¿De qué va?:
Durante un crucero, una embarcación de lujo topa con una mina y explota. La magnitud del desastre es de tal alcance que de los 1.156 pasajeros que viajaban a bordo sólo sobreviven treinta y siete. La tragedia aumenta al ser posible rescatar únicamente un bote salvavidas con capacidad para un máximo de catorce personas. En medio del mar, con algunos heridos y enfermos entre los supervivientes y pocos alimentos y agua, una idea comienza a rondar la mente de algunos: si todos permanecen en el bote, la muerte es practicamente segura, pero si los más débiles son abandonados en las aguas, el resto puede conseguir salvarse.
Éste es el filme que he elegido para empezar el ciclo de Tyrone Power este año. Me llamó la atención el argumento, aunque es quizás de las cintas menos conocidas del actor, y después de haberla visto puedo decir que no sé por qué, ya que es una película magnífica. En español ha recibido dos títulos distintos, Abandonen el barco y El mar no perdona, pero también en inglés: Abandon ship! y Seven waves away. Está basada parcialmente en hechos reales, concretamente en el desastre del William Brown en 1891.
El presupuesto es escaso, pero es que esta cinta no necesita más para desarrollar excepcionalmente la historia que plantea. Salvando las distancias, me recordó a Doce hombres sin piedad, porque ambas giran en torno a un dilema moral y transcurren en un mismo escenario y con unos protagonistas fijos. Sin embargo, mientras que no me habría importado estar en el lugar de Henry Fonda si hubiese sido necesario, no habría querido por nada del mundo estar en la piel del capitán de Abandonen el barco.
El personaje que interpreta Tyrone Power es éticamente muy interesante. En un primer momento es un mando intermedio, pero las circunstancias lo conducen a tomar el control en el bote. A pesar del breve intervalo de tiempo en el que transcurren los acontecimientos, sus decisiones van cambiando según las distintas necesidades, y la lucha interior consigo mismo es evidente en cada instante. Cualquier decisión que tome es dura, y ninguna es justa. La idea de dejar a algunos en el mar es repugnante para él, pero también considera cruel la otra opción, con la que, está convencido, morirán todos.
Además de al capitán, conocemos a todos los que van a bordo. El guion está enfocado a que el espectador los vea como seres humanos completos, con sueños, problemas, inquietudes y motivos para vivir. Todos son muy distintos entre sí, aunque como suele ser habitual en los casos extremos, se observa la verdadera naturaleza de cada uno, y aquí tenemos cobardes y valientes, egoístas y generosos, hipócritas y sinceros. La gente no siempre es lo que parece ser.
Curiosamente, una mujer de dudosa moral que viajaba en el barco con su amante y su marido es la que hace el razonamiento más humano: ¿cómo decidir qué vida vale más que otra? ¿Realmente son los más fuertes los mejores para la sociedad? La fuerza física y la capacidad de resistencia no tienen por qué ser las cualidades más apropiadas para vivir entre la ciudadanía. No obstante, no podemos dejar de notar que la sombra de Darwin y su teoría acerca de la supervivencia del más fuerte planea sobre cada secuencia.
No es la única reflexión importante, pero prefiero no contar más y que os animéis vosotros mismos a ver la película, si os apetece, claro. El final a mí me ha parecido inesperado. Lo que sucede magnifica las decisiones tomadas y da un giro demoledor a los acontecimientos.
No es una producción perfecta, aunque los pequeños fallos que pueda tener no merman la calidad de lo que se nos narra, y es inevitable sentir la angustia de la situación.
Tyrone Power está muy alejado de sus papeles de galán, y aquí se nota bien que lleva muchos años en el oficio (el filme se hizo un año antes de su muerte). Su actuación está más pulida que en otros de sus trabajos; sabe transmitir correctamente cada emoción y cada pensamiento.
La conclusión nos deja con una pregunta muy interesante que nos invita a reflexionar sobre el capitán, pero yo creo que hay otra mejor que seguramente se nos vendrá a todos a la mente: ¿qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar?
El personaje que interpreta Tyrone Power es éticamente muy interesante. En un primer momento es un mando intermedio, pero las circunstancias lo conducen a tomar el control en el bote. A pesar del breve intervalo de tiempo en el que transcurren los acontecimientos, sus decisiones van cambiando según las distintas necesidades, y la lucha interior consigo mismo es evidente en cada instante. Cualquier decisión que tome es dura, y ninguna es justa. La idea de dejar a algunos en el mar es repugnante para él, pero también considera cruel la otra opción, con la que, está convencido, morirán todos.
Además de al capitán, conocemos a todos los que van a bordo. El guion está enfocado a que el espectador los vea como seres humanos completos, con sueños, problemas, inquietudes y motivos para vivir. Todos son muy distintos entre sí, aunque como suele ser habitual en los casos extremos, se observa la verdadera naturaleza de cada uno, y aquí tenemos cobardes y valientes, egoístas y generosos, hipócritas y sinceros. La gente no siempre es lo que parece ser.
Curiosamente, una mujer de dudosa moral que viajaba en el barco con su amante y su marido es la que hace el razonamiento más humano: ¿cómo decidir qué vida vale más que otra? ¿Realmente son los más fuertes los mejores para la sociedad? La fuerza física y la capacidad de resistencia no tienen por qué ser las cualidades más apropiadas para vivir entre la ciudadanía. No obstante, no podemos dejar de notar que la sombra de Darwin y su teoría acerca de la supervivencia del más fuerte planea sobre cada secuencia.
- Sobrevivirán sólo los fuertes. - Lo cual hace que salgamos perdiendo, ¿no cree? |
No es la única reflexión importante, pero prefiero no contar más y que os animéis vosotros mismos a ver la película, si os apetece, claro. El final a mí me ha parecido inesperado. Lo que sucede magnifica las decisiones tomadas y da un giro demoledor a los acontecimientos.
No es una producción perfecta, aunque los pequeños fallos que pueda tener no merman la calidad de lo que se nos narra, y es inevitable sentir la angustia de la situación.
Tyrone Power está muy alejado de sus papeles de galán, y aquí se nota bien que lleva muchos años en el oficio (el filme se hizo un año antes de su muerte). Su actuación está más pulida que en otros de sus trabajos; sabe transmitir correctamente cada emoción y cada pensamiento.
La conclusión nos deja con una pregunta muy interesante que nos invita a reflexionar sobre el capitán, pero yo creo que hay otra mejor que seguramente se nos vendrá a todos a la mente: ¿qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar?
Puntuación: 4'5 (sobre 5) |