma que no he visto a dos actores con menos química que Reggie Austin y Hayley Atwell. Es salir juntos en la pantalla y sacarme de la historia. No me creía nada. No me extraña que la audiencia estadounidense haya ido abandonando. Los
datos indican que cada episodio ha tenido menos espectadores que el anterior. En realidad es una lástima, porque es una serie que empezó con mucha fuerza y que merecía un trato mejor.

    No creáis que es mi amor por Steve lo que me hace hablar mal de Wilkes, porque Sousa sí que me gusta. Es que el personaje en sí es un poco odioso.

   No obstante, no todo es malo. Esta vez hay más espacio para el humor. Algunas escenas, especialmente de la mano de Jarvis y Peggy, son muy divertidas. También las escasas apariciones de Howard tienen a veces un punto cómico. Incluso se han atrevido a incluir un número musical. Sin embargo, lo que predomina es la acción, la intriga y momentos de verdadera tensión y angustia. Ocurren sucesos con los que se pasa realmente mal y la vida de algunos llega a peligrar seriamente.



    También me ha gustado mucho la incorporación de Ana, la mujer de Jarvis. Ambos forman una pareja simpática a la par que tierna. La aparición de Ana nos permite conocer con más profundidad a Jarvis, que deja de ser sólo el mayordomo de Howard y el acompañante de Peggy para alcanzar una historia propia, con todo lo que eso conlleva.

    Del mismo modo que detesto a Wilkes, me encanta Ana, que se ha convertido en uno de mis personajes preferidos. 



    Otro acierto ha sido el de recuperar a Dottie, la espía rusa que ya conocimos en la temporada anterior. Continúa siendo una mujer enigmática con propósitos ocultos y siempre con un as bajo la manga. Mucho más me ha gustado su personaje que el de la villana de la temporada, Whitney Frost. Al mismo tiempo que conocemos el pasado de Peggy y sabemos cómo llega a donde está, se nos muestra también el pasado de Whitney
para que entendamos su forma de ser, pero mientras que el primer caso los guionistas han hecho un buen trabajo, en el segundo han pecado de simples y previsibles: Whitney Frost es mala porque su infancia lo fue.

     Un aspecto positivo más es la ambigüedad con la que se mueve el Jack Thompson. Nunca sabemos con certeza de qué lado está. Chad Michael Murray me ha sorprendido gratamente con su actuación a lo largo de toda la serie.

    Aunque hay rumores de cancelación, no hay ninguna noticia oficial al respecto todavía. El final de la segunda temporada es muy abierto y se necesitaría otra tanda de episodios para esclarecer algunos hechos. Pese a considerar esta temporada de menor calidad, espero que haya renovación, porque no es una serie aburrida y le han dado un final impactante que pide más.


EDITO: Finalmente, ha sido cancelada.

Puntuación: 2'5 (sobre 5)

Valancy Stirling

13/03/2016

    Valancy Stirling o El Castillo Azul es una novela de Lucy Maud Montgomery publicada por primera vez en 1926. En España permaneció inédita hasta que la editorial dÉpoca se hizo cargo de su traducción y edición en 2015. Actualmente está a la venta por 24'90 euros y tiene un total de 295 páginas que incluyen ilustraciones y un postfacio.


¿De qué va?:

     El Castillo Azul cuenta la historia de Valancy Stirling, una joven "solterona" de veintinueve años que vive en un ambiente asfixiante marcado por el férreo control de su madre, la ausencia de los más tímidos placeres y los constantes desprecios y humillaciones a los que la somete su clan familiar por su condición de mujer soltera. Un buen día decide escapar de su monótona existencia tras recibir una impactante noticia, en busca de su propia identidad. (Sinopsis de la editorial).


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Este libro es la prueba fehaciente de que no es necesario escribir mil páginas para obtener una historia repleta de buen contenido. Las casi trescientas páginas de Valancy Stirling son una lección de vida, belleza y amor, y con ella, Lucy Maud Montgomery queda reafirmada como mi escritora preferida.

     Maud (como a ella le gustaba que la llamaran) es muy conocida por estas tierras gracias a su magnífico libro Ana, la de Tejas Verdes y las secuelas. Sin embargo, dÉpoca nos ha traído ahora una obra muy distinta, pero que conserva el toque característico de la autora y que se encuentra en la cima de su producción. Estamos ante una novela más adulta en la que se tratan temas profundos, algunos no siempre exentos de polémica, especialmente para la época en la que se desarrolla la historia. La pluma de Maud les imprime una carga sentimental que se aleja de las notas altisonantes para desarrollarse con una cadenciosa melancolía, pese a la cual cierta felicidad puede tocarse con la punta de los dedos. Incluso la más sutil ironía tiene cabida.

     Valancy, en todas sus fases, es especial. Amamos a la apocada y sumisa joven que se ve sometida al rigor de una familia que no la aprecia y, del mismo modo, amamos a la muchacha independiente en la que se convierte después. No hay que buscar en ella la creatividad de Emily Starr o el ingenio de Anne Shirley. Es otro tipo de mujer, más tangible si cabe, con otras cualidades, aunque soñadora como aquellas. No sólo es alguien que gusta, sino también una persona con la que es muy fácil empatizar. Es creíble, real, humana, y su dolor se convierte en el dolor del lector, como sucede con su alegría. 


    «Si puedes sentarte en silencio con otra persona durante media hora sin sentirte molesto, entonces esa persona y tú podréis ser amigos. En caso contrario, nunca podrá existir tal amistad y no se debe perder el tiempo en intentarlo».


     Ella es la protagonista, pero su psicología no puede comprenderse sin el resto de personajes que aparecen. A pesar de la cantidad de ellos y de que a algunos se les dediquen pocas líneas, todos aportan su grano de arena a la historia, bien sea por su influencia en la muchacha o por la intervención directa en la evolución de los hechos. Ahí está la familia Stirling, tan pintoresca como insufrible. Sin duda, es difícil convivir con gente así, pero no he podido evitar divertirme con lo esperpénticos que son.

     Por otro lado, Barney Snaith es el mejor personaje masculino que hasta ahora conozco de Lucy Maud Montgomery. Los coprotagonistas de otros de sus libros, como Teddy en la historia de Emily Starr y Gilbert en la de Anne Shirley, son prácticamente esbozos sin toda la profundidad que cabría esperar. De este último hasta me atrevería a decir que los que hemos visto la serie de televisión acabamos completándolo con lo que se nos muestra en ella. Sin embargo, Barney no pasa por las páginas como una mera sombra. No existe sólo como realce de la protagonista. En este caso, Maud le confiere entidad. Durante todo el texto lo envuelve el misterio hasta que llegamos a conocer cómo es de verdad y por qué. Tiene un pasado que lo dota de una personalidad creíble, acorde a como ha sido su existencia, y le permite evolucionar. 


     No es únicamente la vida de Valancy la que importa, sino también la de Barney. Algunas de las sorpresas que se nos reservan nos llegan gracias a él.

     Se dice en el postfacio que “la novela resulta un asalto frontal al sistema patriarcal de la época, que oprimía a la mujer psicológica y económicamente”. Para mí esto es limitar el tema, puesto que la obra no gira únicamente en torno a la represión de la mujer; va más allá, hacia la radicalidad de una sociedad que no perdona, que condena cuando hombre o mujer se salte sus normas. Maud logra llegar a la igualdad real equiparando a Valancy, mujer, y a Barney, hombre, al ser ambos unos parias, unos excluidos de la sociedad por no ajustarse a las exigencias que esta les impone, porque la sociedad es hipócrita y severa con todos sus miembros. Muestra de ello no son sólo Valancy y Barney, sino también Cissy y Abel el Aullador. Y yo no puedo más que aplaudir a la autora por lograr esa equiparación auténtica, porque la opresión, como se ve en el texto, se puede dar de muchas maneras. 


    «Es una lástima recoger las flores del campo. Pierden la mitad de su embrujo lejos de la tierra y el titileo. El mejor modo de disfrutarlas es seguirles la pista hasta sus escondites más secretos, regocijarse ante su visión y partir echando atrás una última mirada, llevando en nuestro interior el recuerdo de su seductora gracia y el hechizo de su fragancia».


     En esta ocasión la acción no se sitúa en la Isla del Príncipe Eduardo, sino en Muskoka, una región de Ontario. Concretamente, la familia Stirling reside en Deerwood, una localidad ficticia basada en Bala, lugar que Maud visitó antes de escribir la obra y con el que quedó impresionada. La belleza de la zona no tiene nada que envidiar a la de la Isla del Príncipe Eduardo. Como no podía ser de otro modo, la importancia de la naturaleza está recalcada en el libro, esta vez a través de dos voces, la del narrador omnisciente que nos cuenta la historia y la de un escritor al que Valancy admira: John Foster. A veces esos pasajes envuelven a los personajes y, consiguientemente, al lector en un ambiente casi místico que lleva a un contacto pleno con un mundo primigenio en el que los elementos naturales y los seres humanos son uno. Por poner un pero, precisamente esto es lo que hace que me sobre el uso de pieles de animales en una de las casas. 


     Puede parecer por lo que he dicho que hay descripciones extensas y exhaustivas, pero no es así. La autora va directa al grano y se entretiene poco en aspectos irrelevantes. Las descripciones son breves y nos arrastran suavemente al interior de ese mundo en el que se mueven tantas emociones. Es una novela muy fácil de leer.

     Algunos acontecimientos son previsibles, pero eso no quita intriga al libro. Personalmente, no podía dejar de leer para saber si realmente pasaría lo que yo esperaba o no, y de ser así, cómo sería. No obstante, sí que hay elementos que no nos esperamos.

     Igual que otros libros de Maud, este también tiene efectos benéficos. En medio de tanto caos y negatividad como hay hoy, esta obra es un descanso, un remanso de paz. Claro que hay sufrimiento, como en la vida misma, pero también esperanza. Estamos, por tanto, ante una novela que merece vivir en el hogar (y en el corazón) de todo buen lector.

Puntuación: 5 (sobre 5)

Quo vadis?

06/03/2016

     Henry Sienkiewicz escribió esta novela entre 1895 y 1896. Poco después, la obra se fue publicando por entregas en el periódico Gazeta Polska de Varsovia. En España, las ediciones más recientes son las de Valdemar y El País. La primera, del año 2000, consta de 672 páginas y cuesta 23 euros. La segunda, con 589 páginas, es más difícil de conseguir.

¿De qué va?: 

     El soldado romano Marco Vinicio, recién llegado de una guerra en Asia Menor, conoce por azares del destino a Ligia, una joven cristiana de la que se enamora. Deseoso de tenerla, recurre al emperador Nerón, quien ordena que la arranquen de brazos de sus padres adoptivos para entregársela al joven. Ligia, incapaz de soportar la deshonra, huye. Vinicio, para encontrarla, entra en contacto con esferas desconocidas y sorprendentes para él.


¿Qué opino yo? (Con destripes históricos):

   Quo vadis? es un libro que no olvidaré fácilmente. La película siempre ha sido uno de mis péplum preferidos y no estaba segura de qué me iba a encontrar aquí. Ambas obras son muy distintas y, si bien comparten argumento, el texto de Sienkiewicz es mucho más complejo.

   El libro se divide en dos partes, de treinta y cinco y treinta y nueve capítulos
respectivamente, y un epílogo. La primera parte es básicamente una novela romántica. Todo comienza con la obsesión enfermiza de Marco Vinicio por Ligia. En ese momento no podemos hablar de amor, pues el tribuno, llevado por un deseo incontrolable, cede a sus impulsos y actúa de la forma más vil en que puede hacerlo un hombre. Incluso pasa por su cabeza maltratar a la muchacha.

   Durante toda esta primera parte, Vinicio busca y persigue a la joven y, por ello, comienza a entrar en contacto con el cristianismo. Así se nos introduce en el tipo de vida que llevaban los primeros cristianos. Se analizan las ideas equivocadas que se propagaban sobre ellos y se opone su vida sencilla a las costumbres libidinosas de Roma y a la opulencia de las clases altas romanas. 



    Es admirable el esfuerzo del autor por reconstruir la Roma anterior al incendio del 64. Se dan nombres de calles y barrios por donde se mueven los personajes y se nos conduce por allí con tanta naturalidad como si realmente estuviéramos presentes en esos lugares. Aparece tal cantidad de zonas que la ciudad queda excelentemente configurada. A lo largo de todo el libro incluso nos vamos familiarizando con muchas de ellas. 



    Marco Vinicio es el personaje principal, pero junto a él está Petronio, que aporta
siempre un punto de vista distinto y original. Es, quizás, el mejor personaje de la novela, un esteta que hace de la belleza su modo de vida, pero que no reniega nunca del sarcasmo y de las disputas dialécticas. Petronio es uno de los que existieron realmente. Si os gustan esos personajes con un punto de mala leche, disfrutaréis muchísimo con este. Os aseguro que es magnífico hasta el final, sobre todo al final. 


    «Ya una vez me dije a mí mismo que no valía la pena pensar en la muerte, pues la muerte piensa en nosotros sin necesidad de que vayamos en su ayuda».


   No obstante, él no es el único secundario complejo,
ya que en este libro los secundarios son muy relevantes y están muy bien perfilados. El propio Nerón y sus prosélitos, además de Popea, forman parte fundamental de la trama, tanto en la primera parte como en la segunda. El César se configura como una personalidad caprichosa, voluble y hasta manipulable. Se muestra orgulloso, extravagante y preocupado sobre todo de sí mismo y de lo que él denomina su arte. Quizás no todos los hechos que se dan en el libro sucedieran así en realidad, pero sí que he descubierto algunos datos muy interesantes que forman parte de la Historia, como la fantochada de matrimonio de Nerón con Pitágoras y los crímenes del César. Además, la política y los hábitos romanos del período en que se desarrollan los hechos son exhibidos con habilidad, no como mero marco escénico, sino como parte integrante de la rutina cotidiana de los participantes en la acción. Es una de las novelas en las que con más facilidad me he introducido en el mundo que describe. 


    En la primera mitad ya vamos observando la evolución de Marco Vinicio, la mejor llevada en toda la obra. La obsesión por Ligia lo conduce a un mundo desconocido para él y poco a poco se produce una transformación del todo impensable al principio, narrada paso por paso. Es uno de los cambios psicológicos y emocionales mejor establecidos que he encontrado en literatura. Independientemente de lo que nos parezca hacia dónde se encamina Vinicio, todos sus sentimientos están desgranados de tal forma que resulta un ser redondo. Tal vez parezca que pierde su fuerza y su carácter, pero creo es al principio cuando se presenta como un hombre simple para después, con sus dudas, su espiritualidad, su esperanza y su desánimo, convertirse en un ser humano completo. Lo que más me gusta es cómo Sienkiewicz es capaz de mostrar con gran maestría la diferencia entre un anhelo egoísta, posesivo y sensual y el amor.

   Ligia, sin embargo, es el rol más plano. Es prácticamente perfecta desde el principio,
pero, por suerte, el peso del argumento no recae sobre ella.

    La segunda parte es radicalmente distinta. Si la primera casi se acerca a la novela rosa, la segunda es pura tragedia. Os puedo garantizar que nunca, en toda mi vida, lo he pasado tan mal leyendo un libro.

    Sabía lo que iba a suceder, pero no el grado de precisión con el que se describe y la magnitud que alcanza. Sé que soy fácilmente impresionable, pero diría que jamás me había impactado tanto una novela. Analizándola posteriormente he llegado a la conclusión de que tal vez se deba no sólo a la intensidad y el salvajismo de los actos que se cometen, sino a saber que pudieron haber sido reales. 




    «Las gentes, hasta hoy, no habían conocido a un Dios a quien pudiese amar el hombre; de aquí que tampoco se amaran entre ellos mismos. De eso emanaban sus infortunios y sus dolores; porque así como del sol procede la luz, también la felicidad procede del amor».

  
   Los fundamentos cristianos salen reforzados frente al desenfreno y la locura de Roma. No diría exactamente que la novela cae en el proselitismo, pero se acerca. Con todo, es obvio que debe ser así para que el drama que se avecina sea mayor, ya que la inocencia y pureza de los cristianos agudiza el impacto de lo que sucede. Todo está dispuesto para que pensemos que a lo largo de los siglos muchos mal llamados cristianos han enlodado con actos abominables un culto noble que predica el amor, la misericordia y la humildad. De hecho, en la propia obra se puede ver que el cristianismo se desvirtúa con facilidad: para Crispo, prima el castigo; para Pedro y Pablo de Tarso, el perdón.

    Una de las mejores partes es la del incendio de Roma. En realidad se duda mucho de que Nerón fuera el responsable del mismo, pero en este texto se le atribuye toda la culpa, y funciona muy bien como recurso literario ver al César entonando versos sobre la destrucción de la gran ciudad cuando esta arde a sus pies, muchos ciudadanos han muerto, la gente ha perdido sus posesiones, los criminales campan a sus anchas y algunos se han dado al pillaje. Es un momento tremendo y sublime en el que los vellos acaban poniéndose de punta. 


    El estilo es el de todo un clásico del XIX. Estamos ante una novela histórica, aunque no exactamente como se elabora hoy en día. Los diálogos no son rápidos ni breves. Son ingeniosos, elaborados, a veces hasta extensos, acordes con lo que se puede esperar de cada personaje. Buena parte del peso de la trama está en ellos. La narración y la descripción son muy ricas, cultas pero no agotadoras; todo con la proporción adecuada.

    Mi consejo es que os olvidéis de la película, al menos temporalmente, para dejaros llevar por lo que cuenta Sienkiewicz, que difiere mucho de la cinta hollywoodiense, más blanca y simple. 


Puntuación: 5 (sobre 5)
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