La fuente enterrada

 14/06/2025


Esta novela de Carmen de Icaza se publicó por primera vez en 19477. Sólo tres años después fue llevada al cine. En 2009, el grupo Planeta recuperó el texto original en una nueva edición, pero hoy se halla descatalogada y no existe nada que indique que pueda volver a reeditarse. 
 

¿De qué trata?: Irene Quiroga es una joven que se ve obligada a vivir en Granada con una tía que la maltrata. No obstante, la belleza de la ciudad que la rodea y su enorme sensibilidad le permiten no abandonar los sueños y fantasías que la sostienen. Durante un viaje aparentemente idílico se cruza en su camino un hombre que trunca su vida de un modo que no sospechaba. Una espiral de acontecimientos la conducen hasta Madrid, donde se ve envuelta en una vorágine de acontecimientos para los que no estaba preparada.

 

¿Qué opino yo? (Sin destripes):

A pesar de que tengo una relación muy estrecha con la literatura española, no conocí a Carmen de Icaza hasta hace muy pocos años, y puedo decir que fue por pura casualidad. Ocurrió durante un paseo por la librería de unos grandes almacenes que suele ofertar libros por 5,95€ dos veces al año. En una de esas mesas se apilaban ejemplares de Vestida de tul, otra de sus obras, en una edición que parecía de un precio mucho mayor por sus tapas duras, el papel empleado y un bonito diseño de la sobre cubierta.

Finalmente resultó ser una lectura enriquecedora. Sin ser una obra perfecta, me descubrió otra visión de los años de preguerra, guerra y posguerra. Se narra desde el punto de vista de los ricos y los aristócratas, de los favorecidos, pero desde una perspectiva muy particular, la de denunciar la situación de esas jovencitas de buena familia que eran educadas en una burbuja de infantilismo y protección para luego ser lanzadas al mundo real sin herramientas con las que desenvolverse en él.

Quise buscar más libros de Carmen, pero, para mi sorpresa, no encontré nada. Ahí es cuando comencé a indagar sobre ella y deduje que es una escritora a la que no se le ha perdonado su implicación con la sección femenina de la Falange. He llegado a leer cómo se vapuleaban sus tramas y se denostaba su estilo, causas que se esgrimen como motivo de su caída en el olvido y que resulta del todo inconcebible e incoherente si se tiene en cuenta que otra escritora (esta sí promocionada y defendida), Carmen Martín Gaite, tomó de ella la técnica narrativa del espejo y confesó la predilección que sentía por sus escritos durante la juventud. 

Al final, como siempre en los últimos tiempos, se permite y se busca que sean la política y la ideología las que se impongan por encima del arte y del talento. Ni siquiera ha importado que Carmen de Icaza fuera una feminista que expusiera en sus obras la situación de mujeres que también existía, mujeres del bando más impopular hoy, mujeres aparentemente afortunadas, pero que sufrían la imposición de un rol que cumplir, un papel dentro del hogar sin libertad al margen del marido y la obligación de mantener un ideal ante la sociedad.

Esto es lo que me he encontrado en La fuente enterrada, que llegó a mí gracias al mercado de segunda mano. Cuán superior me ha resultado con respecto a Vestida de tul. Si este fue mi vía de entrada a esta autora, La fuente enterrada ha supuesto la confirmación de que quiero leer mucho más de ella y sobre ella.

 


«El terreno estaba bravío, cortado por barrancos en que corría, hechos espuma, los riachuelos. Olía a pinos y a espliego. Irene saltaba y trepaba, con la meta del castillo ante los ojos. Había vuelto a su infancia. Mejor dicho, estaba jugando a que vivía la aventura libre y alegre de una infancia que no había tenido».

El inicio del libro ya es una sorpresa de por sí, porque comienza en un psiquiátrico femenino donde no sabemos muy bien qué posición ocupa nuestra protagonista. Seguidamente el libro va alternando retrospecciones que nos llevan a conocerla mejor y a saber por qué su destino terminó siendo ese, pero también descubrimos qué le sigue deparando la fortuna. 

El horror que ya se plantea en los primeros párrafos choca frontalmente con la belleza de los paisajes de su juventud y sus primeras ilusiones brotando de entre los maltratos a los que la somete su tía.

Los cármenes de Granada, las ruinas de los castillos de La Alpujarra y ese primer amor que puede cegarnos forman parte de un lirismo que se alterna con los momentos más desoladores. Así transcurre la obra, entre la belleza y el desastre.

La vida de Irene es un camino de caídas en el que debe recomponerse una y otra vez tras haberse perdido a sí misma. La madurez vital y sentimental vienen de la mano de otro personaje que tiene mucho que aportar, el doctor Pedro Vendrell, un hombre íntegro, honesto y honrado al que también vemos evolucionar. Es un hombre abnegado, de corazón puro que ya se ha ganado un hueco en el mío. Él es también un ejemplo de lucha y perseverancia, además de lealtad. 


«¿Tú sabes las veces que aquí, en este mismo sitio, al sentirte como ahora temblar a mi lado, he tenido que hacerme un nudo por dentro para no estrecharte contra mí y decirte: "no sigas malgastádote en vano y no digas que no hay quien te necesita?". Te necesito yo, te deseo yo, te quiero yo...».

No obstante, no nos llevemos a confusión: esta no es una historia de amor, aunque contenga una realmente auténtica. Es una historia de ensueños juveniles e ilusiones que se rompen, de pérdida, búsqueda, engaño, renuncias y esperanza. 

Hace tiempo que lo leí y el final sigue dejando ecos en mi mente. No es un desenlace común y nosotros podemos elegir si queremos que sea feliz o no.

Ojalá las emociones que me ha dejado esta novela pudieran sentirlas más personas. Ojalá Carmen de Icaza pudiera recuperar su lugar.

 

Puntuación: 5 (sobre 5)

Tempus fugit, carpe diem

 25/05/2025

Los blogs no están de moda. Hace muchos años que es así. Las redes sociales han invadido nuestros espacios, nuestro tiempo, nuestra intimidad.

Han transcurrido seis años desde mi última publicación en este rincón. Quizá en este tiempo alguna de mis entradas haya ayudado a alguien a sumergirse en una lectura o quizás, y más probable, este blog haya caído en las profundidades de esa vorágine que es internet. Sea como fuere, hoy me he despertado acordándome de este espacio.

El tiempo pasa para todos, y eso es bueno. La vida trae consigo infinidad de lecciones y cada día somos un poquito diferentes de lo que habíamos sido antes, o, al menos, eso creo yo que debe ser lo recomendable: evolucionar, cambiar, crecer.

En este tiempo he seguido devorando libros, como he hecho toda mi vida, y he ampliado la variedad de lecturas, consumiendo literatura de prácticamente cualquier subgénero y época. No obstante, no ha sido así con mi afán por ver series e, incluso, películas. La sociedad en sí se ha vuelto más oscura, cínica y negativa y esto se transluce en las producciones de la pequeña y gran pantalla. Poco refugio va quedando en ellas para los que preferimos un mundo con más luz.

Este es también uno de los motivos por los que ya no estoy en redes sociales. Probé Twitter (ahora X) durante varios años y ninguna de sus virtudes superaba sus defectos. Cada vez más personas acuden allí a exponer miserias, quejas, críticas... Además, es bien sabido que estas plataformas están diseñadas para generar adicción, así que decidí alejarme de ello. Quizá haya otras más amigables, pero no deseo volver a esa dinámica de publicar y estar pendiente de comentarios y "me gusta". Al final, todo eso deriva en demasiado ruido mental.

Este espacio siempre fue como un diario de mis aficiones. Quizá vuelva a serlo, tal vez regrese con algunas reseñas y pensamientos. Todo ello depende de ese tiempo que nos queda después de las obligaciones y tras aquel que me dedico a mí misma, porque, al fin y al cabo, aunque el tiempo se esfume, lo más importante es aprovechar el momento.




Fablehaven (saga completa)

30/03/2019



    Esta saga está compuesta por cinco libros, cuyos títulos, en orden, son los que siguen:

1) Fablehaven
2) La ascensión del Lucero de la Tarde
3) La plaga de la sombra
4) Los secretos de la reserva de dragones
5) Las llaves de la prisión de los demonios 

    Comenzó a publicarse en el año 2006 y concluyó en 2010. En España ha tenido dos ediciones distintas, ambas de la mano de la editorial Roca: la primera de ellas, en tapa dura (20 € cada volumen), y la segunda, en tapa blanda (12,95 € cada tomo).

¿De qué va?: 

    Los padres de Kendra y Seth Sorenson planean un viaje a solas, por lo que los dos adolescentes deben pasar las vacaciones con el abuelo Sorenson en la apartada reserva en la que habita, Fablehaven. Sin embargo, pese a la aparente tranquilidad del lugar, los jóvenes deben seguir a rajatabla una serie de reglas extrañas. La curiosidad y la casualidad los lleva a descubrir que, en realidad, Fablehaven es un lugar mágico lleno de criaturas peligrosas que tienen mucho que ver con la misteriosa desaparición de su abuela. Sin quererlo, los dos hermanos se ven lanzados al tablero en el que una misteriosa sociedad juega para lograr la caída de Fablehaven y un mundo plagado de demonios.



¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Recuerdo la emoción que sentí de niña cuando Lucy Pevensie se escondió en un armario y de repente se encontró en un nuevo, mágico y peligroso mundo llamado Narnia. Observo la admiración de otros lectores por ese niño con gafas criado por muggles y elegido para cumplir un importante destino en una escuela de magos. Viajo a mi adolescencia para verme intrigada ante la variedad de paisajes y razas que pueblan la Tierra Media. Hoy mezclo todo eso y extraigo como resultado todo lo que he sentido con la saga Fablehaven

    Ante la el goteo incesante de novedades editoriales, muchas de ellas clasificadas como “literatura juvenil” (como si eso fuera un subgénero independiente, craso error), Fablehaven ha pasado desapercibida en España. Poco se conoce, por desgracia, y difícilmente me explico los motivos. Tal vez haya quien ha querido darle una oportunidad y se ha encontrado con un primer libro más bien flojo, lento, introductorio, y unos personajes con poco gancho, por lo que puede haber perdido el entusiasmo y ha preferido no seguir adentrándose en los misterios cada vez mayores y complejos de la reserva mágica de Fablehaven. 


    «Las personas inteligentes aprenden de sus errores, pero las inteligentes de verdad aprenden de los errores de otros».


    Yo leí el primero y, aunque no me aburrió, no me incitó a continuar acto seguido los volúmenes restantes. En el inicio de la saga empecé a conocer un ambiente curioso con algunos toques de intriga, pero la acción transcurre despacio, el tono es infantil y la prosa, inmadura. Además, no hay tiempo para descubrir personajes carismáticos. A eso se suma que el punto álgido tarda en llegar y el conflicto se soluciona, quizá, demasiado fácilmente. Claro que ningún libro de los que componen la saga resulta autoconclusivo y, cuando, unos meses después, comencé el segundo, ya no pude parar.

    Lo que había leído sólo era un esbozo, un mero chiste comparado con lo que estaba por venir. Todo lo que supone el universo de Fablehaven se amplía a partir de entonces hasta límites insospechados. Olvidaos de los protagonistas adolescentes que forman parte de una profecía, por torpes que puedan parecer, o de esos otros que son elegidos para una gran misión por sus dones especiales. Tampoco son de esos chicos normales que acaban descubriendo de pronto que llevan dormido en su interior un único y gran poder. Los hermanos Kendra y Seth Sorenson van creciendo como personajes poco a poco, se desarrollan conforme suceden los hechos. A veces son capaces de adaptarse y otras, casi se ven superados por ellos. Su evolución es natural y su maduración como personas y como personajes se produce de forma creíble y lógica. Es su propia forma de ser la que los ayuda o los entorpece, y cualquier don sobrevenido les llega por su tesón y sus acciones, y no simplemente porque por ser ellos sean especiales, como a veces sucede en la fantasía juvenil. Son tan vulnerables como lo seríamos cualquiera de nosotros en su situación.



    «¿Os dais cuenta del poder que tienen los sentimientos para distorsionar vuestra interpretación de la realidad? Eso hace pensar si de verdad has tenido un mal día o si tú mismo has hecho que pareciese un mal día».


    Kendra empezó siendo mi favorita en el primer libro. En algunos aspectos empaticé mucho con ella y me sentí identificada. Sin embargo, Seth se me atragantó. Pensé que, como en las Crónicas de Narnia, siempre tiene que haber un niño tonto que vaya provocando líos. Sin embargo, a partir del segundo libro, me quedé completamente enganchada a los capítulos protagonizados por el menor de los hermanos Sorenson. Seth, sin abandonar por completo su forma de ser, comienza un proceso de crecimiento que va unido a la temeridad, el valor, la independencia, la rebeldía y la libertad. Finalmente resulta mucho más redondo de lo que llega a ser su hermana, cuyas características predominantes son siempre la prudencia, la responsabilidad y un firme sentido del bien y del mal. 

    El mundo mágico creado por Brandon Mull es inmenso. A algunas criaturas ya las conocemos por formar parte del folclore popular, pero muchas otras han salido de la mente del autor y no sabría decir cuál es más asombrosa. Además, Mull le confiere unos rasgos característicos a cada raza o especie y los seres que vamos conociendo permanecen fieles a ellos. Pese a las sorpresas y a que cada uno tiene su carácter particular, me ha encantado cómo se tejen las distintas idiosincrasias y cómo los entes fantásticos son perfectamente reconocibles por las costumbres, lenguaje y tradiciones de los suyos. Todo esto da lugar a interacciones muy curiosas y alianzas inevitables, como también a inoportunos y peligrosos enfrentamientos. 

    Son muchos los secundarios que desfilan por las páginas, y no sólo humanos. Todos ellos tienen algo que aportar. 
 

    «Una incursión ocasional por alguna emoción negativa hace que sentirse normal resulte mucho más dulce».


    Pese al empeño de algunas criaturas y humanos por mantener un mundo ordenado en el que coexistan dentro de unos límites todas las entidades vivientes, cada libro va complicándose más y más, de manera que a nuestros protagonistas les estalla todo en las manos y no saben en quién confiar y en quién no, puesto que las traiciones y los engaños, insospechados para ellos y para nosotros, acaban estando a la orden del día. La trama va ganando complejidad y dramatismo libro tras libro y el ritmo es más trepidante

    El estilo tras el primer libro continúa siendo sencillo y asequible para cualquier lector, pero se nota mayor esmero en la prosa, un vocabulario más amplio y selecto y una sintaxis más elaborada. Los pequeños detalles comienzan a tener un poco más de relevancia y las descripciones, sin ser largas y abrumadoras, alcanzan algo más de peso. 

    Me vais a permitir un pequeño e intrascendente destripe: el amor, tan predominante en muchas sagas juveniles, es un elemento irrelevante, casi inexistente, en esta. No obstante, Brandon Mull crea una historia tan adictiva que no lo he necesitado para sentir que es redonda. 

   Con esta saga he recuperado la fe en la literatura actual protagonizada por adolescentes. No la llamaré saga juvenil, ya que hay dejarse llevar menos por las etiquetas, puesto que los libros no tienen edad y los lectores, cuando nos sumergimos en ellos, podemos jugar con la nuestra como nos plazca


Puntuación: 4,5 (sobre 5)

Kilmeny la del huerto

09/11/2018


     1910 fue el año en que se publicó por primera vez esta novela autoconclusiva de Lucy Maud Montgomery en su país de origen. Las ediciones en inglés no llegan a 200 páginas, pero en español continúa inédita hoy por hoy.

¿De qué va?:

     Eric Marshall, un joven que acaba de terminar sus estudios, está decidido a continuar el negocio paterno cuando un profesor amigo le pide un favor. Este no es otro que el de trasladarse a la Isla del Príncipe Eduardo para sustituirlo temporalmente en una pequeña escuela. La vida en la zona se le hace rutinaria a Eric hasta que entra en un apartado huerto en el que ve a una hermosa muchacha tocando el violín. Queda entonces fascinado y decide acercarse poco a poco a ella, pero son muchas las sorpresas que guarda Kilmeny. La primera de ellas, que no puede hablar.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Kilmeny la del huerto es la manzana de caramelo de las fiestas, la nube del cielo con forma de cachorrillo, la flor bañada en el rocío de la mañana… En definitiva, es la novela más idílica de cuantas he leído de Lucy Maud Montgomery, el romance hecho prosa y la prosa hecha poesía.

     La sencillez es otra nota característica de esta obra. La trama va transcurriendo como corren las aguas mansas de un límpido arroyo, sin grandes sobresaltos. Todo es esperable, los sucesos son claros desde el principio, pero no por ello se deja de disfrutar su lectura. Al contrario, me he recreado en cada frase de la autora, en cada encuentro de los protagonistas, en el nerviosismo de Eric y en la historia que oculta Kilmeny.

     Siempre me ha parecido que, con la sola excepción de Barney Snaith (Valancy Stirling), Maud no confiere en sus libros una atención especial a los coprotagonistas masculinos y que estos son más bien un esbozo que personajes redondos y complejos. Kilmeny la del huerto es una novela especial en este sentido, puesto que a pesar del título, el protagonista es un hombre, Eric. Con él, la autora construye casi a un héroe de novela caballeresca, un joven sin aristas, con claros talentos, que cae rendido a los pies de una dama de belleza deslumbrante y aura mística. Kilmeny es esa muchacha inocente y angelical, alguien a quien todo el mundo querría proteger, pero quien, sin embargo, guarda un doloroso recuerdo de algo que proporciona más emoción al libro, un error ajeno de origen más psicológico que moral que le impide hablar y que constituye por sí mismo, con sus consecuencias y desenlace, una historia que podría encajar en una novela de realismo mágico.

     Ni Eric tiene llamativos matices ni Kilmeny deja de ser un personaje estereotipado, pero la atmósfera que los envuelve, los sentimientos tan puros, el poder de la bondad frente a la maldad, nos sumergen de lleno en un maravilloso cuento de corte clásico.

     Los espacios de esta novela son pocos y reducidos. Destaca el huerto en el que Eric encuentra a Kilmeny por primera vez, un lugar que presencia numerosas conversaciones y confidencias, algunas de las cuales son hechas en el silencio más elocuente. Los otros dos escenarios principales son la casa de Kilmeny y la casa en la que se hospeda Eric.

     Las descripciones de ambientes y paisajes son más escasas y breves que en otros libros de Maud, pero se respira la misma serenidad a la que nos tiene acostumbrados si hemos leído más textos suyos, y es que una de las grandes habilidades de esta escritora es expresar muchísimo con muy poco




«Tan pronto como lo vio, levantó el violín y comenzó a tocar una melodía airosa y delicada que hacía pensar en la risa de las margaritas».


     En todas las novelas de esta autora, cuya prosa me enamora, existe algún lugar que, de ser real, lograría que cualquier alma sensible se sintiese en comunión con el mundo y consigo misma. En un mundo en el que muchas ciudades aspiran a convertirse en junglas de hormigón y cemento, los pueblos le han comido terreno al campo y a la sierra para ser miniciudades y la tecnología se ha convertido en el centro de nuestras vidas, trasladarse, aunque sea mentalmente, a la naturaleza de la que procedemos y gracias a la cual vivimos supone un respiro aliviador. En esta novela es el pequeño huerto de Kilmeny el que cumple esa función con los personajes y con nosotros mismos. Si a ello le sumamos la melodía del violín de la muchacha, podemos entender la fascinación que Eric siente al poner un pie allí y verla por primera vez, además de la magia de ese primer encuentro y el amor a primera vista. Tal vez si se hubiese encontrado a Kilmeny cruzando la calle hoy en día mientras ella estuviera enfrascada en un conversación de Whatsapp en el móvil y los automóviles pitando, ni se habrían mirado, pero ese es nuestro mundo, no el de Maud.

     En otro orden de cosas, si hemos seguido la trayectoria literaria de Maud, veremos que la autora es irregular en la construcción de personajes secundarios. Algunos permanecen en nuestra memoria ocupando el digno lugar que les corresponde junto a los protagonistas, como es el caso de Matthew y Marilla de Anne la de Tejas verdes. Sin embargo, en otras ocasiones crea meras comparsas que bailan al son de quienes verdaderamente llevan la historia y que pasan sin pena ni gloria. Lamentablemente, este es uno de los puntos débiles de esta novela, pero como estamos ante un libro corto en el que la pasión y la ternura lo envuelven todo, no pesa demasiado. 


     Como conclusión, es una obra que muchos podrían calificar de cursi o ñoña, adjetivos demasiado pobres para lo que Maud merece, pero que están de moda en una sociedad que considera el amor un sentimiento aburrido, perjudicial e inconveniente para la realización del individuo. No es un libro para todo el mundo, sólo para aquellos que aún se mantienen al margen de la crispación generalizada y del denuesto de las convenciones tradicionales. Como veis, corren malos tiempos para una obra de este tipo.


Puntuación: 4 (sobre 5)

La señorita Mackenzie

14/07/2018

     Anthony Trollope escribió esta novela cuando corría el año de 1864. Un año después se publicó por primera vez. En España, por ahora, Trollope no es un autor tan traducido ni leído como otros y debemos agradecer a dÉpoca editorial que en 2014 nos diera su excelente edición por 24,90€, aunque en estos momentos es difícil de encontrar. No obstante, estoy convencida, y así lo deseo, de que en cuanto sea posible, habrá reedición.


¿De qué va? (Sinopsis de la editorial):

      Encontramos a nuestra heroína en plena Inglaterra victoriana. Margaret Mackenzie, una «solterona» de mediana edad que ha dedicado toda su vida al cuidado de los demás, recibe una inesperada y considerable herencia tras la muerte de su hermano y, por primera vez en su monótona existencia, se siente libre para buscar cierto grado de felicidad. Margaret decide mudarse entonces de su sombría casa de Londres a un alegre apartamento en la próspera y refinada comunidad de Littlebath donde, tal vez con un ojo puesto en su fortuna, los pretendientes se le van presentando uno tras otro...


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Mi estreno con Trollope no ha sido con uno de sus títulos más reconocidos, pero La señorita Mackenzie me ha aportado ratos deliciosos. Pese a que el autor desarrolla una trama muy simple, carente de variedad temática y de artificiosidad, ha logrado con esta sencillez que me resulte ágil y amena. Mi curiosidad se ha conservado intacta hasta el final, puesto que ante la protagonista se abren diversos caminos y, aunque podamos pretender adivinar cuál seguirá, la solución no la tenemos hasta el último instante. Así, Trollope, magistralmente, me ha mantenido atrapada.

     No obstante, la linealidad temática con su inexistencia de tramas secundarias puede no ser del gusto de todo el mundo. En esta novela todo gira en torno a los dilemas y conflictos que la obtención de la herencia trae para Margaret. Los asuntos monetarios son los protagonistas y, si bien se entrecruzan con alguna trama amorosa, esta está tratada con mucha tibieza. No hay que esperar el desarrollo de grandes pasiones. Tengamos en cuenta que estos personajes son ya adultos con mucho recorrido y que pertenecen a una sociedad inquisitorial que no ve con buenos ojos lo que podría considerar inapropiado según la edad y la posición. Además, las cuestiones financieras son una aspecto trascendental en la vida de quienes conforman esta historia, por lo que muchas decisiones están marcadas por ello. Claro que esto no impide que nuestros personajes tengan sentimientos, y estos oscilan entre la codicia, la compasión, la admiración, la amistad y el amor.


     «Algunos hombres que no consiguen engañar a nadie terminan a veces por tener éxito en engañarse a sí mismos».


     En lo que respecta a la protagonista, Margaret captó toda mi atención en el momento en que Trollope afirma que no es especialmente guapa, brillante ni graciosa. Toda protagonista debe tener algo que atrape al lector y haga que este desee acompañarla en su periplo vital, así que me quedé pegada al libro para tratar de averiguar cuáles eran esas cualidades y, efectivamente, están ahí. Margaret es una mujer que se hace a sí misma, que oscila entre  un cierto conformismo que nunca la deja satisfecha y la esperanza de alcanzar algo más, muy valiente en algunas de sus decisiones a pesar de una existencia anodina que desea romper. A veces, un rasgo concreto de su personalidad conseguía ponerme nerviosa, pero luego lograba sorprenderme del modo contrario. Creo que es una protagonista que hace reaccionar al lector; podemos disgustarnos con ella o aplaudir algunas de sus reacciones. Sea como sea, es inevitable querer que le salgan las cosas bien.

     Otro aspecto llamativo es el que tiene que ver con los pretendientes. Aquí no puedo decir mucho más, pero no esperéis un Fitzwilliam Darcy o un John Thornton. Con todo, conforme avanza la historia van suscitando mayor interés, pues se descubren las cartas que juega cada uno y, finalmente, sorprende saber cómo evolucionan, en especial dos de ellos.


     Los secundarios son pocos y su función es simplemente influir en la vida de Margaret de un modo u otro. Por sí mismos no tienen el mayor interés, pero son necesarios para la evolución de nuestra protagonista.

     Trollope escribe con muchísima sencillez; va al grano, pero sin perder el buen sentido estético de la mayor parte de los autores clásicos. En ese aspecto me ha parecido una obra muy asequible para quien quiera iniciarse en la lectura de la novela inglesa decimonónica, si bien se debe tener en consideración lo que ya dije antes: la trama principal es la unica y la protagonista lo es en exclusiva. Es destacable, asimismo, encontrar a veces que el propio autor deja caer una opinión personal, pero tal es su gracejo al hacerlo que esta práctica no molesta en absoluto; más bien al contrario.

     Además de lo ya comentado, es un libro que se adapta muy bien a cualquier época del año. Parece que el invierno es el período que más invita a leer clásicos, mientras que el verano hace lo propio con la literatura "de piscina", pero os garantizo que La señorita Mackenzie es también una buena compañera estival. 


Puntuación: 3 (sobre 5)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...