Baby daddy (temporadas 1, 2, 3 y 4)

29/08/2015


Estreno:
    - Temporada 1: 2012 (10 episodios) 
    - Temporada 2: 2013 (17 episodios)
    - Temporada 3: 2014 (21 episodios)
    - Temporada 4: 2015 (22 episodios)
 Género: Comedia
 Cadena: ABC Family
 Duración por episodio: 20' aprox.
País: Estados Unidos
 

¿De qué va?:

   Ben Wheeler es un joven que trabaja sirviendo copas en un bar. Su pasión son las mujeres y vive plenamente cada día hasta que encuentra un bebé ante la puerta del piso que comparte con su hermano Danny y su amigo Tucker Dobbs.  La pequeña Emma resulta ser hija suya y la madre, una aventura de una noche, ha desaparecido sin dejar rastro. Los tres dudan sobre qué hacer con la niña hasta que la madre de Ben y Danny, Bonnie, y una amiga de la infancia, Riley, acuden a echarles una mano... o a complicarles aún más la vida.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     En mi adolescencia fui una gran seguidora de sitcoms y nunca me han dejado de gustar estas series desenfadadas con su toque de romance, algo de humor, un grupo de amigos divertidos o una familia entrañable, pero, por algún motivo que no comprendo, parece que cada vez se realizan menos producciones así. Los gustos del público van cambiando, pero lo que no sé es por qué cada vez nos volcamos más hacia las ficciones dramáticas y policíacas y no nos permitimos desconectar de vez en cuando. Es como si únicamente fuésemos buscando el lado más desfavorable que nos ofrece la realidad, pero, además, multiplicado. 

     En mi opinión, el cerebro necesita un descanso, necesita que riamos y veamos el aspecto amable de las cosas. Por eso me encantan este tipo de series de las que ya casi no encuentro ejemplos. Por suerte ahí está Baby daddy, conocida en España como Papá canguro, que cumple a rajatabla todo lo que espero de una producción de así.


     Aunque en un principio puede recordar a Tres solteros y un biberón, la serie tiene su propio argumento y va por otros derroteros. Se aproxima mucho a aquellas sitcoms de los 90, aunque adaptada a los tiempos actuales, es decir, las relaciones amorosas no se quedan en un casto beso, sino que los personajes tienen sus historias tras las puertas del dormitorio y en ocasiones comentan algo subido de tono, pero tienen el buen gusto de no
enseñarnos nada de forma explícita, algo que en una sociedad (y televisión) tan hipersexualizada se agradece.

     Los protagonistas forman un puzle perfecto, de manera que si faltara alguno, la serie cojearía. Como es de esperar, aquí no se pueden exigir personalidades extremadamente complejas ni dudas existenciales que pongan al descubierto una profundidad psicológica llamativa. Muchos aspectos de su forma de ser responden a estereotipos y cada uno tiene algún rasgo preponderante. Todos, con excepción de Bonnie, son veinteañeros. Ben es un mujeriego que está aprendiendo a ser padre soltero. Riley, antigua amiga de la familia, vive enamorada de Ben desde su infancia y algo acomplejada porque en tiempos pasados estuvo gorda. Danny es el hermano de Ben, mucho mejor parecido que él, pero bobalicón e ingenuo en algunos aspectos y enamorado en secreto de Riley también desde la niñez. Tucker es el compañero de piso de Ben y Danny y es… algo peculiar, como también lo es la alocada Bonnie, la madre de los dos hermanos.


     Durante las cuatro temporadas que se han emitido hasta ahora vemos multitud de enredos, líos disparatados, triángulos y cuadrados amorosos, sentimientos a flor de piel… y en medio de todo, la pequeña Emma, que sin comerlo ni beberlo se ve envuelta en situaciones de lo más variopintas. Todos, de una manera u otra, tendrán que ir encontrando el modo de adaptarse a la vida con un bebé.

     El planteamiento no es muy original, pero tampoco lo necesito. Las sorpresas impredecibles no son algo que busque en las sitcoms (aunque esto no quiere decir que no ocurra alguna que otra). Lo que quiero es diversión, personajes con los que pueda encariñarme, una posible pareja a la que apoyar de principio a fin… Y todo eso está en Baby daddy.

     La mayoría de los episodios son autoconclusivos y no suele haber cliffhangers frecuentes. Otro punto a su favor es la duración. A veces, las series de 40 o 60 minutos se me acaban haciendo un poco largas y no siempre encuentro tiempo para ver el capítulo completo de una sola vez; sin embargo, los episodios de Papá canguro, como prácticamente los de todas las producciones de este tipo, duran 20 minutos y se pueden ver casi en cualquier momento.

     Recientemente la emisora ha anunciado que la renueva para una quinta temporada. Son buenas noticias; eso significa que está gustando. Ojalá hubiera más de este estilo, pero por ahora estoy contenta por tener Baby daddy. Quien esté cansado de tanto drama y busque entretenimiento sin complicaciones tiene aquí una muy buena opción.


Puntuación: 4 (sobre 5)

Las fiestas y costumbres de Campo Maior

26/08/2015

     Hoy he vivido una experiencia completamente nueva y ha sido tan gratificante que la comparto con vosotros por si alguien tiene ocasión de experimentarla también. Me han llevado por sorpresa a Portugal, concretamente a la localidad de Campo Maior, donde, desde el día 22 de agosto hasta el 30 del mismo mes, se están celebrando las Festas do Povo o Fiesta de las Flores.

     Esta tradición se remonta a finales del siglo XIX, pero la manera en que se celebra hoy en día tiene un origen más reciente. Los vecinos del pueblo engalanan las calles con flores y otros objetos elaborados con papel y cartón y son capaces de crear auténticas obras de arte, variadas y coloridas.

     Según me han contado, esta fiesta se celebra cada cuatro años y, aunque en ediciones anteriores la entrada era gratuita, este año cuesta cuatro euros, pero os aseguro que merece la pena ir. Además, el trabajo de la gente bien vale el precio.

     Al parecer, este año es especial, puesto que el pueblo aspira a que la Unesco catalogue esta festividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. No sé si lo logrará, pero desde luego, es algo digno de verse. 

     Os dejo algunas fotos, aunque cuando las he pasado al ordenador me he dado cuenta de que no reflejan la belleza real ni el auténtico ambiente. Podéis verlas más grandes si pincháis encima.








     Toda la zona ajardinada de esta foto, incluida la vegetación de la fuente, es de papel: 





     Hay muchas más calles engalanadas, pero no quiero saturar la página con demasiadas fotos, porque además esto no es todo, sino que también he podido ver el Museu Aberto, que es lo que ya me ha terminado de conquistar. Se trata de un museo de historia y costumbres. Una vez más, las fotografías no le hacen justicia:











     Como podréis imaginar, he vuelto a casa de lo más contenta. Si tenéis oportunidad de pasaros por Campo Maior, no la dejéis escapar.

Los papeles póstumos del club Pickwick


     Los papeles póstumos del Club Pickwick es la primera novela de Charles Dickens. Inicialmente se publicó por entregas en inglés entre 1836 y 1837. Hoy por hoy se venden en español la edición de Mondadori (ilustrada, con 1040 páginas, por 29'00 euros) y la de Debolsillo (por 9'95, con 1008 páginas, pero más difícil de encontrar).

¿De qué va?: 

     Samuel Pickwick es el fundador del Club Pickwick, una asociación dedicada a investigar cualquier aspecto u objeto curioso que encuentre para que quede constancia en los anales de la historia. Para cumplir con su noble propósito, decide recorrer distintos puntos de la geografía británica en compañía de otros miembros del club, muy distintos entre sí.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):
     
     La primera advertencia que tengo que hacer a quien quiera leer este libro por primera
vez es que tenga cuidado si va a hacerlo en un lugar público, puesto que corre el riesgo de que los transeúntes o viajeros que se hallen cerca lo miren con extrañeza cuando no pueda reprimir las carcajadas. No recuerdo haberme reído nunca tanto con un libro como con este; de hecho, uno de mis familiares me dijo, literalmente, que parecía que estaba leyendo Mortadelo y Filemón. Eso sí, esto no significa que toda la obra mantenga de manera constante el tono humorístico, pero cada vez que hay un golpe cómico, es imposible aguantar la risa.  
 
     Soy consciente de que quizás el título no sea muy atractivo y es muy probable que el grosor cause que algunos lectores sean reticentes a darle una oportunidad a esta novela, pero, por lo general, el texto resulta muy ameno y el estilo de Dickens es muy accesible. Sin necesidad de un lenguaje recargado y pedante, el autor sabe cómo introducirnos de lleno en las peripecias de los personajes que pueblan la obra, de manera que recorremos con ellos distintos lugares ingleses buscando los hallazgos más absurdos (aunque no lo sean para ellos, claro), topándonos con gentes de muy diversa condición, conociendo costumbres curiosas, etcétera.


     La ironía puebla gran parte del texto. Los propios personajes son de por sí caricaturescos, aunque se tomen muy en serio a sí mismos, y esto contribuye a potenciar el efecto cómico. Dickens se burla en alguna que otra ocasión de los protagonistas, aunque siempre con sutileza. Pongo como ejemplo este fragmento referido al propio Pickwick, a quien todos consideran un pozo de sabiduría, cuando se encuentra asomado a una ventana de un piso alto:


«El señor Pickwick cayó en un encantador y delicioso ensueño.
-¡Hola! -fue el sonido que le hizo volver en sí. Miró a la derecha y no vio a nadie; sus ojos se dirigieron a la izquierda y traspasaron la lontananza; observó el cielo, pero allí nadie le requería; y entonces hizo lo que habría hecho enseguida una mente vulgar: miró al jardín y vio allí al señor Wardle».


       No obstante, el humor no es insustancial. El autor utiliza esa ironía para criticar, veladamente, algunos aspectos de la sociedad de su época, como los sistemas parlamentario y jurídico, los trucos de la abogacía… A ello hay que sumar que hay episodios más serios, puesto que, como he comentado, la risa no es continua.


«Una multitud  no necesita saber a propósito de qué aclama».


     Pese a todo, para mí la historia decae cuando el tono cambia de manera radical hacia el final. La crítica deja de ser mordaz y cómica y los episodios serios dejan de ser esporádicos para ocupar un primer plano. Esto sucede antes de la página 800 de mi edición. Es entonces cuando Dickens se centra en contarnos las “bondades” del sistema penitenciario del momento. Nos arrastra al modo de vida de las cárceles de deudores y es aquí cuando, lo confieso, me he llegado a aburrir

     La estructura de la obra es peculiar. No sigue el habitual planteamiento de
introducción-nudo-desenlace, sino que se van sucediendo una serie de aventurillas que los personajes van teniendo a lo largo de su peregrinaje. A veces resultan algo deslavazadas, y en otras ocasiones, algunos personajes ya conocidos vuelven a aparecer u ocurre alguna anécdota relacionada con vivencias anteriores. Además, a lo largo de todo el libro, el autor va introduciendo relatos breves que nada tienen que ver con la narración principal. Son historias contadas por aquellos que los pickwickianos van encontrando en su camino. Como es de esperar, algunas son más interesantes que otras.


«Me tomé mucho trabajo pa educarle; le eché a correr por las calles cuando era muy pequeño, a que se arreglara por su cuenta. Es la única manera de que un chico se haga listo».


     Un aspecto muy importante que considero necesario tener en cuenta es el de las ilustraciones originales. Los papeles póstumos del club Pickwick está estrechamente unido a las ilustraciones que se publicaron conjuntamente con el texto, puesto que el editor de Dickens le obligó a escribir cada pasaje a partir de los dibujos que un dibujante le iría presentando regularmente. Dicho dibujante fue, en un primer momento, Robert Seymour. Sin embargo, nuestro escritor se cansó pronto de esta imposición y se negó a llevar a sus personajes al terreno marcado por Seymour. De este modo, Dickens pidió que fuera al contrario. Seymour no lo aceptó muy bien y, por este o por otro motivo que desconozco, acabó suicidándose. El sustituto escogido fue Hablot K. Browne, que se sometió a las peticiones del autor. 

     Mi edición, la de Debolsillo, no recoge esos dibujos. Es la primera vez que me arrepiento de comprarme un libro en bolsillo, pero admito que fue por puro desconocimiento. No sabía la relevancia que tenían las ilustraciones. Creo que merece la pena gastarse un poco más y comprar una edición que las incluya.

     Mi conclusión final es bastante buena. Me he divertido mucho con esta obra, quitando esa parte que se me ha hecho pesada.


Puntuación: 3'5 (sobre 5)

Encuesta: ¿nuevo contenido?

16/08/2015   

     Últimamente he estado pensando en añadir nuevo contenido al blog. Llevo un tiempo escuchando programas de radio muy interesantes y creo que estaría bien compartir mi opinión al respecto, pero tengo dudas sobre qué acogida tendrían las reseñas relacionadas con el medio radiofónico. La temática de los programas de los que suelo disfrutar gira en torno a diversos ámbitos: literatura, historia, mitología, leyendas, misterio, ciencia... Como no pretendo escribir entradas que puedan resultar aburridas y hagan que huyáis del blog, he decidido crear una pequeña encuesta para que opinéis lo que mejor os parezca. Si os da algún tipo de problema, no dudéis en decírmelo.
Gracias por colaborar.


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