La Niña de los Cuentos

31/05/2015

     La Niña de los Cuentos, cuyo título original es The Story Girl, es una obra de Lucy Maud Montgomery publicada por primera vez en Canadá en 1911. Tiene una secuela llamada El Camino Dorado. Ninguna de las dos se ha editado nunca en España, pero existen algunas traduciones en Internet.

¿De qué va?:

    Beverly King y su hermano Félix parten de Toronto, donde residen, hacia Carlisle para pasar una temporada con sus primos y sus tíos y ver el viejo hogar de su padre. Allí conocen a la Niña de los Cuentos, que ameniza los días de los protagonistas con sus historias, pero también a Felicity, Dan y Cecily. Con ellos vivirán divertidas e inolvidables anécdotas.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Este es el libro más inocente e infantil de los que he leído hasta ahora de Lucy Maud Montgomery, y también, para mi gusto, el más flojo. Me resulta extraño decir esto sabiendo que para Maud era su favorito, pero cada uno tiene sus preferencias.

    Aunque el título haga referencia a Sara Stanley, conocida como la Niña de los Cuentos por su capacidad para contar historias, ella no es la única protagonista. De hecho, es uno de sus primos, Beverly, quien narra (ya de adulto) los acontecimientos que se desarrollan. No hay un hilo conductor lineal, ya que lo que sucede gira básicamente en torno a los juegos y preocupaciones de todos los niños de la familia King y algunos de sus amigos, formando núcleos episódicos en función de cada aventurilla, metedura de pata o de las inquietudes que tengan. Al inicio de la narración, los niños cuentan con edades comprendidas entre los once y los catorce años. 



     Toda la novela se centra exclusivamente en ellos, dejando a un lado a los adultos, que aparecen esporádicamente para ayudarlos, castigarlos o, incluso, ignorar sus tribulaciones infantiles por no darles importancia.

    Todos los protagonistas están muy bien perfilados; cada uno tiene características propias y sus peculiaridades. Todos ellos tienen algo que aportar al grupo y son tratados como niños reales, es decir, que no son perfectos ni están idealizados, sino que tienen sus trifulcas, sus caprichos, su orgullo y sus pequeños pecadillos. 



«Después de todo podría ser que no tuviera ella la culpa de ser vanidosa. ¿Qué remedio podía tener si se le permitía mirarse en un espejo?».

    
    El relato de los hechos que se van sucediendo se ve a veces interrumpido por las historias que cuenta Sara para entretenimiento de sus oyentes y de los lectores. Siempre tiene algo que aportar en relación con las distintas experiencias que van viviendo, por lo que, por lo común, sus cuentos quedan integrados en el argumento general. Dichos cuentos son, en su mayoría, de amor o terror. Gracias a este don es muy admirada por los demás, aunque en determinadas ocasiones sus narraciones sirvan para dejar a los otros jóvenes con cierta zozobra.

    Aunque la serie que se basó en esta novela (Camino de Avonlea) situó la acción en Avonlea, lo cierto es que en el libro todo transcurre en Carlisle.

    He notado en esta obra menos interés por el entorno que en otras de la autora.

También se mencionan lugares acogedores que harían las delicias de cualquiera, pero se describen con menos detalle y están tratados sólo como marco en el que tienen lugar las vivencias de los niños, sin que posean importancia por sí mismos.

     Probablemente el mayor hándicap de esta novela sea la omnipresencia de la religión. En una obra de este tipo puede ser esperable alguna referencia religiosa, pero en este caso la religión lo absorbe todo, y esto es lo que hace que lo que en un primer momento resulta entrañable al final se vuelva tedioso. Los juegos de los protagonistas, sus preocupaciones y reflexiones principales giran en torno a este asunto durante todo el libro. 

    
    El estilo de la escritora es semejante al que emplea en otros títulos suyos más conocidos: vocabulario muy expresivo pero de fácil comprensión, oraciones no excesivamente largas, uso equilibrado del diálogo y la narración…

   Las diferencias con la serie de televisión son muchísimas. Cuando yo era chica disfruté bastante con la producción televisiva y eso es lo que ha hecho que llevara las expectativas muy altas a la hora de leer el libro. En este caso, sin que sirva de precedente, me quedo con la serie, pero la novela, a pesar de sus defectos, se lee muy bien. Es algo repetitiva, como he dicho más arriba, pero bonita.


Puntuación: 2'5 (sobre 5)

Agent Carter (temporada 1)

11/05/2015

   
                Estreno: 2015                                              Género: Acción. Suspense
                País: EE. UU.                                              Episodios: 8
                Cadena: ABC                                               Duración por episodio: 40' aprox.           
 


¿De qué va?:

     En 1946, la agente Peggy Carter (Hayley Atwell) ve como sus superiores y compañeros de la SSR (Strategic Scientific Reserve) la tratan como una empleada de oficina y no le permiten realizar trabajos de riesgo para los que está suficientemente preparada. En una de las reuniones de la agencia, un antiguo conocido y amigo de la agente, Howard Stark, es acusado de vender al mejor postor inventos de gran capacidad destructiva, por lo que se da orden de buscarlo y capturarlo. En ese momento Howard contacta con Peggy con la intención de obtener su ayuda para demostrar su inocencia. Ella comienza así una doble vida dentro de la agencia.


¿Qué opino yo? (Con destripes de El capitán América: el primer vengador):

     Aunque desde siempre me han atraído las aventuras de superhéroes, no soy lectora de cómics. Me he planteado leer alguno, pero al final acabo rechazando la idea por un motivo muy sencillo: la existencia de los universos alternativos y los reinicios. Lo que a mí me gusta es que me cuenten una historia sobre un personaje y yo pueda sentir conforme a lo que le pase a ese personaje y a los que le rodean. Lo que consigue la existencia de tanto universo alternativo es que me dé igual lo que le suceda al héroe en uno de ellos, ya que poco puede importarme, por ejemplo, que muera si sé que en otro está vivo, en otro tiene un gemelo, en otro lo han clonado y en otro ha resucitado. Puedo decir lo mismo en el caso de los reinicios: no le veo mucho sentido a que la historia de alguien vuelva a ser contada desde cero y con otros matices y acontecimientos. Luego la forma que tengo de disfrutar de las hazañas de los héroes del cómic es a través del cine y la televisión, donde, a pesar de algunos remakes, no hay tantas variantes.


     Por estos medios conocí al Capitán América y a Peggy Carter, protagonistas de una de las historias de amor más tristes que he visto en la pantalla. Tanto juntos como por separado, ambos reúnen una serie de características que me hacían querer saber más de ellos. Por eso me alegró mucho que decidieran darle una serie a Peggy, y tengo la certeza de que somos bastantes los que nos hemos visto sorprendidos para bien. Sin embargo, no hay que confundirse: aquí estamos más ante una historia de detectives que de superhéroes.

    
El personaje de la agente Carter es muy complejo. No sólo es la mujer que enamoró al Capitán América y, por supuesto, no es una heroína en apuros a la espera de ser rescatada. Peggy es una agente de la SSR. Por la época en que le toca vivir y por su condición de mujer tiene que soportar muchas impertinencias por parte de sus compañeros varones, pero ella posee cualidades que la hacen apta para misiones que superan incluso las capacidades de otros agentes. 

   Es una mujer fuerte (física y mentalmente), bien entrenada, con un amplio sentido de la justicia y, al mismo tiempo, sensible y femenina. A lo largo de los ocho episodios veremos muchas facetas de ella


     Los secundarios son interesantes también. Aunque al principio parezcan seres planos destinados a complementar las hazañas de la protagonista, poco a poco vamos conociendo más de ellos. Jarvis, mayordomo de Howard Stark (padre de Tony Stark, creador de Iron Man) es el único apoyo de Peggy en la misión que debe llevar a cabo a lo largo de todos los capítulos. Ambos van descubriendo que lo que se oculta bajo la superficie es mucho más complejo y peligroso de lo que parecía. 


     Tanto Hayley Atwell como James D’Arcy (Jarvis), curiosamente ambos británicos, hacen un papel excelente y conforman en la ficción un equipo peculiar que va desarrollando una relación con gran química. 


     Una sorpresa ha sido Chad Michael Murray, al que conocía por One Tree Hill y algunas películas juveniles. Este es el rol más serio que le he visto interpretar. Su personaje está lleno de claroscuros y, poco a poco, el espectador va descubriendo qué se oculta en él y qué tipo de persona puede ser en realidad.

     La estética y la ambientación de los años 40 están muy conseguidas, así como también

los efectos especiales. Las escenas de acción resultan creíbles y contribuyen a aumentar la tensión creada por el propio argumento.

     Es una serie que puede disfrutar cualquier persona que conecte con las tramas en las que haya que desentrañar misterios insondables, en las que ocupan un papel principal organizaciones secretas y en las que la tecnología, la fuerza, la inteligencia y la tenacidad son elementos imprescindibles.

     Aunque el espíritu del Capitán América planea a lo largo de toda la producción, esta no es su historia y no es requisito imprescindible ser seguidor de los superhéroes para acompañar a Peggy por los laberintos de un peligro que nadie sospecha.


Puntuación: 4 (sobre 5)

Noticias frescas de Tejas Verdes y Luna Nueva

07/05/2015

   Como veis, hoy no vengo con ninguna reseña preparada, sino con unas noticias excelentes para todos los que admiramos los escritos de Lucy Maud Montgomery y estamos deseando hacernos con cada ejemplar que publica Toromítico, pero lo mejor es comenzar por el principio.

     Mi ciudad, Sevilla, inaugura hoy su Feria del Libro de 2015, que durará hasta el 17 de mayo. Con cámara en mano me fui tempranito para la Plaza Nueva, lugar de la celebración, para ver el ambiente y encapricharme de multitud de libros.


     Ya desde lejos me llamó la atención la caseta número 17, de Almuzara-Berenice, por la disposición de una estantería diseñada estratégicamente para captar la mirada, ya que tanto el lugar de colocación como la forma en que se han puesto los libros en ella son perfectos. Entre estos libros tienen su espacio los de la autora a la que hago mención, así que para allá me fui a entablar conversación con el responsable de prensa y comunicación del grupo Almuzara, el señor Arévalo, y su agradable compañero, de cuyo nombre no puedo acordarme. Según me dijo este último, él mismo es el responsable de la estantería de la que hablo.


     Muy amablemente me informaron de que Ana y la casa de sus sueños, el quinto de la saga de Ana Shirley, estará muy pronto en librerías, antes de un mes. Claro, eso ya es una noticia estupenda, pero yo no podía dejar de preguntar por Emily lejos de casa, el segundo de la historia de Emily Starr, y parece ser que está previsto que salga entre junio y julio. No sé si acabará retrasándose un poquito, como sucedió el año pasado con Emily, la de Luna Nueva, pero si es así, no creo que sea mucho tiempo y, probablemente, en verano ya lo tendremos.


     Esto no es lo único. No lo he confesado, pero tenía algo de miedo de que las ventas no fueran del todo bien y no pudiésemos completar las sagas. Sin embargo, como si me leyeran la mente, me han despejado todas las dudas y me han confirmado que ambas se están vendiendo muy bien. Como era de esperar, Ana le sigue ganando a Emily, pero es que la encantadora pelirroja ya tenía el camino allanado y su fama era grande antes de la edición de Toromítico. Aunque Emily también tiene una serie de televisión que la respalde, en España no se ha emitido nunca y eso influye, así que desde mi rinconcito no me cansaré nunca de recomendar sus novelas. Sólo son tres y la editorial nos está dando una por año. 

     A lo mejor parece que gano algo al hablar tanto de estas obras, pero os aseguro que no. Es sólo que me hacen sentir tan bien que necesito compartirlo. Al igual que en las novelas de Ana, los aspectos más hermosos de la vida (y a veces también los más duros) son el corazón de los libros de Emily: la verdadera amistad, la lucha por los sueños, la importancia de las pequeñas cosas, la belleza del día a día, la fuerza para vencer las adversidades, la familia, etcétera. 

    Ya sabéis que las reseñas de Emily están en el blog. Cuando el siguiente salga a la venta, os traeré, igual que hice con el primero, una galería de fotos, porque son ediciones muy bonitas. Las reseñas de Ana las seguiré haciendo conforme vayan apareciendo los libros.

Cenicienta (2015)

03/05/2015


                 Título original: Cinderella                                     Género: Fantasía
                 País: EE. UU.                                                          Año de estreno: 2015
                 Productora: Walt Disney Pictures                          Duración: 112' aprox.


¿De qué va?:

     Ella (Lily James) crece feliz junto a sus padres (Ben Chaplin y Hayley Atwell) hasta que la desgracia cae sobre su casa y la muerte le arrebata a su joven madre. Tras un tiempo, su padre contrae matrimonio con una mujer viuda, Lady Tremaine (Cate Blanchett), que tiene dos hijas, Anastasia (Holliday Grainger) y Drisella (Sophie McShera). Ella trata de adaptarse a la nueva situación, pero durante un viaje por cuestiones de negocios, su padre encuentra la muerte, lo que deja a Ella a merced de su madrastra y hermanastras, que comienzan a tratarla como una sirvienta.
 ¿Qué opino yo? (Sin spoilers):

     Si habéis leído mi crítica de Maléfica, os acordaréis de mi decepción cuando vi a la villana más grande de Disney convertida en una despechada y mi película preferida del estudio, La Bella Durmiente, pisoteada. Sin embargo, con Cenicienta me ha ocurrido justo lo contrario: el filme clásico de animación nunca ha sido de mi agrado, no por la historia en sí, sino por la manera en la que está tratada, y, en cambio, la obra de Kenneth Branagh me ha conquistado.

  Esta producción toma como base la cinta de 1950 y se mantiene muy fiel, de forma que casi parece una traslación de la misma a imagen real, pero mejorando los puntos flacos que, a mi parecer, tiene la original. Branagh dota de alma a los personajes más planos de la película de dibujos y les otorga la oportunidad de tener un pasado y unas experiencias que los convierten en seres tridimensionales.


     

     Ella, la protagonista, se somete a los dictados de su madrastra y hermanastras y aguanta el trato humillante y despótico al mismo tiempo que conserva la fe en el ser humano, el amor por la vida y la esperanza. Aunque parezca paradójico, esto es lo que hace que, a su manera, no deje de ser una heroína. Estoy segura de que muchos, yo incluida, nos hemos preguntado por qué aguanta tales vejaciones, pero reflexionando un poco he llegado a la conclusión de que en un mundo dominado por la hipocresía, el egoísmo y la crueldad, mantener intacta la pureza del corazón es, quizás, el mayor acto de rebeldía. Ella no puede imponer su voluntad sobre las otras tres, pero su comportamiento estoico, su bondad y su falta de desprecio hacen que sea muy superior. Cenicienta dista mucho de ser la mujer guerrera, independiente y casi todopoderosa que está de moda en la ficción actual, pero no es, en ningún caso, débil. Hay muchas formas de fortaleza. 


    "Recuerda siempre esto: sé generosa y ten valor. Hay más bondad en ti de la que la mayoría de la gente podría llegar a alcanzar, y eso confiere poder".



   Ha sido una grata sorpresa el papel del príncipe. Es un príncipe azul de los tradicionales de los cuentos de hadas, pero ya no es el “hombre florero” que se nos mostró en la cinta animada. No se limita únicamente a bailar con la protagonista ni tiene sólo una o dos frases. Lo conocemos como heredero a la corona, con sus responsabilidades hacia la misma, pero también como hombre. Ama a su padre y a su pueblo, al mismo tiempo que es fiel a sí mismo y sabe reconocer el auténtico sentido de la lealtad. Ve más allá de las apariencias y por eso su relación con Ella es más profunda. Su atracción no surge de mirarse a los ojos durante un baile, sino mucho antes, por descubrir qué hay en el corazón de ella. 

     Lily James transmite con su actuación la dulzura y el carisma que su rol exige y resulta bastante convincente como Cenicienta. Richard Madden da vida a un príncipe encantador, galante y simpático. Además de la suya, muy destacada es la actuación de Cate Blanchett como la madrastra. Esta actriz tiene una capacidad camaleónica para adaptarse a cualquier papel y, además, vemos que se siente a gusto. Su personaje es uno de los que más gana en matices en esta versión: sabemos que es mala, pero también sabemos por qué. A Blanchett no le importa exagerar sus gestos, hacer que su lady Tremaine parezca naturalmente sobreactuada y que provoque una extraña sensación entre temor y ridiculez.


                         "Que sea lo que se hace no es razón para que deba hacerse".                     

        
    No puedo dejar de mencionar a Helena Bonham Carter como el hada madrina. Aunque tiene pocos minutos en pantalla y estéticamente resulta muy distinta de la de la cinta de 1950, compone un personaje divertido, un poco despistado y pizpireto.

     Visualmente la película es deliciosa y perfecta. Predominan los colores vivos y pasteles. Cuando alguna escena requiere la aparición de colores oscuros, siempre hay algún elemento que produce un claro contraste. El vestuario es, asimismo, impecable. Ella pasa casi todo el metraje con el mismo vestido, pero sus otros modelos y los trajes de Lady Tremaine son impresionantes. El cuidado y el tiempo que el equipo encargado debe de haber dedicado han dado sus frutos, porque la calidad es incuestionable. Tan solo los zapatos de cristal ya son de por sí admirables, como también lo son los escenarios, tanto exteriores como interiores, los efectos especiales y la banda sonora.

 

    Para deleitarse hay también multitud de escenas que son auténtico arte, como la del baile, que probablemente será uno de los más hermosos y recordados de la historia del cine.

    El filme transcurre de manera agradable, sin digresiones innecesarias. De hecho, la sala de cine donde la vi estaba llena de niños y apenas hubo movimiento. Sólo se escuchó algún llanto al principio, durante algunas escenas tristes, pero el resto del tiempo todo el mundo estuvo sentado tranquilamente, atento a la pantalla.

     El resultado final es puro Disney; conserva el espíritu de las películas más tradicionales del estudio (de hecho, hace pequeños guiños a algunas de ellas). No hay cambios abruptos en la personalidad de los protagonistas ni se busca una vuelta de tuerca que pueda resultar original. Lo que se nos ofrece es la más prístina magia de los cuentos de hadas, y esa magia fue la que nos llevó a todos los espectadores a aplaudir entusiasmados en el cine cuando el final nos hizo creer en los sueños.

Puntuación: 4'5 (sobre 5)
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