Los Pazos de Ulloa

05/01/2014

     La primera edición de Los Pazos de Ulloa apareció en noviembre de 1886, y recibió críticas de muy distinta índole. A día de hoy, en España existen diversas ediciones a un precio muy asequible. En formato bolsillo están, entre otras, la de Cátedra (por 12 euros), la de Alianza (por 11'50 euros), la de Espasa (por 9'95 euros) y la de Castalia (por 12'80 euros).
     En el año 1887, Emilia Pardo Bazán publicó la continuación de esta saga familiar, La madre naturaleza. En 1985 se rodó una serie de televisión basada en ambas novelas.

¿De qué va?:
      
     Julián, un sacerdote joven y delicado, viaja a los Pazos de Ulloa para servir a don Pedro Moscoso, el marqués, por recomendación del tío de éste. A su llegada, el capellán se inquieta ante la situación en la que se halla la casa y el comportamiento de quienes habitan en ella. En la sombra parece gobernar Primitivo, el criado de don Pedro, mientras que éste mantiene una relación ilícita con Sabel, la hija de Primitivo. Julián trata de utilizar los medios a su alcance para cambiar estas cuestiones, pero no puede prever las consecuencias.


¿Qué opino yo? (Sin destripes): 

     Esta novela me ha dejado sentimientos encontrados: tiene aspectos que no me han gustado nada y otros que son fabulosos. He pasado días sin decidirme a escribir la reseña, porque no sabéis el reparo que me da hacer una crítica más bien negativa de un clásico de nuestras letras que a todo el mundo parece gustar. Quiero decir que si mi análisis fuera exclusivamente filológico, esta obra merecería más nota de la que voy a darle, pero el fin de este blog es compartir lo que siento yo cuando leo un libro, así que esta reseña se basa sólo en mi gusto personal.

    Tengo que reconocer que el Naturalismo no es un movimiento que me atraiga especialmente, por lo que no le había dado muchas oportunidades a Pardo Bazán.
 Cuando empecé a leer Los Pazos de Ulloa, me sorprendí muy favorablemente, ya que todo indicaba que iba a ser una historia magistral, pero conforme pasaba las páginas, mi opinión comenzó a cambiar.

   No sucede ni un solo acontecimiento que no sea previsible. Desde el principio hasta el final podemos saber lo que va a pasar, y por eso el mayor aliciente de esta novela es la forma en la que escribe la autora, con una alta calidad. Fácilmente nos introduce en la sociedad rural de la Galicia del siglo XIX. Pardo Bazán hace un despliegue de los modos de vida de la aristocracia gallega, dejando ver su decadencia y la falta de valores morales. Esto tiene su paralelismo en el mundo de los criados y hasta de la misma Iglesia. Sólo Julián, el capellán, representa la virtud en medio de un ambiente de corrupción, y a él, después, se une Nucha.     



«Diez años son una etapa, no sólo en la vida del individuo, sino en la de las naciones. Diez años comprenden un periodo de renovación: diez años rara vez corren en balde, y el que mira hacia atrás suele sorprenderse del camino que se anda en una década».

  
    Como cabe esperar de un autor naturalista, las descripciones están cuidadas al detalle, pero no son tan extensas como en principio se podría suponer. En ellas abundan los galleguismos, y ése es uno de los aspectos por los que es recomendable escoger una edición comentada, para que nos facilite la comprensión de los mismos. La contraposición entre el ambiente rural y el urbano queda perfectamente reflejada, no sólo a través de las descripciones, sino también por el carácter de los personajes. La mayoría de las críticas literarias que os encontréis coincidirán en afirmar que los habitantes del mundo rural, en contacto con la naturaleza, poseen un carácter menos dócil, más salvaje, y una fuerza física mayor, en consonancia con el medio que les rodea. Son muestra de ello don Pedro (el marqués de Ulloa), su criado Primitivo y la hija de éste, Sabel. Por otro lado, los procedentes de la ciudad son más atemperados, débiles y retraídos, como Julián (el capellán) y Nucha (la hija del marqués de la Lage), como si las comodidades urbanas los hubiesen vuelto menos resistentes a un entorno más hostil. 


     Con todo, el punto más débil de la novela es el que se refiere precisamente a la personalidad de los personajes, a cada uno como individuo, independientemente de su identificación con el entorno. Pardo Bazán se sirve de la fisiología y de la frenología para que comprendamos cómo son.
Sin embargo, más allá de eso, todos los personajes, con excepción de Julián, parecen meros esbozos. No tienen una profundidad psicológica ni una evolución clara, no conocemos sus motivos ni por qué eligen actuar de una manera determinada. Un ejemplo muy obvio es el de Primitivo, de quien queda patente su maldad, pero no sabemos por qué es así. La misma Sabel, una mujer con un papel importante y determinante en el futuro de Nucha y de los pazos, apenas hace acto de presencia; no sabemos cuáles son sus anhelos, ambiciones, preocupaciones, inquietudes…, nada. Don Pedro, el marqués, se mueve por impulsos. Sólo actúa de manera lógica una vez, por influencia de Julián. Nucha está totalmente idealizada; representa las virtudes cristianas y la abnegación. Todos ellos son meros roles que tienen una función concreta en el engranaje que pone en marcha la escritora. Sólo Julián es un ser pleno, con dudas, miedos, turbación y una evolución perceptible entre el principio y el final. 


     La calidad narrativa es incuestionable, y se alterna
un estilo culto con otro popular según quien hable, pero no es bastante para que un libro me enamore. Ni la historia ni los personajes me han gustado lo suficiente, aunque siento curiosidad por saber qué les depara el destino a sus descendientes. Ése es el argumento de la continuación, La madre naturaleza.

     A pesar de todo, si aún no habéis leído esta obra y queréis hacerlo, os aconsejo que elijáis con cuidado la edición. Yo tengo la de Cátedra, que es buena, aunque se excede con las notas a pie de página, y en algunas de ellas incluso destripa el final de La Regenta y algunos datos de La madre naturaleza.


Puntuación: 2'5 (sobre 5)
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