¿De qué va?:
La vida de Sarah da un vuelco cuando se reencuentra con alguien de su pasado al que creía muerto. Esto afecta profundamente a su relación con los Bligh. Sin embargo, continúa atada a George por un secreto que sólo ella conoce y que traerá a su mente antiguos y dolorosos recuerdos.
Mientras tanto, los hilos que todos han ido tejiendo comienzan a dirigirlos hacia lugares insospechados.
¿Qué opino yo? (Con destripes de las temporadas anteriores):
He tardado demasiado en hacer la reseña de esta temporada, pero cuando algo no me gusta nada, me embarga la pereza más absoluta, y lo que he vivido con esta serie ha sido un tremendo desengaño. Las dos primeras temporadas me tuvieron en vilo capítulo tras capítulo, por lo que el anuncio de cancelación me disgustó enormemente. A la segunda temporada le dieron un final decente, pese a no cerrar por completo algunas tramas. Si lo hubiesen dejado ahí, esta producción sería ahora digna de recuerdo. Sin embargo, los seguidores recogieron firmas para lograr una tercera temporada, algo que yo apoyé. Lo que no esperaba es que, al prosperar la petición, la serie cambiase de manos. Otra emisora y otros guionistas se hicieron cargo de ella y la calidad ha caído en picado. La seguí al ritmo de emisión, pero el cambio ha sido tal que pronto me descubrí a mí misma deseando que se terminase.
A place to call home siempre se ha caracterizado por el melodrama, pero los conflictos de los personajes y la manera de enfrentarse a ellos los hacían de carne y hueso, creíbles y redondos. Además, había un equilibrio realista: la desesperación iba acompañada de la esperanza; la tristeza, de pequeños instantes de paz; la maldad, de la bondad. Esta proporción permitía a los espectadores sufrir e intrigarse en unos momentos y relajarse y respirar con tranquilidad en otros. Ahora, en cambio, el melodrama es extremo. El drama más exacerbado lo envuelve todo y no existe un instante de calma ni para los protagonistas ni para nosotros. A esto hay que añadir que ni siquiera existe un ápice de originalidad en las tramas. Los guionistas no han debido de estar muy inspirados, porque han optado por recursos manidos que hemos visto mil veces y han hecho una mescolanza, de manera que todo lo peor que hayamos podido encontrar en producciones dramáticas está aquí. No falta nada, oigan. Tenemos infidelidad, muerte, enfermedad, violación, maltrato…, y si siguen las cosas así, veremos hasta alcoholismo. Temas polémicos los ha habido siempre en esta serie, pero estaban tratados con un esmero y una delicadeza que se han perdido y, por supuesto, no era necesaria una acumulación semejante de elementos tremebundos que, más que intrigar al televidente, lo agotan. Además, los responsables han incorporado más desnudos y sexo, metidos con calzador. Si fuera necesario para el desarrollo argumental, bien, pero no es el caso. Se trata simplemente de más subterfugios para atraer a la gente.
Para más inri, ni siquiera se ha mantenido la fidelidad con el carácter de algunos personajes. Para empezar, vemos a una Sarah mucho más débil e insegura. Después de todo lo que conocemos de su vida, me cuesta creer ciertas decisiones que toma. Antes siempre apreciamos en ella una sensibilidad compatible con su fortaleza, pero estas han dado paso a la indecisión y al miedo, al regreso de traumas que estaban superados. Hay mucha más cobardía en ella de lo que nunca vimos.
Tampoco me ha gustado Olivia. Puedo entender por qué hace lo que hace y, seguramente, hubiera llegado a este punto en algún momento, pero no debía ser ahora. No es lógico después de las reglas morales y sociales que ha transgredido tan recientemente por estar con James.
El cambio más radical es el de Gino. Es por completo otro personaje. Gino es un chico que ya tuvo problemas antes, como, por ejemplo, los derivados de su relación con Anna, pero su temperamento a la hora de afrontarlos era totalmente distinto. Quizás los guionistas hayan pensado que esta variación de su personalidad sea adecuada para forzar situaciones que fomenten el interés, pero para mí ha resultado lo contrario.
La única que experimenta una transformación lógica es Elizabeth. Continúa, en su desarrollo personal, el itinerario que comenzó a seguir en la temporada anterior. Es quien más crece como persona y personaje y, sin duda, la única que me ha gustado.
En el lado contrario permanece Regina, que ya era plana cuando empezó la serie y sigue siéndolo. Es una mala sin profundidad, sin matices. De las peores villanas que he visto. A place to call home lograba que empatizáramos con algunos personajes, que comprendiéramos a otros o que nos enfadáramos con determinados actos o ideas. Con estos nuevos episodios han conseguido que, prácticamente, ni empatice ni entienda a casi nadie, y no me enfado con ninguno porque me dan igual. Eso es lo peor que le puede pasar a una producción televisiva.
Los anteriores guionistas acertaron en el enfoque de temas tan delicados como la homosexualidad o la violencia familiar. Nos introdujeron en las consecuencias psicológicas que las personas que lo viven pueden llegar a tener, nos hicieron padecer con ellos, pero esta vez el dolor y la impotencia se diluyen en un desarrollo mucho más vulgar y con falta de tacto.
Todo lo demás sigue estando muy cuidado: vestuario, ambientación, peluquería, fotografía…, aunque a veces se noten mucho los cromas.
No hay que olvidar que cuando la nueva cadena se hizo cargo de la continuación, decidió volver a rodar el último capítulo de la segunda temporada para cambiar algunas tramas y seguir a partir de ahí. Al final, creo que habría sido mejor dejarlo todo como estaba en lugar de empeorar un producto que se encontraba al nivel de las mejores series británicas.
Mi recomendación es quedarse con las dos primeras temporadas y el final original, que, pese a no ser perfecto, es mejor que lo que están haciendo. Por mi parte, no veré la cuarta temporada y la serie pasa directamente al apartado de abandonadas.
Puntuación: 1'5 (sobre 5) |