Anthony Trollope escribió esta novela cuando corría el año de 1864. Un año después se publicó por primera vez. En España, por ahora, Trollope no es un autor tan traducido ni leído como otros y debemos agradecer a dÉpoca editorial que en 2014 nos diera su excelente edición por 24,90€, aunque en estos momentos es difícil de encontrar. No obstante, estoy convencida, y así lo deseo, de que en cuanto sea posible, habrá reedición.
¿De qué va? (Sinopsis de la editorial):
Encontramos a nuestra heroína en plena Inglaterra victoriana. Margaret
Mackenzie, una «solterona» de mediana edad que ha dedicado toda
su vida al cuidado de los demás, recibe una inesperada y considerable
herencia tras la muerte de su hermano y, por primera vez en su monótona
existencia, se siente libre para buscar cierto grado de felicidad.
Margaret decide mudarse entonces de su sombría casa de Londres a
un alegre apartamento en la próspera y refinada comunidad de Littlebath
donde, tal vez con un ojo puesto en su fortuna, los pretendientes
se le van presentando uno tras otro...
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Mi estreno con Trollope no ha sido con uno de sus títulos más reconocidos, pero La señorita Mackenzie me ha aportado ratos deliciosos. Pese a que el autor desarrolla una trama muy simple, carente de variedad temática y de artificiosidad, ha logrado con esta sencillez que me resulte ágil y amena. Mi curiosidad se ha conservado intacta hasta el final, puesto que ante la protagonista se abren diversos caminos y, aunque podamos pretender adivinar cuál seguirá, la solución no la tenemos hasta el último instante. Así, Trollope, magistralmente, me ha mantenido atrapada.
No obstante, la linealidad temática con su inexistencia de tramas secundarias puede no ser del gusto de todo el mundo. En esta novela todo gira en torno a los dilemas y conflictos que la obtención de la herencia trae para Margaret. Los asuntos monetarios son los protagonistas y, si bien se entrecruzan con alguna trama amorosa, esta está tratada con mucha tibieza. No hay que esperar el desarrollo de grandes pasiones. Tengamos en cuenta que estos personajes son ya adultos con mucho recorrido y que pertenecen a una sociedad inquisitorial que no ve con buenos ojos lo que podría considerar inapropiado según la edad y la posición. Además, las cuestiones financieras son una aspecto trascendental en la vida de quienes conforman esta historia, por lo que muchas decisiones están marcadas por ello. Claro que esto no impide que nuestros personajes tengan sentimientos, y estos oscilan entre la codicia, la compasión, la admiración, la amistad y el amor.
«Algunos hombres que no consiguen engañar a nadie terminan a veces por tener éxito en engañarse a sí mismos». |
En lo que respecta a la protagonista, Margaret captó toda mi atención en el momento en que Trollope afirma que no es especialmente guapa, brillante ni graciosa. Toda protagonista debe tener algo que atrape al lector y haga que este desee acompañarla en su periplo vital, así que me quedé pegada al libro para tratar de averiguar cuáles eran esas cualidades y, efectivamente, están ahí. Margaret es una mujer que se hace a sí misma, que oscila entre un cierto conformismo que nunca la deja satisfecha y la esperanza de alcanzar algo más, muy valiente en algunas de sus decisiones a pesar de una existencia anodina que desea romper. A veces, un rasgo concreto de su personalidad conseguía ponerme nerviosa, pero luego lograba sorprenderme del modo contrario. Creo que es una protagonista que hace reaccionar al lector; podemos disgustarnos con ella o aplaudir algunas de sus reacciones. Sea como sea, es inevitable querer que le salgan las cosas bien.
Otro aspecto llamativo es el que tiene que ver con los pretendientes. Aquí no puedo decir mucho más, pero no esperéis un Fitzwilliam Darcy o un John Thornton. Con todo, conforme avanza la historia van suscitando mayor interés, pues se descubren las cartas que juega cada uno y, finalmente, sorprende saber cómo evolucionan, en especial dos de ellos.
Los secundarios son pocos y su función es simplemente influir en la vida de Margaret de un modo u otro. Por sí mismos no tienen el mayor interés, pero son necesarios para la evolución de nuestra protagonista.
Trollope escribe con muchísima sencillez; va al grano, pero sin perder el buen sentido estético de la mayor parte de los autores clásicos. En ese aspecto me ha parecido una obra muy asequible para quien quiera iniciarse en la lectura de la novela inglesa decimonónica, si bien se debe tener en consideración lo que ya dije antes: la trama principal es la unica y la protagonista lo es en exclusiva. Es destacable, asimismo, encontrar a veces que el propio autor deja caer una opinión personal, pero tal es su gracejo al hacerlo que esta práctica no molesta en absoluto; más bien al contrario.
Además de lo ya comentado, es un libro que se adapta muy bien a cualquier época del año. Parece que el invierno es el período que más invita a leer clásicos, mientras que el verano hace lo propio con la literatura "de piscina", pero os garantizo que La señorita Mackenzie es también una buena compañera estival.
Puntuación: 3 (sobre 5) |