La vida que nos separa

 06/07/2025

La vida que nos separa es la novena novela nacida de la pluma del autor catalán Chufo Lloréns. Fue publicada por primera vez en tapa dura por la editorial Grijalbo en 2023 y hoy por hoy cuenta también con una edición en formato bolsillo.

 

¿De qué trata?:  

Barcelona, 1977. En un país que se asoma a un nuevo horizonte de libertad, la vida de Mariana Casanova se tambalea. Los tejemanejes económicos de su marido Sergio, un joven ejecutivo sin escrúpulos, la abocan a la ruina económica junto a sus cuatro hijos pequeños. Debatiéndose entre el matrimonio y su decepción ante un hombre que carece de palabra y de honor, Mariana emprende la tarea de salvar su familia, aunque para ello tenga que tomar medidas drásticas.

Dieciséis años atrás, el futuro se abría ante ella mostrándole lo que prometía ser un camino de rosas. Una adolescente Mariana daba sus primeros pasos en la vida adulta y en la alta sociedad de la época, muy marcada por las costumbres y tradiciones que seguían señalando los deberes y las obligaciones de las mujeres. En esos años de aprendizaje, la joven se enfrentó a la pasión de Rafael, un rejoneador mucho mayor que ella que cayó rendido a sus encantos, y a la de Enrique, su primer amor, un aspirante a músico que partió a París para cumplir sus sueños de convertirse en un virtuoso del violín.

Pero ese sendero antaño sembrado de ilusiones se ve ahora ensombrecido por un matrimonio fallido y un futuro incierto. ¿Debe Mariana seguir mostrando lealtad a un hombre como su marido y seguirlo en su huida de la justicia? ¿Tiene algún sentido cumplir con lo que le inculcaron sus padres y todo su entorno? ¿Es ya demasiado tarde para aspirar a la felicidad?


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Este  libro ha resultado ser una de mis dos grandes decepciones literarias en lo que va de año. Ya iba avisada por la opinión de otros lectores, pero, como siempre, me gusta juzgar por mí misma. No sería la primera vez que me llevo una sorpresa positiva, aunque, con pesar, tengo que afirmar este que no es el caso.

Evidentemente, habrá lectores a quienes les guste, ya que no existen dos lecturas iguales. Sin embargo, para mí ha sido un libro lleno de nada.

Conocí a Chufo Lloréns hace unos años gracias a La ley de los justos, una novela que me regalaron unas amigas y que me enganchó rápidamente, aunque el papel de las mujeres en ella me pareció penoso. Más adelante, durante un verano con bastante tiempo libre, afronté con calma las más de ochocientas de El destino de los héroes, un magnífico folletín que me mantuvo completamente absorbida. Mientras que la primera fue un entretenimiento agradable, la segunda me dejó poso y aún hoy recuerdo bien algunos de sus personajes. Me quedé con ganas de más, aunque han pasado unos años antes de volver al autor.

Mientras que en las dos obras mencionadas hay diversas tramas protagonizadas de forma coral por muy distintos personajes, en La vida que nos separa encontramos una única protagonista, Mariana, y todo lo que acontece, que es muy poco en realidad, gira en torno a ella.

La primera parte va alternando dos tiempos, el presente de Mariana en los años 70 y su pasado como adolescente para que sepamos cómo la vida y sus decisiones la llevaron hasta el punto en el que se encuentra. Estos capítulos son los que transcurren en Barcelona, aunque no se llega a profundizar en las características históricas, urbanísticas o sociales que definían la ciudad entonces. La plasmación de esta en sí misma es muy vaga y no llegamos a ver mucho más que un par de costumbres de la alta sociedad y la mención de alguna revista de entonces. 

Un problema fundamental que encuentro es que Mariana no me gusta. Se narra el paso de varios hombres por su vida, pero con ninguno me transmite nada, ya que su apego a ellos no viene de un cariño real fomentado por el trato, sino por aspectos superficiales y vacuos. Así, uno de sus pretendientes le atrae por la fama y lo que supone ser admirada por un hombre tan popular. El otro le gusta por ser muy apuesto físicamente. Para mí, se caracteriza por no saber lo que quiere y ser un tanto veleidosa. Su única constante en la adolescencia es oponerse a sus padres para elegir libremente lo que ella decida. Ni siquiera su primer amor de juventud me parece significativo, porque, aunque tengamos que creer que le deja huella de alguna manera, lo cierto es que ella, simplemente, se limita a dejarse llevar y es una historia con escaso relieve en la mayor parte del libro. 

La trama se desarrolla muy poco. Los mismos sucesos o algunos muy similares se repiten. Así, vemos continuamente a Mariana resistiendo los embates de la vida, pensando en si perdonar o no al prenda de su marido, planteándose en cómo llevarse bien con él por sus hijos, trabajando y saliendo con sus amigas. Es que no hay más.
 
«He llegado a una conclusión: la ausencia afirma los amores, las amistades y los recuerdos... Estos días he de almacenar todo lo que me digas, me enseñes y nos ocurra para tener material que alimente mi memoria cuando me vaya».

De los personajes masculinos no me ha gustado ninguno. Por un lado tenemos a Sergio, de quien sabemos desde el principio que es el elegido de Mariana para contraer matrimonio. Es un personaje muy simple, lleno de clichés, diseñado para caer mal y que nos compadezcamos de ella. En él no hay matices. 

Por las páginas pasa también Rafael, un rejoneador casi veinte años mayor que Mariana, pero que se enamora de ella porque sí y mantiene vivo ese amor durante otros veinte años aproximadamente porque… No sé, la verdad. No hay ni química ni nada entre ellos. Es un personaje muy cargante creado sólo en un intento de aportar conflicto en la trama y volverla más dinámica.

Enrique, el primer amor de Mariana, pasa sin pena ni gloria. Más que como una persona real se ve como un esbozo. Parece un personaje sin desarrollar. Al principio es presentado como un muchacho determinado a cumplir sus sueños, aunque eso le lleve a renunciar a algunas cosas. Más adelante, aparece de manera esporádica para que le veamos en una relación enfermiza iniciada únicamente por un impulso sexual, lo que, en mi opinión, no lo deja en muy buen lugar.

Tras presentar a todos estos personajes y plantear el conflicto sobre el que gira la trama, esto es el desastre económico y familiar originado por la desfachatez y la sinvergonzonería de Sergio, pasamos a una segunda parte en México, donde Mariana y sus hijos tienen que trasladarse siguiéndolo a él. Aquí ya no hay saltos en el tiempo, pero continúa la misma percepción difusa de los ambientes y costumbres. Hay pinceladas con respecto a estas cuando Mariana trabaja o sale de fiesta, pero las descripciones me resultan escasas e insuficientes.  Unos pocos modismos mexicanos sueltos de vez en cuando no pueden solucionarlo.

 

Los personajes secundarios en esta ocasión aparecen para darle a Mariana algo que hacer, pero no poseen interés por sí mismos, al menos para mí. Además, el estancamiento vital de la protagonista se remarca aún más cuando las tramas empiezan a repetirse. 

El final es del todo incomprensible. A lo largo del texto, la protagonista toma sus decisiones en función de sus enseñanzas católicas y, sobre todo, de lo que considera mejor para sus hijos, quienes son el centro de su vida. Sin embargo, en un desenlace precipitado, sin desarrollar y mal encajado, esto queda al margen y no se nos plantea en ningún momento qué tipo de malabarismos va a tener que realizar para casar su decisión final con su papel como madre.

Con todo, valoro el esfuerzo del autor por haber seguido escribiendo y publicando con noventa y un años de edad y, pese a este tropiezo, seguiré leyendo sus obras pasadas que me quedan por conocer, ya que, lamentablemente, se nos ha ido este año.

Mi conclusión final es que La vida que nos separa resulta ser una novela repetitiva, engordada sin necesidad, con un mal final, personajes apenas desarrollados y un recorrido insulso por una vida totalmente anodina.


Puntuación: 1 (sobre 5)

Yumi y el pintor de pesadillas

 29/06/2025


Durante la pandemia mundial de 2020, Brandon Sanderson escribió cuatro novelas conocidas como novelas secretas, ya que así es como fueron creadas. Yumi y el pintor de pesadillas es la tercera de ellas, aunque independiente de las demás. 

Estos libros fueron autopublicadas en inglés y, posteriormente, salieron en español por la editorial Nova. Estas últimas ediciones son de tapa dura y están ilustradas. Además, a principios de 2025 se publicaron unas ediciones limitadas en bolsillo, a un precio más asequible, pero con un tamaño de letra muy pequeño.

 

¿De qué trata?: Yumi viene de una tierra de jardines, meditación y espíritus donde tiene un deber esencial como sacerdotisa, mientras que Pintor vive en un mundo de oscuridad, tecnología y pesadillas que toman forma fuera de los sueños, resultando un peligro para las personas. Las vidas de ambos se ven extrañamente entrelazadas cuando los espíritus del mundo de Yumi le piden ayuda ante una amenaza desconocida, lo que hace que Pintor aparezca ese lugar de un modo totalmente inesperado.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

Esta lectura me hizo pasar por distintas sensaciones que comenzaron con la desidia, continuaron con un destello de interés y culminaron con un suspiro de satisfacción.

Antes de nada quiero aclarar que no soy una seguidora acérrima de Brandon Sanderson. Antes de este libro sólo había leído Elantris, que me encantó y me hizo desear leer más obras del autor, pero sin adentrarme en esas sagas ingentes e interminables del Cosmere, ya que eso supondría dedicarle mi vida lectora en exclusiva a este hombre, y hay demasiada literatura apetecible como para consagrarse a una única cosa. Esta reflexión es la que me llevó  hasta sus novelas secretas, de las cuales algunas pueden leerse de forma independiente, aunque tengan referencias al Cosmere. 

 

A priori, Yumi y el pintor de pesadillas es la que más me sedujo por sus reminiscencias japonesas y coreanas y porque se anunciaba como la obra más romántica de Sanderson. Esto último es algo que ya me iba apeteciendo, porque hacía tiempo que no encontraba un romance bien desarrollado que no cayera ni en la ñoñería ni en el extremo contrario (escenas y comentarios soeces y vulgares de una sociedad hipersexualizada) y que, además, la historia de amor no fuera lo único en la trama.

No obstante, estaba un poco preocupada porque algunos comentarios afirmaban que era necesario tener conocimientos del inmenso mundo del Cosmere para comprender las referencias al mismo hechas en este libro. Sin embargo, tras leerlo puedo decir que se entiende perfectamente y, en ese sentido, no he tenido ningún problema ni con la trama ni con los personajes.

Que el narrador sea un personaje de otra novela no supone ningún óbice y todo lo que necesitamos entender de esta historia está planteado y desarrollado sin dificultades. De hecho, ese mismo personaje, en su voz de narrador, ofrece una disertación explicativa hacia el final, aunque, a mi parecer, innecesaria.

Ahora bien, centrándonos en la trama y en el estilo, el principio me estaba resultando desalentador, ya que los acontecimientos se estancan y los personajes principales pasan buena parte haciendo lo mismo; esto es, apilar piedras o aprender a hacerlo, bañarse y comer fideos, y todo ello se narra y se describe con un registro cuasi coloquial en lo referente al léxico y a las estructuras oracionales. Estuve a punto de abandonar, pero, finalmente, me alegro de haber persistido en esta ocasión, ya que en torno a la mitad había conseguido cambia mi opinión de los personajes y observar cómo los engranajes rodaban y encajaban.


«El arte se basa en los sentimientos y la emoción. Consiste en dejarlos escapar para compartirlos. Consiste en capturar una verdad sobre ti mismo. Como si te abrieras un agujero en el pecho y revelaras tu alma».

Me di cuenta entonces que esa lentitud que me exasperaba al principio era totalmente necesaria, porque en esos acontecimientos cotidianos y aparentemente iguales es donde los dos protagonistas comienzan a encontrarse a sí mismos, pero también al otro. Lo que el lector puede entender como rutinario y repetitivo es lo que luego se demuestra imprescindible para comprender el vínculo que se crea entre ambos. La evolución de la relación es sutil, se forja poco a poco, llegando de un extremo al otro no de la nada, sino desarrollando unos cimientos sólidos sobre los que construir.


Por otro lado, la manera en la que se revelan las pesadillas y la verdad oculta tras ellas también resultan ideas muy ingeniosas, pero si digo algo más, estaría contando demasiado.

Con el personaje de Yumi hay que tener un poco de paciencia. Su actitud arrogante e intransigente fue otra de las cosas que me hizo querer dejar la lectura. Sin embargo, durante el desarrollo del libro va aprendiendo subre su pripia vida y sobre la de Pintor y comienza a reflexionar y evolucionar, llegando a ser una Yumi más madura y empática. En cambio, Nikaro (o Pintor) me gustó desde el principio. Se trata de un personaje encerrado en sí mismo, sin saber desprenderse de sus propios demonios, pero siempre dispuesto a ayudar y al sacrificio por los demás.


 «Disfrutaron juntos de la silenciosa presencia mutua, bebiéndose el momento. Se dice que todo lo que comes, hasta el aire que respiras, se transforma en parte de ti. Los ejes que componen la materia que ingieres pasan a componerte a ti. Yo, sin embargo, opino que los momentos que absorbemos en nuestra alma como recuerdos son mucho más importantes que lo que comemos. Necesitamos esos momentos tanto como el aire, y permanecen con nosotros. Potentes. Sí, una persona es más que sus experiencias, apiladas como piedras. Pero nuestros mejores momentos son la base en que nos apoyamos para tratar de alcanzar el cielo».

 

La acción transcurre en dos ambientes opuestos y reducidos, cada uno, opresivo a su manera, pero las peculiaridades de estos espacios y la ausencia de cualquier otra ambientación fuera de ellos tienen que ver con el misterio desvelado al final. 

En principio, el estilo de Yumi y el pintor de pesadillas me hace pensar un una obra destinada a un público juvenil poco avezado en la lectura o, al menos, en libros sesudos. No obstante, esto no debería ser lo que nos disuada a los que tengamos más edad o bagaje lector de darle un oportunidad, ya que el conjunto resulta una novela muy agradable, intrigante, con unos personajes que terminan conquistándonos, con interesantes reflexiones sobre el arte y con un final perfecto que logra que volvamos la última página con una sonrisa

Puntuación: 3,5 (sobre 5)

La fuente enterrada

 14/06/2025


Esta novela de Carmen de Icaza se publicó por primera vez en 1947. Sólo tres años después fue llevada al cine. En 2009, el grupo Planeta recuperó el texto original en una nueva edición, pero hoy se halla descatalogada y no existe nada que indique que pueda volver a reeditarse. 
 

¿De qué trata?: Irene Quiroga es una joven que se ve obligada a vivir en Granada con una tía que la maltrata. No obstante, la belleza de la ciudad que la rodea y su enorme sensibilidad le permiten no abandonar los sueños y fantasías que la sostienen. Durante un viaje aparentemente idílico se cruza en su camino un hombre que trunca su vida de un modo que no sospechaba. Una espiral de acontecimientos la conducen hasta Madrid, donde se ve envuelta en una vorágine de acontecimientos para los que no estaba preparada.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

A pesar de que tengo una relación muy estrecha con la literatura española, no conocí a Carmen de Icaza hasta hace muy pocos años, y puedo decir que fue por pura casualidad. Ocurrió durante un paseo por la librería de unos grandes almacenes que suele ofertar libros por 5,95€ dos veces al año. En una de esas mesas se apilaban ejemplares de Vestida de tul, otra de sus obras, en una edición que parecía de un precio mucho mayor por sus tapas duras, el papel empleado y un bonito diseño de la sobre cubierta.

Finalmente resultó ser una lectura enriquecedora. Sin ser una obra perfecta, me descubrió otra visión de los años de preguerra, guerra y posguerra. Se narra desde el punto de vista de los ricos y los aristócratas, de los favorecidos, pero desde una perspectiva muy particular, la de denunciar la situación de esas jovencitas de buena familia que eran educadas en una burbuja de infantilismo y protección para luego ser lanzadas al mundo real sin herramientas con las que desenvolverse en él.

Quise buscar más libros de Carmen, pero, para mi sorpresa, no encontré nada. Ahí es cuando comencé a indagar sobre ella y deduje que es una escritora a la que no se le ha perdonado su implicación con la sección femenina de la Falange. He llegado a leer cómo se vapuleaban sus tramas y se denostaba su estilo, causas que se esgrimen como motivo de su caída en el olvido y que resulta del todo inconcebible e incoherente si se tiene en cuenta que otra escritora (esta sí promocionada y defendida), Carmen Martín Gaite, tomó de ella la técnica narrativa del espejo y confesó la predilección que sentía por sus escritos durante la juventud. 

Al final, como siempre en los últimos tiempos, se permite y se busca que sean la política y la ideología las que se impongan por encima del arte y del talento. Ni siquiera ha importado que Carmen de Icaza fuera una feminista que expusiera en sus obras la situación de mujeres que también existía, mujeres del bando más impopular hoy, mujeres aparentemente afortunadas, pero que sufrían la imposición de un rol que cumplir, un papel dentro del hogar sin libertad al margen del marido y la obligación de mantener un ideal ante la sociedad.

Esto es lo que me he encontrado en La fuente enterrada, que llegó a mí gracias al mercado de segunda mano. Cuán superior me ha resultado con respecto a Vestida de tul. Si este fue mi vía de entrada a esta autora, La fuente enterrada ha supuesto la confirmación de que quiero leer mucho más de ella y sobre ella.

 


«El terreno estaba bravío, cortado por barrancos en que corría, hechos espuma, los riachuelos. Olía a pinos y a espliego. Irene saltaba y trepaba, con la meta del castillo ante los ojos. Había vuelto a su infancia. Mejor dicho, estaba jugando a que vivía la aventura libre y alegre de una infancia que no había tenido».

El inicio del libro ya es una sorpresa de por sí, porque comienza en un psiquiátrico femenino donde no sabemos muy bien qué posición ocupa nuestra protagonista. Seguidamente el libro va alternando retrospecciones que nos llevan a conocerla mejor y a saber por qué su destino terminó siendo ese, pero también descubrimos qué le sigue deparando la fortuna. 

El horror que ya se plantea en los primeros párrafos choca frontalmente con la belleza de los paisajes de su juventud y sus primeras ilusiones brotando de entre los maltratos a los que la somete su tía.

Los cármenes de Granada, las ruinas de los castillos de La Alpujarra y ese primer amor que puede cegarnos forman parte de un lirismo que se alterna con los momentos más desoladores. Así transcurre la obra, entre la belleza y el desastre.

La vida de Irene es un camino de caídas en el que debe recomponerse una y otra vez tras haberse perdido a sí misma. La madurez vital y sentimental vienen de la mano de otro personaje que tiene mucho que aportar, el doctor Pedro Vendrell, un hombre íntegro, honesto y honrado al que también vemos evolucionar. Es un hombre abnegado, de corazón puro que ya se ha ganado un hueco en el mío. Él es también un ejemplo de lucha y perseverancia, además de lealtad. 


«¿Tú sabes las veces que aquí, en este mismo sitio, al sentirte como ahora temblar a mi lado, he tenido que hacerme un nudo por dentro para no estrecharte contra mí y decirte: "no sigas malgastádote en vano y no digas que no hay quien te necesita?". Te necesito yo, te deseo yo, te quiero yo...».

No obstante, no nos llevemos a confusión: esta no es una historia de amor, aunque contenga una realmente auténtica. Es una historia de ensueños juveniles e ilusiones que se rompen, de pérdida, búsqueda, engaño, renuncias y esperanza. 

Hace tiempo que lo leí y el final sigue dejando ecos en mi mente. No es un desenlace común y nosotros podemos elegir si queremos que sea feliz o no.

Ojalá las emociones que me ha dejado esta novela pudieran sentirlas más personas. Ojalá Carmen de Icaza pudiera recuperar su lugar.

 

Puntuación: 5 (sobre 5)

Tempus fugit, carpe diem

 25/05/2025

Los blogs no están de moda. Hace muchos años que es así. Las redes sociales han invadido nuestros espacios, nuestro tiempo, nuestra intimidad.

Han transcurrido seis años desde mi última publicación en este rincón. Quizá en este tiempo alguna de mis entradas haya ayudado a alguien a sumergirse en una lectura o quizás, y más probable, este blog haya caído en las profundidades de esa vorágine que es internet. Sea como fuere, hoy me he despertado acordándome de este espacio.

El tiempo pasa para todos, y eso es bueno. La vida trae consigo infinidad de lecciones y cada día somos un poquito diferentes de lo que habíamos sido antes, o, al menos, eso creo yo que debe ser lo recomendable: evolucionar, cambiar, crecer.

En este tiempo he seguido devorando libros, como he hecho toda mi vida, y he ampliado la variedad de lecturas, consumiendo literatura de prácticamente cualquier subgénero y época. No obstante, no ha sido así con mi afán por ver series e, incluso, películas. La sociedad en sí se ha vuelto más oscura, cínica y negativa y esto se transluce en las producciones de la pequeña y gran pantalla. Poco refugio va quedando en ellas para los que preferimos un mundo con más luz.

Este es también uno de los motivos por los que ya no estoy en redes sociales. Probé Twitter (ahora X) durante varios años y ninguna de sus virtudes superaba sus defectos. Cada vez más personas acuden allí a exponer miserias, quejas, críticas... Además, es bien sabido que estas plataformas están diseñadas para generar adicción, así que decidí alejarme de ello. Quizá haya otras más amigables, pero no deseo volver a esa dinámica de publicar y estar pendiente de comentarios y "me gusta". Al final, todo eso deriva en demasiado ruido mental.

Este espacio siempre fue como un diario de mis aficiones. Quizá vuelva a serlo, tal vez regrese con algunas reseñas y pensamientos. Todo ello depende de ese tiempo que nos queda después de las obligaciones y tras aquel que me dedico a mí misma, porque, al fin y al cabo, aunque el tiempo se esfume, lo más importante es aprovechar el momento.




Fablehaven (saga completa)

30/03/2019



    Esta saga está compuesta por cinco libros, cuyos títulos, en orden, son los que siguen:

1) Fablehaven
2) La ascensión del Lucero de la Tarde
3) La plaga de la sombra
4) Los secretos de la reserva de dragones
5) Las llaves de la prisión de los demonios 

    Comenzó a publicarse en el año 2006 y concluyó en 2010. En España ha tenido dos ediciones distintas, ambas de la mano de la editorial Roca: la primera de ellas, en tapa dura (20 € cada volumen), y la segunda, en tapa blanda (12,95 € cada tomo).

¿De qué va?: 

    Los padres de Kendra y Seth Sorenson planean un viaje a solas, por lo que los dos adolescentes deben pasar las vacaciones con el abuelo Sorenson en la apartada reserva en la que habita, Fablehaven. Sin embargo, pese a la aparente tranquilidad del lugar, los jóvenes deben seguir a rajatabla una serie de reglas extrañas. La curiosidad y la casualidad los lleva a descubrir que, en realidad, Fablehaven es un lugar mágico lleno de criaturas peligrosas que tienen mucho que ver con la misteriosa desaparición de su abuela. Sin quererlo, los dos hermanos se ven lanzados al tablero en el que una misteriosa sociedad juega para lograr la caída de Fablehaven y un mundo plagado de demonios.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Recuerdo la emoción que sentí de niña cuando Lucy Pevensie se escondió en un armario y de repente se encontró en un nuevo, mágico y peligroso mundo llamado Narnia. Observo la admiración de otros lectores por ese niño con gafas criado por muggles y elegido para cumplir un importante destino en una escuela de magos. Viajo a mi adolescencia para verme intrigada ante la variedad de paisajes y razas que pueblan la Tierra Media. Hoy mezclo todo eso y extraigo como resultado todo lo que he sentido con la saga Fablehaven

    Ante la el goteo incesante de novedades editoriales, muchas de ellas clasificadas como “literatura juvenil” (como si eso fuera un subgénero independiente, craso error), Fablehaven ha pasado desapercibida en España. Poco se conoce, por desgracia, y difícilmente me explico los motivos. Tal vez haya quien ha querido darle una oportunidad y se ha encontrado con un primer libro más bien flojo, lento, introductorio, y unos personajes con poco gancho, por lo que puede haber perdido el entusiasmo y ha preferido no seguir adentrándose en los misterios cada vez mayores y complejos de la reserva mágica de Fablehaven. 


    «Las personas inteligentes aprenden de sus errores, pero las inteligentes de verdad aprenden de los errores de otros».


    Yo leí el primero y, aunque no me aburrió, no me incitó a continuar acto seguido los volúmenes restantes. En el inicio de la saga empecé a conocer un ambiente curioso con algunos toques de intriga, pero la acción transcurre despacio, el tono es infantil y la prosa, inmadura. Además, no hay tiempo para descubrir personajes carismáticos. A eso se suma que el punto álgido tarda en llegar y el conflicto se soluciona, quizá, demasiado fácilmente. Claro que ningún libro de los que componen la saga resulta autoconclusivo y, cuando, unos meses después, comencé el segundo, ya no pude parar.

    Lo que había leído sólo era un esbozo, un mero chiste comparado con lo que estaba por venir. Todo lo que supone el universo de Fablehaven se amplía a partir de entonces hasta límites insospechados. Olvidaos de los protagonistas adolescentes que forman parte de una profecía, por torpes que puedan parecer, o de esos otros que son elegidos para una gran misión por sus dones especiales. Tampoco son de esos chicos normales que acaban descubriendo de pronto que llevan dormido en su interior un único y gran poder. Los hermanos Kendra y Seth Sorenson van creciendo como personajes poco a poco, se desarrollan conforme suceden los hechos. A veces son capaces de adaptarse y otras, casi se ven superados por ellos. Su evolución es natural y su maduración como personas y como personajes se produce de forma creíble y lógica. Es su propia forma de ser la que los ayuda o los entorpece, y cualquier don sobrevenido les llega por su tesón y sus acciones, y no simplemente porque por ser ellos sean especiales, como a veces sucede en la fantasía juvenil. Son tan vulnerables como lo seríamos cualquiera de nosotros en su situación.



    «¿Os dais cuenta del poder que tienen los sentimientos para distorsionar vuestra interpretación de la realidad? Eso hace pensar si de verdad has tenido un mal día o si tú mismo has hecho que pareciese un mal día».


    Kendra empezó siendo mi favorita en el primer libro. En algunos aspectos empaticé mucho con ella y me sentí identificada. Sin embargo, Seth se me atragantó. Pensé que, como en las Crónicas de Narnia, siempre tiene que haber un niño tonto que vaya provocando líos. Sin embargo, a partir del segundo libro, me quedé completamente enganchada a los capítulos protagonizados por el menor de los hermanos Sorenson. Seth, sin abandonar por completo su forma de ser, comienza un proceso de crecimiento que va unido a la temeridad, el valor, la independencia, la rebeldía y la libertad. Finalmente resulta mucho más redondo de lo que llega a ser su hermana, cuyas características predominantes son siempre la prudencia, la responsabilidad y un firme sentido del bien y del mal. 

    El mundo mágico creado por Brandon Mull es inmenso. A algunas criaturas ya las conocemos por formar parte del folclore popular, pero muchas otras han salido de la mente del autor y no sabría decir cuál es más asombrosa. Además, Mull le confiere unos rasgos característicos a cada raza o especie y los seres que vamos conociendo permanecen fieles a ellos. Pese a las sorpresas y a que cada uno tiene su carácter particular, me ha encantado cómo se tejen las distintas idiosincrasias y cómo los entes fantásticos son perfectamente reconocibles por las costumbres, lenguaje y tradiciones de los suyos. Todo esto da lugar a interacciones muy curiosas y alianzas inevitables, como también a inoportunos y peligrosos enfrentamientos. 

    Son muchos los secundarios que desfilan por las páginas, y no sólo humanos. Todos ellos tienen algo que aportar. 
 

    «Una incursión ocasional por alguna emoción negativa hace que sentirse normal resulte mucho más dulce».


    Pese al empeño de algunas criaturas y humanos por mantener un mundo ordenado en el que coexistan dentro de unos límites todas las entidades vivientes, cada libro va complicándose más y más, de manera que a nuestros protagonistas les estalla todo en las manos y no saben en quién confiar y en quién no, puesto que las traiciones y los engaños, insospechados para ellos y para nosotros, acaban estando a la orden del día. La trama va ganando complejidad y dramatismo libro tras libro y el ritmo es más trepidante

    El estilo tras el primer libro continúa siendo sencillo y asequible para cualquier lector, pero se nota mayor esmero en la prosa, un vocabulario más amplio y selecto y una sintaxis más elaborada. Los pequeños detalles comienzan a tener un poco más de relevancia y las descripciones, sin ser largas y abrumadoras, alcanzan algo más de peso. 

    Me vais a permitir un pequeño e intrascendente destripe: el amor, tan predominante en muchas sagas juveniles, es un elemento irrelevante, casi inexistente, en esta. No obstante, Brandon Mull crea una historia tan adictiva que no lo he necesitado para sentir que es redonda. 

   Con esta saga he recuperado la fe en la literatura actual protagonizada por adolescentes. No la llamaré saga juvenil, ya que hay dejarse llevar menos por las etiquetas, puesto que los libros no tienen edad y los lectores, cuando nos sumergimos en ellos, podemos jugar con la nuestra como nos plazca


Puntuación: 4,5 (sobre 5)
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