Juanita la Larga es una de las últimas novelas de Juan Valera. Vio la luz por primera vez en 1895, cuando el escritor contaba ya con setenta años. Son muchas las editoriales que la han publicado en España. En la actualidad, dos de las ediciones que podemos encontrar a mejor precio son la de Alianza, que está a la venta por 11'50 euros y cuenta con 280 páginas, y la de Akal, con 448 páginas por 10'70 euros.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Juanita la Larga es un retrato colorista y vívido de una sociedad pueblerina de la Andalucía de mediados del siglo XIX. Valera nos la presenta como un reflejo de sus recuerdos de niñez, envuelta en un halo bucólico y en parte idealizada, ya que nos describe un pueblo en continua ebullición, con fiestas locales habituales y una estrecha relación entre todos sus habitantes. No obstante, el carácter intrínseco real de muchos municipios se recoge en la obra, y el autor da muestras de conocerlo bien: la hipocresía imperante, el qué dirán, el buen o mal nombre de las familias, etcétera.
En la novela se le concede a esta localidad el nombre de Villalegre, y en ella se ha querido ver un reflejo de los lugares en los que Valera habitó en su infancia, Doña Mencía o Cabra, pueblos cordobeses.
De entrada, el argumento llama la atención porque lo que se nos plantea es el enamoramiento de un hombre de cincuenta y tres años de una muchacha de diecisiete. Sin embargo, resulta mucho más llamativo que la diferencia de edad no sea lo que preocupe entre los vecinos de los protagonistas, sino la brecha existente entre la clase social de don Paco y la de Juanita y el origen de la joven, ilícito según la visión del momento, ya que es fruto de los amores de juventud de su madre.
Don Paco se nos presenta como un hombre aún con cierto atractivo, culto y con un alto prestigio en la zona. Pese a sus años, su atracción por Juanita rejuvenece su actitud y, dejando de lado la prudencia que le es característica, se debate entre ceder a sus pasiones o tratar de aceptar que un amor como ése es a todas luces imposible.
Por su parte, Juanita es una belleza, resuelta, orgullosa y fuerte. Despierta muchas envidias, y lo que es tomado por las gentes del pueblocomo un comportamiento desafiante y descocado la lleva a tener muchos disgustos. Don Paco parece ser el único que la respeta por como es, independientemente del origen de su nacimiento o de las malas lenguas.
Don Paco se nos presenta como un hombre aún con cierto atractivo, culto y con un alto prestigio en la zona. Pese a sus años, su atracción por Juanita rejuvenece su actitud y, dejando de lado la prudencia que le es característica, se debate entre ceder a sus pasiones o tratar de aceptar que un amor como ése es a todas luces imposible.
Por su parte, Juanita es una belleza, resuelta, orgullosa y fuerte. Despierta muchas envidias, y lo que es tomado por las gentes del pueblocomo un comportamiento desafiante y descocado la lleva a tener muchos disgustos. Don Paco parece ser el único que la respeta por como es, independientemente del origen de su nacimiento o de las malas lenguas.
Juanita muestra su dignidad en muchas ocasiones, colocándose a veces en un plano mental por encima de personajes de mayor relevancia social, como el cacique o el mismísimo don Paco, ya que ella es quien pone de manifiesto todas las desventajas de un matrimonio o una relación con hombres a los que no ama y que se elevan muy por encima de ella en la jerarquía de clases. La muchacha no quiere unirse a nadie sin amor, pero en la obra se producen una serie de hechos y malas decisiones que dan lugar a confusiones que llevan a don Paco a una posición muy difícil.
Los sentimientos de Juanita, sean de amor o de odio, son muy intensos, y es inevitable estar en vilo deseando saber qué decisiones tomará y si será capaz de enamorarse o no.
Los personajes que pueblan este libro se muestran tan vivos que parecen querer escapar de él para ser personas de carne y hueso. Todos los tipos sociales que podemos imaginarnos en un pueblo como éste aparecen en la obra. Doña Inés, la hija de don Paco y la antagonista principal de Juanita, es la mejor representación de la hipocresía que puede darse. El propio don Paco siente temor de su hija por ser ésta una auténtica “furia del averno” disfrazada de cordero. Supone el principal obstáculo en la historia de amor, aunque no el único.
«Como
doña Inés tenía muy presentes los mandamientos de la Ley de Dios y los
observaba con exactitud rigurosa, nunca dejaba de honrar a su padre como debía,
si bien procuraba honrarlo desde lejos y no verlo con frecuencia».
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Tenemos también al cacique, don Andrés, que se siente atraído por Juanita, al marido disoluto de doña Inés, al párroco de la localidad, al maestro, don Pascual, o a don Policarpo, el boticario, encarnación de la superstición popular.
Valera emplea un registro culto en la narración y a la hora de prestar voz a los personajes de más alta reputación. Hace gala de un vocabulario riquísimo, por lo que viene bien tener un diccionario cerca. Al mismo tiempo, usa un estilo popular y hasta vulgar para otros personajes, como Juana la Larga, madre de Juanita, la misma Juanita o Antoñuelo, el amigo de la infancia de la protagonista y que tantos disgustos da.
El diálogo, pese a estar presente, es escaso, y lo que predomina es la narración. Las descripciones no son extensas ni arduas, y enriquecen mucho el texto, situándonos de lleno en la Andalucía de aquellos años, trasladándonos a sus paisajes y costumbres.
Otro punto de interés son las referencias gastronómicas. Juana es toda una experta en las artes culinarias, y se nombran platos y postres que despiertan el deseo de buscar recetas similares para probar suerte en los fogones y degustar esas delicias.
Estamos ante una novela de costumbres no muy extensa que nos llevará a otra época y a otro ambiente, y con unos personajes que se niegan a quedar atrapados en el papel.
Puntuación: 4 (sobre 5) |