Esta entrada es completamente distinta a lo que suelo escribir habitualmente en el blog, porque no voy a hacer ninguna crítica literaria, cinematográfica o televisiva. En resumidas cuentas, hoy me he levantado con inquietudes metafísicas y me gustaría compartirlas con todos los lectores que pasen por aquí y conocer sus opiniones.
El ritmo trepidante del mundo moderno nos deja cada vez menos tiempo para actividades como la lectura. A veces, en los ratos de ocio se opta por algo que conlleve menos dedicación intelectual: ver una película entretenida, un programa de televisión, engancharse a Skype o al WhatsApp, ir de compras...
Sin embargo, y hablo según mi propia experiencia, creo que un lector consumado suele sentir un poco de remordimiento si pasa algunas temporadas sin leer. Normalmente, si un día no cojo un libro, siento que me he perdido algo. La cuestión que me planteo es: ¿qué pasa cuando el resto de actividades nos dejan tan agotados que por más que queramos nos cuesta ponernos a leer?
Supongamos que una persona trabaja ocho horas al día en jornada partida, es decir, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde. Quizás cuando vuelva a casa y antes de irse a dormir le apetezca desconectar de todo y sumergirse en un buen libro, pero ¿y si en vez de trabajar tiene que estudiar? Un estudiante universitario, que tiene que pasar la mayor parte de sus horas dedicándose a actividades intelectuales o mentales, o mejor incluso, un opositor, que ha de estudiar una media de siete u ocho horas al día, cuando por fin cierra sus libros o deja sus apuntes, ¿tiene ganas de abrir otro libro distinto para leer o solo le queda energía para salir a la calle y aprovechar los últimos rayos de sol de la tarde?
Y si además de todo esto la persona en cuestión lleva adelante un blog literario, ¿cómo le afecta? ¿Más tiempo de estudio equivale a menos lectura y por tanto a menos actualizaciones en el blog?
Personalmente fui opositora en 2010 y el esfuerzo mental que me supuso me dejó sin ganas de leer durante todo el año que pasé estudiando. Nunca abandoné la lectura, pero un libro podía durarme, sin exagerar, tres o cuatro meses. En vuestro caso ¿os es posible compatibilizar vuestra actividad diaria con esta afición?