Natsu no koi wa nijiiro ni kagayaku (El amor de verano brilla como el arcoíris)

16/03/2014


                         Estreno: 2010                                                        Género: Drama, romance
                         Cadena: Fuji TV                                                    Episodios: 10
                                               Duración por episodio: 47' aprox.



¿De qué va?:

    Kusunoki Taiga es un joven actor que, sin pretenderlo, vive a la sombra de su padre, uno de los intérpretes más famosos de Japón. La comparación entre ambos siempre perjudica a Taiga, ya que parece no haber heredado el talento de su progenitor. Por ello, sólo consigue papeles de escasa importancia. Sin embargo, a pesar de su frustración y de las burlas, se niega a abandonar su sueño.
     Por caprichos del destino conoce a Kitamura Shiori, una mujer algo mayor que él. Shiori vive con su hija pequeña, pero anclada en un pasado del que no logra escapar. Su forma de ser y el modo en que afronta la existencia suponen un enorme impacto para Taiga. 
¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Hacía muchísimo tiempo, años ya, que no veía series japonesas, y traer la reseña de una al blog es algo diferente de lo que he venido haciendo en este espacio hasta ahora, ya que me he centrado más en producciones occidentales, pero el caso es que he terminado enamorada de ésta y me he dicho que por qué no reseñarla si merece tener su hueco. El título es tan largo que asusta, pero está subtitulada en nuestro idioma y es fácil de encontrar.

     En España, lamentablemente, no estamos muy familiarizados con las culturas orientales, pero quizás muchas cosas cambiarían si les diéramos una oportunidad a producciones como ésta, conocidas en Japón con el nombre de “dorama” (pronunciación japonesa de “drama”). Muchos prejuicios desaparecerían



     Como sucede por estos lares, hay series de todos los géneros, y ésta en concreto es una historia de amor y superación. El argumento es bastante sencillo, pero su desarrollo está muy bien planteado, de manera que emociona, intriga y entretiene a partes iguales. Los diez capítulos giran en torno a las vivencias y sentimientos de varias personas, sin ningún tipo de artificio ni excentricidades. Todo lo que se desarrolla puede resultar cercano, tierno y familiar, a pesar de ser la japonesa una sociedad distinta a la nuestra. Es precisamente esa sencillez y la humanidad que se desprende lo que me ha atrapado.

    El primer episodio me dejó algo fría, pensando que no me iba a gustar, pero a partir del segundo 
no he podido dejar de verla. Los dos protagonistas son un completo acierto. Jun Matsumoto, el actor que hace de Taiga, no es lo que por aquí se considera un hombre atractivo (aunque en su país sí que lo es). Es más bien bajo, muy delgado y con rasgos poco masculinos según la visión occidental, pero sabe transmitir perfectamente cada emoción, y poco a poco es inevitable encariñarse con Taiga, un encanto de personaje.

     Al principio parece un joven inmaduro, un actor pésimo que se queja de su mala suerte en vez de esforzarse por cambiarla. A raíz de su encuentro con Shiori, la única que es capaz de decirle la verdad a la cara sobre sí mismo, todo cambia para él. Empieza a comprender sus debilidades y a luchar para combatirlas, y ésta es una de las cosas que más me han gustado: no hay milagros en esta serie; si él es un mal actor, no va a conseguir un papel por arte de magia. Tiene que trabajar muy duro, y no siempre con una alta recompensa, sino con pequeñísimos logros que contribuyen al toque realista del dorama. 



     Jun consigue algo que me encanta ver en un intérprete, y es transmitir con la mirada. Además, Taiga es un chico que todo lo siente intensamente, y así su enamoramiento lo lleva a saltar de felicidad por la calle o a sumirse en profundas reflexiones, ya que el hecho de amar a una mujer mayor que él con una hija le obliga a madurar en todos los sentidos, aunque sin perder el toque infantil que le hace tan entrañable.

     La relación de Taiga con sus compañeros también es destacable. Sólo tiene un amigo de la infancia, que al igual que él pretende ser actor y es conocido por tener un familiar famoso. Ambos se apoyan desde pequeños, y más adelante se suma a ellos el enemigo de Taiga, otro joven que a priori odia a nuestro protagonista por considerarlo su rival interpretativo. Los tres dan lugar a momentos muy simpáticos.

     Shiori, por su parte, también es un personaje complejo. La idea de experimentar el amor es impensable para ella y su propósito es tener una existencia sencilla junto a Umi, su hija. Taiga llega a su vida como un torbellino, con su entusiasmo, su vitalidad, su esfuerzo y amándola incondicionalmente, estando a su lado incluso aunque ella no quiera dejarle entrar en su corazón. Además, él no es el único hombre interesado en ella. 


     Shiori debe decidir si vive del pasado o si abre una puerta al futuro, y tiene que tener en cuenta si su hija acepta su decisión, sea la que sea. 


     La historia de amor que vemos aquí es profunda y pura, pero no cae en la cursilería (a pesar del título), algo que agradezco. Se aleja de lo ñoño y lo pasteloso, aunque sea muy romántica. También, como se extrae de lo que he dicho, el crecimiento personal está patente. No sólo Taiga necesita madurar, sino que Shiori, una mujer aparentemente realizada, inteligente y madura, debe redescubrir la vida de nuevo. 



     La verdad, no sé si alguien que lea esta entrada le dará una oportunidad a este drama, pero a mí me ha encantado, así que no puedo dejar de recomendarlo. Además, es corto, sólo tiene diez episodios. Quizás al principio el idioma suene raro para quien no está acostumbrado, pero Japón tiene series tan buenas como cualquiera que pueda provenir de EE.UU. o Inglaterra.


Puntuación: 5 (sobre 5)
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