¿De qué va?:
Basada en un libro de Janette Oke, esta serie cuenta la historia de Elizabeth Thacher (Erin Krakow), una joven maestra que decide abandonar su posición acomodada en el seno de una familia rica para ejercer su profesión en un pequeño pueblo minero del oeste canadiense a principios del siglo XX.
Tras un accidentado viaje, logra llegar a la localidad de destino, Coal Valley, justo después de que un desastre en la mina haya acabado con la vida de muchos trabajadores. Al mismo tiempo, y contra su voluntad, es destinado al pueblo Jack Thornton (Daniel Lissing), miembro de la Policía Montada. Ambos coinciden en ayudar dentro de sus posibilidades a los habitantes del lugar, aunque la relación entre ellos se ve enturbiada en un primer momento por un motivo que Jack no tarda en descubrir.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Definitivamente esta es la serie más bonita que he visto en mucho tiempo, un tipo de producción que echo de menos en la televisión española. Se trata de una serie familiar que mezcla una historia interesante, unos personajes redondos y unos valores tradicionales que hoy, incomprensiblemente, parecen considerarse obsoletos por parte de algunas personas. En los últimos tiempos para que una ficción televisiva resulte atractiva a los ojos del espectador es necesario dotarla de buenas dosis de violencia y sexo, y creo que no hace falta que nombre ninguna en concreto, pues ejemplos hay muchos y seguro que todos conocemos algún título así (que conste que no lo critico, pero en exceso todo satura y es bueno que haya variedad). La serie que traigo hoy es un descanso para la mente, un pequeño remanso de paz que se centra en el lado más humano de la vida, sin banalidades.
La familia, el amor duradero, la fidelidad, el respeto, el honor, la supervivencia, la lealtad y el esfuerzo no son precisamente moco de pavo, aunque, como dije antes, me da la impresión de que algunas de estas cuestiones son consideradas ñoñas y poco dignas de llevar a la pantalla, cuando realmente son pilares básicos de una sociedad, y eso es lo que viene a corroborar esta producción.
Pese a que estos elementos son una constante en cada capítulo, están tratados de tal modo que el resultado final no es empalagoso, aunque sí deja una sensación de optimismo y un entrañable deseo de tener fe en la humanidad.
Cada episodio trata varias tramas, algunas que concluyen en el mismo episodio y otras que se prolongan durante más tiempo, incluso hasta el final de la temporada. Los asuntos principales giran en torno al accidente de la mina y sus consecuencias, los problemas a los que se enfrentan los niños de la escuela y el progresivo acercamiento entre Elizabeth y Jack (que tienen una química tremenda).
No niego que tiene algunos fallos. Aunque, por lo general, los escenarios interiores están bien montados y los exteriores son preciosos, algunos fondos se ven un poco falsos. A esto hay que sumar que los niños de la escuela cambian en cada capítulo como por arte de magia; sólo hay tres o cuatro fijos. No obstante, son detalles que no me han molestado en absoluto y que no le restan calidad, porque el argumento es coherente y los conflictos, lo suficientemente complejos e intrigantes para lograr que no se pierda interés en ellos.
Es una serie en la que las mujeres tienen una especial importancia y esto es algo que me ha gustado mucho. La fortaleza que muestran y la unión entre ellas, no por meras minucias, sino para afrontar las dificultades que se les presentan en una época compleja, son dignas de admiración. Elizabeth es la protagonista, pero no es la única que tiene relevancia. Su relación con las demás está cargada de momentos de aprendizaje, comprensión y apoyo. La mayoría son mujeres seguras de sí mismas que no se dejan vencer por las adversidades, que no son pocas.
Asimismo, el trabajo de la maestra con los alumnos también es un factor prioritario, ya que al igual que las viudas, los pequeños y los jóvenes se ven expuestos a diversas preocupaciones, no sólo relacionadas con su educación, sino con la vida misma.
Otro aspecto fundamental es el romántico, muy bien llevado, porque no estamos ante un romance rápido, inverosímil y edulcorado. Todo empieza con un tira y afloja que, por fortuna, no dura mucho. Eso da paso a una relación de cordialidad que poco a poco se convierte en amistad para seguir paulatinamente con los pasos del cortejo, que Elizabeth es muy tradicional. Lo que contribuye al tono realista es que los dos protagonistas no viven en las nubes pensando exclusivamente en qué bonito es el amor, sino que ambos alternan con el resto de personajes y tienen otras tribulaciones. Tampoco todo es fácil para ellos.
Quiero destacar también que me ha parecido estupendo que los protagonistas no sean bellezas impresionantes, sino personas normales que conquistan por otros méritos (aunque, permítaseme un comentario superficial, Daniel Lissing tiene una sonrisa preciosa).
La serie me ha dejado unas sensaciones cercanas a las que tuve cuando vi Lark Rise to Candleford y Road to Avonlea, que son también producciones familiares que se desarrollan en un entorno rural y suponen una inyección de optimismo a pesar de los problemas que se les presentan a los personajes.
Existe una película con el mismo título, When calls the heart, y con un argumento similar. Parece que se presentó como piloto, pero no es necesario verla, ya que la serie tiene su propio comienzo y desarrollo, con otros actores. Yo personalmente no la he visto y no creo que lo haga, porque las críticas no son nada buenas y no quiero estropear el buen sabor de boca que me ha quedado.
En resumen, serie muy recomendable llena de valores que no deberían perderse, con una historia sólida y personajes creíbles que se hacen querer. La segunda temporada llegará en la primavera de este año.
Puntuación: 4'5 (sobre 5) |