El gran día de la señorita Pettigrew

17/09/2017

     El gran día de la señorita Pettigrew fue la tercera novela de Winifred Watson. Aunque en un primer momento fue rechazada, finalmente se publicó por primera vez en 1937 y tuvo un gran éxito en Gran Bretaña, Australia y Estados Unidos. El inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió que siguiera adelante el proyecto de hacer una película musical.

     Con el transcurso de los años, en 2001, la novela se adaptó para la BBC 4. En 2008 fue llevada, por fin, al cine.

     En España está publicada por Espasa, que decidió cambiar la portada cuando se estrenó el filme para poner una imagen del mismo. Actualmente es difícil de encontrar en librerías, pero no está descatalogada, puesto que aparece en la página de la editorial por 5'95 euros. Consta  de 276 páginas.

¿De qué va?: 

     Guinevere Pettigrew no tiene suerte en la vida. Es una mujer de mediana edad que vive sola en la Inglaterra de los años 30 y se busca la vida como institutriz, aunque no se le dé muy bien. Por error, en la agencia de contratación la envían a casa de una estrella floreciente, Delysia Lafosse, que no tiene hijos y lleva una vida muy diferente de aquella a la que está acostumbrada Guinevere. No obstante, Delysia sí necesita ayuda, pues sus costumbres la han metido en un caos del que no sabe cómo salir y, por ello, Guinevere se ve envuelta en algo que jamás hubiera esperado.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

    No sé por qué este libro no es más famoso. Reconozco que yo misma llegué a él a través de la película. Si no se hubiera llevado la historia al cine, a lo mejor ni me habría enterado de su existencia, y es una pena, porque es una novelita que consigue que el lector se lo pase muy bien.

    Para empezar, no sólo tiene una trama entretenida, sino que cuenta con la gran baza de que sus personajes son muy carismáticos. De hecho, en realidad es más una novela de personajes que otra cosa, ya que sus reacciones, pensamientos y los diálogos chispeantes están por encima del camino que toma el propio argumento. La verdad es que es una novela un poco alocada en la que, como le pasa a la misma señorita Pettigrew, uno nunca sabe qué es lo siguiente que puede pasar, y eso que no hay muchos cambios de escenario. La mitad del libro transcurre en el apartamento de una de las dos protagonistas, la imprevisible Delysia Lafosse. Sin embargo, hay una vorágine de acontecimientos, de entrar y salir de personajes muy variopintos que obligan a la señorita Pettigrew a echar mano de recursos insospechados hasta para ella, algunos con consecuencias muy divertidas. Al final, uno se acaba encariñando con Guinevere. 


    «Hay algo que me parece fatal: compadecerme de mí misma. Sólo sirve para empeorar las cosas».


    Pese a que no se alude de forma explícita a los estragos de la guerra, se reflejan con claridad las características del período de entreguerras. Por un lado, el derroche de lujos, fiestas y pasiones de parte de la sociedad y, por otro, la escasez y dificultades de los que, con menos suerte, continuaron con casi nada entre sus manos. Delysia y Guinevere representan los dos mundos y ver cómo se adapta esta última a ese ambiente de excesos conduce a momentos risibles, a otros llenos de sarcasmo y, a veces, con su actitud, al patetismo. Hay toda una paleta de sentimientos, pero predomina el optimismo

    Diría que este título se puede encuadrar dentro de esa corriente que ahora se llama feel good, aunque el romance no es importante. De hecho, la relación de Delysia con los hombres pretende estar enfocada en clave de humor y es, precisamente, el desencadenante de la mayoría de los líos. 


    «¡No lleva maquillaje! ¿Por qué? Es indecente andar por ahí desnuda».


    La señorita Pettigrew procede de un ambiente de estrecheces y férreas restricciones morales. Sus principios, o más bien los que le han inculcado por fuerza, chocan de lleno con la vida bohemia de Delysia, sus amantes y sus amigos. No obstante, cuando Guinevere se ve obligada a salir de su zona de confort, descubre rasgos de sí misma bastante sorprendentes. Los mejores diálogos los tiene con los hombres y cuando se ha tomado una copita de más, no sabéis lo que puede salir de ahí. 



    Si veis la película, os daréis cuenta de que el principio del libro es prácticamente calcado, pero hacia la mitad de la novela, la trama empieza a diferir bastante. Digamos que en este caso me quedo con la Guinevere del libro y algunos rasgos de la Delysia de la película, básicamente porque en ella le dan más profundidad y sí que, en su caso, se desarrolla un romance de los que a mí me gustan. Ya os digo que en el texto de Winifred Watson es todo más cómico y disparatado

    Sabéis que hay libros que apetecen más en una época concreta del año. Por ejemplo, a mí en invierno me gustan los clásicos de estilo dickensiano. Sin embargo, hay otros que parecen hechos para cualquier momento. Ese es el caso de El gran día de la señorita Pettigrew. Es muy corto, con un estilo ágil, sin tregua en los acontecimientos, y con un lenguaje que se acerca al registro coloquial, lo que lo hace muy apto para esos días de calor en los que no apetece nada denso. Por otra parte, su atmósfera british lo hace perfecto para cuando empieza a refrescar y nos apetece la ya típica opción de quedarnos en el sofá con una taza de chocolate caliente o un té. 

    En resumen, estamos principalmente ante una comedia de enredo. A veces me ha recordado incluso al teatro del absurdo español, con un no parar, pasando siempre de un acontecimiento a otro, sin descripciones que ralenticen, y con infinidad de personajes circulando por la escena, pero todo con el toque inglés. 

    Me gustaría alargarme un poco más, pero no es un libro profundo del que pueda sacar mensajes trascendentes. Es, simplemente, para reír y desconectar, y si digo algo más, corro el riesgo de contar demasiado, así que dejo la reseña aquí y prefiero que seáis vosotros quienes me digáis si lo habéis leído o si pensáis hacerlo. 

Puntuación: 3'5 (sobre 5)
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