La leyenda del ladrón se publicó en España por primera vez en 2012. La edición corrió a cargo de la editorial Planeta y hoy por hoy sigue a la venta. El precio del libro es de 21'90 euros y consta de 664 páginas. No obstante, en 2013 se publicó una versión de bolsillo que puede comprarse por 10'95 euros. Esta última tiene 672 páginas.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Que una obra esté ambientada en Sevilla ya
es de por sí un aspecto atrayente para mí. Por ello, movida por un argumento
que prometía y alentada por las críticas positivas, hice un viaje al siglo XVI
a través de este libro, pero me temo que finalmente voy a ser quien ponga la
nota discordante. Tras un pasajero entusiasmo inicial por ir conociendo las
callejuelas y recovecos de la capital hispalense en los últimos años del
Renacimiento, la decepción comenzó a hacer mella en mi ánimo, de manera que he
tardado más de un mes en finalizar.
La
leyenda del ladrón tiene,
no lo niego, elementos sobresalientes, pero, por desgracia, para mí han pesado
más los negativos. Si los personajes no funcionan, no puedo sentir su historia,
por bien planteada que esté. Sé que otros lectores han observado en ellos algo
que yo no he sido capaz de ver y los han percibido como entes complejos. Sin
embargo, desde mi perspectiva son absolutamente planos, desde los antagonistas
hasta los dos protagonistas. Los primeros no presentan ningún tipo de matiz que
se escape de la mezquindad y la ruindad. Su única función es hacer daño y
causar estragos, sin que ni siquiera se aprecie en ellos el más mínimo atisbo
de duda. Son malos sin más, todos por igual: Groot, Monipodio, Vargas, Malfini…
Los secundarios son lo que yo llamo
“personajes satélite”, es decir, que existen únicamente para orbitar alrededor
de los principales y participar en la trama de estos. Es cierto que se dedican
líneas para otear algo sobre sus vidas, especialmente en el caso de Cervantes,
pero no es suficiente para que causen interés por sí mismos, puesto que, como
digo, sólo existen para dar mayor coherencia a la historia del protagonista y
no queda suficientemente bien desarrollada una profundidad psicológica. Sólo dos
de ellos muestran una mayor complejidad: Dreyer, por la tragedia que modula sus
estados de ánimo de manera evidente y por una continua elección oscilante entre la
muerte y una vida atormentada por determinados recuerdos; y Bartolo, por los
claroscuros de su personalidad.
«Los cobardes mueren muchas veces, muchacho. Los valientes, sólo una». |
En cuanto a Sancho y Clara, que son los
personajes principales, sus conflictos son casi exclusivamente con el medio
externo, es decir, con quienes les rodean y con las circunstancias que les
vienen impuestas por su condición social.
No obstante, no hay conflicto
interno, salvo una vez en Sancho, cuando reflexiona sobre las consecuencias
morales de matar a otro ser humano, y pronto se olvida de ello. Por lo demás,
cada uno de sus actos parece venir decidido por el destino más que por ellos
mismos. Incluso en una ocasión, Josué, el fiel compañero de Sancho, llega a
decirle que el muchacho debe hacer lo que hace porque el destino así lo quiere.
Si no recuerdo mal, creo que en toda la
novela Clara sólo ha de tomar por sí misma una decisión sin condicionantes que
la fuercen a optar por una opción determinada. Por ello, concibo a ambos como
marionetas de la vida más que como seres redondos que representen actitudes
reales propias de seres humanos de carne y hueso.
«Somos de la misma materia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir». |
En fin, como siempre digo en estos casos, existen tantas lecturas como lectores. Incluso una misma persona puede hacer dos o más lecturas diferentes del mismo libro, así que mi planteamiento sobre los personajes es completamente personal y subjetivo y habrá otros lectores que, con toda legitimidad, no lo compartan.
En la parte
positiva de la balanza está el ritmo de la historia, que no decae prácticamente
en ningún momento, puesto que se van enlazando distintas vicisitudes y
peripecias casi sin descanso. El mantenimiento de la intriga es, por tanto, constante.
A ello contribuye que el argumento no se centre exclusivamente en el héroe del
relato, sino que hay otra trama paralela que gira en torno a la esclava Clara y
que alcanza, en el conjunto de la narración, la misma importancia.
También es
impresionante la forma en que el autor consigue que veamos el estado de la
ciudad en el siglo XVI. No sé si realmente estaba como él expone, pero sin duda
ha hecho un gran trabajo de documentación, puesto que nos da incluso el nombre
que algunas calles y zonas tenían entonces, aunque hay que tener en cuenta que
es más una novela de aventuras que histórica. Eso sí, un pero importante: al
final de la novela, Gómez-Jurado afirma que le llama la atención que
Shakespeare y Cervantes murieran el mismo día, el 23 de abril. Este es un error
muy común, porque lo cierto es que Cervantes murió el 22 y Shakespeare,
teniendo en cuenta el calendario gregoriano, el 3 de mayo.
En resumen, se ve
que esta obra tiene mucho trabajo detrás y el esfuerzo del escritor es
apreciable. Si buscáis por internet, la mayoría de las críticas son buenas, así
que si os llama la atención el argumento, no os dejéis llevar sólo por mi
opinión. No es un mal libro, sólo que no es un libro para mí.
Puntuación: 2 (sobre 5) |