¿De qué va?:
Phoebe Throssel (Katherine Hepburn) es una joven que comparte casa con su hermana Susan (Fay Banter) en la Inglaterra de 1805. En edad casadera, Phoebe espera una declaración del hombre del que está enamorada, el doctor Valentine Brown (Franchot Tone). Sin embargo, cuando ambos se encuentran a solas, no llega la esperada petición de matrimonio, sino una noticia muy diferente: Valentine se marcha a la guerra. De ella regresa diez años después, pero el reencuentro resulta decepcionante para ambos. Phoebe ya no es la hermosa joven que era y todo se complica cuando entra en escena Olivia, una muchacha que dice ser la sobrina de Phoebe y cuya apariencia es exactamente igual que la de ella diez años antes.
La trama está basada en una obra teatral de J. M. Barrie, autor de Peter Pan.
La trama está basada en una obra teatral de J. M. Barrie, autor de Peter Pan.
¿Qué opino yo? (Sin destripes):
Olivia ha superado todo lo que yo esperaba de ella. Tiene todas las cualidades que debe tener una comedia romántica que se precie de serlo, no como las que se vienen haciendo en los últimos años, que ni acaban de ser románticas ni hacen gracia en ningún momento. Además, no le he visto ningún defecto que me moleste en especial, así que puedo decir que es la película clásica que más me ha gustado últimamente.
Tiene incluso un cierto aroma austeniano por el orgullo de la protagonista, la ironía y la burla, las segundas oportunidades, la importancia de las apariencias y de las costumbres sociales, etcétera. No faltan los enredos que hacen las delicias del espectador, porque los tejemanejes de Phoebe y Olivia se ven comprometidos por las meticonas de sus vecinas, solteronas cuyo único interés es meter las narices en la vida de los demás. Eso me hace recordar en cierto sentido Cranford de Elizabeth Gaskell, salvando las distancias, claro.
En Phoebe, además, despuntan algunos aspectos de modernidad. Con apenas treinta años se ve relegada al estatus de solterona, con las implicaciones negativas que eso tenía en la época, mientras que tiene que observar que un hombre de su generación pueda flirtear con jovencitas. Eso es lo que la lleva a reaccionar, puesto que no puede conformarse con lo que considera una injusticia, que una mujer aún joven sea tratada como una anciana que ha fracasado en el propósito de contraer matrimonio.
Eso sí, tampoco hay que buscar un mensaje trascendente y revolucionario. La película es pura diversión y no pretende mover a la más profunda reflexión ni nada por el estilo. Es una historia para evadirse y disfrutar. Es tan corta y el ritmo narrativo es tan dinámico que cuando nos damos cuenta, ya ha terminado.
Tiene incluso un cierto aroma austeniano por el orgullo de la protagonista, la ironía y la burla, las segundas oportunidades, la importancia de las apariencias y de las costumbres sociales, etcétera. No faltan los enredos que hacen las delicias del espectador, porque los tejemanejes de Phoebe y Olivia se ven comprometidos por las meticonas de sus vecinas, solteronas cuyo único interés es meter las narices en la vida de los demás. Eso me hace recordar en cierto sentido Cranford de Elizabeth Gaskell, salvando las distancias, claro.
En Phoebe, además, despuntan algunos aspectos de modernidad. Con apenas treinta años se ve relegada al estatus de solterona, con las implicaciones negativas que eso tenía en la época, mientras que tiene que observar que un hombre de su generación pueda flirtear con jovencitas. Eso es lo que la lleva a reaccionar, puesto que no puede conformarse con lo que considera una injusticia, que una mujer aún joven sea tratada como una anciana que ha fracasado en el propósito de contraer matrimonio.
«¿Por qué treinta años parecen muchos más que veintinueve?». |
Eso sí, tampoco hay que buscar un mensaje trascendente y revolucionario. La película es pura diversión y no pretende mover a la más profunda reflexión ni nada por el estilo. Es una historia para evadirse y disfrutar. Es tan corta y el ritmo narrativo es tan dinámico que cuando nos damos cuenta, ya ha terminado.
Está claro que tenemos que poner de nuestra parte para creernos una confusión que a nadie en la vida real se le pasaría por alto, pero si nos creemos que Superman es irreconocible con gafas, podemos seguir la ficción que nos plantean en este filme.
Katherine Hepburn nunca ha sido de mis actrices preferidas, pero en esta película está muy acertada. Sin ser una mujer apabullante, consigue dar a la joven Olivia la frivolidad y el encanto que requiere el personaje y que vuelve locos a los hombres. Además, me da la impresión de que Katherine se lo pasó bien en su doble papel. Se le ve bastante cómoda. También como Phoebe, más sosegada y sufridora, convence.
Al actor que encarna al galán en esta ocasión, Franchot Tone, no lo conocía de nada, pero me ha ganado. También parece meterse en la piel de su personaje sin esfuerzo. Sus maneras sustentan en distintas escenas la finalidad cómica, sin olvidar que, como Phoebe, es reflejo de una sociedad en que el hombre hacía y deshacía y la mujer debía plegarse a unas convenciones no precisamente fáciles.
¿Y qué sería de esta cinta sin las solteronas cotillas? Quizá haya algo de exageración en su comportamiento, no lo sé, pero esas mujeres insatisfechas se muestran como las guardianas de la moral, una especie de policía de la virtud y la verdad que no paran de gulusmear para tratar de averiguar si se hace o no lo correcto. A veces rozan el acoso, pero sin abandonar el tono desenfadado. Además de ellas, destaca la criada de Phoebe y Susan por los momentos tan simpáticos que protagoniza.
Los escenarios no son espectaculares y tampoco el vestuario me parece impresionante, pero creo que todo forma parte de la sencillez de esta producción. No se intenta deslumbrar, sino entretener, y eso lo consigue de sobra.
En fin, lo que se nos ofrece es un producto muy agradable que quizá exija del espectador una complicidad para entrar en la trama, pero que resulta delicioso si no somos más tiquismiquis de la cuenta.
Puntuación: 4'5 (sobre 5) |