Antes del auge del manga japonés en España y antes de que “cómic” ganara la batalla a “tebeo” muchos niños disfrutamos de estas historietas cargadas de humor en las que los protagonistas distaban mucho de ser torturados héroes salvadores de la humanidad. En algunos casos los personajes tenían características comunes con sus lectores y en otros, estaban caricaturizados, pero siempre cumplían su función, hacernos reír y pasar momentos inolvidables.
A mí me tocó ser niña y adolescente a principios y mediados de los 90. No teníamos Internet ni teléfonos móviles y tampoco acceso a tanta diversidad y cantidad de literatura infantil y juvenil como ahora, especialmente si vivíamos en pueblos pequeños con una o dos papelerías, como era mi caso, pero jamás me faltó un tebeo que me alejara de las horas de tedio. Recuerdo especialmente aquellos veranos en los que el calor de la tarde nos obligaba a estar recogidos en casa. Mi rincón preferido era una butaca junto a la ventana. Allí me sentaba a leer mis tebeos y mis carcajadas resonaban en todo el salón. Aún hoy pienso con mucho cariño en esos buenos ratos y me da pena que buena parte de la infancia no sea capaz de vivir lo mismo. En un mundo tan tecnologizado como el que tenemos está claro que hemos avanzado en muchos aspectos, pero hemos retrocedido en otros.
Ése es el motivo por el que quiero hacer mi particular homenaje a los tebeos que me ayudaron a ser la lectora que soy ahora. Si tenéis hijos, procurad que lean tebeos. Las horas tan felices que pasarán quedarán para siempre en su recuerdo y de mayores os lo agradecerán.
LOS QUE MÁS ME GUSTARON
Zipi y Zape son dos gemelos, uno rubio y otro moreno, hijos de don Pantuflo y doña Jaimita. Son forofos del fútbol, malos estudiantes y muy traviesos, aunque tienen buen corazón y en muchas ocasiones intentan hacer buenas obras, pero sin que ellos lo pretendan, éstas no suelen terminar bien. Tienen mala suerte los pobres y la mayoría de sus historietas concluyen con ellos castigados en el cuarto de los ratones o huyendo a todo correr de don Pantuflo, que los persigue con el sacude colchones para darles una buena tunda.
Su mayor ambición es conseguir una bicicleta, y si alguna vez logran hacer algo bien, sus padres los obsequian con un vale por una pieza. Es, por tanto, un premio y no un regalo. Uno de sus enemigos es Peloto y también tienen que aguantar al empollón de su primo Sapientín.
Con ellos me inicié en este mundillo y me lo pasé en grande con sus trastadas. Todas las historias que leí eran cortas. No sé si alguna vez llegaron a tener alguna larga. Fueron creados por José Escobar y han tenido series de dibujos animados y dos películas de imagen real. Con el tiempo se les intentó modernizar para que llegasen mejor a las generaciones más actuales, ya que Zipi y Zape jugaban con tirachinas y soñaban con una bicicleta, no con videojuegos, iPhones ni nada por el estilo, y tenían que esforzarse para conseguirla. Personalmente me parece un despropósito que se quisiera cambiar todo eso. Es como si se nos dijera que Orgullo y prejucio tiene que actualizarse porque se desarrolla en un contexto demasiado ajeno a nosotros. Los niños no son tontos y es bueno que aprendan a viajar en el tiempo y el espacio a través de la literatura y sean capaces de empatizar con esos seres del papel sin necesidad de convertir a estos en sus clones.
Estos son los grandes supervivientes del tebeo español. Mientras que Zipi y Zape, lamentablemente, se han hundido, Mortadelo y Filemón continúan siendo los reyes del humor.
Cuando fui creciendo, las peripecias de los gemelos se me quedaron un poco cortas, así que me pasé a estos personajes de Francisco Ibáñez, que son los que me hicieron reír hasta dolerme la barriga.
Mortadelo y Filemón son agentes de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), una agencia secreta que combate la delincuencia y que está dirigida por el superintendente (también conocido como el Súper). Mortadelo es un maestro del disfraz y en muchas viñetas se nos presenta con trajes y formas imposibles. Filemón es el jefe y, supuestamente, el cerebro.
La parodia y la comedia son flagrantes en cada página. A los dos agentes se les encomiendan misiones variopintas que les complican la vida y por las cuales terminan llevándose mamporros a tutiplén, especialmente Filemón. Las primeras historietas que me llegaron de ellos eran cortas, pero pronto empezaron a protagonizar aventuras más largas que ocupaban un tebeo casi entero.
También han tenido sus dibujos animados y sus películas, pero nada puede igualar a los Mortadelo y Filemón del papel.
A ellos llegué por casualidad. Una vez hube leído todo lo que había a mi alcance de Mortadelo y Filemón, tenía ganas de más, pero ante la imposibilidad de encontrar números nuevos, acudí a la biblioteca. Allí tenían una colección de volúmenes gordos que recopilaba más historias de los agentes de la T.I.A., pero no se prestaban. Al lado había otra colección exactamente igual, sólo que con las tapas de otro color, de Astérix y Obélix. Nunca entendí por qué esa sí se prestaba y la otra no.
La cuestión es que para no aburrirme decidí empezar por el primer tomo y al final acabé enganchadísima a estos personajes. El guion es obra de René Goscinny y los dibujos son de Albert Uderzo, ambos franceses.
Astérix y Obélix viven en una pequeña aldea gala alrededor del año 50 a.C. Gracias a la poción mágica que prepara el druida Panorámix los residentes en dicha aldea obtienen una fuerza sobrehumana que les permite resistir los intentos de conquista del poderoso Imperio Romano.
Astérix es bajo y delgado, mientras que Obélix es alto y gordo. El primero suele mostrarse juicioso y astuto y el segundo, más ingenuo. Junto a ellos aparecen otros personajes geniales, como Asurancetúrix (el bardo), Edadepiédrix (el más anciano del poblado), Abraracúrcix (el jefe), Julio César y algunos centuriones romanos, Cleopatra, etcétera.
Este tebeo contribuyó a solidificar los cimientos de mi interés por las culturas antiguas. No sólo me divertí muchísimo, sino que al mismo tiempo aprendía. No me parecía tan humorístico como Mortadelo y Filemón, pero la historia es más interesante. Su solidez narrativa lo acerca argumentalmente a la novela.
Una vez más, las películas de imagen real no le llegan a la obra original ni a la suela de los zapatos. También existen filmes animados e incluso videojuegos.
OTROS
Sacarino fue creado por Ibáñez. Trabaja como botones en un periódico, aunque le encargan tareas de todo tipo. Sin embargo, a él no le gusta mucho trabajar y constantemente busca escaquearse para dedicarse a otros pasatiempos. Algunos de sus descuidos provocan divertidos líos que acaban afectando al director (el Dire) y al presidente (el Presi).
Al final, las meteduras de patas de este botones terminaron gustándome mucho. Lástima que sólo pude leer las pocas páginas que se le dedicaban en un par de números del Súper Humor (tebeo recopilatorio con las aventuras de distintos personajes) que me regalaron.
Este tebeo creado por Gosset se desarrolla en época prehistórica, aunque con muchos anacronismos que refuerzan el tono humorístico. Los dibujos son muy sencillos. Roquita es una niña que vive con su madre, una araña y un perro y que odia con todas sus fuerzas la sopa de hueso. La trama gira básicamente en torno a las artimañas de Roquita para librarse de comer la dichosa sopa.
De ella me compraron una revistilla porque no quedaba nada de mis personajes preferidos en la papelería. La cogí sin muchas ganas, aunque al final la disfruté, sólo que no me caló tanto como para repetir. Además, en algunos momentos Roquita me pareció un poco cruel con su madre.
De ella me compraron una revistilla porque no quedaba nada de mis personajes preferidos en la papelería. La cogí sin muchas ganas, aunque al final la disfruté, sólo que no me caló tanto como para repetir. Además, en algunos momentos Roquita me pareció un poco cruel con su madre.
Éste es otro personaje de Ibáñez que también me hizo reír mucho. Se trata de un hombre bajito cuya principal característica es estar totalmente cegato. Eso unido a sus despistes lo conduce a confusiones y desastres hilarantes. Además de tener sus propios tebeos llegó a aparecer en algunos de Mortadelo y Filemón.
Hay quien se ha quejado por creer que la historia de Rompetechos se burla de la miopía, pero esto me parece una tontería. El propio creador es miope. También yo lo soy y este personaje me encanta. Es sencillamente genial, y de vez en cuando no viene mal poner un poco de humor a cosas que pueden ser algo fastidiosas.
Carpanta es una creación de José Escobar. Este personaje lo tuvo difícil para sortear la censura en la España de posguerra, ya que aunque la historia estaba muy suavizada, no dejaba de reflejar las duras circunstancias que se daban en la época. Carpanta no tiene familia, vive bajo un puente y su principal empeño es encontrar algo para comer cada día. Sus aventuras cuentan todos sus trucos para conseguir comida, normalmente sin éxito. Como contrapunto de Carpanta aparece su amigo Protasio.
Como ocurre con Zipi y Zape, hay que entenderlo en su contexto. Prueba de que no es necesario modernizar estos tebeos, como se ha querido hacer con los gemelos, es que la época en la que Carpanta llegó hasta mí no tenía nada que ver con el momento histórico del personaje y, sin embargo, fui capaz de disfrutarlo muchísimo siendo una niña.
Hay otros títulos en los que no profundicé tanto en mi infancia, aunque me hubiese gustado. Algunos de ellos son 13, Rue del Percebe; Doña Urraca; Pepe Gotera y Otilio; Anacleto, agente secreto; etcétera.
En la actualidad los tebeos se venden mucho menos y el cómic americano y el manga han tomado el relevo. Algunos personajes han quedados relegados al olvido y la mayoría de sus historias están descatalogadas. ¿Habéis tenido u os gustaría tener alguna experiencia con los tebeos? ¿Creéis que los niños de ahora han perdido cosas importantes que teníamos las generaciones de antaño?